martes, 5 de marzo de 2013

Rajoy estudia publicar en el BOE los nombres de los mayores evasores fiscales: ¿ LO HARÁ ?



El Gobierno está estudiando la posibilidad de modificar las normas tributarias para que los nombres de los mayores evasores fiscales sean publicados en el Boletín Oficial del Estado, como ya se hizo, por última vez, en marzo de 1959 por parte del entonces ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio.

El presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha anunciado esta tarde en la sesión de control del Senado que el Ejecutivo “está estudiando posibles modificaciones normativas para que los incumplimientos más relevantes sean objeto de su publicidad”. Una cuestión que se llevaría a cabo salvaguardando su “efectivo derecho de tutela” y que, ha añadido, es “delicada”, pero que se está estudiando “con profundidad” por parte del departamento que dirige el ministro Cristóbal Montoro.

La medida, en todo caso, no afectará a las personas físicas y jurídicas que han acudido a la última amnistía fiscal pues, como ha explicado el presidente, la ley tributaria actual lo impide, también en el caso de las regularizaciones extraordinarias. “No se le puede pedir al presidente del Gobierno que incumpla de forma tan nítida y palmaria la ley”, ha respondido Rajoy en al  senador del grupo mixto Jesús Enrique Iglesias, que había solicitado que se haga pública la listad de todos los que se han beneficiado de la última amnistía fiscal. Esos datos, ha explicado Rajoy, “tienen un carácter reservado que nos protege a todos los contribuyentes”. 


El presidente del Gobierno ha citado el artículo 95 de la Ley General Tributaria para recordar que todos los datos obtenidos por la Administración Tributaria “tienen carácter reservado y sólo podrán ser utilizados para la efectiva aplicación de los tributos o recursos cuya gestión tenga encomendada y para la imposición de las sanciones que procedan, sin que puedan ser cedidos o comunicados a terceros”.

Rajoy ha recordado también que la última regularización extraordinaria no ha sido la primera que se ha hecho en España, tal y como ocurrió también en 1977, 1984 y 1991 y que, a diferencia de las anteriores, esta obliga a la identificación ante Hacienda del titular real de la regularización, que tributa con un gravamen del 10%. 


La regularización “ni borra, ni limpia, ni encubre delitos cometidos”, ha enfatizado. 

Fuente: EL CONFIDENCIAL

domingo, 3 de marzo de 2013

MAS PEDAGOGÍA Y MENOS FALSO OPTIMISMO.




 



 










Concepción Arenal, que debió ser una mujer de armas tomar -asistía como oyente a clases de Derecho vestida de hombre porque la Universidad estaba vetada para las mujeres-, dijo en una ocasión una de esas verdades que conmueven. “Hoy en España”, sostenía la escritora gallega, ¿qué remedio puede emplearse contra los males que nos afligen o nos amenazan?”. Y la respuesta que dió fue esclarecedora: “Ninguna dolencia social puede combatirse con un remedio sólo; pero si se nos pidiera que señaláramos uno nada más, aquel que juzgásemos de mayor eficacia, responderíamos sin vacilar: la instrucción”.

Es evidente que Arenal se refería a lo que entonces se entendía como instrucción pública, y que hoy denominaríamos la enseñanza obligatoria; pero sin duda que la palabra instrucción es hoy más necesaria que nunca. Falta pedagogía. Pedagogía política. Y cuando el ministro Montoro se empeña en disfrazar la realidad de la Hacienda Pública, lo que hace, en verdad, es ir a favor de la ignorancia.

Tiene razón el ministro de Hacienda cuando dice que el sector público ha hecho en 2012 un formidable esfuerzo de ajuste. Ahí están los 11.000 millones de euros largos en que se ha recortado el consumo público. Y ahí están, igualmente, los 11.200 millones que ha aumentado la presión fiscal, como reveló el presidente Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, y cuya cuantía demuestra un indudable coraje político. No debe ser fácil legislar contra quienes te han votado.



Todo ello en un contexto fuertemente recesivo con una caída del PIB equivalente al 1,4%, lo que aporta, si cabe, más valor a lo logrado en 2012. Con el esfuerzo, como dijo el propio Rajoy, de toda la sociedad española, que está aceptando el ajuste sin grandes fracturas sociales. Algún día, cuando la recesión escampe, se medirá la importancia que han tenido la cohesión social y las políticas de igualdad (con todas sus limitaciones) para superar esta crisis, un valor que algunos desprecian. 


