Stéphane Hessel, autor de 'Indignaos', ha impulsado un nueva formación política en Francia.
Subversivo, agitador de masas y tan oportuno como un genio del marketing político. Stéphane Hessel, el
autor de ‘Indignaos’ (Destino) o, lo que es lo mismo, del ensayo
totémico que ha dado nombre a los impulsores de una revolución
silenciosa en varios puntos del planeta, ha vuelto otra vez a la carga.
Ya no hay tiempo para más diagnósticos sobre la situación
socio-política, hay que pasar a la acción: “Indignarse sí, pero para construir algo nuevo con otros formatos de representación colectiva”, al margen de los partidos políticos tradicionales.
El nonagenario eligió un debate organizado por el semanario francés Le Nouvel Observateur para lanzar su última proclama política. El escenario no fue casual: la presentación del último ensayo del europarlamentario Daniel Cohn-Bendit, cuyo título, Cómo acabar con los partidos políticos,
ya lo dice todo. El convulso contexto electoral que vive Europa tampoco
es casual. Y es que el elevado apoyo social al Movimiento Cinco
Estrellas liderado por Beppe Grillo en Italia, a Syriza en Grecia, al Best Party en Islandia o al UK Independence Party en Inglaterra está sacudiendo de abajo hacia arriba todos los esquemas en los que se sustentaba la política institucional. En España la réplica más cercana a estos movimientos ciudadanos es el Partido X, una formación a la que se ha presentado como heredera del 15-M.
Para
Hessel no se trata de “populismo”, ni mucho menos de “antipolítica”
como algunos de los analistas políticos más mediáticos han definido a
estas incipientes formaciones surgidas desde la ciudadanía. Él lo ha
llamado “reformismo subversivo”. A lo que se refiere este padre
de la Declaración Universal de Derechos Humanos con este concepto no es
más que a la clásica estrategia del Caballo de Troya: irrumpir en las
instituciones para transformarlas desde dentro.
El impulsor de ‘Roosevelt 2012’, ¿más antipolítica?
La fórmula que él mismo está liderando en Francia lleva el nombre de Roosevelt 2012. Con cerca de 100.000 simpatizantes
en estos momentos, su principal objetivo consiste en “contribuir a
formar un pujante movimiento ciudadano, una insurrección de las
conciencias que sirva para gestar una nueva política a la altura de las
circunstancias”. Hasta ahora solo se ha consensuado un manifiesto en
Internet, mientras que los grupos de apoyo distribuidos por toda la
geografía francesa tratan de preparar el terreno para implantar lo que
ellos llaman “las decisiones subversivas y valientes”.Debemos renunciar a las intimidaciones de quien dice que si se plantean alternativas se pondrá en riesgo a Europa
Para
poner en marcha el ‘reformismo subversivo’ “hay que renunciar a las
intimidaciones de quien dice que si plantean alternativas se pondrá en
riesgo a Europa o a la democracia. El peligro solo surge cuando no se
pueden cuestionar las tesis de Milton Friedman (teórico neoliberal) haciéndonos creer que no tenemos la opción de gestionarnos de otra forma”, apunta Hessel. En este punto, recurre al argumento central del último ensayo del economista René Passet, Las grandes representaciones del mundo y la economía (Clave Intelectual), quien en una reciente entrevista con El Confidencial comparó el neoliberalismo con las religiones por tratarse de dogmas y actos de fe.
La responsabilidad cómplice de los partidos tradicionales
No
hay duda, según Hessel, de que vivimos en un sistema criminal. “La
lección que debemos sacar de este drama, es que no debamos permitir que
el sistema económico y financiero siga sin dar respuesta a las
necesidades más básicas de la gente”. Una situación de la que
responsabiliza indirectamente a los partidos políticos que hasta ahora
se han encargado de gestionar la vida pública. “Lo que le reprocho a las
formaciones tradicionales es que han estado siempre ensimismadas y cerradas sobre sí mismas. No miran hacia el futuro.
Los partidos solo se preocupan de ellos y su visión se reduce a un
ámbito nacional. No creo que puedan servir para buscar el bien común,
por lo que debemos explorar otras formas de gestión política”, añade
Hessel.Queremos formar un pujante movimiento ciudadano que sirva para gestar una nueva política.
La
cuestión se centra, dice el político y exdiplomático, “en saber en qué
fuerzas hay que apoyarse para superar la crisis de confianza en la
política que sufren nuestras sociedades contemporáneas”. Una vez más,
Hessel deja claro que no se trata de la antipolítica, sino de todo lo
contrario, de recuperar la política desde abajo y con la participación de la ciudadanía para salir adelante: “Sin política la humanidad no podrá seguir progresando”.
Finalmente,
y como redactor de la Carta de Derechos Humanos que fue, Hessel no
puede evitar recurrir a ciertos principios fundamentales vilipendiados
hoy en día y por los que “la ciudadanía de todo el mundo tiene que
luchar junta”. En este sentido apela a las ONG y a los movimientos
sociales como la última esperanza: “Su capacidad de intervención para
cambiar las cosas es formidable, principalmente porque no dependen de los gobiernos nacionales”.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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