IGLESIA
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Comisión Permanente del episcopado
Los obispos afirman que 'se debe preservar el bien de la unidad' de España
"Se debe preservar el bien de la unidad". Así de tajantes se muestran
los obispos ante la "cuestión nacionalista". Y añaden más: "Propuestas
políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud".
La Conferencia Episcopal , sin condenar los nacionalismos
independentistas, les pone condiciones morales claras y tajantes, en el
anexo a un documento sobre la crisis y sus implicaciones.
La declaración sobre la crisis y "sobre los nacionalismos y sus exigencias morales" ha sido aprobada por la Comisión Permanente del episcopado en
su reunión ordinaria. Este máximo órgano episcopal entre Plenarias está
integrado por 21 obispos. El resultado de la votación del documento ha
sido el siguiente: 17 votos a favor, 4 abstenciones y ningún voto en contra.
Todo parece indicar que las cuatro abstenciones proceden de los
cuatro obispos catalanes presentes en la Permanente: el cardenal de
Barcelona, Lluis Martínez Sistach, su obispo auxiliar, Sebastiá Taltavull, el titular de la diócesis de Tarrasa, José Ángel Saiz Meneses y el prelado de Lleida, Joan Piris.
Es la hipótesis más lógica, a la hora de analizar las votaciones de los
obispos, aunque el portavoz de la Conferencia episcopal, Martínez Camino, aseguró, en rueda de prensa, que "el voto es secreto y nadie sabe qué voto quién".
¿Por qué una declaración así, en estos precisos momentos? Según
Martínez Camino, porque "los obispos lo escuchan todo, están a pie de
calle". Pero, sobre todo, porque, como dice el número 4 de su
declaración, "a nadie se le oculta que la tensión social crece y que
determinadas propuestas políticas han venido a añadir elementos de preocupación en momentos ya de por sí difíciles".
La nota comienza haciendo una distinción entre los nacionalismos, "porque no todos son iguales.
Unos son independentistas y otro no lo son. Unos incorporan doctrinas
más o menos liberales y otros se inspiran en filosofías más o menos
marxistas".
'Unidad espiritual y cultural'
Tras este somero análisis de la realidad de los nacionalismos,
recuerdan que la unidad española se remonta a la romanización y "al
anuncio de la fe cristiana". Y de estas premisas, concluyen: "Esta unidad cultural básica de los pueblos de España,
a pesar de las vicisitudes sufridas a lo largo de la historia, ha
buscado también su configuración política". Y dicen más, porque
concretan que "ninguna de las regiones actualmente existentes, más o
menos diferentes, hubiera sido posible tal como es ahora, sin esta
antigua unidad espiritual y cultural de todos los pueblos de España".
Reconoce la Iglesia, a continuación, que esa "unidad histórica y
cultural de España puede ser administrada de muy diferentes maneras". Y
sobre esas formas concretas, "la Iglesia no tiene nada que decir",
porque "ninguna fórmula política tiene carácter absoluto". Pero dicho eso, recomiendan a todos que tengan en cuenta "los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos".
Como no podía ser de otra manera, "la Iglesia reconoce, en principio,
la legitimidad de las opciones nacionalistas", que "sin recurrir a la
violencia, pretendan modificar la unidad política de España". Pero,
advierten que tales propuestas "deben ser justificadas con referencia al
bien común de toda la población directa o indirectamente afectada".
Y concluyen preguntándose: "¿Qué razones actuales hay que justifiquen
la ruptura de vínculos?" Una pregunta respondida ya antes en cuanto al
fondo. Y en cuanto a la forma de una eventual plasmación del
independentismo, la Iglesia española vuelve a recordar, también en forma
de pregunta, que no sería "justo reducir o suprimir" los bienes y
derechos del actual Estado español "sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados".
Crisis económica
El anexo sobre los nacionalismos, deja en penumbra la valiente y
samaritana declaración episcopal sobre la crisis económica. Una
declaración en la que la Iglesia, propone desde el principio su receta
para salir de ella: solidaridad. Los prelados reconocen el "gran
sufrimiento" de la población y agradecen "la serenidad y el espíritu de
sacrificio" con el que se lleva. De hecho, "los trabajadores se han
mostrado dispuestos en no pocos casos a asumir restricciones laborales y salariales".