Pero si el Gobierno quiere transmitir fielmente el estado de la cuestión, la necesaria instrucción pública que reclamaba Concepción Arenal, es ridículo seguir diciendo que el déficit público fue en 2012 equivalente al 6,74% del PIB. Fue del 10% incluyendo las ayudas al sector financiero. Y esa es, en realidad, la cifra que se trasladará a Bruselas, como por cierto hicieron Irlanda, Holanda o Bélgica cuando tuvieron que destinar ingentes recursos públicos para sanear su sistema financiero. O la misma España en 2011 (casi medio punto de PIB). Pero no por un capricho estadístico de los funcionarios de Eurostat, sino porque el Reino de España ha tenido que endeudarse en al menos en esa cantidad para financiar el déficit  presupuestario. Esa es la prueba del nueve.


Un homenaje a la verdad

Lo relevante no es, por lo tanto, lo que se diga en público, sino lo que se pague a los mercados, que son quienes financian el enorme agujero fiscal. Y no hay que olvidar que en los últimos cuatro trimestres las necesidades de financiación del sector público en términos de Contabilidad Nacional equivalen exactamente a 104.593 millones (el 10% del PIB). Ese es el déficit que hay que financiar, y, por lo tanto, el que debe trasladarse a la opinión pública, aunque sea como un homenaje a la verdad. Y el primer paso será una profunda revisión del escenario macroeconómico 2013 que, sin duda, el Gobierno anunciará en los próximos días.

Aunque duela, esta es la realidad de las cifras. Lo demás son juegos florales que sólo pretenden disfrazar el drama de un país que sigue endeudándose a velocidad de vértigo (más de 4.000 millones de euros a la semana), y que si no toma conciencia de la dimensión del problema bajo el amparo de medias verdades, es muy probable que tarde más de la cuenta en salir del hoyo. Como hace, por cierto, la sociedad italiana, incapaz de asumir que un país que destina cada año el 5% de su PIB a pagar el servicio de la deuda es, simplemente inviable. Por eso, sólo por eso, al margen de una lamentable arquitectura institucional, Italia es el país de la UE que menos ha crecido en las dos últimas décadas. Y España va camino de seguirla si no se frena el recurso fácil al endeudamiento público, un problema que hace pocos años se veía como una cuestión menor, pero que hoy es el gran reto de la economía.


Uno de los antecesores más ilustres de Montoro, Juan Bravo Murillo, (la verdad es que no ha habido muchos), lo expresó en 1865 con toda claridad, y eso dio lugar a una de las reformas de la administración más fructíferas: los cambios que se aprobaron en tiempos de Bravo Murillo duraron casi un siglo. “No hay que cerrar los ojos a la luz”, decía el político extremeño. “La situación de la Hacienda Pública es crítica y apurada; debiendo reconocerse, y es digno de elogio, la abnegación de los beneméritos patricios que, tomando a su cargo en tales circunstancias la dirección de los negocios públicos, arrostran grandes dificultades y peligros; pero se necesitan muy fuertes y muy eficaces remedios para contener la progresión del mal y evitar el cataclismo que nos amenaza”.

Siglo y medio después, la situación de la Hacienda Pública vuelve a ser una calamidad, y por eso resulta pueril hacer juegos malabares con las cifras macroeconómicas. Ni el sector exterior se está comportando de forma tan positiva como se dice -como magistralmente resume este imprescindible escrito de Juan Carlos Barba- ni se están haciendo las reformas que el país exige.

Preguntas y más preguntas

La Agencia Tributaria sigue siendo un coladero para multitud de defraudadores, mientras que la Administración -sobre todo la territorial- sigue en pie como un tributo al exceso. ¿Dónde están las privatizaciones? ¿Por qué no bajan los pisos para estimular el mercado inmobiliario? ¿Por qué los industriales españoles pagan mucho más cara la energía que sus competidores? ¿Por qué no hay ningún incentivo verdaderamente eficaz para contratar un joven? ¿Por qué se siguen construyendo aves a ninguna parte? ¿Por qué la inflación española sigue siendo tan elevada en medio de una brutal recesión?...



Y por eso, asumir que el mayor triunfo de la política económica es la corrección del déficit de balanza de pagos es simplemente el recurso más fácil. La realidad es mucho más cruda de lo que se dice. 

Aunque el sector exterior vaya a cerrar este año con superávit -sin duda una buena noticia-, lo cierto es que este excedente no deja de ser un flujo monetario, por lo que lo relevante es el stock acumulado. Y tantos años de desenfreno han llevado al país a tener una deuda neta con el exterior equivalente 955.700 millones, una cifra de vértigo que hay que relacionar con los 10.000 millones de superávit que puede tener la economía española en 2013 en el mejor de los casos. Esa comparación ilustra la dimensión del problema.

 A veces se olvida que en medio de un brutal ajuste -3,5 millones de empleos destruidos en solo un quinquenio- y una fuerte restricción del crédito, España apenas ha podido reducir su endeudamiento neto exterior en 26.500 millones de euros desde el máximo del cuarto trimestre de 2009, cuando se alcanzaron los 982.200 millones. Y engañarse sobre estas cifras es, simplemente, como suele decirse, hacerse trampas en el solitario.

