martes, 5 de noviembre de 2013

EL POLÍGRAFO ARAGONÉS JOAQUÍN COSTA ... VIGENCIA DE SU MENSAJE

Joaquín Costa
 
 
Joaquín Costa es una de las figuras más señeras de lo que denominamos (sin comprenderlo mucho, por desgracia) el “regeneracionismo” español. Joaquín Costa es un gran desconocido entre nosotros. Empero su influencia se hizo sentir en varias generaciones de españoles que, ante la debacle de 1898 despertaron (algunos de ellos despertaron gruñendo, como los de la Generación del 98). 
Pero, ¿quién era Joaquín Costa? ¿Cuáles eran su  ideas nucleares? ¿Puede decirnos algo a nosotros, más de cien años después de su intervención científica, literaria y pública? Y si nos dice algo: ¿Qué es eso que nos dice a nosotros, españoles irreductibles del siglo XXI?
Joaquín Costa Martínez (1846-1911) nació y murió en Huesca. Dos son los eslóganes por los que se le reconoce todavía, entre la minoría que se ha preocupado de saber algo, por poco que fuere, de la obra de este macizo aragonés: “Despensa y escuela” y “Siete llaves al sepulcro del Cid”. 
La ventaja de cifrar un pensamiento de tal envergadura como el de Joaquín Costa en dos consignas es indiscutible, desde el punto de vista propagandístico. Pero la desventaja que sale al paso es que, si esas frases nos eximen de penetrar en su pensamiento, lo que puede pasarnos a buen seguro es interpretar mal sus planteamientos, sus argumentos y las propuestas aportadas para solucionar los problemas nacionales a los que se enfrentó.
DESPENSA Y ESCUELA
 
Su formación científica era sólida como la de pocos de sus contemporáneos y sus intereses abarcaban ámbitos tan diversos como la jurisprudencia, la economía, la literatura, la geografía, la arqueología o la etnología. 
Sus estudios económicos le llevaron a propugnar el colectivismo agrario que sería la “despensa” de la Nación; en este sentido, Costa contribuyó con una luminosa revisión histórica de las estructuras constitutivas del país, apelando a una larga tradición de pensadores y reformadores políticos de entraña hispánica, y publicando sus estudios en aquel ensayo suyo que entusiasmara a muchos de sus contemporáneos: “Colectivismo agrario en España. Doctrinas y hechos” (1898). 
Pero Costa no era un erudito que se conformara con la especulación intelectual, por lo que siempre desbordaría el ámbito de lo teórico, sin demorarse en poner manos a la obra de un modo práctico: aportando estudios hidrológicos y agropecuarios, por ejemplo; y hasta organizando plataformas sociales que plasmaran en la realidad lo ideado en la mente. 
A la despensa había que sumarle el segundo término del lema: “Escuela”. "Joaquinón" (que era como le llamaban los amigos por su corpulencia) compartía este ideal pedagógico con los miembros de la Institución Libre de Enseñanza, en la que estuvo como docente, siendo gran amigo de Francisco Giner de los Ríos. 
El planteamiento costista recogía así la urgente demanda de una eficaz acción pedagógica en la sociedad, uno de los temas favoritos de nuestros krausistas, aunque en Costa la cuestión pedagógica (la Escuela de su lema) no fuese entendida en clave sectaria, como era sólito entenderla entre los krausistas de la I.L.E.
DOBLE LLAVE AL SEPULCRO DEL CID
 
El otro lema que Joaquín Costa acuñó fue el de: “Doble llave al sepulcro del Cid, para que no vuelva a cabalgar”. Costa lanzó este eslogan sobre el soporte de un Mensaje de la Cámara Agrícola del Alto Aragón dado al país. 
Aquello sonó como una atronadora irreverencia a las tradiciones patrias: los españoles más europeístas encontraron en este eslogan todo un programa para sacudirse el pelo de la dehesa patria y lanzarse atropelladamente a tomar como más que bueno cualquier cosa que viniera del otro lado de los Pirineos. 
Los españoles más castizos y tradicionalistas entendieron que Costa era poco menos que un hereje. Ninguna de las dos Españas entendió a Costa en sus cabales términos.
Costa es tenido vulgarmente como un “europeísta”. En efecto, fue un “europeísta”, pero su “europeísmo” dista mucho de ser el que significa para el común de los que se autoproclamaban tales y actualmente todavía insisten en proclamarse “europeístas”. Nunca fue Costa, como ellos lo fueron y lo son, de esa condición lacayuna que se rinde ante una presunta superioridad de lo anglosajón, de lo francés o de lo germánico. 
Costa quería que aprovecháramos lo europeo, pero no que aniquiláramos lo propio por lo extranjero, pues eso sería la invitación al suicidio nacional. Costa exhortaba a tomar lección de Europa como de Estados Unidos de Norteamérica, pero nunca para aniquilar lo español por ese complejo de inferioridad de nuestros desnaturalizados extranjerizantes, sino para aumentar el poderío de España. 
Su admonición a candar el sepulcro del Cid (que, llevamos dicho, los españoles extranjerizan-tes acogieron jubilosamente) no era hacer borrón y cuenta nueva con todo el pasado, era la legítima reacción de un patriota español que estaba harto de bostezar con los tópicos rimbombantes y vacíos de los más campanudos oradores que invocaban las glorias del pasado, sin querer abrir los ojos ante las miserias del presente que exigían afrontarlas cara a cara y corregirlas con la contundencia que merecían.
Joaquín Costa se verá obligado a precisar los términos de aquella frase tergiversada por los ridículos extranjerizantes denigradores de la tradición española, frase que resonaba a blasfemia en los oídos de los más tradicionalistas. Y dilucida su sentido recordando a sus detractores que jamás propuso él: “borrar del corazón y de la memoria de los españoles las figuras del Campeador y de Don Quijote, para levantar a tales altares a un tenedor de libros”. 
No eran solo palabras, como él mismo recuerda, Costa había promovido la celebración de un Congreso de Geografía colonial y la fundación de una Sociedad Geográfica: “para adquirir vastas extensiones de territorio en el continente africano que ensancharan el imperio del Cid y de Don Quijote en lo futuro”. 
Alguien que se empeña en empresas como las referidas no podría ser nunca confundido con uno de esos grotescos fantoches de nuestra vida pública, peleles de su titiritero extranjero; como los que en el presente nos mangonean. Joaquín Costa aparece así a una luz nueva, lejos de la interpretación parcial que se ha hecho de él, tanto por el sectarismo de la izquierda como por la ignorancia irredenta de la derecha española. ¿Será por ello que yace en el olvido?
El intelectual baturro tenía muy claro que la única forma de sobrevivir al empuje de otras razas que avasallaban al mundo, como era la preponderante raza anglosajona, era ofrecerle una alternativa hispánica; por eso escribió que: “la humanidad terrestre necesita una raza española grande y poderosa, contrapuesta a la raza sajona, para sostener el equilibrio moral en el juego infinito de la historia”.
Despensa, Escuela, candado al Cid retórico, para realizar el programa del Cid, aprendiendo de las gestas del Cid Campeador, extrayendo de su “Cantar” algunos de los vectores que, según Costa, habrían de ser adoptados por nuestra política interior y exterior.
LA OLIGARQUÍA AL DESCUBIERTO
 
