La nueva dictadura antidemocrática, en nombre de la "libertad de
prensa" y la misma democracia, se organiza gracias al monopolio de los
medios de comunicación. Esas élites pueden comprar todo medio de
comunicación que alcance un amplio porcentaje de escuchas, lectores o
espectadores, y que son orquestados por periodistas, intelectuales o
artistas a sueldo del capital. Es la mediocracia globalizada, mundial.
La dominación mundial, el nuevo imperialismo tiene una insospechada
fisonomía que la vamos descubriendo en su ejercicio. Tiene implantación
en el Estado nacional, pero se liga a una red internacional con base en
instituciones informales (reuniones o foros como los de Davos, el grupo
Bloomeberg?, etcétera). Es una élite de los grandes millonarios o
propietarios capitalistas, especialmente en el ámbito financiero, pero
igualmente en las grandes trasnacionales industriales y comerciales.
Estas élites nacionales ligadas mundialmente, cuyos grandes bancos son
paraísos fiscales para evadir el pago de impuestos a los estados que,
sin embargo, la protegen con sus ejércitos y prestan la población como
mano de obra y absorben los endeudamientos asumiéndolos a cuenta del
Estado (y que se pagan con impuestos de los ciudadanos), tienen dos
instrumentos esenciales del ejercicio de su poder económico como
poseedores de capital.
Por una parte, esa élite del capital globalizado mundial usa a las
burocracias de los estados centrales (como Estados Unidos, los de
Europa, Japón y otros) y periféricos como instrumentos o mediaciones de
su poder.
Lo económico ejerce su hegemonía sobre el poder político
corrupto, que se vende a los intereses de ese capital globalizado. El
Estado, como hemos indicado, presta la población como mano de obra a las
trasnacionales, paga las deudas y permite que extraigan sus cuantiosas
ganancias que, como decíamos, frecuentemente salen del territorio de los
home States originarios de esos millonarios y se protegen en los
lugares más seguros (para evadir el pago de impuestos). El juego sucio
en su favor lo hace entonces la burocracia política de los gobiernos de
los estados.
Pero, ¿cómo lograr esa sumisa obediencia de las burocracias corruptas de
los estados centrales y periféricos?
Ya no se recurre a los ejércitos
de ocupación como en las colonias, ni a los golpes de Estado militares,
sino a un sutil y bien extendido nuevo procedimiento que penetra la
estructura de la democracia representativa (tanto en el centro como en
la periferia, cuyo efecto hemos visto en Honduras, Paraguay y México).
El Supremo Tribunal de Justicia de Estados Unidos (en 2010) ha dado la
posibilidad de una ilimitada contribución de los capitales privados en
las campañas políticas para elegir representantes en un régimen
aparentemente democrático solamente representativo.
Pero la nueva dictadura antidemocrática, en nombre de la "libertad de
prensa" y la misma democracia, se organiza porque esas élites del
capital, cuyo uno por ciento llega a tener 40 por ciento de la riqueza
de las naciones en las que gestiona ese capital, gracias al monopolio de
los medios de comunicación: televisión, radio, diarios, cine, medios
electrónicos, universidades privadas de excelencia, etcétera.
Esas
élites pueden comprar todo medio de comunicación que alcance un amplio
porcentaje de escuchas, lectores o espectadores, y que son orquestados
por periodistas, intelectuales o artistas a sueldo del capital (los
"nuevos mandarines" de Noam Chomsky).
Con ese ejército de "tanques de
pensamiento" esos medios crean una pantalla avasallante de mensajes que
produce, casi de manera infalible, una opinión pública en su favor. Es
decir, "en favor" de los intereses de esas minorías riquísimas,
intereses que están en contra de la posibilidad de una vida humana de
los ciudadanos, especialmente de los más pobres.
Es la mediocracia
globalizada, mundial. El capitalismo, que comenzó a usar la propaganda
para derrotar a los otros capitales en la competencia e imponer sus
productos, aprendió toda una técnica del uso de esa propaganda para
producir en el receptor de sus mensajes programados una respuesta
inevitable.
Esa enorme experiencia de la propaganda en el mercado de
mercancías la aplicó ahora a la propaganda política del mercado de
candidatos para producir representantes.
Pero, además de embrutecer a las masas hipnotizadas por la mediocracia,
las lleva a la mayor destitución de su dignidad por medio del negocio de
las drogas (que por el lavado del dinero de las mafias terminan en sus
grandes bancos y es sumamente beneficiosa para el gran capital, por lo
que la estrategia de Felipe Calderón no puede sino fracasar), que
destruye al pueblo, que crea una violencia generalizada y que en cierta
manera elimina mano de obra sobrante, desempleada estructuralmente.
Para colmo, por el negocio de las armas, crea guerras y organiza
hostilidades que producen nefastos efectos, cientos de miles de muertos,
no sólo en las guerras entre estados, sino igualmente por el crimen
cotidiano callejero (con el lema de la sagrada "libertad" de portar
armas).
La nueva dictadura de las élites del capital se organiza en los cuatro niveles que se muestran en la gráfica.
La única manera de cortar el nudo Gordiano es por medio del despertar de
las masas como pueblo actor de la historia, que pueda elegir
representantes (articulado a la democracia participativa), que por medio
de la regulación de los medios de comunicación destruya el poder de
éstos (la mediocracia) mediante leyes que democraticen realmente dichos
medios en proporciones justas y plurales, creando una televisión, una
radio, una prensa, un cine, un apoyo a las universidades públicas y
gratuitas, en servicio de las grandes mayorías empobrecidas (y todavía
alienadas por una propaganda interesada).
Publicado por La Jornada
http://www.jornada.unam.mx
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