¿Qué quiere decir esto? Pues simplemente que los datos ponen de manifiesto que la combinación de una deuda pública enormemente alta -que en 2014 representará el 101% del PIB-, como acaba de estimar la Comisión Europea, y un endeudamiento exterior neto muy elevado -más del 90% del PIB- es una combinación letal que necesariamente conducirá al país a la frustración si se quiere hacer creer a la nación que la realidad es distinta de como es. Sobre todo cuando se tiene al 26% de la población activa en paro y con un problema estructural en su modelo educativo, absolutamente desconectado del sistema productivo.

Ya Ortega denunciaba hace mucho tiempo la tendencia innata de los españoles a engañarse. “¿Quiere decir que mis pensamientos sobre España son pesimistas?”, contestaba a uno de sus críticos. “Algunas personas los califican así; pero yo no veo que el pesimismo sea, sin más ni más, censurable. Son las cosas a veces de tal condición que juzgarlas con sesgo optimista equivale a no haberse enterado de ellas”. Palabra de filósofo. 


Fuente: Carlos Sánchez de EL CONFIDENCIAL

sábado, 2 de marzo de 2013

Del linchamiento de Cantó y otras hipocresí






El pasado lunes, Toni Cantó, diputado de UPyD por Valencia y portavoz de su partido en las comisiones de Interior e Igualdad del Congreso, lanzó el siguiente tuit: “La mayor parte de las denuncias por violencia de género  son falsas. Y los fiscales no las persiguen. Las estadísticas están sesgadas”. Dicho de esta forma, la afirmación de Cantó era una enormidad. Pero, al poco tiempo, y también en su perfil de Twitter, el diputado pidió perdón. Reiteró sus excusas -sin ahorrarse adjetivos contra sí mismo- en el propio Congreso, en el que ha sido reprobado en las dos comisiones en las que representa a su formación. 

No ha bastado: determinadas organizaciones políticas y feministas quieren que dimita, que se vaya, que deje el escaño. Seguramente, Toni Cantó -que no está imputado por corrupción alguna, que tampoco está sometido a investigación de ninguna clase- no merece perdón así lo pida cien veces y se disculpe otras tantas y se flagele por su irresponsabilidad. De lo que se deduce que estamos ante un linchamiento político de un outsider de la política -como algunos otros de UPyD- a los que los profesionales de la cosa no perdonan su injerencia.

Mi amigo y admirado compañero Santiago González -columnista que fue de El Correo cuando dirigí aquel también querido periódico y ahora brillante pluma de El Mundo- es un profesional avezado con una memoria de paquidermo y ha echado mano de la hemeroteca. De ella ha extraído una muy oportuna tesis en su blog: algunos de los que condenan sin clemencia a Cantó callaron -y hasta votaron- cuando Jesús Eguiguren fue elegido presidente del Partido Socialista de Euskadi

Se da la circunstancia de que el político vasco fue condenado en 1992 a diecisiete días de arresto por pegar a su esposa. González aporta en su blog los recortes de prensa que por aquel entonces dieron cuenta de la condena. Eguiguren se arrepintió de haber maltratado a su mujer y sus colegas y los ciudadanos le perdonaron. Desde entonces, y hasta hace muy poco, su protagonismo político ha sido excepcional en temas muy delicados. 


Todos esos profesionales de la política, ya añosos en los cargos, llevan años perdonándose a sí mismos y a sus compinches y, en cambio, son incapaces de hacerlo a un hombre que, errado pero humilde, pide un sincero perdón¿Por qué se perdona a uno y no a otro? ¿Es más grave errar en una afirmación irresponsable que resultar condenado por violencia machista? ¿Qué juego es este en el que se aplica toda la severidad posible, desde el PP a IU, a unos mientras otros en sus filas se retrepan en los escaños siendo corruptos presuntos y probados? ¿Cómo es que se ensañan con Cantó y defienden a imputados por prevaricación, por cohecho, por tráfico de influencias…? ¿A qué se debe esta inmensa y nauseabunda hipocresía?

No conozco a Toni Cantó. Es un buen actor. Le recuerdo en Razas, representada en las Naves del Español del Matadero de Madrid en enero de 2011, obra en la que ejecutó una magnífica interpretación. Me parece un tipo que ha cambiado su profesión de actor -de muy buen actor- por el de político y que, pese a sus errores (como el de esa afirmación en Twitter), es persona desenvuelta, buen orador y hombre cercano, como otros muchos en UPyD a los que conozco bien y de los que tengo un alto concepto: Irene Lozano (una gran ensayista), Carlos Martínez Gorriarán (un profesor valiente y competentísimo que se enfrentó en Basta Ya a ETA y a sus corifeos) o David Ortega (un catedrático joven y honrado que se bate el cobre en el Ayuntamiento de Madrid). 

