Según
una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para los
españoles la clase política es el tercer problema más importante en
este momento. El descontento con la clase política supera la inmigración
y el terrorismo de ETA.
La
principal preocupación de los ciudadanos sigue siendo el paro, según
indica el 81,8 % de los encuestados. Es segundo asunto es el económico,
según el 47,8% y el tercero, la clase política, el (16,8%).
Hasta
hace un mes, este nuevo indicador se situaba en el quinto lugar, por
detrás del paro, de los problemas económicos, del terrorismo de ETA y de
la inmigración.
Por otro lado, la preocupación por el paro ha
aumentado en los últimos meses, aunque en febrero registra un descenso
de 0,8 puntos hasta situarse en el 81,8%. Aunque sigue siendo el primer
problema para cuatro de cada cinco españoles.
El descontento con
la clase política supera la inmigración y el terrorismo de ETA, cuya
preocupación ha caído más de cinco puntos en el último mes. El sexto
problema es la vivienda.
La sensación ciudadana refleja que la
situación económica no mejorará en los próximos meses. El 78 por ciento
de los encuestados considera que la coyuntura actual es "mala o muy
mala" frente a un 21,4 que la califica de "buena o muy buena". Las
encuestas reflejan que los españoles piensan que la situación económica
empeorará en los próximos meses, (un 29,1%), el 22,6% asegura que la
situación mejorará, y el 38,3% opina que la situación en unos meses será
igual.
Sobre la situación política, el 57,4% la juzga como “mala o
muy mala”, el 33,7% como “buena o muy buena·. Pero lo que se ve es que
la mayoría de la población tiene poca o ninguna esperanza en una mejora
de futuro. Un 13,6 por ciento espera que prospere y un 20,8 por ciento
piensa que irá a peor.
Luis Sánchez de Movellán es Director de la Vniversitas Senioribvs CEU.
Por Luis Sánchez Movellán
"La
casta política española es antipatriota, porque esconde su propio
pecado en la generación y desarrollo de la crisis actual. La postura de
resignación de la clase política hispánica es vergonzosa y no explica
cual ha sido su parte de culpa en el paro de seis millones de
compatriotas o allegados, en la quiebra parcial del sistema financiero y
en el mantenimiento de un sector público momificado que no puede hacer
frente a sus compromisos de pago".
Frente a la profunda y
estructural crisis que padecemos, los partidos políticos están actuando
como si el asunto no fuera con ellos. La casta política española ha
desarrollado, durante todo el período de la II Restauración, un interés
meramente particular, sostenido por toda una red clientelar y de
corrupción, que se sitúa por encima y al margen del bien común de la
nación.
Los políticos españoles son los principales responsables de la
llamada burbuja inmobiliaria, de la quiebra de las cajas de ahorro, de
la fantasmagoría de las energías renovables y de la compulsión
constructora de infraestructuras innecesarias. Todos estos desmanes han
conducido a España al abismo del rescate europeo, del cual intenta
zafarse nuestra clase política porque les obliga a hacer reformas a
fondo que erosionan su interés meramente egoísta y particular.
La
creación del sistema político durante la Transición no fue inocente. Los
políticos de la época postfranquista conformaron un sistema que dio
lugar a la casta política tal como hoy la vemos y padecemos. Para ello,
adoptaron dos medidas fundamentales que dinamitaron la estructura
jurídico-política de España: la primera, construir un sistema electoral
proporcional corregido, con listas electorales cerradas y bloqueadas; y
la segunda, fue descentralizar fuertemente el Estado, adoptando la
versión esperpéntica del “café para todos” para abrir las puertas al
nefando Estado de las Autonomías.
Lo que en un principio pareció
más o menos razonable, muy pronto devino en una orgía de despropósitos
que dio lugar a la aparición de una clase política fuertemente
profesionalizada muy distinta a la que había protagonizado la
Transición. Igualmente la descentralización del Estado, que comenzó a
principios de la década de los 80 del pasado siglo, fue mucho más allá
de lo que cualquier teórico de la política pudiera imaginar. Y el poder
dentro de los partidos políticos también sufrió una fuerte
descentralización, todavía más rápida que la de las Administraciones
Públicas, dando lugar a la aparición de las baronías territoriales que
se convirtieron en los hacedores de reyes de sus respectivos partidos. Y
ya, por último, la casta política se ha dedicado a colonizar ámbitos
ajenos a la política, provocando una fuerte politización de los mismos
que han acabado con su independencia y provocado una creciente
deslegitimación de las instituciones y un profundo deterioro de nuestro
sistema político.
