viernes, 23 de noviembre de 2012

HISTORIA DE UNA ESPERANZA PARA ESPAÑA

 

"El año 2008 la editorial Turpial me publicó el libro Movimientos Cívicos, de la calle al Parlamento, donde relato la parte principal de la historia que nos llevó a fundar un nuevo partido político a unos cuantos miembros de la vasca Iniciativa Ciudadana Basta Ya, a los que en seguida se unieron miembros de otros movimientos cívicos en otras partes de España, como por ejemplo Manos Blancas en Madrid, y centenares de personas sin filiación especial.

Tengo la intención de escribir algún día la segunda parte de esta historia, que tratará de la evolución posterior de UPyD y que, naturalmente, llevará como subtítulo Del Parlamento a la calle, ya que en nuestro partido nos tomamos muy en serio las normas internas y externas y, en su día, aprobamos que ninguno de nosotros estuviera más de dos mandatos consecutivos normales (ocho años) en el mismo cargo político (con la excepción de la portavoz, Rosa Díez, que podrá estar tres mandatos en el Congreso de los Diputados).

 De manera que con un poco de suerte dentro de siete años y un mes quedaré liberado con total seguridad (y sólo si me religen antes) de la honorable pero pesadísima obligación de ser un representante más en el Parlamento de esta nación atribulada. Espero que entonces tenga tiempo para escribir ese otro libro y pasar a la clase de vida realmente privilegiada que no es, contra lo que se cree, la del “político” (al menos si es de UPyD).

Admito ofertas de editoriales para esa segunda parte, porque para entonces (2016-2020) es probable que UPyD sea un partido de gobierno, de quedar algo que gobernar. Pero cuando acabé la primera y Turpial se interesó por la publicación prácticamente nadie daba un euro por nosotros. Para que se hagan una idea, la editorial me dijo que encontraba muy arriesgado el subtítulo, ese “De la calle al Parlamento”: ¿estaba seguro de que UPyD conseguiría representación en las inminentes Generales de 2008? ¿Y si no era así, el fracaso -más que probable- no dejaría el libro en ridículo y condenado al almacén y al reciclaje? 

Me empeñé en mantener el subtítulo porque, aunque parezca mentira, lo cierto es que estábamos razonablemente seguros de que conseguiríamos entrar en el Congreso como así fue, convirtiendo a Rosa Díez en la primera diputada de UPyD. 

Cierto es que eso significó llevar la contraria a todos los expertos que pronosticaban un fracaso sin paliativos: los banqueros que nos recibían, supongo que por una curiosidad similar a la que suscita una mujer barbuda, pero no nos prestaron ni un €, ni uno; los periodistas que se negaban a darnos siquiera un trocito de noticia para informar de que existíamos, o hacerlo en tono de burla; los politólogos que, extrañamente, creían saberlo todo sobre fundación de nuevos partidos aunque no tuvieran la menor experiencia en eso.

 Y así tutti quanti. Y no les faltaba razón, aunque en muchos casos fueran razones del tipo de la profecía autocumpliente, como los periodistas que pronosticaban nuestro fracaso porque iban a afanarse en que así fuera (como muestra, este ejemplo del director de El País, Javier Moreno). De hecho, a mi libro los medios tampoco le hicieron gran caso , aunque para mí eso prueba que es un libro político interesante que alguien debía escribir (y me tocó a mí), pues son raros los libros interesantes sobre política española que encuentran eco en los grandes medios.


La verdad es que UPyD tuvo éxito por la conjunción de tres razones impersonales (doy por hecho que ustedes descuentan la obvia razón del gran talento político de Rosa Díez y su equipo): la existencia de internet, sin la cual UPyD habría sido completamente imposible y que nos ha convertido en el primer partido nacional 2.0; la reunión, a través de Plataforma Pro, de una red cívica nacional, pequeña pero suficiente –unos 3000 afiliados el 29 de septiembre de 2007- para presentarnos la primera vez en todas las circunscripciones electorales sin excepción; la adopción de un programa político básico que reclamaba una corriente de opinión política en auge huérfana de partido político: reforma de la Constitución; regeneración de las debilitadas instituciones democráticas; partido político progresista e inequívocamente nacional y transversal, es decir, con un proyecto político claro y concreto que podían compartir personas con ideas diferentes en otros ámbitos de la vida.