Por eso, ante esta situación, agradecen "el civismo y la solidaridad". Y piden a las autoridades "que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles", especialmente los inmigrantes.
Amén de la solidaridad, los prelados ofrecen, para salir de la
crisis, varias recetas concretas. Primero, la fe, "luz y aliento" en
estos momentos difíciles. En segundo lugar, "apartarse de los ídolos de
la ambición egoísta y de la codicia, que corrompen la
vida de las personas y de los pueblos". Y en una alusión velada a los
políticos, aseguran los obispos que "no será posible salir bien y
duraderamente de la crisis sin hombres rectos".
Tras la fe y la conversión, la iglesia apuesta, para salir de la crisis, por la caridad (con
especial referencia a la labor de Cáritas para paliar la crisis) y por
la esperanza, para no culpar sólo a los otros de la crisis o dedicarse
sólo "a la protesta fácil".
Esperanza que los obispos piden al Gobierno que alimente con gestos
concretos. Especialmente que "se dé un signo de esperanza a las familias
que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son
desahuciadas". Aseguran que "es urgente encontrar soluciones" a esos
colectivos y concluyen rezando por los gobernantes "para que acierten en
sus difíciles decisiones".
ha
buscado también su configuración política". Y dicen más, porque
concretan que "ninguna de las regiones actualmente existentes, más o
menos diferentes, hubiera sido posible tal como es ahora, sin esta
antigua unidad espiritual y cultural de todos los pueblos de España".
Reconoce la Iglesia, a continuación, que esa "unidad histórica y
cultural de España puede ser administrada de muy diferentes maneras". Y
sobre esas formas concretas, "la Iglesia no tiene nada que decir",
porque "ninguna fórmula política tiene carácter absoluto". Pero dicho eso, recomiendan a todos que tengan en cuenta "los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos".
Como no podía ser de otra manera, "la Iglesia reconoce, en principio,
la legitimidad de las opciones nacionalistas", que "sin recurrir a la
violencia, pretendan modificar la unidad política de España". Pero,
advierten que tales propuestas "deben ser justificadas con referencia al
bien común de toda la población directa o indirectamente afectada".
Y concluyen preguntándose: "¿Qué razones actuales hay que justifiquen
la ruptura de vínculos?" Una pregunta respondida ya antes en cuanto al
fondo. Y en cuanto a la forma de una eventual plasmación del
independentismo, la Iglesia española vuelve a recordar, también en forma
de pregunta, que no sería "justo reducir o suprimir" los bienes y
derechos del actual Estado español "sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados".
Crisis económica
El anexo sobre los nacionalismos, deja en penumbra la valiente y
samaritana declaración episcopal sobre la crisis económica. Una
declaración en la que la Iglesia, propone desde el principio su receta
para salir de ella: solidaridad. Los prelados reconocen el "gran
sufrimiento" de la población y agradecen "la serenidad y el espíritu de
sacrificio" con el que se lleva. De hecho, "los trabajadores se han
mostrado dispuestos en no pocos casos a asumir restricciones laborales y salariales".
Por eso, ante esta situación, agradecen "el civismo y la solidaridad". Y piden a las autoridades "que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles", especialmente los inmigrantes.
Amén de la solidaridad, los prelados ofrecen, para salir de la
crisis, varias recetas concretas. Primero, la fe, "luz y aliento" en
estos momentos difíciles. En segundo lugar, "apartarse de los ídolos de
la ambición egoísta y de la codicia, que corrompen la
vida de las personas y de los pueblos". Y en una alusión velada a los
políticos, aseguran los obispos que "no será posible salir bien y
duraderamente de la crisis sin hombres rectos".
Tras la fe y la conversión, la iglesia apuesta, para salir de la crisis, por la caridad (con
especial referencia a la labor de Cáritas para paliar la crisis) y por
la esperanza, para no culpar sólo a los otros de la crisis o dedicarse
sólo "a la protesta fácil".
Esperanza que los obispos piden al Gobierno que alimente con gestos
concretos. Especialmente que "se dé un signo de esperanza a las familias
que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son
desahuciadas". Aseguran que "es urgente encontrar soluciones" a esos
colectivos y concluyen rezando por los gobernantes "para que acierten en
sus difíciles decisiones".
Fuente: / 04/10/2012 14:38 horas
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