DECIR LO QUE UNO PIENSA NO ES UNA FALTA DE RESPETO
PARA TRANSMITIRLES LA GRAVEDAD DEL MOMENTO
“Naturalmente, algo está pasando en La Zarzuela”, reconoce una de las personalidades que goza de la confianza del rey Juan Carlos.
Después del 23-F, “ninguna situación como la actual” encoge tanto el
ánimo del Jefe del Estado, quien, a sus 75 años, encara el momento más
difícil de su reinado y no oculta su “máxima preocupación” por cuanto está ocurriendo en España. Todo ello ahora que el Rey medita la abdicación
y se ha abierto el debate acerca de la conveniencia de que sea el
Príncipe Felipe quien lidere la “nueva transición del siglo XXI”.
Hace
seis meses, don Juan Carlos recibió en su despacho oficial del Palacio
de la Zarzuela a un conocido editor, al que intentó transmitirle que él
seguía al timón y en “plena forma” para cumplir su rol institucional. “Hemos salido de otras más gordas”,
vino a manifestar el Monarca. Pero ha pasado medio año desde aquel
encuentro y nuevos nubarrones se han ido amontonando, uno tras otro,
incluido el deterioro paulatino de su salud.
Una de las preocupaciones sustanciales del Monarca es la deriva secesionista que amenaza la unidad de EspañaEl
diagnóstico de los “males de la Patria” está claro en La Zarzuela. El
gran asunto es cómo meter el bisturí y salvar España. Por de pronto, el Rey ha intensificado sus llamadas y consultas con los dirigentes de todos los partidos
políticos del arco parlamentario (exceptuando los que claramente se
sitúan fuera de la Constitución), especialmente con el líder del PP y
presidente del Gobierno, con quien despacha regularmente y de forma
institucional todas las semanas, y con el jefe del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Una de las obsesiones del Monarca es que se habilite un gran pacto de Estado
similar al de los Pactos de la Moncloa alcanzado en los albores de la
Transición, idea que repite machacona e individualmente a todos los
dirigentes: “Unidad, unidad, unidad”. “Todos le dicen que sí, pero en
cuanto abandonan Somontes se olvidan inmediatamente y empiezan a tirarse
los trastos a la cabeza. Así es imposible”, sostienen fuentes que
conocen bien lo que ocurre en Palacio.
Piqué, en ‘Defensa de la Transición’
En este contexto, el pasado 6 de febrero, en el marco de la Asociación para la Defensa de la Transición que preside el teniente general Andrés Casinello Pérez, jefe de los Servicios Secretos durante el mandato de Adolfo Suárez, el exministro Josep Piqué pronunció una conferencia que subrayaba el momento histórico que se estaba viviendo.
Piqué, que es presidente del Cercle d’Economía
catalán, consejero de Airbus, jefe de Vueling y uno de los
gestores/políticos más influyentes, con muy buenas conexiones con la
Casa Real después de su paso por el ministerio de Asuntos Exteriores,
disertó sobre “España y Cataluña, un proyecto compartido”. Su
intervención, de claro contenido unionista, subrayó el momento histórico
“difícil” por el que atraviesa el país.
Estuvo presente el que durante años fue jefe de la Casa de S.M., el embajador Alberto Aza,
actual miembro del Consejo de Estado, exdirector del Gabinete de la
Presidencia con Suárez y persona que continúa manteniendo estrechos
vínculos personales con el Monarca. No abrió la boca durante el acto,
pero su presencia lo decía todo. Aza actúa en ocasiones como “emisario regio” con enorme discreción y prudencia. Hay personas que lo consideran el “sustituto de Manolo Prado y Colón de Carvajal, pero en limpio”. Es uno de los referentes esenciales para el Jefe del Estado en estas horas aciagas.