 Fue suficiente para conseguir algo más de 300.000 votos y un escaño por Madrid a pesar de la Ley Electoral injusta y bipartidista, a pesar de no tener más dinero que el reunido o prestado por afiliados y simpatizantes (poco más de 300.000 €; nos salió cada voto a casi 1€, magnífica rentabilidad), y del ninguneo generalizado con el que nos saludó, con pocas excepciones, el sistema de medios de comunicación menos independiente, menos profesional y más sectario de la UE (hubo más medios alemanes, franceses o italianos interesados por el nuevo partido que españoles). Sistema que ha reiterado su hábito de ignorar la realidad política, y su obligación inexcusable de informar, al pasar olímpicamente del quinto aniversario de UPyD que celebramos el sábado en Vitoria, y por cierto estupendamente.

Cinco años después da cierto vértigo el salto que dimos y el camino recorrido a continuación. Tenemos más de 160 cargos públicos de todos los niveles, y hemos desarrollado muchísimo el programa más bien básico con el que nacimos. Los bancos solventes nos prestan dinero sin problemas porque saben que lo devolvemos. La mayoría de la gente ya ha oído hablar de UPyD, a veces incluso bien a pesar de la oposición desesperada de grandes grupos de comunicación. En las últimas elecciones del 20N conseguimos un 4’7% de los sufragios, casi 1.200.000 votos, cuatro veces más que en 2008. Y la intención de voto a UPyD oscila ya en torno al 10%, punto arriba o abajo; es razonable esperar de un 15% a un 20% para las próximas elecciones generales, si se celebran en 2015 (si no ocurre así será que el deterioro del sistema habrá avanzado a pasos acelerados).

Los dos mayores aciertos que en mi opinión hemos tenido han sido de tipo intelectual: el primero, prever con tiempo el fracaso de un sistema político cerrado de partidos anticuados, atrincherado en una Ley Electoral injusta hecha a su medida, y basado en el parasitismo de un Estado de las Autonomías paquidérmico e ineficiente que se haría inviable en cuanto acabara la época de vacas gordas, como la brutal crisis que padecemos ha dejado demostrado. 

El segundo acierto, haber adelantado la agenda de temas políticos claves de inevitable discusión por mucho que el inmovilismo la retrasara: reforma del modelo de Estado y de la Constitución, con especial énfasis en el caos territorial y competencial, cambio de la injusta Ley Electoral, racionalización de las administraciones, cambio de modelo productivo y laboral, de la educación y la sanidad, etc. 

Somos el primer partido parlamentario que ha propuesto una reforma del Estado en sentido federal, y no a modo de instrumento de urgencia sino como alternativa positiva para un país tan complejo como el nuestro, y sin duda alguna el partido que más iniciativas presenta en el Congreso relacionadas con la mejora de una igualdad en clarísimo retroceso; lo mismo cabe decir de la libertad personal, amenazada por el avance del intervencionismo autoritario de un Estado incapaz en cambio de garantizar prestaciones sociales básicas. Esta no ha sido labor exclusivamente de los afiliados del partido, sino más bien de las aportaciones de centenares de personas realmente expertas en sus campos, muchas de las cuales –economistas, científicos, educadores, médicos, ingenieros, militares etc.- son colaboradoras habituales de UPyD a través de un sistema de grupos de trabajo sectorial que nos vincula directamente a la maltratada sociedad civil española.
 
Sin duda otro acierto ha sido dotarnos de mecanismos de funcionamiento que permiten superar rápidamente las asechanzas inevitables en cualquier partido y asociación: las intrigas palaciegas o la entrada de indeseables y oportunistas que nos ven como instrumento de su propio medro. No es casual que algunos medios de comunicación sólo hablen de UPyD cuando creen que atravesamos alguna terrible crisis interna que engordan con entusiasmo, aunque para su decepción todas hayan sido efímeras  o imaginarias.

Pero también es cierto que no sabremos si el sistema que hemos adoptado es realmente eficaz hasta no ser un partido realmente decisivo en muchas instituciones; y hasta ahora, sólo lo somos en la Junta del Principado de Asturias. Sólo la prueba del contacto directo con el poder demostrará si sabremos resolver con exigencia y transparencia, como hasta ahora, casos de flagrante incumplimiento de nuestros compromisos políticos (razón de que algunos concejales dejaran de serlo por UPyD, algunos al día siguiente de su toma de posesión, en cuanto quisieron venderse al mejor postor) o, en el futuro, de cruda corrupción. 

Pues ningún partido político está libre del peligro de ser colonizado por sinvergüenzas, y de lo que se trata es de saber y poder librarse de ellos sin dudarlo un segundo, incluso si han conseguido un cargo público o interno relevante que no podrán utilizar para protegerse. Conviene a este respecto recordar que UPyD nació con vocación de partido de gobierno, no de grupo testimonial o experimental.



El principal reto que tenemos es doble, y está interrelacionado: en primer lugar, el brutal descrédito de la política, y de la propia democracia, consecuencia de la pésima gestión de la crisis a cargo de los partidos viejos, tanto PSOE e IU como PP, y por supuesto sus socios nacionalistas, alguno de los cuáles aprovecha la crisis para tratar de conseguirse un Estado en exclusiva mediante la vieja táctica de la puñalada por la espalda en el momento de máxima debilidad del Estado común (que se aspira a seguir condicionando… sin asumir las obligaciones derivadas de la pertenencia). La crisis económica es también, en España, una brutal crisis política, una crisis constitucional con todas las letras que reclama abrir un proceso constituyente (UPyD lo lleva diciendo desde 2007). 

Y en segundo lugar, relacionado sin duda con ese descrédito de la política y de los partidos, el lento crecimiento de UPyD: si en 2007 éramos 3000, ahora rondamos solamente los 6000 (cerca de 8000 incluyendo simpatizantes registrados). Es obvio que los ciudadanos siguen pensando que los partidos y la política no son de fiar y que, en todo caso, no son cosa suya

Un desapego muy tradicional que también está en el origen de la crisis política actual, pues una ciudadanía muy quejosa pero complaciente ha dejado el terreno libre a políticos corruptos e ineptos y a partidos de concepto decimonónico. O quizas no hemos sabido -seguramente- cómo llegar e implicar activamente a gente dispuesta a comprometerse pero que no cree que rellenar un formulario de afiliación y pagar una cuota sea todo, sin descartar la rémora que supone el miedo a crecer y abrir puertas a los extraños, optando conservadoramente por lo “malo conocido”… Tenemos mucho que aprender y hacer como partido.

 Por eso el reto que tenemos por delante es doble: crecer bien para ser una alternativa de gobierno, y hacer frente a la crisis restaurando el prestigio de la política democrática. Ojalá hayamos avanzado en ambos campos en el décimo cumpleaños upeydeano de 2017. Por lo demás, felicidades de corazón a todos los que no han temido implicarse"

  



N.R. La reflexión que nos hacía Carlos Martinez Gorriaran en el blog de su página personal el pasado mes de octubre:  " para entonces (2016-2020) es probable que UPyD sea un partido de gobierno, de quedar algo que gobernar" me hace pensar en lo acertado de su pronostico que no deja de causar desesperanza a quienes quisiéramos que la descomposición del país no llegara a esos extremos de hacernos pensar que para 2016 "no quede nada".

Muy valioso y acertado, me parece el análisis de Carlos Martinez Gorriaran, que marca aspectos preocupantes de una actualidad que no nos gustaría haber vivido nunca.

Desde Mentiras de la Crisis, vemos con esperanza, abierta una esperanza, que deseamos fervientemente sea compartida por un pueblo que debe recuperar protagonismo en su accionario inmediato.


Darío Pozo Ruz. 
 

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