Sin embargo, un obstáculo obturaba el camino para que pudiera realizarse el programa regeneracionista del Cid. Ese obstáculo fue localizado por Costa en la oligarquía insolidaria que, generación tras generación, venía perpetuándose sobre España, ahogando a la nación bajo un degradante e insufrible avasallamiento. Costa la había descubierto. 
La oligarquía era toda una superestructura parasitaria, encubierta bajo el formalismo parlamentario de la restauración Alfonsina perpetrada por Cánovas del Castillo, oculta bajo los dos partidos turnistas: el de Cánovas y el de Sagasta. Joaquín Costa estaba dispuesto a desenmascararla y por eso organizó y llevó a cabo, en el marco del Ateneo de Madrid, una ambiciosa encuesta que inquirió a los intelectos más preclaros del momento, independientemente de su postura política particular. Entre los encuestados se hallaban hombres tan dispares como Francesc Pi y Margall, republicano federal de izquierdas o egregios integristas como D. Juan Manuel Orti y Lara.
La oligarquía es la inversión del patriciado natural, la inversión del régimen aristocrático. Costa sintetiza lo que es esa superestructura encubierta con formidable resolución:
“…forma un vasto sistema de gobierno, organizado a modo de una masonería por regiones, por provincias, por cantones y municipios, con sus turnos y sus jerarquías, sin que los llamados ayuntamientos, diputaciones provinciales, alcaldías, gobiernos civiles, audiencias, juzgados, ministerios, sean más que una sombra y como proyección exterior del verdadero Gobierno, que es ese otro subterráneo, instrumento y resultante suya, y no digo que también su editor responsable, porque de las fechorías criminales de unos y de otros no responde nadie. 
Es como la superposición de dos Estados, uno legal, otro consuetudinario: máquina perfecta el primero, regimentada por leyes admirables, pero que no funciona; dinamismo anárquico el segundo, en que libertad y justicia son privilegios de los malos, donde el hombre recto, como no claudique y se manche, sucumbe.”
Esta oligarquía parasitaria está encuadrada en los dos partidos turnantes del tiempo de Costa, impidiendo con sus corruptelas que España sea dirigida por los mejores. Se trata del “gobierno por los peores” que arbitrariamente abusa de todo el resto y que conduce, así las cosas, a un irremediable divorcio entre Estado y Pueblo. 
 Costa advierte el peligro de los secesionistas que encuentran en esta situación una justificación y recuerda que “para que viva el pueblo, es preciso que desaparezca la oligarquía imperante”, pues un pueblo sometido a la oligarquía que se arroga el nombre de “nacional” termina por ser indiferente que su opresión la ejerzan los propios o los extraños.
VIGENCIA DE LAS LÍNEAS MAESTRAS DE SU ANÁLISIS
 
La figura y obra de Joaquín Costa se eleva ante nosotros. No es un monumento del pasado. Si no nos hemos dado por vencidos, la obra de Joaquín Costa exige que volvamos a ella para interpretar nuestro presente y configurar nuestro porvenir. Nos han regateado su lectura, despachándolo frívolamente con los lemas que hemos tratado en este artículo. 
 Las claves que nos ofrece en su obra son terriblemente clarificadoras para el pasado, lo mismo que lo son -y tan útiles- para interpretar el estado actual de las cosas. Si no nos conformamos con la versión estandarizada de su figura y obra, si nos aplicamos a una relectura de su obra entonces, sí: el mensaje de Joaquín Costa nos interpela.
Las oligarquías que denunció Costa han ido perpetuándose, permaneciendo incólumes a los avatares del tiempo. Han sobrevivido a todas las catástrofes que ha padecido nuestro pueblo: libraron a sus vástagos de sucumbir en la defensa de la españolidad de Cuba en 1898 (lo recordaba Costa), libraron a su prole de las masacres rifeñas, contemplaron desde Estoril la confrontación de 1936-1939: estuvieron en la retaguardia, pero se apresuraron a camuflarse entre carlistas y falangistas; más tarde, “pitaron” en el Opus Dei, para convertirse en tecnócratas durante el franquismo; mutaron sin trauma alguno durante la transición, tornándose demócratas de UCD, Alianza Popular, Partido Popular y PSOE… Incluso se hicieron pasar por comunistas, sin haber luchado nunca en la clandestinidad ni haber “corrido delante de los grises”.
 
