Felipe
González (67 años) es un enamorado de Tánger, lugar en el que veranea
desde su época como presidente del Gobierno, durante la que trabó
excelentes relaciones con la Casa Real de Marruecos. Gracias a ello,
Procisa, propiedad de Luis García Cereceda, íntimo amigo del ex
presidente del Gobierno y promotor de, entre muchos desarrollos
urbanísticos, la lujosa urbanización La Finca, pudo comprar el terreno a
la Casa Real marroquí y construir en primerísima línea de playa.
Así lo han reconocido fuentes de la promotora, que aseguran que
González «tuvo que usar sus influencias con la Casa Real para conseguir
el terreno». Cuando esté terminada la lujosa mansión, contará con 2.200
metros cuadrados de construcción repartidos en una casa principal de 600
metros, otra casa para el servicio, garajes, patios, porches y piscina.
Todo ello, en una parcela de más de 5.000 metros cuadrados en la playa
de Jbila.
El proyecto marrroquí lo firma el estudio A-Cero, del televisivo
Joaquín Torres, conocido como «el arquitecto de los ricos». Torres, que
ha protagonizado infinidad de reportajes en televisión sobre viviendas
de lujo, diseñó en un principio tres casas sobre el citado terreno por
encargo de Procisa. Torres ya había trabajado para Luis García Cereceda,
proyectando mansiones de más de 10 millones de euros en la urbanización
La Finca, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), una de las más elitistas de
España, donde viven, entre una selección de potentados empresarios,
astros del balón como Cristiano Ronaldo.
Cereceda, que labró su fortuna durante los años del boom inmobiliario
del Madrid de los 80, ha sido uno de los constructores mejor
relacionado con el Partido Socialista y mantiene una estrecha amistad
con Felipe González (de hecho, su actual novia, María del Mar García
Vaquero, 50 años, fue pareja de Cereceda años atrás).
El promotor, dueño también del restaurante Zalacaín, uno de los más
selectos de la hostelería madrileña, quiso construir una urbanización en
Tánger a la que bautizaría como la Finca Maharambú. «Los problemas con
los permisos y una inversión muy importante en la República Dominicana
le obligaron a abandonar el proyecto», informa un empleado de la
promotora.
Al final sólo se pudieron construir dos casas sobre la playa de
Jbila, la de Felipe González, y otra igual que está a la venta por 1,6
millones de euros, pero se entrega en su estado actual, sin terminar.
Sólo está construida la estructura de la casa (cimientos, paredes y
techos) y todavía tiene el ladrillo visto, por lo que el comprador debe
asumir el resto del proyecto: terminar la casa y hacer desde cero la
piscina, los patios, el jardín y las techumbres que llegan hasta la
playa, entre otros elementos.
De ahí que el valor final de la vivienda pueda superar los 2,5
millones de euros. Además, Felipe González «tiene que ser informado del
posible comprador de la casa» para evitar un vecino incómodo, según
fuentes de la promotora. En el proyecto inicial, las casas eran para una
misma familia, motivo por el que los jardines se comunican.
JUNTO A LA FAMILIA REAL
Las dos viviendas se levantan en la zona más exclusiva de Tánger, al sur de Las Grutas de Hércules. Sobre esas cuevas, en las que -dice la mitología- descansó Hércules después de separar los continentes de África y Europa, se ubica el espléndido hotel Le Mirage, al que el ex líder socialista acude a descansar dos veces al año. La última vez, se le vio en compañía de García Vaquero y su gran amiga Mar Flores. Bajo el hotel está el balneario privado del Rey Mohamed VI.
Las dos viviendas se levantan en la zona más exclusiva de Tánger, al sur de Las Grutas de Hércules. Sobre esas cuevas, en las que -dice la mitología- descansó Hércules después de separar los continentes de África y Europa, se ubica el espléndido hotel Le Mirage, al que el ex líder socialista acude a descansar dos veces al año. La última vez, se le vio en compañía de García Vaquero y su gran amiga Mar Flores. Bajo el hotel está el balneario privado del Rey Mohamed VI.
En un terreno
adyacente, la residencia de una de sus hermanas. A continuación,
encontramos una finca de varias hectáreas propiedad de la familia real
saudí, que cuenta con un palacio principal y varias casas para el
séquito que veranea con el monarca.
La siguiente parcela es la de Felipe González. Esto significa que la
seguridad no va a ser un problema, ya que la zona es un búnker, sobre
todo en las etapas en las que los reyes de Marruecos y Arabia Saudí
veranean allí. De todas formas, el político aún mantiene su escolta y
dispone de un coche con chófer para desplazarse por la urbanización.
La casa aún no está registrada, pero sí la parcela, que aparece en el
registro de la propiedad de Tánger a nombre de Ialcon Consultoría S.L.,
la empresa que creó Felipe González en 2001 y en la que figura como
administradora su hija María González Romero. Precisamente, la sede
social de Ialcon Consultoría S.L. está en la residencia de la joven en
Somosaguas, urbanización donde también se erige el chalé que el ex
presidente compartió con su ex mujer Carmen Romero hasta que se hizo
pública su separación en noviembre de 2008.
Desde entonces, vive en la capital junto a su novia María del Mar
García Vaquero, una empleada de la división de banca privada de La
Caixa, en un suntuoso piso en la calle Velázquez que pertenece a el
empresario Pedro Trapote.
Felipe González mantiene una estrecha relación con Mohamed VI desde
que el ex presidente español trataba con su padre Hassan II los asuntos
que concernían a los Gobiernos de España y Marruecos. Ya como ex
presidente, el ex líder socialista se ha dedicado a abrir puertas a
potentes empresarios que quieren extender sus negocios en América Latina
y Marruecos. Un ejemplo de ellos es la reunión que mantuvieron, en
enero de 2006 en Marruecos, Mohamed VI, Felipe González y el magnate
mexicano Carlos Slim, que quería introducir su compañía telefónica,
Telmex, en el país magrebí.
Fuentes que han seguido la concesión de la licencia coinciden en que
los problemas para construir sobre la playa se solventaron gracias a la
intervención directa del ex presidente español.
Tanto los guardias de seguridad del complejo palaciego saudí como los
empleados del hotel Le Mirage saben quién será su futuro vecino.
Preguntados por qué han podido construir tan cerca de la playa, no dudan
en responder: «Aquí eso sólo lo puede hacer el rey o un amigo del rey».
Junto a la carretera hay un cartel que dice en árabe y francés Playa de
Jbila, pero detrás ya no se ve la playa, sino dos moles de hormigón con
inmejorables vistas.
Leemos en www.alertadigital.com. Fuente de El Mundo.
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