En una entrevista plana, de guante blanco, que pasó por alto los asuntos más espinosos que han minado a lo largo del último año la credibilidad de la Corona, el Rey envió anoche otro recado a Artur Mas en
TVE, al condenar la "intransigencia" y las "políticas rupturistas". El
monarca no lo citó por su nombre, pero el mensaje iba inequívocamente
dirigido al presidente de la Generalitat y su desafío soberanista.
Ése fue prácticamente el único titular que Jesús Hermida logró arrancar a don Juan Carlos en los 20 minutos de conversación enlatada
que ambos mantuvieron el pasado 27 de diciembre en el despacho del jefe
del Estado en el palacio de La Zarzuela, y que TVE emitió anoche con
motivo del 75 cumpleaños del monarca. El veterano periodista tampoco
pretendió ir más allá: la Casa del Rey y la televisión pública habían pactado previamente todos los detalles de la entrevista, y ésta resultó tan encorsetada que no dejó el menor resquicio a la sorpresa.
Hermida, con su peculiar estilo, un tanto engolado, trató de adornarse en las preguntas. Pero el Rey se mostró gris y anodino en casi todas sus respuestas,
salvo cuando, sin ocultar sus emociones, se refirió a su padre y su
hijo: ahí asomó el personaje cercano que durante sus más de 37 años de
reinado ha elevado el manoseado estereotipo de la campechanía a la categoría de seña de identidad de la Corona.
Al recordarle el periodista que durante el funeral de don Juan de Borbón estuvo "al borde de las lágrimas", el monarca le corrigió: "Fueron lagrimones de verdad,
porque te dabas cuenta de que se te había ido el padre, el que te ha
enseñado, el que te ha guiado de pequeño, el que te ha dicho qué hacer y
por dónde ir en la vida, el amigo (...). Se me ha quedado muy grabado
la parte humana que tenía mi padre, yo creo que no bastante reconocida o
conocida por la gente, a pesar de los libros que se han escrito. Una
persona que no pensaba más que en España y a mí me trasladó este amor y
esa lealtad a España. Y me dijo siempre: 'Tienes que acordarte de ser
Rey de todos los españoles".
Con Felipe de Borbón, el heredero, tampoco escatimó los elogios. "El Príncipe, aparte de que como hijo es una bendición del cielo y
una persona encantadora, como hombre es de una gran honestidad
intelectual, muy preparado, muy trabajador; y luego es muy leal, muy
leal sobre todo a mí. Por supuesto hablamos mucho, comentamos muchas
cosas, y me ayuda. Yo diría que de los Príncipes de Asturias de la
historia de España, está mal decirlo, pero presumo de hijo, creo que es
el mejor preparado que ha habido. O sea, que podemos tener confianza,
seguridad y, sobre todo, sabemos que tenemos ahí a alguien preparado".
Entrevista 'cortesana'
En una entrevista tan medida y cortesana -la tercera que el jefe del Estado ofrece a una cadena de televisión- no cabían las preguntas comprometidas.
Por eso se orilló un asunto oficialmente etiquetado como tabú pero que
está en boca de muchos ciudadanos: su posible abdicación. Sin embargo,
el Rey sí dijo entre líneas que, pese al evidente desgaste físico de una
vida intensa -muy visible anoche en su rostro abotargado-, no piensa
renunciar al trono. "Me encuentro en buena forma, con energía y, sobre
todo, con ilusión para seguir adelante y afrontar los retos que tenemos
por delante", aseguró. Si fue sincero, el Príncipe tendrá que esperar.
Algunos silencios resultaron muy elocuentes. Estaba escrito en el guión que el nombre de su yerno, Iñaki Urdangarín,
permanecería oculto bajo siete llaves. Pero sorprendió que la Reina
corriera la misma suerte. El Rey no citó ni una sola vez a doña Sofía, su compañera de viaje durante los últimos 50 años, certificando así la ruptura de facto de una relación marchitada en lo personal y ya solo sustentada en el pilar institucional. Menos llamativo fue, tal vez, que también olvidara a la Princesa de Asturias, Letizia Ortiz, de la que también permanece muy distanciado.
Hermida no hurgó en las heridas del caso Urdangarín,
de sus correrías en Botsuana o del desplome de la confianza ciudadana
en la Corona. Pero también renunció a abordar de forma incisiva
cuestiones de actualidad como la crisis económica; en lugar de eso,
prefirió plantear a su entrevistado preguntas tan blandas y
amables como ésta: "De todo lo que ocurre en España hoy, ¿qué es lo que
más le preocupa o, incluso, quizá, me atrevo a decir, le duele?". El
monarca, muy previsible, optó por refugiarse en lugares comunes: "Alguna
de las cosas que más pueden preocupar, y que está en la mente de muchos
españoles, es la falta de trabajo, que lleva a que millones de familias
no puedan vivir con dignidad, y eso hace que los jóvenes tengan que
salir fuera de España a buscar trabajo. A mí me duele muchísimo".
Fue entonces cuando lanzó su dardo al president
Mas. "Aparte del trabajo, veo las intransigencias que conllevan
maximalismos, y a lo mejor políticas que no nos convienen mucho, que son
políticas rupturistas. Creo que en estos momentos a España no le conviene nada;
conviene unidad y que estemos todos unidos a un futuro y a una idea".
Era la segunda vez en apenas cuatro meses que el Rey expresaba
públicamente su preocupación por la deriva independentista catalana. El
pasado mes de septiembre, días después de la multitudinaria
manifestación de la Diada, ya advirtió desde la web de La Zarzuela: "Lo
peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones,
perseguir quimeras, ahondar heridas".
Fuente: EL CONFIDENCIAL
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