 Y a día de hoy ese repugnante imperio de los peores, capaz de todos los chanchullos y corrupciones morales y económicas, oprime a España, sometiéndola a políticas supranacionales. Dividieron a España como una tarta, para zampársela por autonomías, creando artificios que saquean sistemáticamente al pueblo y lo arruinan.
Son ellos: la casta política, al alimón con el capitalismo apátrida, en línea directa con los directores de las sucursales en España. Y la gravedad de este cáncer es de tal magnitud que, a día de hoy, hablar de “soberanía nacional” resulta un sarcasmo.
 
¿Quién puede dudar que Joaquín Costa no sea actual? 
 
Joaquinón sigue diciéndonoslo: 
 
Para que viva el pueblo es necesario que esa lacra corrupta y corruptora desaparezca.
 
 
Fuente: 
Por Manuel Fernández Espinosa
http://movimientoraigambre.blogspot.com.es

domingo, 27 de octubre de 2013

UNA ESPAÑA PROLETARIA Y PESIMISTA


Cuando el pasado martes le preguntaron a Mariano Rajoy por la sentencia del caso Inés del Río Prada, el presidente, a la carrerilla, contestó “llueve mucho”. El jueves, ya demasiado tarde y forzado, criticó la sentencia por “injusta y equivocada”. Alguien debió advertirle de que a veces el silencio es manifiestamente mejorable y que no se puede hablar del tiempo cuando en España se produce un colapso generalizado de autoestima nacional

Sería deseable suponer –sin embargo– que el jefe del Gobierno se expresó en primera instancia no por torpeza sino por agobio. Es preferible especular que esa salida por la tangente no respondía a otra razón que a la conmoción y desasosiego que le afligen por el desagüe de tantos y tantos errores de una transición idealizada y por un itinerario democrático que está dejando a España a un precio de saldo en lo político, en lo social, en lo económico y, ahora también, en lo judicial. Y que él ni sabe, ni puede, ni quiere abordar. 

Una España abaratada y proletarizada porque sus clases medias se volatilizan como acaba de constatar George Plassat, presidente de Carrefour, que conoce bien la composición del carro de la compra de nuestras familias.
A veces, la magnitud de la crisis moral –resumen de todas las que atañen a España– lleva a la paralización y el ensimismamiento que son las actitudes en las que está el Gobierno. Pendiente sólo de la crisis económica, se embosca tras de ella para evitarse la terapia de los errores políticos y de gestión que, como la porquería sobre aguas embalsadas, salen a flote después de años de ocultamiento y autocomplacencia. Le ha tocado al Gobierno del PP darse de bruces con uno de esos apagones históricos de España y no estaba preparado –y sigue sin estarlo– para arreglar el cortocircuito.

El pasado mes de febrero, Guillermo de la Dehesa, probablemente una de las cabezas mejor amuebladas en las clases dirigentes actuales, escribió en el diario El País un lúcido artículo titulado ¿Una segunda transición? Formulaba una pregunta, pero contenía al final del texto una afirmación: “Para cambiar cuanto antes el rumbo de estas graves y nocivas tendencias, la débil sociedad española deber reorganizarse y los dos grandes partidos deben promover, conjuntamente, cambios legislativos y constitucionales”.

De la Dehesa señalaba cinco graves problemas –insolubles con los instrumentos jurídico-políticos actuales– que afectan a España: 

1) Un sector público demasiado grande que no puede ser financiado con los ingresos fiscales de ciudadanos y empresas y que exigiría una lucha permanente contra la economía sumergida y las actividades económicas delictivas; 

2) Corrupción política; 

3) Solapamiento de las Administraciones Públicas en cuatro niveles diferentes, lo que remite a un grave problema de modelo territorial; 4) Prevalencia en los partidos políticos de los intereses sectarios sobre los generales y 

5) Interés corporativo, opacidad y sobredimensión de las entidades sindicales.

España está barata y proletarizada por la enorme devaluación de sus activos y de las rentas de sus ciudadanos y por la gran crisis política Como poco de lo que sugería De la Dehesa se ha hecho ni se hará más en esta legislatura, y como no se ha asumido que la breada de la transición –su ilusión, su gran perfil histórico– agoniza, España se ha convertido en una ganga, en una baratura material y moral en la que abundan impostados optimismos públicos y reservados desánimos privados. España está barata y proletarizada por la enorme devaluación de sus activos y de las rentas de sus ciudadanos y por la gran crisis política sobre cuyos “espasmos institucionales” que “están totalmente fuera de lugar en la Europa actual” advertía en el diario citado el 4 de noviembre de 2012 Alain Minc, ensayista, economista y empresario.

La conmoción de la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, los errores que la han hecho posible, la amenaza de que sean ETA y sus epígonos los que relaten la historia de sus crímenes y no lo hagan la sociedad española y las víctimas, el proceso soberanista de Cataluña cada vez más inverosímil pero tozudamente real, el feudalismo de los partidos llamados nacionales en sus respectivas comunidades autónomas, el dispendio del gasto político, la corrupción consecuencia de un entramado administrativo opaco y clientelar, la desregulación de la Corona en convalecencia de continuo, la financiación pública y laberíntica de partidos y sindicatos, la insufrible politización del Tribunal Constitucional y la burocratización de la Justicia, entre otros males que no se han encarado, extienden un certificado de defunción sobre las inercias positivas de la transición, marcando un fin de época.

Regresa así el provincianismo español de vuelo raso con una clase política atornillada al estatus quo, aferrada a sus pautas de décadas, reactiva a cualquier reforma auténticamente de fondo mientras se produce lo que Helena Béjar –en un estudio sociológico de 2008 que adquiere nueva actualidad– denominó La dejación de España. Salvando las distancias, estamos como en los años finales de la Restauración, aquellos últimos veinte del siglo pasado durante los cuales el régimen constitucional de 1876 se caía a pedazos sobre la testa coronada y sobre el legado, ya pervertido, de Cánovas y Sagasta.

