Hay que reconocer que Silvio Berlusconi ha resucitado en el peor momento para la Unión Europea. Justo cuando está a punto de concluir este año, en el que la recesión se ha instalado firmemente en la eurozona
y en el que los parados, los desesperados y los angustiados, mes tras
mes, van formando una legión sufriente que crece y crece a lo largo de
todo el continente. Un año en el que los ciudadanos del sur han visto
caer su nivel de vida y mermar notablemente el Estado del bienestar como
consecuencia de las medidas de austeridad a las que nadie parece poner
freno y que se presentan como inevitables.
Y entonces aparece Il Cavaliere como el campeón de esas masas dolientes y dice las verdades del barquero, aunque sean las que a él le interesan: acusa a Mario Monti de ser un lacayo de Berlín
y de haber llevado a cabo una política antipatriota sólo para que los
alemanes se puedan financiar gratis. “Todos los datos económicos han
caído en picado… y nos están machacando con la prima de riesgo. ¿A quién le importa -plantea Berlusconi- la prima de riesgo?”.
Inútil esperar por parte del millonario ex primer ministro una mínima
asunción de responsabilidad por el lamentable estado financiero de su
país. Él dice siempre que sólo mira hacia adelante.
Berlusconi y Rajoy, ¿aliados contra Merkel?
Lo peligroso no son las boutades del rey del bunga-bunga,
sino que una parte de su discurso, el más populista pero el que más
llega a la gente que lo está pasando realmente mal, va a obligar a
pronunciarse a otros líderes italianos y europeos que unos días amanecen
alineados con Merkel y otros ponen en duda sus principios ortodoxos, sobre todo cuando ven los resultados de esas políticas ultraliberales.
Y así, Mariano Rajoy,
miembro de la misma familia política que Berlusconi, tarde o temprano
se verá cuestionado acerca de si no tendrá algo de razón este último al
acusar al actual Gobierno italiano de ser un mero replicante de las
órdenes que llegan desde la Cancillería de Berlín. Y sobre si no sería
razonable actuar con más autonomía de los teutones e intentar
reconstruir ese frente antiausteridad y procrecimiento que el recién elegido Hollande, Prodi y Rajoy intentaron forjar recién iniciado el verano y, sobre todo, en la cumbre de finales de junio.
También la izquierda -o lo que queda de ella- deberá retratarse, porque Rubalcaba, Llamazares et altri coinciden, muy a su pesar, con esos llamamientos berlusconianos que invitan a escapar del diktat merkeliano. Y, curiosamente, estas fuerzas progresistas pueden encontrar aliados incluso entre los columnistas del Financial Times. Este lunes, Wolfgang Münchau
quitaba laureles a este año de Mario Monti en el poder (“una burbuja
que le vino bien a los inversores mientras duró, pero que ya ha
estallado”) y sugería dos cosas: deshacer lo hecho por Monti, dar marcha
atrás en los planes de austeridad y, de una vez por todas, plantar cara
a Angela Merkel, obligándola a que acepte los eurobonos, única manera para que la prima de riesgo se coloque a niveles razonables.
Es muy improbable que la momia Silvio (como le presentaba el diario francés Libération)
gane estas elecciones anticipadas en Italia, pero sí está claro que nos
vamos a divertir en los próximos meses. Porque los bufones, los
farsantes y los mentirosos crean polémica y obligan a pensar y a
reaccionar, cosa que en la escena política europea no se está
produciendo desde hace mucho tiempo. Sólo hay “Una” que habla y los
demás asumen sin discutir. Tal vez, y sólo por eso, sea positiva la
resurrección de un personaje tan peculiar y poco respetable como es
Silvio Berlusconi.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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