PIERDEN 19,3 PUNTOS EN LA INTENCIÓN DE VOTO DURANTE LA CRISIS
PP y PSOE sólo se han movilizado para atajar los desahucios ante
el temor a una airada reacción social, pese a que ambas formaciones debaten el tema en el Congreso desde hace casi una década. Una falta de miras y una lejanía a los problemas de los ciudadanos que les pone en la senda de Grecia. Al menos así lo expone Ignacio Molina,
investigador principal de Europa del Real Instituto Elcano, que en un
artículo publicado ayer no sólo advierte de la “rápida erosión” a la griega que afronta populares y socialistas, sino que va más allá y alerta sobre la amenaza que pende sobre el modelo bipartidista en España.
“Ya
sabemos que la crisis del euro ha arrasado con todos los gobiernos de
los países del Sur. Un paso cualitativo trascendental es cuando empieza a
amenazar también a los sistemas políticos en su conjunto”, expone. Un
cambio de paradigma que arranca de la crisis de los partidos
mayoritarios: “Hasta ahora, pensábamos que era imposible el contagio a
España de una pauta de evolución similar a la griega, en donde grupos
radicales o euroescépticos consiguieran capitalizar el malestar
ciudadano y amenazar el bipartidismo clásico (…) Sin embargo, la
reciente publicación del Barómetro del CIS correspondiente a octubre de
2012 confirma algunos síntomas de muy rápida erosión en el apoyo de los dos grandes partidos”.
Los
números no mienten: populares y socialistas españoles ya han hecho la
mitad del camino en el rechazo de los ciudadanos. Nueva Democracia y
Pasok, los grupos equivalente a PP y PSOE en el país heleno, contaban
con el 77,4% de los votos en las elecciones de octubre de 2009. En los
últimos comicios celebrados en junio de 2012, apenas tres años después, las dos formaciones se habían dejado 35,4 puntos
y sólo acaparaban el 42% de los sufragios. En España, los partidos
mayoritarios sumaban el 83,8% de las papeletas cuando los españoles
acudieron a las urnas en marzo de 2008. La última estimación del CIS les
concede apenas un 64,5% de la intención de voto, 19,3 puntos menos. Un desplome más que inquietante.
“Es
verdad que, a diferencia de lo ocurrido en Grecia, aún no han surgido
partidos populistas o extremistas de derecha y que la izquierda
beligerante contra la actual UE no ha desbancado a la actual
socialdemocracia –expone Molina en su artículo, titulado ¿Una evolución a la griega del sistema de partidos español?-.
Y es cierto también que la ley electoral seguirá dificultando mucho más
que la griega el desarrollo de esta tendencia. Sin embargo, no hay dudas sobre la erosión del PSOE y del PP, que supone ya más de la mitad de la que han sufrido sus equivalentes griegos”.
El drama de los socialistas
Con
especial preocupación para los socialistas, que son los que más ceden
tanto en España como en Grecia. En este sentido, el Pasok ha pasado en
tres años de un 43,9% a un 13,2% de los sufragios, una caída de más de
30 puntos. En esta línea, el PSOE ha perdido 15,3 puntos en intención de voto, quedándose en el 28,6% desde el 43,9% que atesoraba en los comicios de 2008. Eso
sí, los beneficiarios varían en función de las particularidades de cada
país. La debacle socialista ha sido aprovechada en Grecia –país con un
sistema consolidado sobre la base de dos grandes formaciones europeístas
hasta esta crisis- por la izquierda radical (Syriza), que ha subido 22
puntos, y por dos formaciones de extrema derecha y de derecha populista,
que han aumentado en 14 puntos su representación.
En España, sin embargo, el descontento ha sido sobre todo capitalizado por los partidos de raíz autonómica, con la deriva independentista en Cataluña como mejor exponente.
“Una mirada a los datos recientes de Galicia, el País Vasco y Cataluña
(donde destaca el hundimiento del PSOE a favor de grupos de izquierda no
precisamente europeísta y la evolución populista del nacionalismo
conservador en el caso específico catalán) refuerza esa conclusión”,
expone en su análisis el investigador del think tank. También
subieron con fuerza partidos pequeños como IU y UPyD, con sendos
incrementos de seis puntos, así como el voto blanco, que se incrementó
en tres puntos.
Lo que finalmente está en juego es la
viabilidad del modelo. “Los importantes interrogantes sobre la
sostenibilidad de la deuda, el acceso al crédito financiero o las
reformas estructurales que pueden ayudar a que nuestros países recuperen
la senda del crecimiento, se desarrollan en paralelo a otras incógnitas
aún más preocupantes sobre la capacidad que tiene el sistema político
en su conjunto para seguir resultando legítimo ante sus ciudadanos”,
expone Molina. “Si estos no vislumbran una luz al final del largo túnel
que dé sentido a tanto ajuste y si sigue deteriorándose la cohesión
social, no puede resultar extraño que, entre otros efectos, se erosione
rápidamente el apoyo a los grandes partido políticos”, remacha.
Fuente: http://www.elconfidencial.com
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