Iñaki Urdangarin vive uno de los peores momentos de su vida, por no decir el peor. Implicado en el caso Nóos, sin posibilidad alguna de defender su inocencia, Casa Real parece no querer que se le vincule con ellos. Tanto es así, que sus intentos de apartarle de la representación que implicaba estar casado con la infanta Cristina y la eliminación de su nombre de la web de Casa Real le han situado en el rincón más oscuro de todo lo que rodea a la Familia Real.
Ante esta situación y acompañado por su hijo Miguel, el todavía duque de Palma ha encontrado refugio en la fe cristiana para
calmar, quizá, su conciencia. Iñaki ha acudido a misa en una iglesia
cercana a la estación de esquí de Baqueira Beret, días antes de declarar ante el juez instructor, José Castro, que le ha citado este sábado 23 de febrero.
Como ya contó Vanitatis, esta no es la primera vez que el marido de doña Cristina acude a misa. Con un semblante muy serio y cada vez más delgado,
se acercó a esa misma iglesia a principios de este mes de febrero, ante
la extrañeza de muchos de los habituales en Baquiera, ya que nunca le
habían visto en la liturgia dominical. Los fieles, sorprendidos, no
entendían qué necesidad tenía Urdangarin de pasar por ese mal trago ante
los comentarios y más aún cuando algunas personas evitaron darle la mano en el momento de dar la paz.
Desde
su regreso forzoso de Washington, el duque de Palma ha viajado en
varias ocasiones a Baqueria. Aunque el Rey tachó su comportamiento de
“poco ejemplar”, Iñaki sigue alojándose en La Pleta, la casa vacacional de don Juan Carlos, cada vez que quiere esquiar. Y eso que Casa Real quería "marcar distancias".
No hay comentarios:
Publicar un comentario