“Está muy equivocada. Nadie tiene en la Comunidad como objetivo a Ana Botella… Si así fuera, sería muy fácil. En Madrid, en el partido, no es nadie, no tiene apoyos.
Pero no vamos a consentir que intente tapar su mala gestión de la
tragedia culpando a otros”. Las tajantes afirmaciones procedentes del
Gobierno regional ponen de manifiesto el incendio que la alcaldesa ha provocado a raíz de su actuación tras la tragedia del Madrid Arena.
A
base de informes y declaraciones, las llamas de la alcaldesa han
traspasado los dominios de Sol, sede de la Comunidad, para alcanzar la
calle Miguel Ángel: la sede de la Delegación del Gobierno, en la que Cristina Cifuentes
ha sido la última en dejar patente su enfado con la alcaldesa por un
informe elaborado por el Ayuntamiento sobre la noche de Halloween en la
que murieron cuatro muchachas.
El informe venía a decir que la Policía
Nacional -y por ende, la Delegación del Gobierno- había supervisado la
seguridad del Madrid Arena.
Cifuentes montó en cólera. Primero intentó que el Ayuntamiento rectificara con llamadas a Botella, Dancausa o Antonio de Guindos.
En el Consistorio se llamaron andanas, esperando, quizá, que
escamparía. Y eso es no conocer a la actual delegada, que presionada por
la Policía ante lo que entendían como una acusación infundada del
Ayuntamiento, emitió un duro desmentido a su propia compañera de
partido: el informe contenía “errores”. Posiblemente, no ha habido en la historia reciente un desmentido público tan rápido entre dos mujeres del mismo partido, con grandes cuotas de poder y que han de compartir el mismo espacio vital, la capital del Reino.
La foto de la toma de posesión de Cristina Cifuentes como delegada en Madrid es sintomática. Entonces, se habló de que Rajoy completaba su ‘póker de damas’ en la capital. Tras la delegada aplaudían Soraya Sáenz de Santamaría, Esperanza Aguirre
y Ana Botella: el poder central, el autonómico y el municipal del PP.
Hoy, la guerra abierta tras el Madrid Arena hace de aquella imagen
apenas un borroso recuerdo.
Botella comenzó tropezando con Esperanza Aguirre por su ‘delfín’, Ignacio González.
Le cuestionó como líder del PP regional y habló de la conveniencia de
“un congreso”. Primer error. Tras el Madrid Arena se produjo el segundo:
el consistorio insinuó que la ley de Espectáculos de la Comunidad no
fijaba las responsabilidades en control de accesos, consumo de alcohol,
etc… Tanto el portavoz de González, Salvador Victoria, como otras fuentes regionales se lanzaron a degüello contra Botella y su equipo. Se señalaba especialmente a Pedro Calvo y Miguel Ángel Villanueva,
así como a los responsables de comunicación. “Si no saben gestionar una
crisis, que dimitan, que asuman sus responsabilidades, pero que no
echen balones fuera”. La Comunidad y el partido, con Aguirre a la
cabeza, habían puesto la cruz definitiva a Botella, que contraatacó firmando contra el plan de la Comunidad para el hospital de la Princesa.
Aguirre
y Cifuentes, que en el pasado coincidieron y luego se distanciaron,
ahora vuelven a coincidir unidas contra Botella. Incluso hay quienes le
ponen el mismo destino en el futuro: el Palacio de Correos. “Esperanza
no ha vuelto para eso. Ya se le queda pequeño”, dicen en su entorno.
Ella misma, en un acto no político, aseguraba en petit comité que sólo
volvería “si se rompiese España”. En cuanto a Cifuentes, centrada ahora
en el orden público, no quiere pensar en la Alcaldía y algunas fuentes
no la descartan como recambio del actual ministro del Interior. Al
menos, eso se teme él.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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