Leer
la prensa en los últimos años es un ejercicio de reiterada
repetición de sucesos decepcionantes que ponen muy en duda la
capacidad de nuestra saciedad de enderezar el rumbo hacia su propio
ocaso.
Recordar
una y mil veces los valores que un día presidieron nuestra alma
patria para después tomar tierra con la cruda realidad de una
cotidianidad que nos sonroja, tiñendo de rojo sangre con visos de
normalidad la crónica de sucesos del día a día.
Ni
siquiera la Iglesia ... ¿ habría que decir las iglesias? ,
parecen acobardadas , sin empuje, desaprovechando una de sus
mejores oportunidades históricas aquí , en España, en Europa o en
América, incapaces de liderar la recuperación de los valores y de
la ética que la sociedad necesita, tras haberlos perdido en las
últimas décadas como consecuencia del mal gobierno, la degeneración
de la democracia y la corrupción generalizada del poder político.
Ante el mal gobierno, la degeneración de la política, la caída de los valores y la corrupción, muchos ciudadanos miran a la Iglesia con la esperanza de que, desde los púlpitos y las diócesis, se lance el esperado movimiento de resurrección , pero la Iglesia , acomodada, acobardada y sin empuje, continua manteniéndose en la somnolencia, lejos del activismo regenerador que encarnara la doctrina del Maestro Jesús, conviertiendose en refugio de personas muy mayores que parecen vivir en tránsito hacia el fin de su existencia, pareciendo que en su situación se acuerdan de Dios.
El
mayor problema no es ni siquiera la corrupción, cuando evidenciamos
la erradicación de la decencia, los valores como el esfuerzo, la
iniciativa individual, y la honradez, en una sociedad descrita a
diario en los noticieros como caldo maloliente que hace germinar la
incultura, el trato de modernos esclavos, el sometimiento al poder,
la envidia, la pillería o la misma delincuencia o la indecencia mas
generalizada.
Dario Pozo Ruz del CEAM
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