viernes, 14 de diciembre de 2012

LA ENVIDIA EN DIRIGENTES POLÍTICOS..Está ahí...

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La interesante reflexión de Aminadab Rafael y Pérez Franco viene a nuestra mente cuando contemplamos la aparición de nuevos “salvadores” que dudamos hagan frente auténtico a tantas ignominias que la situación política actual con pretensión de ostentar un espíritu de servicio que en sus vidas nunca demostraron, como si al no haber podido encaramarse en las alternativas fallidas tuvieran que aprovechar la situación crítica que vivimos “para esperar su turno”...


"Existen varias connotaciones del término envidia aplicables a la actividad política. En este caso, la envidia sería la incomodidad o insatisfacción derivada del éxito de otros políticos; el olvido de la trayectoria propia ante la obsesión por el desempeño de figuras públicas a las que se quiere emular; el resentimiento que causa el hecho de que alguien detente el cargo al que uno aspira o que tuvo, o simplemente por las ganas de querer ocupar el puesto que otro tiene y gozar de sus prerrogativas: se envidia así al líder, al dirigente, al candidato, al gobernante o al legislador, al ideólogo, o a todos ellos. 
 




Cuando en política se siente envidia, se vuelve insoportable constatar el triunfo político de otras personas o el recuento de sus logros y realizaciones, lo que causa, en muchos casos, una patología del poder en la que el actor político deja de preocuparse por mejorar sus capacidades o desempeño, porque dedica buena parte de su actividad a hablar y actuar tratando de que al envidiado le vaya mal, lo peor posible.

La vocación política se tuerce entonces para volverse crítica interminable, amargura y frustración que, en algunas ocasiones, tiene un alivio momentáneo cuando los envidiados caen en desgracia: el enfermizo placer de ver correr la sangre de un odiado adversario para luego voltear la mirada y encontrar a un nuevo personaje a quien odiar.


Los sentimientos de envidia son tal vez inexpulsables de la actividad política. Si la democracia tiene un componente inevitable de competencia e intercambio, señalado en procesos regulares de elección para la renovación de dirigencias políticas, gobiernos o legislaturas, la contienda político-electoral que libran permanentemente los partidos y los políticos supone derrotas y fracasos que alimentan envidias y resentimientos.



Basta dar seguimiento una semana a la información política de los medios para constatar un sinnúmero de declaraciones, decisiones y acciones de los políticos tomadas desde una lógica egoísta y envidiosa; no para construir sino para destruir o al menos desprestigiar.


Es ingenuo pensar que este tipo de actitudes se puedan erradicar con facilidad de la política pues tienen mucho que ver con la miseria humana"...

Pensemos si  habrá que aislarlos o seguir montados en la fatalidad.

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