El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,
seguirá desde su despacho en la sede del PP en la calle Génova la noche
electoral catalana. Y con él buena parte de la cúpula de su Gobierno y
del partido. En el «cuartel general» de los populares, como en el de la
mayoría de las formaciones políticas, toda la atención estará puesta en
si CiU consigue o no la mayoría absoluta. Eso es lo único que le importa
esta noche al jefe del Ejecutivo.
Se hará la suma de los partidos
independentistas; la de los que no quieren la independencia; se mirará
lo que ha bajado el PSC; si el PP ha conseguido mantenerse, y hasta
dónde llega Ciutadans. «Pero esta noche donde nos la jugamos es en la
mayoría absoluta de CiU», sostiene un alto cargo de Moncloa. En el
entorno del presidente están convencidos de que si Mas no la alcanza, su
órdago soberanista se irá desinflando poco a poco, sin decirlo, «pero
sin remedio».
Toman en cuenta la dura realidad económica que tendrá que administrar el nuevo presidente de la Generalitat, el hecho de que «uno puede tomar oxígeno del sentimiento y de la bandera», pero en el momento de la verdad la mayoría de los catalanes «no se tirarían por el precipicio»; y la posibilidad de una crisis interna porque si Mas no llega a los 68 escaños o más, la lectura de fracaso será «inevitable».
Pero incluso los que insisten en que la independencia es un proceso largo que no depende del «mesianismo» de Mas, sino de la propia sociedad catalana, incluso los más optimistas admiten que aun sin mayoría absoluta el líder de CiU encontrará su tabla de salvación en ERC. Ahí está su resurrección política.
La presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, es una de las más convencidas de que el líder nacionalista no dará un paso atrás y que se dejará llevar por un electorado soberanista en un Parlamento autonómico con más de 80 diputados sobre 135 que han concurrido a las urnas en partidos que llevaban la propuesta de una consulta al pueblo catalán.
La respuesta de Rajoy al resultado electoral de esta noche tendrá el ingrediente del diálogo. De la disposición a hablar, e incluso a volver a entrevistarse, con el nuevo presidente de la Generalitat. El presidente del Gobierno no cree en la política de puentes rotos, ni siquiera aunque sepa que se va a sentar con un interlocutor «que viene dispuesto a no escuchar».
Para el después de las elecciones, la respuesta de Rajoy será también «ley y negociación política», precisa uno de sus «fontaneros» en Moncloa. Y si «algún día» el presidente de la Generalitat llevase al extremo la amenaza segregacionista con la propuesta de consulta, el Ejecutivo le emplazará a remitirla a las Cortes Generales como una propuesta de reforma constitucional. «Ésa es la única alternativa para que sea legal. Hoy es competencia exclusiva del Estado. Y si uno decide ir por el camino de la ilegalidad, tendrá enfrente todo poder de la ley», precisa un ministro que participa en el diseño de la estrategia de respuesta al órdago de Mas.
Pero en el Gobierno no miran tan lejos. «Mas tiene que administrar una situación económica dramática y tiene que continuar haciendo ajustes muy impopulares. Sin mayoría absoluta, ERC no será un compañero de viaje fiable para sacar a Cataluña adelante, y a partir de ahora habrá que volver a hacer gestión.
«De la bandera no se come», explica un miembro del Ejecutivo. Rajoy seguirá aplicando su política de medir los ritmos al margen del ruido político y mediático inmediato. «Y las respuestas llegarán en cuanto Mas se desvíe del camino de la Ley. Pero también hace falta hablar y mirar a los catalanes», añaden.
Fuente: 25 Noviembre 12
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- Carmen Morodo en La Razon.
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