Me da la impresión de que son políticos que molestan porque intentan salirse del circuito profesional. La intervención de Cantó en la defensa de la Iniciativa Legislativa Popular para declarar los toros bien de interés cultural fue espléndida pero, por razones sospechosas, se entresacó una frase que le atribuía poco menos que desprecio a los animales cuando su discurso era correctísimo desde el punto de vista antropológico, legal y cultural.


Con la lluvia de mierda que está cayendo sobre este país y que afecta a todos -titulares de altas magistraturas, miembros del Gobierno y de la oposición, ediles y diputados autonómicos-, la indignación ante el error de Cantó suena a impostada y sobrecoge la capacidad de infinito cinismo para ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. Si todos los que acusan con saña a Cantó pidiesen perdón con la humildad y reiteración con la que lo ha hecho el valenciano, este país sería distinto. Porque uno de los defectos más generalizados en la clase política es la soberbia jupiterina, la prepotencia y el desprecio a los ciudadanos.

Les ocurre lo que decía San Francisco de Sales que “es común que quienes se perdonan demasiado son más rigurosos con los demás”. Exactamente: todos esos profesionales de la política, ya añosos en los cargos, llevan años perdonándose a sí mismos y a sus compinches y, en cambio, son incapaces de hacerlo a un hombre que, errado pero humilde, pide un sincero perdón. Quizás el caso Cantó ilustre bien sobre la villanía en la vida pública española. 

Fuente: Jose Antonio Zarzalejos en el CONFIDENCIAL

jueves, 28 de febrero de 2013

Inquietante y devastadora renuncia de Ratzinger

 



La falta de 'vigor' físico y espiritual la ha transformado Benedicto XVI en una enorme fortaleza. Porque, al no poder hacer frente a lo que él ha denominado “suciedades de la Iglesia” -le angustiaban-, las ha dejado al descubierto con su renuncia. 

El anterior parece ser un diagnóstico ampliamente compartido sobre la significación de la abdicación del Papa que rompe una tradición de más de cinco siglos en la Iglesia católica. El “pastor rodeado de lobos”, según feliz metáfora del Corriere della Sera, ha ganado terreno hasta en la intelectualidad agnóstica y descreída.

El artículo de Mario Vargas Llosa (“El hombre que estorbaba”) y el de Paolo Flores d´Arcais (“Un lugar para un papa emérito”), ambos publicados en el diario El País, rezuman admiración por el Pontífice dimisionario. Los dos intelectuales, de confesada increencia, se felicitan de que Ratzinger haya abordado la pederastia -autores y encubridores, hayan sido sacerdotes o prelados- hasta donde sus fuerzas se lo han permitido y, al mismo tiempo, han subrayado el arrojo del Sumo Pontífice al imponer las cuentas claras en el IOR vaticano pese a las zancadillas de una parte de la curia, que no le ha sido ni colaborada ni fiel.  

Sin embargo, que la decisión de Benedicto XVI haya sido la de renunciar para desembozar a los corruptos, a los insidiosos y a los delincuentes, no deja de ser alarmante para la comunidad católica, pero también para el mundo. La Iglesia ha sido la gran civilizadora de Occidente, el mejor vehículo cultural de los siglos oscuros medievales, la suministradora de valores morales transmutados en laicos en las sociedades modernas, la referencia de la trascendencia del hombre y la representación constante de una idea de Dios. 

Que Joseph Ratzinger decline por su magistratura por ancianidad es una tragedia, no por el hecho en sí -tan humano, tan lúcido y tan generoso- cuanto porque sus ojos cansados y su pulso tembloroso no han podido soportar tanta basura acumulada que a él ha debido parecerle tan insufrible y maloliente.

Escribe Vargas Llosa esto tan terrible: “La decadencia y mediocrización intelectual de la Iglesia que ha puesto en evidencia la soledad de Benedicto XVI y la sensación de impotencia que parece haberlo rodeado en estos últimos años es sin duda factor primordial de su renuncia, y un inquietante atisbo de lo reñida que está nuestra época con todo lo que representa vida espiritual, preocupación por los valores éticos y vocación por la cultura  y las ideas”. 

Es verdad. Y lo es tanto que el catolicismo -más aún, la espiritualidad inmanente a lo humano- se agosta en Europa y es feraz en las áreas jóvenes del planeta a través de nuevas creencias, sectas y disidencias ante las que la Iglesia no sabe o no puede competir. 