La clase política española no se ha
constituido como un grupo de intereses particulares, sino que se ha
conformado como una auténtica élite esquilmadora de la nación. Y ello,
lo ha logrado a través de un sistema de captura rentista que permite,
sin crear nueva riqueza, detraer rentas de la mayoría de la población en
su propio beneficio. Igualmente, ha adquirido un poder que le permite
condicionar y bloquear el funcionamiento de una sociedad abierta, en el
sentido popperiano. Y, por último, esta élite insaciable combate la
llamada “destrucción creativa” que caracteriza al capitalismo más
dinámico, es decir, anquilosa al propio sistema de economía de libre
mercado.
La casta política española es antipatriota, porque
esconde su propio pecado en la generación y desarrollo de la crisis
actual. La postura de resignación de la clase política hispánica es
vergonzosa y no explica cual ha sido su parte de culpa en el paro de
seis millones de compatriotas o allegados, en la quiebra parcial del
sistema financiero y en el mantenimiento de un sector público momificado
que no puede hacer frente a sus compromisos de pago.
La crisis ha
acentuado el conflicto entre los intereses particulares de la clase
política española y el bien común de España. Las reformas estructurales
para permanecer en el euro chocan frontalmente con los mecanismos de
saqueo de la casta política. La infinita desgana con la que se está
abordando el proceso de reformas nos muestra las consecuencias que el
reformismo producirá a la clase política en su sistema de captura de
rentas. Es decir, y hablando claro, la casta política está “mareando la
perdiz” con la esperanza de que la tempestad amaine por sí misma para
que al final no haya que cambiar nada esencial. Como este escenario
parece poco probable, tarde o temprano (más bien temprano), la clase
política española se enfrentará al dilema de aplicar las reformas en
serio o abandonar el euro.
La confusión inducida entre reformas y
recortes tiene el efecto perverso de intoxicar a la población para crear
el caldo de cultivo necesario para, cuando la coyuntura sea propicia,
presentar una salida del euro como una defensa de la soberanía nacional
frente a una intromisión exterior que impone recortes drásticos al
Estado del Bienestar patrio.
El desprestigio de la clase política
española, como muestran los sondeos, una y otra vez, es inmenso.
Tendríamos que cambiar de sistema, no sólo electoral sino también
jurídico-político, con el objetivo de conseguir una clase política
moderna y funcional, más adecuada a las necesidades de España. En
definitiva, sin cambiar a una clase política disfuncional no puede
abordarse un programa reformista ambicioso.
El pasado viernes el BOE publicaba una disposición
en la que se anuncian subvenciones por valor de 900.000 euros para las
actividades de cooperación que realicen fundaciones de partidos políticos. Una
convocatoria exclusiva, por la que estas mismas fundaciones se embolsaron el año pasado 2,2
millones de euros.
Para ser más concretos, una convocatoria que en 2011 otorgó
1 millón de euros a la Fundación FAES
(del Partido Popular) y 975.000 euros a la Fundación Ideas (del PSOE). El resto de partidos reciben cantidades marginales, entre otras cosas porque la
valoración de los proyectos está directamente vinculada al número de escaños en
el Congreso y el Senado.
Algunos (como eldiario.es)
han visto en esta jugada un mecanismo de financiación directa de los
dos grandes partidos políticos con recursos de la cooperación,
precisamente ahora que la ayuda está cayendo a plomo. Francamente,
encuentro pocas razones para pensar lo contrario.
En primer lugar, existe un importante agravio comparativo. El conjunto de universidades
e instituciones españolas que hacen investigación en el campo de la cooperación
y el desarrollo recibieron en 2011 -a través de la llamada Convocatoria Abierta
y Permanente- un total de 3 millones de euros para financiar 40 proyectos. El
hecho de que dos think tanks hayan recibido de manera exclusiva una cantidad
ligeramente inferior a esta llama mucho la atención. Más aún cuando los fondos que ahora
se publicitan deben estar gastados antes de fin de año.