El gran elemento diferencial favorable en esta desolación es la internacionalización de nuestras grandes empresas que como estamos viendo estos días salvan sus resultados en los mercados extranjeros para compensar la atonía del nacional.

Como bien ha escrito el historiador Rafael Núñez Florencio (interesantísimo El peso del pesimismo. Del 98 al desencanto. Marcial Pons. 2010) en España hay una seducción por el pesimismo. La cuestión que ni este autor ni otros han llegado a determinar es si el pesimismo goza en nuestro país de buena reputación con razón o sin ella. A la vista de lo que ocurre –y sobre todo, de lo que pudo hacerse en su momento y no se hizo– la increencia ciudadana en las potencialidades de España se enraíza en la profunda desconfianza hacia nuestras clases dirigentes, y no sólo hacia las políticas.

Ahora, en perspectiva histórica vemos lo mucho ganado, pero también lo mucho que se ha perdido, y, sobre todo, observamos la indecisión y la cobardía políticas para, además de asumir que hemos entrado en un ciclo nuevo y peor de nuestra historia, inyectar renovadas energía y abrir otros horizontes. Nos faltan estadistas que, según Churchill, son la transformación de los políticos que se convierten en tales “cuando comienzan a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.


Fuente:  en EL CONFIDENCIAL.

Nota: Como siempre nos parece extraordinaria la labor de análisis político del CONFIDENCIAL sobre la situación actual de España, reproduciendo artículos que sintonizanm sobre nuestro pensamiento: Mentiras de la crisis...

martes, 22 de octubre de 2013

LOS VIÑETISTAS SUELEN SER LOS ÚNICOS QUE CUENTAN LA VERDAD.

Viñeta de 'A cada uno lo suyo', de "El Roto"Viñeta de 'A cada uno lo suyo', de "El Roto"

  Viñeta de ’A cada uno lo suyo’, de "El Roto"Reservoir Books
Andrés Rábago García (Madrid, 1947)

Historietista, humorista gráfico, guionista, escenógrafo y pintor. De formación autodidacta, en 1968 comienza a publicar viñetas e ilustraciones en revistas como Hermano Lobo, aunque siguió colaborando posteriormente en numerosos medios impresos, como La Estafeta Literaria, La Codorniz, Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, El Independiente o Ajoblanco. En 1978 inició su colaboración con revistas de cómic adulto como Tótem, El Jueves, El Cuervo o Madriz y siguió publicando en prensa en medios como Diario 16, Cambio 16, Tiempo, El Periódico de Catalunya, Informaciones, Pueblo o La Hoja del Lunes. En la actualidad publica en el diario El País. Entre sus numerosos premios destaca el Nacional de Ilustración, conseguido en 2012



 "En la crisis que nos azota se esta comprobando, una vez más,la importancia de unos buenos medios de comunicación independientes y que cuenten la verdad. Pero también están destacando los viñetistas, que a veces son los únicos que cuentan la verdad. Y entre los maestros del humor gráfico destaca Andrés Rábago García, más conocido como "El Roto", que lleva varios años siendo uno de los mejores analistas de la crisis y sus consecuencias a través de sus viñetas diarias en el periódico El País, de las que el mismo hace una recopilación anual. Después de Viñetas para una crisis y Camarón que se duerme (se lo lleva la corriente de opinión),  llega su nuevo, e imprescindible, recopilatorio: A cada uno lo suyo (Reservoir Books).

"Es un título ambiguo -confiesa "El Roto"- porque puede tener muchas lecturas e interpretaciones. Por una parte es como si cada uno recibiera  su castigo, una especie de vendetta contra los que nos están fallando. Quería que se pudiera interpretar de distintas formas porque busco que mis viñetas se puedan aplicar a distintas cosas, que tengan riqueza de sentido y significados. Las cosas fáciles no me interesan".

El título sale de una viñeta del recopilatorio que tenéis encabezando esta noticia. Según el editor, Miguel Aguilar: "Dentro de cincuenta años, la mejor guía para entender esta crisis serán las viñetas de "El Roto", el primer libro (Viñetas para una crisis) era un retrato del impacto de la crisis sobre la gente; el segundo (Camaron que se duerme..) mostraba cómo los medios reflejaban esa crisis; y este tercero nos cuenta cómo nos ha dejado la crisis a cada uno".
Una crisis acentuada, según El Roto, por la falta de líderes políticos: "No tenemos líderes, tenemos gobernantillos -ha asegurado-. 

Y será complicado que mejoren porque su torpeza forma parte de su naturaleza. Porque los propios mecanismos de los partidos parecen impedir el crecimiento de otro tipo de gobernantes, parece que los pasan por una criba que los hace inútiles para gobernar. Me sorprende que no haya más clarividencia en este sentido por parte de los propios partidos".

"España es un laboratorio de cobayas"

Además, El Roto, asegura que: "España es un laboratorio de cobayas donde se está haciendo un experimento social a gran escala. Primero lo probaron en Grecia pero no era un país lo bastante grande ni representativo. Ahora lo están probando en España y, si funciona, extenderán ese modelo a otros países. Si no, no se explica que estén insistiendo en una línea que se ha demostrado que es un fracaso".

"Hubo un momento -continúa- en que parecía que la sociedad iba a reaccionar para parar esta trama, pero parece que poco a poco están conseguido someternos. Aún así, no veo a una sociedad resignada, la veo enfadada. Pero es una trama muy bien urdida, el susto es diario para mantener a la gente con miedo. Solo espero que esta estrategia termine fallando".

