Ayer hubo dosis de recuerdo sobre los ERE
fraudulentos en la Andalucía socialista. Bajo el nombre de Operación
Heracles, dirigida por la juez del caso, Mercedes Alaya, la
Guardia Civil practicó veinte detenciones y trece registros en
Barcelona, Madrid, Las Palmas y cuatro provincias andaluzas. Entre los
detenidos, un exsindicalista de UGT, Juan Lanzas, conocido por su habilidad para conseguir jubilaciones tramposas, entre ellas la suya propia y la de su mujer.
Después
de una larga convalecencia por enfermedad, vuelve con fuerza la juez
Alaya. Ayer tocaba afrontar una derivada del caso: la pieza secreta
referida a los mediadores que intervinieron en la canalización ilegal de
dinero público. El generoso fluido de millones salidos de los
presupuestos de la Junta de Andalucía también dio para pagar
comisiones y subcomisiones a estos intermediarios.
Despachos de
abogados, aseguradoras, consultoras y gestorías que en algunos casos se
llevaban la parte sustancial por encargarse de tramitar los expedientes y
dar apariencia legal a lo que era una descarada forma de saqueo a favor
de falsos prejubilados, empresarios amigos, compañeros de partido y
paisanos de la sierra norte sevillana, la tierra del entonces director
general de Trabajo (1999-2008) y principal imputado, Francisco Javier Guerrero.
Por orden de la juez Alaya, Guerrero volvió ayer a prisión,
de donde había salido bajo fianza de 50.000 euros en octubre del año
pasado. Es el máximo responsable de la caribeña gestión de los 647
millones de euros destinados por la Junta de Andalucía al apoyo de
empresas en crisis y trabajadores despedidos.
¿Solo o en compañía de
otros? Esa es la pregunta que esconde la verdad política del caso, y
seguramente también una parte de la verdad judicial.
No conozco
la literalidad del auto judicial que vuelve a enviar a prisión a
Guerrero. Pero el que ya le llevó a la cárcel a principios de 2012
mencionaba expresamente el riesgo de fuga por posibles “presiones
externas” de terceras personas tal vez interesadas en silenciarle por
alejamiento. Seguramente, la juez mantiene vivo ese temor.
Es un desafío
a la lógica suponer al Gobierno andaluz ignorante de una gestión
plagada de irregularidades a lo largo de nueve años, y nada discreta. Es
de sentido común. Pero además tenemos constancia judicial de que Javier
Guerrero, imputado por media docena de delitos, ha declarado
expresamente que la Junta de Andalucía, entonces y ahora en manos del
PSOE, conocía el modus operandi en la distribución de las ayudas.
Empezando por el superior de Guerrero, el consejero de Empleo (2004-2010), Antonio Fernández, que es uno de los 60 imputados. Y eso deja la pasión indagatoria de la jueza a los pies del expresidente de la Junta, Manuel Chaves, y de su sucesor, José Antonio Griñán,
pues ambos tuvieron bajo su autoridad política e institucional al
exconsejero Fernández, un histórico dirigente local del PSOE gaditano, y
al mencionado Javier Guerrero, que en cualquier momento puede volver a
poner el asunto político al rojo, lo que por desgracia no pudo hacer la
fallida comisión parlamentaria.
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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