Para el filósofo italiano Paolo Flores d´Arcais “Vatileaks, el escándalo de las filtraciones de documentos reservados, no es más que la punta del iceberg, lo que hemos podido llegar a conocer nosotros, los comunes mortales, pero Benedicto XVI ha podido abrazar por entero, en su devastadora amplitud, y el informe de los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi debe haberle dejado literalmente desolado, sobre todo porque en todas las nauseabundas intrigas que desfiguran el rostro de la Iglesia (palabras literales del Papa) está siempre metido hasta el cuello su más estrecho colaborador desde los tiempos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Tarcisio Bertone (…)”.

 Palabras estas difícilmente rebatibles porque el Pontífice antes de marcharse hoy a 'esconderse' del mundo, se ha tomado el cuidado de retirar al segundo de la Secretaría de Estado -longa manu de Bertone- enviándole de nuncio apostólico a Colombia. Ha tumbado también la presencia del único cardenal británico en el cónclave (O´Brien) y todos esperamos que a él no asista el cardenal Mahony, confeso encubridor de pederastas y recluido a la privacidad por el ordinario de Los Ángeles al que está ahora sometido.

Inquieta la renuncia del Papa porque confirma los peores temores y nos desposee de un instrumento -él mismo- para combatir los miedos que aquejan a los católicos por las “suciedades que desfiguran el rostro de la Iglesia”.

En estos tiempos de mediocridad, de desprecio intelectual, de vulgaridad y codicia, Joseph Ratzinger era un Papa luminoso, discreto, intelectual, elegante, transparente y santo. Al refugiarse del mundo sobre el que ha desempeñado su tutela moral en una clausura silente, deja una devastadora inquietud de la que nos advierten los agnósticos de alma elevada -como Vargas Llosa o Flore d´Arcais- y callan sin embargo los publicistas católicos que, tan curiales como los que han traicionado al Papa, persisten en negar las evidencias y exculpar a los delincuentes.


Benedicto XVI recuerda en estos momentos al Cristo que, látigo en mano, expulsó a los mercaderes del templo.

Pero en vez de ira divina, Ratzinger se ha retirado proyectando luz sobre la tarea de su sucesor al que van a elegir -quiera Dios que más allá de sus previsiones- algunos de los que han protagonizado el calvario de este hombre justo cuya desaparición conmueve al mundo, pero alarma y devasta los espíritus de quienes lo tengan entrenado en la detección de los enormes peligros de totalitarismo inmoral que lo amenaza al orbe.

Fuente:  José Antonio Zarzalejos en el CONFIDENCIAL

miércoles, 27 de febrero de 2013

Vuelven los ‘tambores’ sobre el rescate



 
Rajoy pierde a su mejor aliado ante Merkel y vuelven los ‘tambores’ sobre el rescate

La caída de Monti -10,5% de los votos en la Cámara de Diputados y el 9,1% en el Senado- tendrá consecuencias para España. Y más en concreto para la política exterior, que tendrá que buscar nuevos aliados para compensar la hegemonía de Alemania. El primer ministro saliente ha sido durante el último año y medio el mejor aliado de Rajoy en la Eurozona, pero el nuevo escenario político que se cierne sobre Italia en forma de ingobernabilidad amenaza con dilapidar esa estrategia de ‘geometría variable’, como la definió un alto funcionario de Moncloa. 

Los posibles pactos con Hollande, el presidente francés, se han considerado siempre puntuales, pero no tenían el carácter estratégico que en el caso de Monti. Entre otras cosas, como sostiene Ignacio Molina, analista del Real Instituto Elcano, porque “Francia juega en otra liga y su socio natural es Alemania”.

Ahora bien, Molina sostiene que la reciente historia europea ha demostrado que una estrategia conjunta de España, Francia e Italia da resultados, como sucedió en el Consejo Europeo del pasado mes de junio, que dio el primer paso para la integración bancaria europea.

En la misma línea hay que situar la cumbre sobre el crecimiento que se celebró en Roma para doblar el pulso a Alemania con el objeto de que cediera en su política de rigidez presupuestaria. Rajoy siempre ha descartado echarse en brazos de Merkel –como le sucedió a Sarkozy- por el enorme coste que tendría en la política interior, y de ahí que su obsesión desde que llegó a la Moncloa haya sido buscar socios temporales (salvo en el caso de Italia). Claro está, siempre que ello no supusiera un enfrentamiento serio con Merkel.

Lo que preocupa al Gobierno español es que la salida de Monti -“una bendición para España”- intensifique la presión sobre la deuda pública italiana, cuyo diferencial con el bono alemán se desplomó, precisamente, tras la llegada del veterano político italiano a la jefatura del Gobierno hasta situarse, incluso, por debajo de los niveles de España en lo que se denominó el ‘efecto Monti’. 


Ayer, sin embargo, la prima de riesgo italiana se acercó a la española hasta los 46 puntos básicos (394 puntos), lo que significa que esa confianza en las reformas económicas se está agotando. Al menos hasta que se despeje el panorama político. 