"La solución a la crisis -según El Roto- no va a ser un cambio político ni la lucha social, sino el cambio de mentalidad, para cambiar la realidad. Yo ya lo he hecho y, como cuento en la última viñeta del libro, si no podemos cambiar de horizonte, cambiemos de perspectiva. Hay jóvenes que están empezando a hacerlo.  Veo mucha creatividad y movimiento en el mundo de arte (soy muy aficionado a las galerías). Y no sé si los jóvenes conseguirán cambiar las cosas, pero hay mucho talento y ganas".

"Tenemos que cambiar nuestra mentalidad, ante nosotros hay numerosos caminos que se abren, y alguno será el acertado. Las formas actuales de lucha no nos llevan a ningún sitio" -concluye El Roto-.

"Al final la luz prevalecerá"

"Tengo pensado hacer, por lo menos, otros dos libros sobre la crisis -asegura El Roto- y agradezco a los editores que los publiquen con esta calidad y dignidad que se merecería cualquier libro, y a un precio asequible. El primer libro reflejaba el Tsunami, y ahora (una vez que las aguas se han retirado) tenemos que reconstruir, pero parece que no hay intención de hacerlo".

Aunque esté considerado un genio del humor negro, El Roto asegura que: "Mis viñetas son objetivas, lo que es una forma de optimismo. Estoy seguro de que al final la luz prevalecerá.

Los pesimistas son los que insisten en que esto es lo que hay y que no se puede hacer nada para cambiarlo. Y eso es falso, porque se pueden hacer muchas cosas".

Ni siquiera la Monarquía se libra de su mordacidaz: "La Monarquía no se puede modernizar -asegura- porque es un arcaísmo en si misma. 

La única solución sería la decencia, pero parece que eso es incluso más difícil que la modernización. Lo que está claro es que necesita un cambio y que el primero en planteárselo debería ser la propia monarquía".

En cuanto a sus dibujos El Roto comenta que: "En mis viñetas siempre busco que haya una simbiosis entre la imagen y el texto. Aunque no siempre lo consigo. Lo más importante es el dibujo, tiene que tener mucha fuerza porque el texto es lo primero que va a morir, y algunos dibujos mantienen esa fuerza durante mucho tiempo. Lo que más me cuesta es la austeridad en el texto

Parece que siempre necesites más palabras. El dibujo es más amplio porque debe ser interpretado por el lector, que de esta forma participa en la creación de la idea y la hace suya. Pero no concibiría mis viñetas sin la frase que las acompaña".

Sin duda uno de los pensadores más lúcidos de la actualidad, como refleja diariamente en sus dibujos. Los políticos deberían aprender muchas cosas de El Roto.

Fuente:  http://www.rtve.es/noticias/20131021/roto-tenemos-lideres-tenemos-gobernantillos/771160.shtml

 JESÚS JIMÉNEZ JESÚS JIMÉNEZ

lunes, 14 de octubre de 2013

Los datos de la persecución religiosa dejan en evidencia la ofensiva de Izquierda Unida




Ceremonia de beatificación en Tarragona | EFE

Este domingo se produjo en Tarragona la beatificación de 522 mártires de la persecución religiosa durante la II República y la Guerra Civil. El acto, de primera magnitud para la Iglesia, contó con la presencia de 104 obispos entre los que se encontraban varios cardenales, entre ellos uno enviado por el Papa Francisco para presidir la celebración. La importancia de este evento, como se ha explicado desde la Conferencia Episcopal, es la cantidad de mártires que fueron asesinados por "odio a la fe" entre 1934 y 1939. En estos seis años se produjeron más mártires en España que en los 19 siglos anteriores.

Con este última ceremonia hay ya en España 1.523 beatificados durante este periodo. De ellos, 11 ya han sido canonizados, son santos. Los hay de toda condición: obispos, sacerdotes, religiosos, monjas, seminaristas y numerosos laicos comprometidos. De estos nuevos beatos el más joven tenía 18 años, la más anciana 86 y de ellos 515 son españoles y los otros siete extranjeros (tres franceses, un cubano, un colombiano, un filipino y un portugués).

Los beatos lo son por haber sido asesinados por su fe, por ser católicos. Murieron perdonando a sus asesinos. Muchos perdieron su vida terrena tras rechazar blasfemar, tal y como les exigían sus asesinos. Sin embargo, este lunes Izquierda Unida se ha empeñado en politizar un acto que nunca lo fue tal.

De este modo, Cayo Lara ha criticado duramente el acto. Más allá ha ido Gaspar Llamazares, que calificaba la ceremonia como un "monumento a la hipocresía"


Sobre todo llamaba la atención una afirmación del diputado de IU: "Nunca hubo un programa de exterminio de religiosos".

Pero esta afirmación tan aventurada de Llamazares queda totalmente en evidencia con cifras. Los datos de la persecución religiosa durante esos años se empeñan en llevarle la contraria. También las propias declaraciones de los líderes republicanos que apoyaron o no impidieron auténticas matanzas.

Los datos que desmienten a Llamazares

Los historiadores han recopilado datos durante años sobre esta persecución y las conclusiones son justamente la afirmación contraria a la del dirigente comunista. Sí hubo un intento de acabar con todo lo relacionado con la Iglesia. En algunos sitios casi lo consiguieron.

De este modo, en España, que en este caso se centra en la retaguardia del bando republicano, se asesinó a 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y religiosos, 283 monjas y más de 3.000 seglares. En total, unos 10.000 muertos por el delito de ser católicos y no renegar de ello.

De ellos, unos 3.000 fueron asesinados entre julio y agosto de 1936. Una persecución furibunda que no encontró en el bando republicano ningún tipo de freno por parte de los dirigentes.