Muerto Gregorio Peces-Barba,
uno de los consultores áulicos de don Juan Carlos en el sector de la
izquierda, el Rey intenta mantenerse bien asesorado no sólo respecto a
lo que ocurre en España si no también en lo que respecta su propio rol,
su futuro y el de la propia institución. Para ello recurre a sus
“clásicos”, si bien tiene cuidado que entre ellos no estén “amigos
peligrosos” de otros tiempos como Los Albertos, Mario Conde o Javier de la Rosa “por razones obvias”.
La “generación del Rey”
Las
personalidades que visitan La Zarzuela a título personal han sido
siempre un secreto de Estado. Pero puede afirmarse que esas personas
están por lo general dentro de la “generación del Rey”, léase José Miguel Villar Mir, Marcelino Oreja, Emilio Botín (poco), Francisco González, Ignacio de Polanco y Juan Luis Cebrián. Don Juan Carlos mantiene especial relación con el presidente de Telefónica, César Alierta, cuyo criterio tiene en “alta estima” por su lealtad, sentido común y “franqueza baturra”.
Tal y como ya informó El Confidencial, el Rey también llama a menudo a consulta a José Manuel Lara,
patrón del Grupo Planeta, que une a su condición de catalán/español
sentido común e información que valora extraordinariamente.
Carmen Iglesias,
expresidenta de Unedisa y preceptora del Príncipe, aparece asimismo
como visitante de La Zarzuela, junto a algunos extranjeros buenos
conocedores de nuestro país como el historiador Charles Powell.
Recibe más de lo que se publica a los sindicalistas Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo,
a profesores universitarios de prestigio (algunos de ellos con cátedras
en universidades extranjeras) y a antiguos dirigentes de UCD, como José Pedro Pérez Llorca y Rodrigo, y actualmente también a personalidades de la sociedad civil catalana, amén del empresario José Cusí, que en ocasiones actuó como su propio portavoz.
“España da ganas de llorar”
Fue
el 27 de octubre de 2012 en Nueva Delhi (India) cuando, rodeado por
media docena de ministros del Gobierno, el Rey reunió a los enviados
especiales, en un hecho sin precedentes en sus visitas de Estado, para
decirles que España, “vista desde dentro, da ganas de llorar”. La consigna fue “seguir adelante con el cuchillo entre los dientes y una sonrisa”.
Ya había estallado el caso Urdangarín, todo el mundo sabía quién era Corinna zu Sayn-Wittgenstein y la intocable figura del Monarca se convertía en el pim-pam-pum
en tertulias y programas basura de televisión, mientras los
secesionistas apretaban el acelerador en busca de su deterioro, al
tiempo que la decrepitud económica y social de España ponía en jaque a
todo el sistema.
Tres preocupaciones sustanciales
Fuentes de toda solvencia cercanas a la jefatura del Estado subrayan que son tres las preocupaciones sustanciales del Monarca en estos momentos. La primera y fundamental es la deriva secesionista
que amenaza la unidad de España y la sensación de división existente en
el país, incluida su clase política dirigente.
En segundo lugar se
sitúa la terrible situación económica/laboral (“donde hay un
parado habrá un elemento que se puede situar con los antisistema”, y eso
cuestiona lo establecido, Monarquía incluida).
Y, finalmente, contempla atónito la virulenta campaña desatada en su contra
a propósito de sus errores, el caso del que todavía es su yerno y los
intereses encontrados con los independentistas catalanes, vascos y la
izquierda radical. Incluso con la extrema derecha, que nunca perdonó al
Rey el haber cortado drásticamente con el franquismo y sus veleidades
laicas, amén de haber consentido el matrimonio del Príncipe de Asturias
con la ciudadana divorciada Letizia Ortiz.
Se plantea la abdicación,
aunque se resiste a dar el paso “porque en España en estos momentos
puede ocurrir cualquier cosa”, sostiene uno de los consejeros reales.
Junto a ello, don Juan Carlos “sufre, y sufre mucho” con el deterioro de la imagen de España, que durante años fue la suya propia en el exterior. La corrupción
es un tema letal para la democracia y así es entendida también en La
Zarzuela, justamente cuando ella misma es acusada por medios de
comunicación y una parte de la opinión pública.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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