Este efecto contagio se demuestra en que ayer la rentabilidad del bono español a diez años se situó en el 5,37%, el nivel máximo desde noviembre de 2012.

Pero sobre todo preocupa que Italia -que tiene hacer frente este año a enormes vencimientos de su deuda pública- se vea obligada a pedir el rescate financiero por parte de la UE, lo que pondría a la economía española en el disparadero. Sobre todo teniendo en cuenta que el Gobierno de Rajoy y su ministro De Guindos siguen convencidos de que la economía puede reflotar sin necesidad de acudir a la ayuda financiera exterior. De ello llegó a presumir el presidente del Gobierno en el último debate sobre el estado de Nación.


Vencimientos de deuda
Hay que tener cuenta que el Tesoro italiano tiene que hacer frente este año a vencimientos de deuda que representan nada menos que el 31% de su PIB, mientras que en el caso de España equivalen al 23%, un porcentaje, igualmente, extremadamente elevado (por encima de Grecia, Portugal e Irlanda). 

“España necesita que a Italia le vaya bien”, subraya el analista del Instituto Elcano, toda vez que las oscilaciones de la prima de riesgo tienen que ver con situaciones políticas. O dicho en  otros términos, el diferencial con Alemania dependerá de la irreversibilidad del euro. Y desde luego no es la mejor tarjeta de visita el hecho de que los dos ganadores de las elecciones italianas, Berlusconi y Beppe Grillo, plantearan sus respectivas campañas con un brutal ataque al euro y a las políticas diseñadas por Alemania.


Al menos, sostiene Molina, el resultado de los comicios puede provocar que Alemania “se asuste” -y no sólo en el plano económico, sino también en el político a cuenta del nacimiento de movimientos populistas- y eso ayude a flexibilizar su posición sobre el ajuste fiscal, sobre todo en un contexto macroeconómico como el actual, en medio de una recesión. 

No hay que olvidar, en todo caso, que Italia no tiene problemas tan acuciantes como España en términos de déficit público. Las previsiones que acaba de dar a conocer la Comisión Europea, de hecho, estiman que este año se cerrará con un desequilibrio fiscal  equivalente al 2,1% del PIB (la tercera parte que el español), lo que da más tiempo a las fuerzas políticas para negociar sin necesidad de aprobar ajustes urgentes. Otra cosa es que Alemania apriete para aprobar un paquete de reformas que saquen al país de la recesión. Sobre todo si las agencias de calificación, en vista de que no se hacen reformas, rebajan la nota de Italia, lo que tendría un efecto dominó sobre el conjunto de la Eurozona.

En este contexto, se considera probable que Berlusconi esté en condiciones de ayudar a sostener un hipotético Gobierno de Bersani -el líder del centro-izquierda- a cambio de inmunidad en relación a sus innumerables procesos judiciales. 

En ese caso, el Gobierno de Rajoy debería recuperar la alianza con Italia, sumando en el empeño a Polonia, un país que tiene mucho en común con España pero que inexplicablemente ha quedado ausente en los últimos años de la política exterior nacional (salvo en la época de Aznar).
   
Esta recomposición de la política de alianzas, de hecho, ya puede estar en marcha. Cuatro Estados miembros de la Unión Europea (España, Italia, Polonia y Suecia) han encargado a diferentes think-tanks de sus respectivos países la redacción de un documento informal titulado Estrategia Global Europea que debe estar terminado en mayo de 2013. El ministro De Guindos lo definió ayer de forma precisa: “Lo que es bueno para Italia, es bueno para España”.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

martes, 26 de febrero de 2013

Los partidos no sirven; debemos explorar otras formas más valientes"

 

Stéphane Hessel, autor de 'Indignaos', ha impulsado un nueva formación política en Francia.


Subversivo, agitador de masas y tan oportuno como un genio del marketing político. Stéphane Hessel, el autor de ‘Indignaos’ (Destino) o, lo que es lo mismo, del ensayo totémico que ha dado nombre a los impulsores de una revolución silenciosa en varios puntos del planeta, ha vuelto otra vez a la carga. Ya no hay tiempo para más diagnósticos sobre la situación socio-política, hay que pasar a la acción: “Indignarse sí, pero para construir algo nuevo con otros formatos de representación colectiva”, al margen de los partidos políticos tradicionales.

