A. Robles.- Los nacionalistas han depredado los recursos públicos
hasta el punto de pedir un rescate del 5000 millones de euros al mismo
Estado al que tanto aborrecen.
Han empobrecido a mayores y jóvenes. Han
dilapidado centenares de millones de euros en subvenciones a inmigrantes
de toda laya y condición.
Han dinamitado las relaciones con el resto de
la nación. Han reinstaurado la cultura del ‘tupper’ en hospitales,
centros de trabajo y hasta en los colegios. Han traicionado el
artículo segundo de la Constitución.Han corrompido todo lo que tuviera
un valor emocional o económicamente canjeable. Han quemado los recursos
naturales. Han islamizado una parte de Cataluña.
Han despertado en
nosotros la sospecha de que, con la intervención económica de ciertas
fundaciones del Golfo, particularmente Qatar, ya es posible comprar
terrenos en Catañuña para construir mezquitas. Han polarizado
ideológicamente a los catalanes. Han propagado el odio a España entre
los más jóvenes. Han dejado sin futuro a miles de compatriotas nuestros.
Han arruinado a otras tantas miles de familias. Han subvencionado a
vagos, subversivos y delincuentes. Han roto casi todos los puentes
institucionales entre Cataluña y el conjunto de España. Han robado a
manos llenas y han culpado a otros de sus desmanes. Han acabado con
la paciencia de muchos y con la libertad de aun muchos más.
Definitivamente, el nacionalismo catalán ha perdido ya cualquier
derecho a cualquier miramiento. El nacionalismo catalán es un lastre
para la convivencia y para la economía nacional. Por consiguiente, no se
nos ocurre otra cosa que Cataluña sea intervenida militarmente,
derogadas sus normas autonómicas y clausuradas sus instituciones
regionales.
Hay margen para ello en la mismísima Constitución,
concretamente en su artículo 155: “Si una Comunidad Autónoma no
cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le
impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de
España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad
Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por
mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para
obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para
la protección del mencionado interés general”. No se me ocurre situación
más grave que la de ahora para dicha intervención.
Hoy, desde Cataluña, la subversión y la violencia de los soberanistas
contra quienes se sienten españoles son atizadas por los nacionalistas,
que no contentos con las amplias y generosas prerrogativas autonómicas
que han disfrutado todos estos años, buscan ya la colisión frontal con
el resto de España. Son ellos quienes fomentan el boicot a los símbolos
nacionales; ellos quienes responden con sectarismo violento a las voces
que claman estérilmente por una Cataluña para todos; ellos quienes
utilizan a los Mossos contra la exigencia de pan y libertad; ellos
quienes, para proteger sus privilegios y difuminar sus responsabilidades
en el proceso de gansterización que sufre la vida política y social
catalanas, pretenden ahora emporcar y culpar a otros de sus propios
desmanes.
España entera debe señalar con el dedo acusador a los nacionalistas,
denunciar sus turbios propósitos y hacerlos fracasar. Para ello no se me
ocurre idea mejor ni más efectiva que la derogación ‘estricto sensu’
del marco autonómico de Cataluña. Es la única forma de salvar esta
Cataluña que ahora se intenta destrozar separándola de España y
arrojándola a los brazos del enemigo, para que unos pocos sobrevivan
económicamente a costa del empobrecimiento de todos los demás.
Por lo demás, todo mi respeto y mi comprensión a la Cataluña que sin
perder el apego a su pasado, a su tradición cultural y a sus señas
identitarias, quiere vivir en estrecho y fraternal consorcio con la
patria que a todos nos alumbra.
Vemos en:
http://www.alertadigital.com/2012/08/29/cataluna-debe-ser-militarmente-intervenida/
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