Igualmente, ejecutaron a trece obispos. Doce de ellos murieron en 1936. Prelados de Jaén, Tarragona, Ciudad Real Lérida, Barcelona, Cuenca, Guadix, Sigüenza, Orihuela, Segorbe, Almería y Barbastro murieron al comienzo de la contienda. Tan sólo el de Teruel murió cerca del final de la guerra.

Especialmente cruel fue la muerte del obispo de Barbastro. Esta diócesis fue literalmente barrida de sacerdotes. Empezando por el obispo y terminando por los seminaristas. Todo el seminario fue asesinado así como el 88 por ciento del clero de la diócesis. Los que no murieron fue porque lograron huir.

Monseñor Florentino Asensio, obispo de Barbastro en 1936, fue detenido por los milicianos el 8 de agosto de 1936. En una celda del Ayuntamiento sufrió todo tipo de vejaciones hasta el punto de cortarle los genitales entre las risas de los presentes. Mientras le empujaban le decían: "no tengas miedo. Si es verdad eso que predicáis, irás pronto al cielo". Su respuesta no pudo ser más concluyente: "sí, y allí rezaré por vosotros". Una vez asesinado le arrancaron los dientes y le robaron la ropa.

Cataluña fue un ejemplo de esta gravísima persecución religiosa a la Iglesia. Cuatro obispos fueron asesinados allí, uno de ellos beatificado este domingo. También los sacerdotes fueron masacrados de manera sistemática y no hubo más muertos gracias a que pudieron esconderse o huir.

El historiador Vicente Cárcel Ortí revela únicamente el número de sacerdotes asesinatos por diócesis:


- Lérida: 270 clérigos asesinados, un 65% del total.
- Tortosa: 316 asesinados, un 62% del clero.
- Vic: 177 asesinados, 27% del clero.
- Barcelona: 279 asesinados, 22% del total.
- Gerona: 194 sacerdotes muertos, 20% de los que allí había.
- Urgel: 109 asesinados, 20% de sus sacerdotes
- Solsona: 60 muertos, 13% del clero de la diócesis.
Otras diócesis también sufrieron la pérdida de un porcentaje altísimo de sus sacerdotes. En Málaga prácticamente mataron a la mitad de su clero, al igual que en Toledo y Menorca. Por encima de la mitad estuvo la diócesis de Segorbe.

Aunque con porcentajes menores, hubo otras diócesis con números absolutos escalofriantes. En Madrid fusilaron a 334 sacerdotes, el 30%o de su clero, mientras que en Valencia perdieron al 27%, con 327 víctimas mortales. Todo ellos, en la retaguardia republicana.

Destrucción del patrimonio religioso

Pero la persecución religiosa que deja en evidencia las afirmaciones de Llamazares no sólo se demuestra con la matanza de clérigos. La obsesión de acabar con la Iglesia se demuestra con la destrucción del patrimonio religioso en el bando republicano.

Auténticas obras de arte y de documentos fueron quemados y destruidos. Tallas, imágenes e iglesias de incalculable valor desaparecieron. También las tumbas de los conventos fueron abiertas, exhumando los cuerpos de los religiosos.

Hasta 20.000 iglesias fueron destruidas. Muchas de ellas lo fueron antes de la Guerra. Se conservan numerosas fotos de milicianos profanando iglesias, quemándolas y posando con los ornamentos litúrgicos o directamente con los cuerpos de sacerdotes y religiosas cuyos cuerpos habían sido exhumados. 

Una imagen muy característica es la de la imagen del Sagrado Corazón de Getafe, siendo fusilado por los milicianos antes de que fuera volado.

Las cifras hablan y son sólo algunos ejemplos de la barbarie contra la Iglesia. Luego están las historias concretas y entre los 522 beatificados de este domingo hay muchas de ellas. De amor y de perdón a aquellos que les querían matar por odio a la fe.

Fuente: LIBERTAD DIGITAL

jueves, 10 de octubre de 2013

ESPAÑA, ABOCADA A LA ANARQUIA


Hace unos días, en el transcurso de una comida con un compañero, en un intento frustrado por diseccionar la dramática situación de la ciudadanía española, me di cuenta de que sin los tintes dramáticos, espero, que se le presupone a una anarquía, el mundo está cada vez más cerca de sumirse en algo muy parecido.

La cuestión es que reflexionábamos en voz alta sobre el impacto del gasto público a raíz de la reciente publicación de los Presupuestos Generales del Estado, sobre los que ya di mi impresión personal la semana anterior ("Los presupuestos de Napoleón Bonaparte"), y la consecuente respuesta de los ciudadanos ante el secuestro que supone que más de la mitad del gasto estatal se destine al mal llamado “gasto social”.

Las conclusiones a las que llegábamos tenían un común denominador, el monstruoso tamaño de las Administraciones de medio mundo es la causa directa de la crisis de deuda y déficit. La otra mitad de la humanidad acabará llegando tarde o temprano a la misma situación, y, si no, tiempo al tiempo.

Por ordenar un poco el hilo, para que exista gasto público tiene que haber ingreso, aunque desde el invento de la deuda ya no hace falta ni eso. 

En cualquier caso, el ingreso se establece sobre una base de previsión de crecimiento. En ausencia de inversión, lo que nos dice el Estado es que el crecimiento se basará en la aportación exterior y en una recuperación del consumo, componente en el que más dudas surgen.

En las economías maduras, el consumo aporta alrededor de dos terceras partes del crecimiento. Resulta obvio que trasladando a 2014 un patrón actual de empleo como el actual asentado en la destrucción neta y la precariedad y con una deflación salarial más que evidente, pese a que Montoro diga que lo que realmente existe es una desaceleración, el consumo seguirá mostrando la misma debilidad que la observada hasta ahora y su ajuste hay que mirarlo sobre la base de un ciclo mínimo de una década.

