Alberto Pérez Giménez.- 12/08/2012 en www.elconfidencial.com
El
presidente del Gobierno anda estos días intentando descansar en las
costas gallegas, entre el sobresalto de la prima de riesgo y la llamada
de la Casa Blanca –la última vez que Obama llamó a España le dijo a Zapatero
“su país está en quiebra”, y cambiamos la Constitución- y echar un ojo a
Londres, que es lo que tiene ser presidente de un país al borde del
rescate, que su presidente no puede irse a ver los Juegos porque luego
le sacan cantares, como cuando se fue a Polonia a ver a la Selección
después de decir al mundo que la situación estaba salvada.
Pero Rajoy,
ahora que se clausuran las Olimpiadas, tiene tiempo de rumiar estos
días lo que le empiezan a reclamar en voz baja desde algunos sectores
del partido y de manera indisimulada en FAES, el think tank
aznariano: que dé un golpe de timón, una brocha de pintura a su Gobierno
para tapar las muchas grietas que ha desvelado el CIS y, sobre todo, se
ocupe de una vez por todas en poner fin a la chapuza de la comunicación
institucional. Pero
el CIS ha puesto a Rajoy de bruces frente a la realidad de su equipo:
en este tiempo, casi todos están más desgastados que el último Gabinete
de Rodríguez Zapatero, ese que el PP definía como “el peor Gobierno de
la democracia”
En el PP son conscientes de que no se puede afrontar el temido otoño caliente que auguran los sindicatos, la prensa y hasta los gestos del Rey -convocando a Zarzuela a Toxo y Méndez
para ver “qué se puede hacer”-, con un presidente del Gobierno que
inspira poca o ninguna confianza al 77,9% de los españoles y que no
tiene ni un ministro que le sirva de escudo porque, pásmense, ni uno de
ellos llega siquiera a suspender con un 4.
“Mariano necesitaría
tener un par de carteras que amortiguaran los golpes. Tradicionalmente,
Interior casi siempre aprobaba y se podían vender sus éxitos. Más ahora,
en las postrimerías de ETA. Pero es que ni Jorge da la talla”, aseguran
en una de las baronías populares. Efectivamente, el desgaste de
los ocho primeros meses de Gobierno se ha llevado por delante a casi
todos los ministros de un Gabinete que prometía ser el “mejor preparado
de la democracia”. Pero el CIS ha puesto a Rajoy de bruces frente a la
realidad de su equipo: en este tiempo, casi todos están más desgastados
que el último Gabinete de Rodríguez Zapatero, ese que el PP definía como
“el peor Gobierno de la democracia”.
El CIS publicado el pasado lunes es así de cruel con este Gobierno: por ejemplo, Arias Cañete (3,59) tiene medio punto menos que Rosa Aguilar en su último mes como ministra de Agricultura de Zapatero (4,1). José Manuel Soria (3,16) empata virtualmente con el denostado Sebastián (3,17) o Ana Pastor (3,50) apenas es capaz de sacar siete centésimas a un José Blanco (3,43) en lo más crudo del caso Campeón. Sólo Ana Mato parece tener aún cierta ventaja sobre su homóloga Leire Pajín, pero en el fondo de la clasificación: 3,19 frente a 2,79. Otros ministros como el de Defensa, Pedro Morenés (3,11) está muy lejos de Carme Chacón (4,40); José Manuel Margallo (3,54) está peor valorado que Trinidad Jiménez (3,94), e incluso Fátima Báñez (2,86) sucumbe ante uno de los peores ministros del último Gobierno, Valeriano Gómez (2,95). Incluso José Ignacio Wert (2,49) ya es más farolillo rojo que lo fue nunca la sempiterna odiada Ángeles González Sinde (2,58).
Fuera de los ministros del montón, Mariano Rajoy ya sabe que tiene que hacer algo con su dupla económica. Luis de Guindos (3,39) y Cristóbal Montoro
(3,20) se han abrasado en la crisis y en las contradicciones entre
ellos mismos, hasta el punto de que los dos tienen peor nota ya que la Elena Salgado
(3,59) de final de legislatura, que ya pensaba más en cómo fichar por
el sector privado que en seguir siendo la diana de todas las flechas.
Sectores de Génova mantienen que “fue un gran error de Rajoy dividir el área económica en dos”
y hay quien aventura, incluso, “que ninguno de los dos seguirá en su
puesto en el próximo Gabinete. A Cristóbal se le buscará una cartera más
amable, porque Mariano se lo debe, y Luis, como no le harán
vicepresidente económico, volverá a lo privado”. La misma fuente asegura
que el nuevo hombre fuerte de la economía popular saldrá o bien
de Moncloa o “no descartes incluso a alguno de los que han estado
callados hasta ahora en el Gobierno, como Arias Cañete”.
De la quema del CIS sólo parecen librarse el ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, el mejor valorado de todo el Gobierno con un 3,94 frente al 3,27 que tenía Francisco Caamaño, y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que con un 3,79 aún supera a los dos vicepresidentes que tenía Zapatero en su último Gobierno: Chaves (3,23) y Salgado
(3,59). Sin embargo, hay muchas críticas en el PP a la labor de la
vicepresidenta: a ella se le achaca haber olvidado la labor de
comunicación, delegando en la secretaria de Estado, Carmen Martínez Castro,
que cada vez acumula más críticas en Génova. “Carmen sabe llevar la
agenda de Mariano, que es lo que ha hecho siempre, pero no sabe diseñar
una política de comunicación y menos en estos tiempos en los que el
Gobierno necesita más que nunca llevar la iniciativa”. Los críticos en
Génova ponen como ejemplo “los 400 euros. ¿Cómo es posible que no
estuviera preparado en el último Consejo de Ministros lo que había que
decir y que Mariano lo despachara con un ‘no lo hemos tratado’. Y esta
semana sólo hemos sacado a Alfonso (Alonso, portavoz del Grupo) a decir cada día una cosa, sin un mensaje”.
En este punto es donde entra en escena Javier Arenas.
En Génova están convencidos que será uno de los que entren en el
próximo cambio de Gobierno. “Tiene experiencia, conoce todos los trucos
de la comunicación y ya ha sido portavoz con Aznar”, aseguran. Y además,
tendría el beneplácito de la secretaria general, Dolores de Cospedal,
que se lo quitaría de encima en el partido y le comería poder a su
rival en Moncloa, Sáenz de Santamaría. Arenas, según estas fuentes,
sería el portavoz del Gobierno y coordinaría todo ese área. Ahora falta
saber si Soraya está dispuesta a dejar de ser la mujer que más poder ha
acumulado en la democracia. “Haría bien, porque así no podemos seguir”,
insisten. Y el CIS, dramáticamente para Rajoy, lo corrobora.
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