El nonagenario eligió un debate organizado por el semanario francés Le Nouvel Observateur para lanzar su última proclama política. El escenario no fue casual: la presentación del último ensayo del europarlamentario Daniel Cohn-Bendit, cuyo título, Cómo acabar con los partidos políticos, ya lo dice todo. El convulso contexto electoral que vive Europa tampoco es casual. Y es que el elevado apoyo social al Movimiento Cinco Estrellas liderado por Beppe Grillo en Italia, a Syriza en Grecia, al Best Party en Islandia o al UK Independence Party en Inglaterra está sacudiendo de abajo hacia arriba todos los esquemas en los que se sustentaba la política institucional. En España la réplica más cercana a estos movimientos ciudadanos es el Partido X, una formación a la que se ha presentado como heredera del 15-M. 



Para Hessel no se trata de “populismo”, ni mucho menos de “antipolítica” como algunos de los analistas políticos más mediáticos han definido a estas incipientes formaciones surgidas desde la ciudadanía. Él lo ha llamado “reformismo subversivo”. A lo que se refiere este padre de la Declaración Universal de Derechos Humanos con este concepto no es más que a la clásica estrategia del Caballo de Troya: irrumpir en las instituciones para transformarlas desde dentro.

El impulsor de ‘Roosevelt 2012’, ¿más antipolítica?

La fórmula que él mismo está liderando en Francia lleva el nombre de Roosevelt 2012. Con cerca de 100.000 simpatizantes en estos momentos, su principal objetivo consiste en “contribuir a formar un pujante movimiento ciudadano, una insurrección de las conciencias que sirva para gestar una nueva política a la altura de las circunstancias”. Hasta ahora solo se ha consensuado un manifiesto en Internet, mientras que los grupos de apoyo distribuidos por toda la geografía francesa tratan de preparar el terreno para implantar lo que ellos llaman “las decisiones subversivas y valientes”.Debemos renunciar a las intimidaciones de quien dice que si se plantean alternativas se pondrá en riesgo a Europa

Para poner en marcha el ‘reformismo subversivo’ “hay que renunciar a las intimidaciones de quien dice que si plantean alternativas se pondrá en riesgo a Europa o a la democracia. El peligro solo surge cuando no se pueden cuestionar las tesis de Milton Friedman (teórico neoliberal) haciéndonos creer que no tenemos la opción de gestionarnos de otra forma”, apunta Hessel. En este punto, recurre al argumento central del último ensayo del economista René Passet, Las grandes representaciones del mundo y la economía (Clave Intelectual), quien en una reciente entrevista con El Confidencial comparó el neoliberalismo con las religiones por tratarse de dogmas y actos de fe.

La responsabilidad cómplice de los partidos tradicionales

No hay duda, según Hessel, de que vivimos en un sistema criminal. “La lección que debemos sacar de este drama, es que no debamos permitir que el sistema económico y financiero siga sin dar respuesta a las necesidades más básicas de la gente”. Una situación de la que responsabiliza indirectamente a los partidos políticos que hasta ahora se han encargado de gestionar la vida pública. “Lo que le reprocho a las formaciones tradicionales es que han estado siempre ensimismadas y cerradas sobre sí mismas. No miran hacia el futuro. Los partidos solo se preocupan de ellos y su visión se reduce a un ámbito nacional. No creo que puedan servir para buscar el bien común, por lo que debemos explorar otras formas de gestión política”, añade Hessel.Queremos formar un pujante movimiento ciudadano que sirva para gestar una nueva política.


La cuestión se centra, dice el político y exdiplomático, “en saber en qué fuerzas hay que apoyarse para superar la crisis de confianza en la política que sufren nuestras sociedades contemporáneas”. Una vez más, Hessel deja claro que no se trata de la antipolítica, sino de todo lo contrario, de recuperar la política desde abajo y con la participación de la ciudadanía para salir adelante: “Sin política la humanidad no podrá seguir progresando”.

Finalmente, y como redactor de la Carta de Derechos Humanos que fue, Hessel no puede evitar recurrir a ciertos principios fundamentales vilipendiados hoy en día y por los que “la ciudadanía de todo el mundo tiene que luchar junta”. En este sentido apela a las ONG y a los movimientos sociales como la última esperanza: “Su capacidad de intervención para cambiar las cosas es formidable, principalmente porque no dependen de los gobiernos nacionales”.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

LOS ENANOS DEL REY




Todo el mundo en política lo acepta así y, aunque no se trate de ninguna norma escrita, a nadie le cabe la menor duda de que el poder consiste en el control de la agenda política

Un Gobierno tiene que saber que el amanecer de cada día es, exactamente, como lo espera, que un vendaval de acontecimientos imprevistos no va a levantar un torbellino de papeles en los despachos. Porque cuando eso ocurre, cuando un Gobierno pierde el control de la agenda, ya presiente, sin necesidad de que ningún indicador más se lo confirme, que el final se acerca irremediable. 