Eso significa que el motor de la economía no existe y que, por tanto, en ausencia de un crecimiento robusto, el gasto seguirá secuestrado por aquellas partidas que son de cobertura pública, y que como mencionaba anteriormente, suman algo más de la mitad del gasto presupuestado. Pero ¿y el resto?

El resto del gasto es lo que sustenta esa Administración obesa que se llama Estado.

Los españoles, queramos o no, tenemos que sufragar con impuestos gastos que objetivamente no se deberían dar. Las subvenciones, los subsidios, las ayudas,... son muchos los agujeros de esta barca que hace agua, pero sin duda las partidas de educación y sanidad son posiblemente las más delicadas, pues mencionarlas siempre enerva al pópulo, lo cual ocurre porque no existe libertad. El triunvirato de la polémica lo completarían las pensiones, pero como la movilización de sus perceptores es más complicada, no generan el mismo debate salvo que sea tiempo electoral.

Cuando uno enferma no lo hace porque libremente quiere adoptar ese estado. Eso que es una obviedad choca con algo que debería ser recíproco, es decir, que la única libertad que debería tener un enfermo es la de poder elegir su centro, su doctor e incluso las opciones de tratamiento dentro de las alternativas posibles. Lo fácil para rebatir esa idea es irse a un caso extremo antes que adoptar el medio, que es el más común. Es como asociar siempre un parte de daños de un automóvil a un siniestro total siendo el mismo el menos habitual de una aseguradora.

La libertad de elección de los ciudadanos debería estar en la creación de centros especializados, convencionales, de cercanía, etc., y no en la titularidad de los mismos. Pero, sobre todo, en la libertad de disposición de los recursos líquidos, que en su mayor parte son los salarios, sobre los que ya de partida se confisca una gran parte vía cotizaciones sociales y retenciones, que nunca se recuperan en su totalidad.

No, la sanidad pública no es gratuita. Por favor, que la gente se lo grabe en la cabeza y deje de corear la pancarta. El doctor, el cirujano o el celador trabajarían igual en otra empresa cuyo servicio debería ser igual, pero su sostenibilidad mayor, si se reformulara el concepto de austeridad y control frente a dispendio y gasto descontrolado.  

El coste actual entre ambos servicios ofrece un gap enorme porque lo público ofrece una competencia que siempre es desleal. Si desapareciese de la escena el gestor estatal, los costes se ajustarían en proporciones sorprendentes, de forma que la capacidad de pago se vería incrementada por el hecho de que, paralelamente, los ciudadanos deberían percibir sus rentas íntegras y sin confiscación alguna.

Con la enseñanza pasa algo parecido. Dicen que existe libertad de elección de centro. Si eso es así, lo cual es rebatible, ¿por qué cuando se tienen recursos nadie elige determinados centros? Ah, porque están destinados a los que no tienen recursos, es decir, son marginales. Entonces no hay libertad de elección, sino una elección condicionada a unos medios, que repito ya han sido de alguna manera recortados y confiscados para que el Estado tome decisiones con las que en la mayoría de los casos no estamos de acuerdo.

Es curioso preguntarle a un implicado, pero las veces que lo he hecho siempre me doy cuenta del error de su discurso. La cuestión no es si debería haber más sanidad o enseñanza pública, sino mejor de ambas. Y aquí se les cae el debate.

Por eso las huelgas no se hacen en beneficio de los ciudadanos, se hacen en beneficio de los propios trabajadores que temen por sus empleos, por sus condiciones y por sus beneficios personales, que son los que otorga ese pésimo gestor que es el Estado. Es legítimo porque es un derecho, pero por eso mismo no deberían confundir el verdadero mensaje ni hacer lo propio con la masa social.

El debate es largo porque el papel del Estado es largamente cuestionable. No es el tutor de los ciudadanos. No es el que debe tomar las decisiones, ni guiarlas, ni sesgarlas, que es lo que ocurre en la actualidad. En muchos ámbitos, ni siquiera debería ser complemento de nada. Complemento de qué. Tiene sentido que los poderes públicos gestionen aeropuertos, hospitales, empresas, centros de salud, colegios… Por favor, ¡no tiene ninguno!

Desde un punto de vista estrictamente etimológico, la anarquía se entiende como una ausencia de poder público. Efectivamente, porque la labor pública debería centrarse en la administración de aquellos recursos limitados o escasos, al margen de los cuales debería tener una intervención residual.

Un ejemplo, el suelo. Es escaso, es limitado y no es reproducible. En ese caso, tiene sentido que exista un orden en el uso para evitar que, por ejemplo, se construya en una zona protegida de alto valor ecológico o simplemente que el más fuerte se apropie del mismo con un fin distinto del que se le presupone. En zonas urbanas, tiene sentido que se ordene y se dé garantía sobre el terreno disponible. A partir de ahí, cada uno debería ser libre de hacer con ese derecho adquirido lo que le viniera en gana, sin entrar por supuesto en conflictos morales o éticos de primer orden. Al fin y al cabo, eso es lo que todos repetimos que hacemos en nuestra propia casa.

Y esa debería de ser la función social de un Estado. No habría gasto social, al menos desproporcionado, porque existirían unas figuras ocupadas de proporcionar ese gasto en competencia de precio y servicio. Se produciría un encuentro natural entre los agentes, de forma que la oferta y la demanda encontrarían equilibrios racionales siempre bajo la tutela de un concepto de justicia que igualmente debería ser independiente, cosa que también es cuestionable.



