El
eje de la campaña catalana estaba bien definido, con una línea
divisoria trazada a partir del referéndum sobre la independencia, hasta
que se filtró un informe que acusaba a Jordi Pujol y Artur Mas de tener cuentas ocultas en Suiza.
Regresaban así las acusaciones de corrupción que han perseguido a la
gestión convergente, dando a la campaña un impulso inesperado. Lo que
está por comprobarse es si esos nuevos elementos van a modificar el mapa
previo, y si producirán efectos electorales sensibles el día de la
votación.
Desde luego, lo que sí van a generar es un recentramiento de los debates al romper con la agenda prevista, señala Ismael Crespo,
catedrático de la Universidad de Murcia y director del departamento de
Comunicación política de la Fundación Ortega-Marañón. “Hasta la fecha, la
campaña la estaba estructurando CiU, y no se hablaba más que del
referéndum y de la independencia, evitándose temas como la sanidad,
educación, impuestos, etc. Ahora se ha dado entrada a otros
asuntos, Mas se ha visto obligado a contestar a las acusaciones, y tiene
la tarea de hacer que los ciudadanos no le vean más preocupado por sus
propios asuntos que por hacer lo mejor para Cataluña”.
El
efecto fundamental que suelen producir estos cambios de tercio es el de
reforzar la intención de los votantes de los partidos que no han sido
acusados de llevarse el dinero, así como el de desmovilizar a los
seguidores de la formación acusada. Según Pere Oriol Costa,
catedrático de Comunicación Política de la UAB y experto en campañas
electorales, este efecto es probable que no llegue a producirse, porque
la reacción de los convergentes ha sido rápida y adecuada.
“Cuando hay
una acusación contra un candidato, lo usual es obviarla hasta que,
llegado el momento en que se entiende que puede hacer daño, el cabeza de
lista aparezca en público para desmentirla contundentemente.
Esto es lo
que hizo Kennedy cuando le
acusaron de estar al servicio del Papa de Roma por ser católico. Hizo un
desmentido muy claro y salió reforzado. Una buena reacción resulta
esencial, y la de Mas lo ha sido al interponer la querella”. Sin
embargo, el asunto va mucho más allá de haber sabido sortear una trampa
electoral, ya que es muy probable que CiU consiga sacar provecho de las
acusaciones. Como señala Oriol Costa, “que te metan en la agenda un tema
de corrupción no es bueno, pero si
tu electorado cree que esto responde a una acción surgida de las
cloacas del estado, puede generar una reacción notable en sentido
contrario”.
Escenificando una narrativa
Así lo cree Julián Santamaría,
catedrático de Ciencia política de la Universidad Complutense de Madrid
y director de Noxa Consulting, quien recuerda experiencias previas,
como el caso Banca Catalana, que terminaron por favorecer electoralmente
a Convergencia. Y En este contexto enfrentado en el que la campaña se
desenvuelve, es probable que suceda algo similar. “Incluso las manifestaciones del Ministro de Interior de ayer por la tarde, ratificando la validez del informe filtrado, pueden
provocar un efecto boomerang, ya que serán interpretadas como las
afirmaciones de un miembro del PP que intenta atacar a CIU”.
El
momento de filtrar la información, a diez días de las elecciones, “y el
medio en que se ha hecho” favorecen este tipo de reacciones, según el
asesor de comunicación política Luis Arroyo. “Es
muy habitual que en esta clase de escenarios se recurra a la
victimización, algo que en la campaña catalana está siendo utilizado
desde el minuto cero.
Hasta ahora, todo lo que se ha hecho es de
manual: la escenificación de la narrativa interponiendo una querella, la
alusión a las cloacas del estado, los discursos que se están
utilizando…Lo que importa no es tanto el hecho de fondo de la
corrupción, sino la narrativa en la que te muestras como víctima”.
Estas tácticas han sido utilizadas
con notable frecuencia en otros casos de corrupción, en la que notorios
imputados vivían noches electorales muy felices, ya que no sólo ganaban
las elecciones sino que aumentaban su número de votos. Pero este caso
es diferente, toda vez que eso sólo funciona cuando hablamos de ámbitos
locales en los que, afirma Santamaría, “la gestión de los alcaldes corruptos resultaba beneficiosa para un grupo relativamente importante de ciudadanos.
Cuando los casos de corrupción afectan sólo a una persona o un grupo de
ellas sin beneficio alguno para el pueblo, las cosas se ven de forma
muy distinta”.
La mayoría absoluta en el horizonte
Coincide
Crespo en esa perspectiva, ya que “cuando los ciudadanos están
valorando a quién votar, tienen en cuenta las características de esa
persona y, sobre todo, lo que consideran referentes ideales. En noviembre de 2011 medidos 25 atributos de Rubalcaba y de Rajoy, y de ellos, Rubalcaba ganaba en 22.
Pero los tres en los que Rajoy estaba por encima, como era la capacidad
para salir de la crisis, para abordar el desempleo y para formar un
buen gobierno, fueron los que decidieron las elecciones. E igual ocurrió
en los últimos comicios en Valencia, donde los atributos preferidos
eran los relacionados con la gestión y no con la honestidad. De hecho,
muchos seguidores del PP percibían a su candidato como no demasiado
honesto pero decían que iban a votarle”.
En las elecciones catalanas, y
hasta la fecha, lo esencial no han sido las características vinculadas
con la gestión, sino las ligadas a la identidad nacional. Lo que está
por verse es si las acusaciones de corrupción resituarán el debate del
lado de la gestión o si ratificarán las discusiones sobre asuntos
identitarios. Y esto será lo que decida si CiU logrará o no la mayoría
absoluta, que es el tema real de fondo. Porque si no lo consiguen,
afirma Arroyo, “los dirigentes de Convergencia no podrán explicar para qué han convocado estas elecciones.
Muchos medios internacionales están subrayando ya la estupidez de
iniciar este proceso si al final del camino no obtienen la mayoría
absoluta. Habrían hecho el ridículo”. EL CONFIDENCIAL
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