Pero las alarmas se disparan cuando uno echa un vistazo a
las actividades que justificaron el pasado año estas subvenciones. Junto con
una miríada de iniciativas de “formación, consolidación y difusión del sistema
democrático” en países tan exóticos como Chile y Uruguay, la Fundación Ideas se
gastó en 2011 más de 430.000 euros en jornadas, encuentros, visitas y
coloquios.
Supongo que estos conceptos se refieren al desfile de gurúes del
progreso global (como Stiglitz o Sachs) que Ideas organiza en España de cuando
en cuando para lucimiento de sus directivos. Y ya. Porque, de acuerdo con su Memoria,
la agenda de publicaciones de 2011 en este campo se reduce a un informe sobre
desarrollo en África y a un documento de trabajo sobre política industrial en
este mismo continente. Mucho más ‘tank’ que ‘think’.
Con todo y con eso, Ideas es una verdadera fábrica de
propuestas contra la pobreza cuando se la compara con la Fundación FAES
(recuerden: 1.019.920 euros en 2011). En este caso la intensa actividad de
“Promoción de la libertad y la democracia” en regiones ignotas se compatibiliza
con 255.000 eurejos para –atención- la “Divulgación de los valores de la
cooperación internacional en los países donantes”.
Salvo que esta divulgación
se haya realizado de incógnito, resulta difícil explicar en qué se ha gastado
ese dinero. Además de una visita de un funcionario británico del Ministerio de
Desarrollo, la única actividad destacada en su Memoria es
un seminario sobre “España y la Cooperación Internacional” en febrero del
pasado año. Dos horas para una discusión entre cuadros del Partido Popular y
algún invitado externo.
Eso sí, FAES tiene una publicación relevante sobre la
materia: la traducción al castellano de la diatriba anticooperación de Dambisa
Moyo, “Cuando la ayuda es un problema”. Si esta es la “divulgación”, casi es
preferible no ser divulgados.
Para ser claros, no creo que haya ningún problema con la
participación de las fundaciones políticas en este ámbito, más bien al
contrario. Como ha demostrado de manera trágica el reciente debate
presupuestario, la mayoría de los políticos españoles padece un
desconocimiento alarmante de las políticas de desarrollo y de la importancia de
la cooperación internacional en la estrategia exterior de un país.
Ideas y FAES
han desplegado una iniciativa notable en otros aspectos de las relaciones
internacionales y sería estupendo que pusiesen sus capacidades al servicio de
un debate público de calidad sobre España y el desarrollo.
Lo verdaderamente inquietante es que los gobiernos del PP y
el PSOE apoyen generosamente a sus propios think tanks cuando el resto de
instituciones que hacen investigación y comunicación política en este sector se
encuentran contra las cuerdas. España ha construido con muchas
dificultades una red de centros (think tanks, ONG y universidades) que
investigan, publican y proponen cada año buenas ideas para mejorar el
conocimiento del desarrollo y las políticas públicas y privadas en este ámbito.
Si quieren trabajar en este ámbito, las
fundaciones políticas deberían competir en igualdad de condiciones con los
demás centros, de acuerdo a sus méritos y a sus proyectos. Todo lo demás es un trato de privilegio y una
financiación encubierta de los grandes partidos.
Por: Gonzalo Fanjul| 04 de
octubre de
2012 blogs. ElPais.com
*Juan Vicente Santacreu es el presidente de la Plataforma Masby
Creo
que estamos todos de acuerdo que a los borregos hay que esquilarlos una
vez al año y con el dinero que se obtiene al vender su lana, se pueden
mantener las infraestructuras del redil y también algo de pienso para
alimentarlos.
Esto lo tienen muy claro los pastores y por eso
siempre que necesitan algo de dinero les pasan la máquina “cortalanas” a
los borregos y solucionado. Nunca en toda la historia fue tan fácil
sacar dinero, máxime con los borregos hispánicos que son dóciles y se
dejan.
Como el rebaño español es muy grande y difícil de
controlar, los pastores decidieron hace tiempo sepáralos en distintas
cuadras resaltando pequeñas diferencias entre ellos y así convencerlos
que son distintas razas.
Esto es simplemente “marketing social
aplicado”, ya que mientras las distintas “razas” se entretienen entre
ellas con enfrentamientos triviales, –y también tribales- los pastores
aprovechan sutilmente para esquilarlos.
Pero los pastores deben de
ir con cuidado en no pasarse con la trasquilada y deben dejar algo de
lana en el pellejo del borrego para que en tiempos fríos no se mueran,
porque eso sería matar a la gallina de los huevos de oro.
El
problema de los pastores que tenemos en España es que no tienen ni puta
idea y jamás han trabajado en estas labores. Y ninguna otra. Son unos
indigentes cerebrales y laborales.
Estos pastores han cortado tanto la
lana y tantas veces que han dejado a los borregos y a las borregas en
pelota picada y sin defensas. Y no digamos esos “hijos de puta” que han
metido cada trasquilón que han desgraciado para toda la vida a millones
de borregos en toda la nación.
Pero lo triste de todo esto no es
que los pastores han esquilmado, esquilado y trasquilado al rebaño, es
que encima no lo han invertido en bienes para el redil, los cabreros se
han ido de putas y borracheras al tiempo que han inundado todos los
rediles de leyes y prohibiciones con gran habilidad y ligereza.
Los
cabreros y cabreras de este país han rematando la libertad incluso
impidiendo su movilidad. Entre granjas. Granjas de adoctrinamiento,
evidentemente.
Dicen que Dios aprieta pero no ahoga,
evidentemente estos “cabrones” no son dioses, estos te esquilan, te
crujen y te ahogan.
En Masby lo advertimos hace tiempo, a los borregos hay que esquilarlos pero no despellejarlos.
Esto es lo que pienso de los cabreros y así lo digo.
Juan Vte. Santacreu - en Twitter @JVSantacreu - Diario El Aguijón
Los obispos afirman que 'se debe preservar el bien de la unidad' de España
"Se debe preservar el bien de la unidad". Así de tajantes se muestran
los obispos ante la "cuestión nacionalista". Y añaden más: "Propuestas
políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud".
La Conferencia Episcopal , sin condenar los nacionalismos
independentistas, les pone condiciones morales claras y tajantes, en el
anexo a un documento sobre la crisis y sus implicaciones.
La declaración sobre la crisis y "sobre los nacionalismos y sus exigencias morales" ha sido aprobada por la Comisión Permanente del episcopado en
su reunión ordinaria. Este máximo órgano episcopal entre Plenarias está
integrado por 21 obispos. El resultado de la votación del documento ha
sido el siguiente: 17 votos a favor, 4 abstenciones y ningún voto en contra.
Todo parece indicar que las cuatro abstenciones proceden de los
cuatro obispos catalanes presentes en la Permanente: el cardenal de
Barcelona, Lluis Martínez Sistach, su obispo auxiliar, Sebastiá Taltavull, el titular de la diócesis de Tarrasa, José Ángel Saiz Meneses y el prelado de Lleida, Joan Piris.
Es la hipótesis más lógica, a la hora de analizar las votaciones de los
obispos, aunque el portavoz de la Conferencia episcopal, Martínez Camino, aseguró, en rueda de prensa, que "el voto es secreto y nadie sabe qué voto quién".
¿Por qué una declaración así, en estos precisos momentos? Según
Martínez Camino, porque "los obispos lo escuchan todo, están a pie de
calle". Pero, sobre todo, porque, como dice el número 4 de su
declaración, "a nadie se le oculta que la tensión social crece y que
determinadas propuestas políticas han venido a añadir elementos de preocupación en momentos ya de por sí difíciles".
La nota comienza haciendo una distinción entre los nacionalismos, "porque no todos son iguales.
Unos son independentistas y otro no lo son. Unos incorporan doctrinas
más o menos liberales y otros se inspiran en filosofías más o menos
marxistas".
'Unidad espiritual y cultural'
Tras este somero análisis de la realidad de los nacionalismos,
recuerdan que la unidad española se remonta a la romanización y "al
anuncio de la fe cristiana". Y de estas premisas, concluyen: "Esta unidad cultural básica de los pueblos de España,
a pesar de las vicisitudes sufridas a lo largo de la historia, ha
buscado también su configuración política". Y dicen más, porque
concretan que "ninguna de las regiones actualmente existentes, más o
menos diferentes, hubiera sido posible tal como es ahora, sin esta
antigua unidad espiritual y cultural de todos los pueblos de España".
Reconoce la Iglesia, a continuación, que esa "unidad histórica y
cultural de España puede ser administrada de muy diferentes maneras". Y
sobre esas formas concretas, "la Iglesia no tiene nada que decir",
porque "ninguna fórmula política tiene carácter absoluto". Pero dicho eso, recomiendan a todos que tengan en cuenta "los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos".
Como no podía ser de otra manera, "la Iglesia reconoce, en principio,
la legitimidad de las opciones nacionalistas", que "sin recurrir a la
violencia, pretendan modificar la unidad política de España". Pero,
advierten que tales propuestas "deben ser justificadas con referencia al
bien común de toda la población directa o indirectamente afectada".
Y concluyen preguntándose: "¿Qué razones actuales hay que justifiquen
la ruptura de vínculos?" Una pregunta respondida ya antes en cuanto al
fondo. Y en cuanto a la forma de una eventual plasmación del
independentismo, la Iglesia española vuelve a recordar, también en forma
de pregunta, que no sería "justo reducir o suprimir" los bienes y
derechos del actual Estado español "sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados".
Crisis económica
El anexo sobre los nacionalismos, deja en penumbra la valiente y
samaritana declaración episcopal sobre la crisis económica. Una
declaración en la que la Iglesia, propone desde el principio su receta
para salir de ella: solidaridad. Los prelados reconocen el "gran
sufrimiento" de la población y agradecen "la serenidad y el espíritu de
sacrificio" con el que se lleva. De hecho, "los trabajadores se han
mostrado dispuestos en no pocos casos a asumir restricciones laborales y salariales".
Por eso, ante esta situación, agradecen "el civismo y la solidaridad". Y piden a las autoridades "que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles", especialmente los inmigrantes.
Amén de la solidaridad, los prelados ofrecen, para salir de la
crisis, varias recetas concretas. Primero, la fe, "luz y aliento" en
estos momentos difíciles. En segundo lugar, "apartarse de los ídolos de
la ambición egoísta y de la codicia, que corrompen la
vida de las personas y de los pueblos". Y en una alusión velada a los
políticos, aseguran los obispos que "no será posible salir bien y
duraderamente de la crisis sin hombres rectos".
Tras la fe y la conversión, la iglesia apuesta, para salir de la crisis, por la caridad (con
especial referencia a la labor de Cáritas para paliar la crisis) y por
la esperanza, para no culpar sólo a los otros de la crisis o dedicarse
sólo "a la protesta fácil".
Esperanza que los obispos piden al Gobierno que alimente con gestos
concretos. Especialmente que "se dé un signo de esperanza a las familias
que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son
desahuciadas". Aseguran que "es urgente encontrar soluciones" a esos
colectivos y concluyen rezando por los gobernantes "para que acierten en
sus difíciles decisiones".
ha
buscado también su configuración política". Y dicen más, porque
concretan que "ninguna de las regiones actualmente existentes, más o
menos diferentes, hubiera sido posible tal como es ahora, sin esta
antigua unidad espiritual y cultural de todos los pueblos de España".
Reconoce la Iglesia, a continuación, que esa "unidad histórica y
cultural de España puede ser administrada de muy diferentes maneras". Y
sobre esas formas concretas, "la Iglesia no tiene nada que decir",
porque "ninguna fórmula política tiene carácter absoluto". Pero dicho eso, recomiendan a todos que tengan en cuenta "los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos".
Como no podía ser de otra manera, "la Iglesia reconoce, en principio,
la legitimidad de las opciones nacionalistas", que "sin recurrir a la
violencia, pretendan modificar la unidad política de España". Pero,
advierten que tales propuestas "deben ser justificadas con referencia al
bien común de toda la población directa o indirectamente afectada".
Y concluyen preguntándose: "¿Qué razones actuales hay que justifiquen
la ruptura de vínculos?" Una pregunta respondida ya antes en cuanto al
fondo. Y en cuanto a la forma de una eventual plasmación del
independentismo, la Iglesia española vuelve a recordar, también en forma
de pregunta, que no sería "justo reducir o suprimir" los bienes y
derechos del actual Estado español "sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados".
Crisis económica
El anexo sobre los nacionalismos, deja en penumbra la valiente y
samaritana declaración episcopal sobre la crisis económica. Una
declaración en la que la Iglesia, propone desde el principio su receta
para salir de ella: solidaridad. Los prelados reconocen el "gran
sufrimiento" de la población y agradecen "la serenidad y el espíritu de
sacrificio" con el que se lleva. De hecho, "los trabajadores se han
mostrado dispuestos en no pocos casos a asumir restricciones laborales y salariales".
Por eso, ante esta situación, agradecen "el civismo y la solidaridad". Y piden a las autoridades "que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles", especialmente los inmigrantes.
Amén de la solidaridad, los prelados ofrecen, para salir de la
crisis, varias recetas concretas. Primero, la fe, "luz y aliento" en
estos momentos difíciles. En segundo lugar, "apartarse de los ídolos de
la ambición egoísta y de la codicia, que corrompen la
vida de las personas y de los pueblos". Y en una alusión velada a los
políticos, aseguran los obispos que "no será posible salir bien y
duraderamente de la crisis sin hombres rectos".
Tras la fe y la conversión, la iglesia apuesta, para salir de la crisis, por la caridad (con
especial referencia a la labor de Cáritas para paliar la crisis) y por
la esperanza, para no culpar sólo a los otros de la crisis o dedicarse
sólo "a la protesta fácil".
Esperanza que los obispos piden al Gobierno que alimente con gestos
concretos. Especialmente que "se dé un signo de esperanza a las familias
que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son
desahuciadas". Aseguran que "es urgente encontrar soluciones" a esos
colectivos y concluyen rezando por los gobernantes "para que acierten en
sus difíciles decisiones".
¿ Que hemos echo para
merecernos esto ? Quizás nos hayamos formulado esta pregunta muchas
veces. No solo nos produce preocupación el continuo bombardeo de la
prensa y la TV sobre la crisis pues todos conocemos gente que ha
perdido sus puestos de trabajo y no nos gustaría estar en su
pellejo.
Todos nos preguntamos lo
mismo: ¿ hasta cuando ?
En las última elecciones
culpábamos al PSOE por su mala gestión y especialmente al Sr.
Zapatero, que recibió un duro golpe...
Pero él no va a estar
afectado por crisis alguna, su millonaria pensión a cambio de
hundir al país le va a permitir pasarlo muy bien mientras muchos
españoles pasaran hambre.
En Cataluña el Sr. Mas
ha salido con la perogrullada de la Independencia y así hace mirar
para otro lado a sus ciudadanos para que no vean el desfalco
económico de una Generalitat que se ha endeudado mas que nadie.
Mis vecinos votaron al PP
confiando que realizarían una gestión mejor que su antecesor, sin
caer en la cuenta que la derecha siempre arregla los problemas
económicos de la nación arrojando sobre las espaldas de los
trabajadores los impuestos y las cargas sin tocar mucho a las clases
mas pudientes.
Tendremos que meditar mas
nuestras votaciones próximas evitando ampliar el poder de esa clase
política que como un sarpullido molesto ha nacido en nuestra
sociedad.
Ha llegado el momento de
cuestionar muchas cosas que no estamos dispuestos a perpetuar: desde
una Constitución que ha generado parte del problema duplicando
administraciones estériles y creando instituciones que no sirven
para nada y cuestan mucho dinero a los españoles.
Cuando una familia
aparenta vivir bien gracias a la VISA y a los créditos, muestra un
bienestar ficticio y claro, al final las deudas deben pagarse y se
vuelve a la pobreza. Eso es lo que a otra escala está afectando a
nuestra crisis y a la de otros países, con mayor o menor eficacia en
su control.
Decía un sabio que en
los momentos difíciles, hay que volver a las fuentes.
Se
puede y se debe descubrir otra alternativa, la sociedad de lo fácil,
de los subsidios, “del cuento chino” se ha terminado y de sus
cenizas o surge como ave fénix una renovación de valores o habrá
que esperar dos décadas con una gran parte de nuestra población
joven emigrada, mientras unos pocos tendremos que mantener a otros
incapaces de vivir sin las “ayuditas” de la sociedad de bienestar
y sin los móviles caros sin los que no pueden vivir.
Es
difícil sustraerse al recuerdo del año 2012 en tantos presagios
proféticos, y admitamos que en cierto sentido el mundo no puede
seguir por el mismo camino... renovarse o morir.
Los “sociatas”
de mi pueblo siguen con sus demagogias baratas, - siempre con los
mismos argumentos – de fachas, guerra civil, izquierda – derecha
¡ esperando cazar nuevos incautos !
Los “peperos”
convencidos de que su mayoría absoluta son como cheque en blanco y
nadie debe decir nada hasta dentro de cuatro años...
Necesito creer que
hay alternativas ¡ claro que las hay ! ... buscarlas sin derrotismos rechazando ese: ¿para qué si todos son igual? El que busca al final
siempre encuentra.
Crisis económica de España puede profundizar sin una revisión del
funcionamiento internos de los partidos políticos y su capacidad de
influir en organismos de control independientes, advirtió Transparencia
Internacional España hoy en un informe sobre los riesgos de corrupción
en las instituciones del país.
"España tiene una buena puntuación en materia de gobernar, es decir, que
el apoyo de las instituciones españolas a los gobiernos podrían
proporcionar un liderazgo eficaz.
Sin embargo, en la práctica esto no es garantía teniendo en cuenta que
se han identificado debilidades en el sistema de representación y
equilibrio de poderes ", dijo Jesús Lizcano, presidente de la Junta de
TI España.
La confianza en la política es bajo
Manifestaciones en España son una muestra más de la poca confianza en la política. Los partidos políticos son vistos como la institución más corrupta del país, según un Transparencia Internacional de 2011 encuesta .
A pesar de estar actualmente en el proceso de adopción de una ley de
acceso a la información, el hecho de que hoy en día España es el único
país de la UE sin una ley que concede al público el derecho a acceder a
la información de estado exacerba la brecha entre el estado y pública,
advierte el informe.
Transparencia Internacional España pidió una acción inmediata:
Los legisladores deben adoptar una estrategia nacional de lucha contra la corrupción
Reglas que obligan a una mayor transparencia en la financiación de los partidos políticos
La reforma electoral que hace que los partidos políticos más representativos
Despolitizar de los órganos supremos del poder judicial y el tribunal constitucional.
Acciones necesarias para evitar futuros problemas económicos
El control de la institución suprema de auditoría de España, un
organismo de control independiente importante del gasto público en el
derecho, en el sector público se ha debilitado en la práctica por
influencia de los partidos políticos, el informe de Transparencia
Internacional España, advierte.
Los gobiernos locales de España, que acumuló más de € 200 millones de
la deuda, se ven obligados a recortar y al mismo tiempo la necesidad de
saber cómo cuenta de las autoridades locales por su mayor gasto.
A principios de este año, la mitad de los gobiernos locales del país
obtuvieron una puntuación
Casi el 90% de los españoles cree que hay corrupción en España las
instituciones locales, por lo que entre los europeos más propensos a
creer que sus políticos locales están involucrados en la corrupción
generalizada.
"Teniendo en cuenta el importante papel de los partidos políticos en
España, la lucha contra la corrupción y la promoción de la integridad
debe tener lugar en el ámbito político.
Teniendo en cuenta el débil marco institucional en España, una mayoría
política absoluta garantiza un control casi absoluto sobre las
instituciones públicas, y esto crea un gran riesgo para el abuso de
poder ", dijo Manuel Villoria, el investigador principal del estudio.
Los partidos políticos en sí son independientes, pero su organización
interna carece de transparencia y no está abierto a los ciudadanos. Dependen principalmente de la financiación pública, lo que crea desigualdades entre ellos. El nivel de transparencia en la gestión y control de los recursos presupuestarios es baja.
Entre las instituciones más sólidas en España son los organismos
encargados de hacer cumplir la ley, que destacan por su responsabilidad
neutralidad, profesionalismo y fuerte cuando se trata de abordar el
comportamiento corrupto e inmoral. Sin embargo, de acuerdo con el informe, el sistema se caracteriza por un riesgo de politización, que debe ser minimizado.
Si bien ha habido éxito en el enjuiciamiento de varios casos de alto
perfil de corrupción, éstos también han llamado la atención del público a
través de una amplia cobertura mediática. Como resultado, la percepción de aumento de la corrupción.
Fondo
El informe de hoy evalúa las fortalezas y debilidades de las 12
instituciones españolas: el legislativo, el poder judicial ejecutivo, el
sector público, las agencias de aplicación de la ley, los partidos
políticos, entidad fiscalizadora superior, el Defensor del Pueblo, el
Consejo de administración electoral, la sociedad civil, medios de
comunicación y el sector empresarial.