domingo, 13 de enero de 2013

El problema de la abdicación









Muchos coinciden en que la abdicación del rey debería producirse este año 2013 en que la crisis económica parece haber tocado fondo y no hay contiendas electorales. Pero el rey no quiere dejar el trono en estos momentos en que más baja está su popularidad, suspendiendo incluso en la encuesta del CIS. 


Solo dos personas se salvan con nota de la mala imagen de la monarquía. La reina Sofía, que siempre ha estado donde tenía que estar y ha cumplido «como una gran profesional» (palabras del rey) su papel de reina, esposa, madre y abuela, y el príncipe Felipe, al que se le ve cada vez más puesto en su cargo y que según el rey es «el Príncipe de Asturias mejor preparado de la historia».

 
¿Dónde está el problema? En el rey, quien tras 37 años de reinado no está dispuesto a abdicar y que a pesar de andar con muletas e ir de hospital en hospital, dice que «me encuentro divinamente» y con «ilusión» para continuar su tarea, a sus 75 años.
 

El día de la Pascua Militar la imagen del rey con muletas y la entrevista del viernes por la noche con Jesús Hermida, daban lugar a pocas dudas: el rey ya no está a la altura de sus fuerzas físicas de poder seguir llevando el timón del Estado. Entre los años 2011 y 2012 ha sufrido una operación en su rodilla izquierda, fue intervenido en el tendón de Aquiles y finalmente fue operado de una fractura de cadera ocurrida en Botsuana de la que no se acaba de reponer. Asimismo fue intervenido por un enfisema (tumor) pulmonar en Barcelona.

Junto a esta situación de debilidad física, caben destacar el conflicto con su yerno Urdangarin, el problema más grave de todos. Lo apartó de la Casa del Rey, pero reapareció y lo visitó en la clínica el pasado mes de diciembre. Algunos hablarán de su prestigio en Iberoamérica, porque cayó bien en España la frase al presidente venezolano Chávez „«¡por qué no te callas!»„ pero que no gustó en otros países americanos y hoy vivimos la debilidad española en la zona con las nacionalizaciones de nuestras empresas.

 
El rey dejó de ser intocable para el mundo de la prensa tras el accidente en Botsuana y empezó a airearse su relación con la alemana Corinna Larssen, con el agravante en esta ocasión de que ha sido humillada la reina Sofía y de que Larssen aparece como un personaje más de la corte real, que hace y deshace, teniendo la reina que sufrir desplantes del rey y siendo ninguneada, como ocurrió en la entrevista con Hermida.


 ¿Dónde está aquella frase de «a la reina y a mí nos llena de orgullo y satisfacción?»? Ya no la pronuncia: la reina solo aparece en actos oficiales, y es como un objeto decorativo.

 
Junto a todo eso, después de 34 años de haberse aprobado la Constitución, todavía no se ha desarrollado la Ley Orgánica sobre la monarquía que establezca el papel del Príncipe de Asturias en ausencia del rey, y regulara también las funciones y protocolos del eey tras su abdicación, entre otras cosas. 


En la Constitución, el rey está por encima del bien y del mal, no se le puede imputar en nada, pero en cambio el Príncipe de Asturias es menos que un diputado porque no es ni aforado.

 
La única frase de contenido político que dijo el rey en la entrevista en TVE es que hace falta «vertebrar el Estado», es decir una reforma constitucional que contemple una nueva estructura del Estado, donde haya un reparto más justo de las cargas fiscales, se supriman muchos organismos que solo han servido para enchufar clientelas familiares y políticas, y para que no sea solo la mitad de la población la que produce para la otra mitad que consume y que no están en la economía productiva. 


Para llevar a cabo esta reforma se necesita que en la Jefatura del Estado haya un rey con prestigio y autoridad, limpio de polvo y paja, y la auctoritas se obtiene con el prestigio personal y no con títulos.

 
De la misma manera que hay autoridades en las distintas materias, el rey ha de ser una autoridad en política de Estado y limpio en su vida privada y pública, pues una monarquía hoy ya no es como en el siglo XX, cuando se pasaban por alto determinadas acciones reales. 


Hoy las monarquías, y la española entre ellas, son miradas con lupa, y el pueblo exige de ellas que sean ejemplares en todo, en sus negocios, en su vida familiar y en su vida personal, y deberían tomar nota quienes quieran conservar cara al futuro esta institución tan antigua. Los nuevos fichajes de Zarzuela „Rafael Spottorno y Javier Ayuso„ ya pueden espabilar. 


La Monarquía de España se juega la segunda restauración: la primera fue con la subida al trono de Alfonso XII tras la abdicación de Isabel II, y la segunda la reinstauración de Juan Carlos I después de una república, una sangrienta guerra civil y 40 años de dictadura.

Fuente:  Salvador Aragonés en http://www.levante-emv.com


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