Artur Mas
De
acuerdo con el padrón de 2011, 7.593.619 catalanes viven en 947
municipios. La mitad de ellos tiene menos de 1.000 habitantes, y tres de
cada cuatro tienen menos de 3.800 habitantes. El 10% de ellos excede de
los 14.000 habitantes. No pretendo explicar las causas de la derrota de CiU, ni el éxito de Ciutadans,
ni siquiera el de los partidos independentistas. Sólo busco tratar de
explicar qué ha ocurrido, de acuerdo con el análisis de ciertas
características socio-demográficas en absoluto exhaustivas.
Oficialmente,
la ciudad de Barcelona tiene más de 1,6 millones de habitantes; la
segunda más grande, casi 7 veces más pequeña, es L’Hospitalet de
Llobregat, con un cuarto de millón. A todos los efectos y salvo
indicación expresa, he excluido del análisis a Barcelona pues merece una
atención especial: uno de cada cinco catalanes vive allí.
Un primer aspecto es el de la evolución del apoyo de los ciudadanos a las distintas formaciones políticas en relación con el que les otorgaron en las anteriores elecciones al Parlamento de la Generalitat,
celebradas hoy hace dos años. En una situación como la actual,
caracterizada por su cercanía en el tiempo de un proceso electoral
equivalente y con un incremento de la participación tan importante (más
de medio millón de votos válidos adicionales), es conveniente conocer
dónde se han concentrado los apoyos de los partidos que finalmente han
obtenido representación parlamentaria. Debido a que es un grupo nuevo en
estas elecciones, se ha excluido a CUP del análisis.
Incremento (azul) o disminución (rojo) de votos en relación a los obtenidos en las elecciones al Parlament en noviembre de 2010. Elaboración propia.
En
este gráfico observamos cómo la participación global (en verde) se ha
incrementado en casi veinte puntos porcentuales; en tales
circunstancias, tanto CiU como PSC pierden apoyos, lo cual ya es
muy indicativo. Por otro lado, esa pérdida de respaldo no es homogénea.
Así, en el caso del PSC la pérdida de apoyos se reduce según se
incrementa el tamaño de población, pero en el caso de CiU ocurre
exactamente al contrario, como pone de manifiesto el siguiente gráfico:
según se incrementa el número de habitantes se incrementa la desafección
de CiU entre sus anteriores votantes. Este análisis, insisto, no
considera a la ciudad de Barcelona; en ella, CiU reduce algo esa
tendencia a la caída, perdiendo 'sólo' un 8% del apoyo respecto a la
convocatoria electoral anterior. El PSC, en cambio, quiebra
completamente esa tendencia al alza, perdiendo prácticamente uno de cada
cuatro votos que entonces obtuvo. En la Ciudad Condal, la situación del
PSC es absolutamente dramática.
Evolución
del número de votos ganados/perdidos respecto del total de votos
obtenidos en las elecciones de 2010 por tamaño del municipio.
Elaboración propia.
En el caso de las otras cuatro formaciones
analizadas, cabe señalar que todas incrementan significativamente su
apoyo entre los votantes respecto a las elecciones anteriores; que el
caso de ERC y del PP no existe una concentración específica
de tal situación, lo que significa que el incremento es similar y
constante a lo largo de todos los municipios; en el caso de ICV, por su
parte, el apoyo evoluciona progresivamente con el aumento del tamaño de
la población (se van incorporando más votantes en núcleos mayores de
población). Mención aparte supone Ciutadans: el único grupo de
municipios donde no duplica al menos sus resultados es en el de los más
pequeños, donde consigue, eso sí, un apoyo medio un 75% superior; a
partir de 3.000 habitantes, segundo tamaño analizado, el incremento en
el respaldo a esta opción política ha sido realmente espectacular, como
muestra el siguiente gráfico.
Evolución
del número de votos ganados respecto del total de votos obtenidos en
las elecciones de 2010 por tamaño del municipio. Elaboración propia.
Ganancia (derecha en el gráfico) o pérdida de votos en la ciudad de Barcelona respecto a las anteriores elecciones al Parlament. Elaboración propia.
Evolución del voto por municipios
De
los 947 municipios catalanes, CiU pierde votos respecto a las
anteriores elecciones en 313 de ellos. Pero el reparto no es homogéneo,
como vemos en el siguiente gráfico.
La
línea roja representa el número medio de municipios en los que CiU
pierde votos, uno de cada tres.
Como vemos, es a partir de los
municipios de 3.000 habitantes en los que la sangría de municipios es
mayor; así, de los de 10.000 a 15.000 habitantes CiU pierde votos en la
mitad de ellos, y en los 22 más grandes, excluida Barcelona, pierde
votos en casi 9 de cada 10.
Peor es la situación del PSC. Como
vemos en el siguiente gráfico, pierde apoyo respecto a las elecciones de
2010 en el 85% de los municipios. En este caso, sin embargo, la
intensidad de la pérdida de municipios es tanto mayor cuanto más pequeño
es el núcleo. Eso sí, la cantidad mínima de municipios que pierde,
independientemente de la población, es del 50%. Una situación muy grave
que debe analizar el partido.
En
cuanto al resto de partidos, excluido CUP, observamos que ICV mejora en
3 de cada 4 municipios, el PP en el 77%, Ciutadans gana apoyo en 8 de
cada 10, y ERC en el 99%.
El efecto de las mujeres
En la población catalana, de acuerdo con el padrón estadístico del INE
de 2011, existe un 50,5% de mujeres. De los 947 municipios, sólo en 138
de ellos la cifra de mujeres supera tal proporción. Curiosamente, en
ellos la pérdida de apoyo de CiU es menor que en el resto: sólo ocurre
en el 30,4% de ellos, frente al 33% general. Y exactamente lo contrario
ocurre en el caso del PSC: si pierde apoyo en el 85% de los municipios
catalanes, allí donde el número de mujeres es mayor que la media de la
región, el PSC pierde apoyo en 9 de cada 10. En cambio, el efecto Rivera
del que siempre se ha hablado no tiene reflejo estadístico: allí donde
las mujeres son mayoritarias, Ciutadans gana aproximadamente en la misma
proporción que el resto de municipios. Estas son simplemente unas
pinceladas de una cuestión que está perfectamente estudiada en
democracias más antiguas que la nuestra, y que, sin embargo, aquí o bien
no se conocen, o bien no interesa que se sepan.
Así pues, queda
claro que tanto para el PSC como para CiU la situación es realmente
lamentable. Para el primero, porque sigue confirmando elección tras
elección que existe un problema de calado mucho más grave que el que sus
dirigentes pretenden hacer ver. Elección tras elección, desde hace más
de un año, el apoyo que encuentra es cada vez menor que el anterior;
quien está sufriendo los rigores de la pretendida austeridad es el PSOE,
en este caso el PSC.
Parece que los ciudadanos son conscientes, más
allá del rechazo que les puedan provocar las medidas del actual Gobierno
central, que buena parte de la culpa de esta situación la tuvo el
Gobierno anterior. Y por ahora no se dan las condiciones para olvidarlo.
En
cuanto a CiU, promotora del proceso electoral, sinceramente no creo que
haya en la historia un error de medición más espectacular que este.
Desde una holgada mayoría absoluta, la pasión cegó al equipo de
Gobierno, que buscó la ocultación de su gestión de la crisis en el
“Espanya ens roba.” Ciertamente, el voto soberanista ha ganado las
elecciones; desde la opción más amplia del derecho a decidir (87
escaños) a la más restrictiva de la independencia (71), existe un
sentimiento entre los catalanes que debe ser considerado de alguna
manera, y existen múltiples. Pero no es eso lo que discuto.
Lo que
resulta lamentable del asunto es que tanto desde el Gobierno de la
Generalitat como desde las aulas de la Universidad de Columbia el Molt Honorable President
Mas ha contado con dos de los mejores economistas que jamás ningún
proyecto pudo pretender, que pensaron que en las cifras se encontraba la
respuesta. Ello nos debe hacer reflexionar acerca de la enorme paradoja
que se plantea a quienes aplican modelos de racionalidad a situaciones
caracterizadas por su ausencia. De nuevo, Cataluña vuelve a darnos una
lección. Pero esa es otra historia que dejo para más adelante.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
Juan Manuel López-Zafra