Según el sondeo de Metroscopia
para EL PAÍS, el 87% de los ciudadanos valora negativamente la
situación política, precisamente en un momento en que la crisis ha
instalado el pesimismo sobre la economía.
Y para hacer frente a esa situación hay un presidente del Gobierno que
tiene la menor valoración de su historia, un Ejecutivo que no ha dejado
de perder credibilidad y una alternativa en el principal partido de la
oposición que sigue declinando mes a mes y sin freno. Así, el 75% de los
consultados tiene una impresión negativa del conjunto del Gobierno; el 73% es crítico con la forma en que hace frente a la crisis y el 68% asegura que no para de improvisar.
Al frente de todo eso está Mariano Rajoy, con una desaprobación del
71%, 20 puntos más que en el mes de marzo y con tendencia a acelerar su
deterioro, incluso entre sus votantes. Obviamente, en la encuesta no
está computado todavía el efecto del recorte de las pensiones, que
supone incumplir su principal promesa electoral, casi la única que le
quedaba por saltarse. Rajoy nunca ha tenido vocación de líder y más bien
ha actuado como gestor discreto en toda su trayectoria. No tiene
intención de asumir públicamente las medidas impopulares o intentar
tirar del pesimismo general con sus mensajes.
El propio José María Aznar
describe en sus recientes memorias de forma parecida al ahora
presidente del Gobierno al razonar los motivos que le llevaron en su
momento a designarle su sucesor. El aspirante con capacidad de liderazgo era Rodrigo Rato,
y la segunda opción, la del gestor negociador, era Rajoy. Solo la
reiterada negativa del primero y la imposible previsión de la crisis
actual facilitaron que Rajoy fuera el sucesor. De entonces data la
leyenda del Rajoy previsible, pero ahora la inmensa mayoría sostiene que
improvisa y hasta el 60% de sus votantes dice tener poca o ninguna
confianza en él. Renuncia a liderar la situación, reduce al mínimo sus
apariciones en los medios y, sobre todo, solo debate y comparece en el
Congreso lo estrictamente legal y obligatorio.
Arrastra así al resto de
su Gobierno al mínimo de valoración en menos de un año de gestión.
Algunos ministros, además, colaboran al deterioro con sus propias decisiones, como Alberto Ruiz-Gallardón, que es ya el segundo peor valorado, solo superado por José Ignacio Wert. El ministro de Justicia, que empezó su mandato entre los mejor valorados, sufre el desgaste de la generalización de las tasas judiciales,
rechazada por todos los sectores y grupos políticos. El 81% entiende
que no está justificado el copago de Gallardón y hasta el 69% de los
votantes del PP está en contra de una medida que está congelada por
errores de gestión.
En la oposición no hay alivio, porque la valoración de Alfredo Pérez Rubalcaba es mucho peor que la de Rajoy: hasta el 81% de sus votantes desconfía de él.
La desafección se extiende a otros dirigentes, porque el 57% asegura que Artur Mas
debería dimitir tras perder 12 diputados el 25-N. Hay que hacer la
salvedad de que la encuesta está hecha en toda España, pero el 76% ve
desactivada la posibilidad de que Cataluña avance hacia la independencia. Como si el fracaso de Mas hubiera hecho un favor a España, vacunando contra aventuras y órdagos secesionistas.
En voto, el PP ha perdido desde hace un año 13,3 puntos y está en el
31,3%, y el PSOE está ya en el 22,7%, seis puntos menos que entonces y
con tendencia a la baja. IU y UPyD siguen beneficiándose del descalabro
del bipartidismo con un 13,3% y un 10,2% respectivamente.
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