Aunque esta máxima siempre se le ha aplicado al poder político, quizá porque, a diferencia de otros poderes del Estado, está más expuesto a las convulsiones que se presentan cada día, no es descabellado pensar que ese mismo virus es el que afecta desde hace un tiempo a la propia Corona de España. Se trata, sencillamente, de pensar que el mal mayor que afecta estos días a la monarquía es que ha perdido el control de la agenda política, algo que, con esta intensidad, no le había sucedido desde que asumió el reinado tras el túnel de la dictadura. 


Don Juan Carlos no gobierna los acontecimientos, el entorno lo ha desbordado y cada día está expuesto a que un vendaval entre por su ventana y remueva todos los papeles de su mesa de despacho. Desde Urdangarín hasta Corinna, desde Rafael Spottorno hasta García Revenga, el entorno del Rey se ha espesado hasta crear un barro difícil por el que es imposible caminar con acierto.

 Se ha sublevado el entorno, ha desbocado la agenda real, y ya no hay mañana sin que don Juan Carlos pueda temerse un revés en los periódicos, un sapo nuevo que tragarse a sabiendas de que será imposible la digestión. Por eso ahora, llegados a este estado de cosas, lo fundamental para don Juan Carlos es el reconocimiento de esta realidad y atajarla, sin detenerse en las excusas que irán ofreciéndole a cada instante; pasar por encima de las exculpaciones para comprender al fin que si hoy la monarquía se tambalea no es por oscuras conspiraciones republicanas, sino por el cúmulo de despropósitos de su entorno.

 Es en la descoordinación de quienes le asesoran, es en la vanidad de quienes se sientan en su mesa, es en la avaricia de quienes han usado su nombre para hacer fortuna a donde tiene que dirigir su mirada el monarca, porque es ahí, sólo ahí, donde está el origen de todos sus males. Sin obviar, además, que en cada uno de esos frentes hay un porcentaje de responsabilidad del propio don Juan Carlos.



De la cadena de acontecimientos vividos en los últimos días, podríamos fijarnos en el más cercano, la tormenta que se desató el viernes cuando José Antonio Zarzalejos desveló en El Confidencial que la posibilidad de una abdicación de don Juan Carlos a favor de su hijo, el príncipe Felipe, ya se contemplaba en la Casa Real, ya la meditaba el propio Rey como una hipótesis probable para ofrecer a la ciudadanía el impulso de regeneración institucional que precisa la Corona.

Es evidente, como reseñaba el propio Zarzalejos, que una decisión así tendría que realizarse en un momento de ‘serenidad ambiental’ que no convirtiera el gesto en una derrota, que no hiciera de la abdicación una claudicación. El momento, en definitiva, lo elegiría el propio don Juan Carlos con el acierto demostrado en todos estos años para elegir las palabras exactas en el acto oportuno. Que aquella crónica haya derivado en una cadena de desmentidos oficiales, sólo puede ofrecernos una muestra clara de la desorientación de la que antes se hablaba, del atropello de acontecimientos que ha desbordado la agenda del Rey. 


Quiere decirse, en suma, que lo único extraño, lo único inquietante, sería que este trasladara a los españoles que, ocurra lo que ocurra, pase lo que pase, aunque las lesiones físicas sigan castigándolo como ahora, nunca va a renunciar a favor de su hijo. ¿Cómo escandalizarse por lo contrario, si ese gesto, desprovisto de cualquier oportunismo de arribistas y dinamiteros que utilizan toda excusa para zarandear a la Corona, sólo puede entenderse como un gesto de normalidad, que ha sido la principal virtud de don Juan Carlos como rey de España? Lo que se espera de él es que reconozca su entorno, que mire a su alrededor, que se vuelva hacia sí mismo, y sepa hacer un análisis acertado de la realidad. Tan absurdo es pensar en una abdicación que ponga en crisis la Corona como en un reinado vitalicio per se, como los monarcas de hace cuatro siglos. 

¿La hipótesis de la abdicación? Lo alarmante sería lo contrario, que ni se contemplara. Con la misma normalidad con la que don Juan de Borbón asumió, en su día, el paso atrás que tenía que dar para conseguir que la monarquía fuera una realidad en la España democrática.


Pasados los años, en 1985, a don Juan de Borbón le preguntaron por aquella renuncia suya, en una entrevista en la revista Tiempo. Y dijo don Juan, distanciándose de sí mismo: “Lo que yo creo es que los hombres somos instrumentos de la historia. Que las corrientes históricas se imponen de todos modos”. La primera parte de la afirmación nos habla sólo de la modestia, de la entrega de una persona al país que ama.

Lo fundamental de la sentencia está en la segunda parte, en la certeza de que las corrientes históricas se imponen de todos modos. Don Juan Carlos, que lo sabe bien porque lo ha vivido como nadie, tiene que volver a gobernar su tiempo en la historia. Porque no es este un tiempo de enanos.

Javier Caravallo en EL CONFIDENCIAL