Ahora
que CiU ha demostrado ser incapaz de controlar una crisis generada
sobre un modelo de administración autonómica ultra subvencionada y
mastodóntica que ellos mismos crearon, vuelve a agitar el fantasma
identitario, para que los catalanes miren el dedo y no la luna.
El
nacionalismo, ya sea catalán, vasco, gallego, canario o cartagenero, se
resume en una frase: si no me das lo que quiero, agito mis ‘hechos
diferenciales’ y me independizo.
En la mayor de las ocasiones, se trata
de una simple amenaza, de un chantaje con el que se logran no pocas
concesiones ante unos partidos ‘nacionales’ con más miedo que vergüenza
en reconocer ese papel, que debería ser su enseña diferencial en esas
regiones. Una vergüenza que demuestran ocultando ese carácter nacional
en esas regiones, donde se mimetizan con el ambiente y pasan por ser más
nacionalistas hasta que los secesionistas.
En
ese totum revolutum del despiste, con un PSOE pasando por tripartitos y
un PP poniendo señeras y negando la existencia de los conflictos
lingüísticos como hizo el actual ministro del Interior, los
nacionalistas sacan pecho y ventaja, ante el cainismo de los dos grandes
partidos nacionales, metidos en berenjenales para mimetizarse con el
ambiente, de café para todos, Nación de naciones y acercamientos y
excarcelaciones de etarras, que sólo dan oxígeno a las reivindicaciones
identitarias.
Ese chantaje constante, incluido el
uso torticero en lo que les conviene de la Constitución, debe acabar. No
puede ser que se pida a papá Estado que rescate a una región que debe
su crecimiento a las inversiones constantes ordenadas desde Madrid desde
hace siglos, y por otro se amenace a independizarse apropiándose de
esas inversiones realizadas ordenadas por Madrid cuando les conviene y
por un modelo absurdo e insostenible económicamente que ellos mismos han
creado.
No tiene sentido que Cataluña siga dedicando auténticas
millonadas a políticas lingüísticas, embajadas exteriores, promociones
de hechos diferenciales y a mantener toda una red clientelar y de empleo
a militantes convergentes, restándole ese dinero a la sanidad,
educación y a los trabajadores catalanes y que luego acuse al resto de
España de que les falta dinero para cuadrar sus cuentas.
Como no tiene
sentido tildar a Extremadura de “región subvencionada” a renglón seguido
de pedir el rescate financiero a Madrid. A Cataluña y a toda España le
hace falta mucha menos demagogia de sus políticos, que se bajen de los
coches oficiales, se reduzca el número de políticos en sus
instituciones, se ponga fin a gastos innecesarios como las embajadas
autonómicas y se adecue el tamaño de la administraciones a lo que
realmente nos podemos pagar. Eso, y recordar que todos los españoles
somos iguales y nadie es más que nadie por haber nacido en una u otra
región. En momentos como este nuestra sociedad no necesita demagogos ni
populistas para salir de la crisis, sino hombres de Estado.
http://www.diarioelaguijon.com
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