jueves, 1 de noviembre de 2012

LIDERES Y MEDIOCRES EN EL PENSAMIENTO DE FRANCISCO BLANCO PRIETO





Encontrar el pensamiento de Francisco Blanco Prieto donde exterioriza sus opiniones con una opinión crítica expresión de su auténtica ciudadanía y en ejercicio libre de su independencia de juicio que le lleva a decirnos y convencer: “El patriotero suele emplear las grandes palabras como calderilla sin tener en cuenta las consecuencias de esa malversación de valores porque su amor a la patria no pasa de ser una ficción en la vida para estas aves carroñeras que se pasan el día sobrevolando sobre la necesidad ajena. Cuando dicen patria, en realidad están hablando de patrimonio; del suyo, por supuesto. Si mencionan la bandera se refieren a la banda y bandadas de estómagos que esperan dejar hambrientos en el banquete; y al discursear sobre los símbolos del país sólo piensan en los bordados de sus camisas. Sí, porque para ellos no existen más divisas que las monedas extranjeras o las que distinguen a los toros que ellos presencian desde la barrera”.

Es una alegría encontrar pensamientos como el que reproducimos, en una sociedad tan aletargada por el monopolio del pensamiento de una “determinada clase” que nos desmoraliza, necesitados de abrazar una luz que nos ayude a encontrar la “salida” del tunel.

LÍDERES Y MEDIOCRES

"Sin negar la crisis económica que tenemos encima, me parece la sequía que padecemos de verdaderos líderes, que con su capacidad, testimonio, generosidad y honradez puedan sacarnos a flote, algo impensable hoy día porque estamos en manos de mediocres personajes con apariencia de sabios.

Esta mediocridad que nos envuelve es hija predilecta de una época caracterizada por el engaño, la simulación, la farsa y la impunidad a que nos han llevado quienes pretenden enmascarar sus intereses personales con palabras que han perdido ya su significado en el diccionario y su valor en la ética ciudadana.

Sus protagonistas, los mediocres, pretenden ocultar las escasas cualidades personales que atesoran sacando pecho, dando voces y pisando fuerte, creyendo que de esa forma saldrán de la mediocridad que les invade, sin darse cuenta que por ese camino se hunden todavía más en ella, aunque traten de disimular su estatura  poniéndose tacones o subiéndose sobre los demás para alcanzar el nivel que ambicionan. Su atrevimiento, por ignorancia, les lleva a asumir tareas que corresponden a ciudadanos que se encuentran en el escalón superior, es decir, a los líderes naturales que, por su capacidad de trabajo, su nivel intelectual, su claridad mental y su honradez personal, son merecedores de  los puestos que les usurpan los mediocres.

Estos grises dirigentes se caracterizan por su servilismo al jefe y su despotismo con los subordinados. Confunden los medios con los fines, y tienen un gran surtido de chaquetas en su armario. Son testarudos, arrogantes e incultos. Se interesan por los envoltorios, y cuando les señalas la Luna, ellos ponen su atención en el dedo. El techo intelectual de los mediocres es el enciclopedismo, y son incapaces de abrir caminos nuevos porque su conservadurismo mental les limita la creatividad necesaria para ser geniales. Por eso les aturden las novedades y tienen tanto miedo a la libertad.

Su inseguridad y desconfianza les hace rodearse de otras personas aún más mediocres y manejables que ellos, temerosos que un líder en escalones inferiores pueda hacerles sombra y quitarles el sillón en cualquier momento. De esta forma se origina una degradante cadena de jefecillos intermedios, formada por eslabones cada vez menos eficaces que se prolonga irremediablemente hasta llegar a la incompetencia metafísica.

A los mediocres les gusta el halago fácil y la adulación permanente, por eso no soportan la mínima crítica a su gestión; en cambio, los líderes naturales prefiere las cosas bien hechas, son exigentes con su trabajo y la crítica les estimula a mejorar. Los mediocres son vengativos; los líderes, comprensivos. Los mediocres obligan a los indecisos; los líderes convencen a los dudosos. Los mediocres necesitan fiases y luces que les iluminen; en cambio, los líderes brillan con luz propia. A los mediocres les gusta salir en la foto y atribuirse méritos ajenos; los líderes se enorgullecen de los méritos conseguidos por sus liderados, a los que estimulan intelectualmente. Los mediocres se creen que son locomotoras; los líderes no necesitan creérselo, porque lo son. Los mediocres negocian soluciones; los líderes consensúan acuerdos, para evitar que haya vencedores y vencidos. Los mediocres concitan miedo; los líderes transmiten confianza. Los mediocres ambicionan votos y poder; a los líderes les sobra prestigio y autoridad. Los mediocres viven de la imagen, los líderes de las ideas.  Los primeros son patrioteros; los segundos, patriotas, que trabajan con entusiasmo para que la sociedad progrese más y mejor.

Los mediocres disputan, no dialogan; utilizan la fuerza porque carecen de argumentos; imponen sus decisiones, no las comparten. Adocenan, no estimulan. Desaniman, no ilusionan. Fingen tirar del carro, como los mimos de una cuerda. Mienten si conviene. Son ecos sin voz propia. Se creen imprescindibles. Imitan a sus jefes. Son leguleyos. Y, como ya se les advirtió en el templo de la sabiduría, los mediocres ganarán batallas pero nunca saldrán victoriosos de la guerra.

En todo lugar de la tierra los talentos están en las catacumbas, lejos del teatro político, dedicados a su quehacer profesional, que es el quehacer de todos, porque son ellos quienes tiran realmente de la sociedad. A esos verdaderos líderes naturales tenemos que mirar y a ellos debemos dirigirnos para pedirles que nos libren de la mediocridad que nos rodea.

Y los necesitamos ahora más que nunca, porque nunca la desmoralización social ha mostrado tan de cerca su verdadero rostro. Nunca, como ahora, se han cotizado tan bajo los valores humanos en la bolsa de la vida. Tenemos que reclamarlos ahora, justo en el momento en que comienzan a desteñirse algunas banderas progresistas. Debemos exigir su presencia en este momento porque los necesitamos para administrar con fortuna esta sociedad en crisis, pluricultural y multiétnica en la que vivimos. Hay que contar con ellos ahora, más que nunca, porque son los únicos que pueden quitarles las tijeras a los mediocres que recortan nuestra futuro con total impunidad, ante el silencio estupefacto de la mayoría.

A esos líderes naturales tenemos que dirigirnos para pedirles que den la cara y salgan de los despachos, andamios, hospitales, aulas, comercios y fábricas, porque somos muchos los que estaríamos incondicionalmente a su lado en este momento". (19.3.2011)



Comenta: Darío Pozo Ruz, desde Valdepeñas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario