miércoles, 28 de noviembre de 2012

Despues de vivir artificialmente nos toca palpar la realidad cruda de la crisis que nos han montado.

 




“Hay situaciones casi históricas cuando la actitud de los pueblos pretenden acaparar la atención y la admiración de otras naciones por los elementos que se exhiben, muchas veces sin correspondencia con las potenciabilidades socioeconómicas que lo conforman.


Son apariencias que también definen a los ciudadanos que se sienten “respaldados” por el orgullo de pertenencia a un “clan” - en nuestro caso llamamos Unión Europea - , padre protector que subvenciona, ayuda y...esquilma.


Vino una crisis económica, que ha dado origen a ambiciones de poder, falta de consensos, intervencionismos acreedores de naciones europeas mas potentes que provocan sentimiento de orfandad en clima de ausencia de solidaridad para ayudarnos a solventar una pobreza galopante que se va apoderando de España.


Es un cierto “ego” que Carlos Azagra definiera como elemento experto en el arte de las representaciones del teatro de la convivencia humana, móvil que nos impulsaba en época de “vacas gordas” a vivir de “apariencias” y por encima de nuestras posibilidades.


Hemos vivido como encerrados en una “burbuja” como espectadores de la “grandeza” de una Europa sin apercibir que estábamos detrás de un muro que nosotros mismos construíamos.



Nos apegamos al protagonismo, que nos lleva a enviar nuestras tropas militares a misiones en distantes países: Afganistan ,Libia, los Balcanes, aferrándonos a un predestinado papel que no nos permite ver mas allá de la motivación del que nos maneja. 
 

En lo mas profundo de nuestras existencias (individuales y colectivas) se esconden los “males” “las crisis” “las dos Españas” conspirando el conjunto contra nuestro propio bienestar y desarrollo como pueblo insertado en Europa.


Nuestras “inconsciencias” tuvieron su fruto con los gobernantes que elegimos desprovistos de “conciencia” “racionalidad” y “cordura” que tiene su emblemático logotipo en forma de aeropuertos vacíos, y boom inmobiliario que sabe Dios a quien satisfizo.


Nuestros jóvenes empiezan a saber lo que pasa fuera del límite de unas fronteras simbólicas, en un nuevo éxodo que busca oportunidades lejos de la burbuja y cansados de ser espectadores en una sociedad que solo maneja una “clase política” desprestigiada que solo tiene recursos en banderas y folklores que parecen aprovechar nacionalistas al cuarto, mientras la mayoría tenemos que quedarnos como naufragos en una isla desierta.


España no puede ser un nombre que oculte una mentira, y en lugar de seguir mirando hacia afuera con la comparación y exhibición de ser "los mejores" - campeones mundiales de futbol - , habrá que “mirar mas hacia dentro” para que podamos dar de lo que tenemos mas que de lo que no tenemos”.



Dario Pozo Ruz, desde Valdepeñas 

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