Diez
años vividos en España por encima de nuestras posibilidades. El
“boom del ladrillo” atrajo a varios millones de emigrantes desde
la vecina Africa, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, o República
Dominicana...
No
todos trabajaban en las constructoras, pero como consecuencia de
tantas promociones inmobiliarias y grandes obras públicas, se
desarrollaban empresas auxiliares, hoteleras y de restauración
contribuyendo a crear una falsa imagen de una opulencia que en la
países de origen de los flujos migratorios, colapsaba el Consulado
de España incluso con grandes colas como las que presencié desde el
2003 en el Paseo de Independencia de Santo Domingo, la Habana,
Bogotá...
La
desesperación de muchos pueblos por su difícil situación, les
empuja a arriesgar muchas vidas con “aventurados viajes en yola”,
convencidos que aquí les espera “el cuerno de la abundancia” y
la “certeza ilusoria” que podrán enviar a sus familias
“sustanciosas remesas” que mejoren su nivel de vida...
El
Consulado de República Dominicana en Madrid ya ha tenido que poner
en marcha un seguro de repatriación de fallecidos, ante la trágica
situación de muchas familias que ya no pueden hacer frente a este
tipo de gastos.
Padres
de familia que ya no tienen recursos, para pagar a los suyos el viaje
de reagrupamiento y que a dudas penas pueden costearse su retorno.
España
ya no es fácil y ni siquiera la Unión Europea puede tirar de una
situación que empieza a hacer resquebrajar inclusive a Alemania.
Antes,
cualquiera podía ahorrar en dos años 1500 euros para pagar un
pasaje de ida y vuelta a su tierra, y combinar con ayuda de los
“plásticos VISA” el imprescindible “bulteo” (presunción)
para envidia de vecinos y amigos...
Ahora
con cerca de seis millones y medio de parados, la retirada de los
servicios sanitarios a extranjeros, y la caída de las hipotecas
deben hacernos recapacitar: los que no hayan salido deberán “ponerse
las pilas revolucionarias” para que las situaciones socioeconómicas de sus países
dejen de financiar a políticos corruptos, mientras que aquí
trataremos de supervivir con muy poco dinero y con mas políticos
indeseables todavía... conformándonos con el recuerdo...
Mi
familia dominicana tendrá que aceptar la imposibilidad de ir a
visitarles por lo menos en seis años mas y eso si la crisis mundial
cambia.
Las
esperanzas tendrán que cifrarse mas en un cambio en la forma de
vivir, tratando de conquistar un nuevo modelo económico mundial, en
línea con lo que ya aventuran muchos pensadores, ante la
imposibilidad de que esto siga como antes.
Vuelve
a mis oidos nostálgicos aquella canción vasca de mi juventud: “boga
boga marinero, joan bear degu urrutía” la barquilla no volverá,
adiós playa y aldea, ya nunca volverá...
D.P.R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario