Ante el aluvión permanente de malas noticias (cerca de cinco millones de parados, los mercados atacando a los países del sur de Europa, incluida España, cierres de empresas, congelaciones de salarios y pensiones etc.) nos invade una angustia generalizada, incluso a aquellos cuyas condiciones laborales o vitales no han sufrido el más mínimo cambio, generando una ola de pesimismo, que invade cualquier rincón de nuestra sociedad.
Ante esta situación, uno se
pregunta… ¿es bueno que una sociedad se sienta pesimista para hacer
frente a una crisis como la que estamos viviendo?.
Parece ser que no, ese sentimiento negativo en modo alguno ayuda a afrontar la situación, ni a reponer las fuerzas necesarias para superarla, así lo ponen de manifiesto distintos trabajos e investigaciones, realizados por la corriente científica de la Psicología Positiva, creada por el profesor Martin Seligman, entre cuyos objetivos están el estudio de las bases psicológicas del bienestar y la felicidad y los rasgos que nos permiten superar con éxito situaciones vitales difíciles.
Parece ser que no, ese sentimiento negativo en modo alguno ayuda a afrontar la situación, ni a reponer las fuerzas necesarias para superarla, así lo ponen de manifiesto distintos trabajos e investigaciones, realizados por la corriente científica de la Psicología Positiva, creada por el profesor Martin Seligman, entre cuyos objetivos están el estudio de las bases psicológicas del bienestar y la felicidad y los rasgos que nos permiten superar con éxito situaciones vitales difíciles.
Además, ser pesimistas u optimistas, también tiene repercusiones para la salud, la Clínica Mayo realizó un estudio con más de ochocientos pacientes en el que estableció que el optimismo nos hace un 20% más longevos, y nos proporciona mayor calidad de vida.
Me viene a la
memoria la historia de aquellos estudiantes uruguayos que iban a jugar
un partido de rugby a Chile y su avión se estrelló en los Andes y que
fue recreada en la película Viven. En el accidente murieron veintinueve personas y se salvaron dieciséis. Si estos fueron capaces de sobrevivir a
más de cuatro mil ochocientos metros de altura, y con temperaturas de
más de treinta y cinco grados bajo cero, fue porque no sucumbieron al
pesimismo y asumieron la necesidad de actuar por su cuenta, al saber a
través de una radio que podían escuchar, pero con la que no podían
comunicarse, que pasados diez días se suspendieron las
labores de rescate dándoles por muertos. Ante esta situación límite,
decidieron no resignarse y luchar desechando cualquier pensamiento
derrotista y organizando una expedición con dos de ellos que consiguieron recorrer más de cien kilómetros y pedir ayuda.
No soy un iluso que ignora los
problemas reales y piensa que, con una sonrisa y con buenas intenciones
todo se soluciona, lo que quiero poner de manifiesto es que, por muy
doloridos que estemos, por muy negro que percibamos el panorama, una
actitud pesimista no ayuda a solucionar nada, más bien todo lo
contrario, nos sitúa en un bucle permanente de lamentos y quejas que a
lo único que conduce es a la paralización.
Creo que es momento de superar
esta etapa y desde una concepción realista y positiva, empezar a
plantearse, cada uno de nosotros, que podemos hacer para mejorar nuestra
realidad concreta y como podemos contribuir a mejorar la de los demás,
esperar a que lo hagan otros, los políticos, la Administración, etc.
es peder el tiempo. Es el momento de asumir nuestra propio protagonismo
para buscar alternativas que mejoren la situación actual, y hacerlo
desde una actitud optimista incluso me atrevería a decir con sentido del
humor, ser capaz de relativizar situaciones difíciles e incluso reírse de ellas es un sano ejercicio.
Recuerdo cuando era joven que el párroco de mi pueblo, en Josep Alba, que había vivido la guerra civil, que
era un demócrata convencido y que hizo de su vida un ejercicio de
pobreza y de ayuda al prójimo, entre otras cosas, visitando a los presos
políticos y llevándoles comida y tabaco, nos decía: “el sentido del
humor es una herramienta imprescindible para caminar por la vida, yo
siempre la llevo encima”.
En ese mismo sentido el gran
filosofo Friedrich Nietzsche dijo: “la potencia intelectual de un hombre
se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”.
Necesitamos recobrar ese
sentido del humor, individual y colectivamente y superar el pesimismo
paralizador para iniciar una nueva etapa de optimismo inteligente que
nos empuje a la acción y nos ayude a encontrar la salida a la tan traída y llevada crisis.
Enric Soria Pazos
http://www.inmerco.com/home/39-management/291-ioptimismo-o-pesimismo-ante-la-crisis.html
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