¿De dónde sale mi idea de anarquía? Muy sencillo. Llegará un momento en el que los ciudadanos, los de cualquier país, hartos de pagar impuestos, de ver cómo su esfuerzo físico e intelectual se aplica en proporción mayor a mercados competitivos con escasa reciprocidad desde la centralización, sentirán la necesidad de dejar de contribuir a engordar la estructuras desfasadas y desproporcionadas

Querrán dejar de sentirse ahogados por gestores que nunca deberían haberlo sido. Desearán hacer un uso libre de sus recursos y empezarán a plantearse que el muy elevado grado de regulación, de imposición, de fiscalidad, en definitiva, la persecución a la que se ven sometidos, no es soportable y dejarán de cumplir sus compromisos como vía de escape hacia una verdadera libertad.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

miércoles, 9 de octubre de 2013

CORRUPCIONES EN DIRIGENTES DE UGT Y CC.OO



Dirigentes de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras se enriquecieron “personalmente” con el caso de los ERE falsos, el mayor escándalo de corrupción de Andalucía, según consta en el auto de la juez Mercedes Alaya del pasado lunes contra dirigentes de estas dos organizaciones sindicales al que ha tenido acceso El Confidencial. Esta segunda fase de la Operación Heracles se salda con 45 imputados y ocho detenidos. La cifra total de imputados en todo el caso se eleva ya a 170 personas.

Alaya demuestra cómo Juan Antonio Florido García, exsecretario de Organización de Industria Textil de la Junta de Andalucía, habría obtenido, además de la cantidad de 221.543,29 euros correspondientes a las rentas derivadas de su prejubilación tras el ERE de Hytasa, la cantidad de 43.472,18 euros procedentes del holding Vitalia (derivado de las sobrecomisiones abonadas por la Junta de Andalucía).

La retribución de Florido se habría conseguido “por sus gestiones, trabajos, influencias y la facilitación de información, que habrían propiciado la participación de la mediadora en distintos procesos de reestructuración de empresa”, como figura en el escrito judicial de Alaya, que hace referencia al oficio recibido de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil respeto a medidas contra las irregularidades de las mediadoras Vitalia y Uniter, Juan Lanzas, el conseguidor de los ERE, y el despacho de abogados Estudios Jurídicos Villasí.

El desvío de fondos públicos a través de las sobrecomisiones aplicadas a las pólizas de renta habría provocado el enriquecimiento personal de terceras personas que habrían intervenido en la contratación y gestión de estas pólizas. “Fruto de este escrutinio”, especifica el auto, “estarían emergiendo numerosos indicios de la participación de personas vinculadas a los sindicatos UGT y CCOO, fundamentalmente como fuente de información respecto a empresas en crisis a las que pudiera resultar conveniente un proceso de reestructuración de plantilla, mediante ERE, prejubilaciones u otras medidas, así como facilitar los procesos habilitando la participación de las anteriores mediadoras”.

Como alto cargo de Comisiones Obreras en Andalucía, Florido mantuvo una estrecha relación con Jesús Bordallo, delegado de Vitalia en Andalucía, a quien presuntamente trasladó la mayoría de los expedientes relacionados con los sectores químico y textil, en cuyos procesos de reestructuración laboral habría participado Florido como representante sindical (Bonpunt, Hitemasa, Intesur, Nilefos Química, Surcolor, Pickman, Tioxide Europe, Tendencias Ferrera).

El despido de 2.000 mineros en Huelva
La implicación de los dos principales sindicatos en este caso también alcanza a otro exdirigente de Comisiones Obreras como Roberto Carmona Soto, exsecretario de Desarrollo Industrial de este sindicato, y Salvador Mera, secretario general de UGT en Cádiz desde noviembre de 2010, implicado, a través de la consultora Uniter, en el ERE de la Faja Pirítica de Huelva que supuso el despido de 2.000 mineros. Carmona y Mera fueron detenidos ayer por la mañana.

El secretario general de UGT en Andalucía, Francisco Fernández Sevilla, suspendió una rueda de prensa que había convocado para explicar detalles de la investigación interna sobre las facturas de comilonas y fiestas a cargos de subvenciones de la Junta de Andalucía. UGT, a través de una nota informativa, exigió “respeto” a la labor sindical; también que la investigación judicial no se puede utilizar como “una causa general contra los sindicatos”.

El exconsejero andaluz de Empleo  y diputado del PSOE en el Congreso José Antonio Viera. (EFE) 
Según el sumario de los ERE, un informe de la Guardia Civil cifró en 7,6 millones de euros el dinero transferido "a entidades vinculadas directamente" con los sindicatos entre 2000 y 2010

Para el Instituto Armado, los conceptos por los que facturaban los sindicatos eran "asesoramiento, cálculos actuariales o recogida de datos" que "deberían haber tenido cobertura" mediante el trabajo de las propias mediadoras de los ERE.

La Fiscalía Anticorrupción quería saber más y solicitó a la magistrada Alaya, titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, que indagara en los pagos realizados a las empresas "vinculadas" a los sindicatos por parte de las mediadoras y despachos "de asesores" intervinientes en la tramitación de las ayudas sociolaborales.

Alto cargo de la Diputación de Sevilla

La UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil, por orden de Alaya, también arrestó ayer a Enrique Rodríguez Contreras, exgerente del Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) en Sevilla. Rodríguez Contreras, que era mano derecha de José Antonio Viera en la Consejería de Empleo, ejercía actualmente de director del área de Empleo e Innovación de la Diputación de Sevilla. El presidente de este organismo, el socialista Fernando Rodríguez Villalobos, lo destituyó de sus funciones de modo inmediato.

“Rodríguez Contreras tendría una intervención esencial como perfecto conocedor del sistema opaco utilizado, para la consecución de otras ayudas a  personas de su círculo próximo, las de su propio municipio (Las Navas de la Concepción). Por las investigaciones practicadas, podría ser responsable de haber prometido y facilitado importantes subvenciones excepcionales, las cuales finalmente se otorgaron de forma fraudulenta con cargo a la partida 31L, por decisiones influidas de intereses particulares”, indica el auto de Alaya.

El empresario José María Sayago, con estrecha vinculación con la trama de ayudas a las empresas de la Sierra Norte de Sevilla, también ha sido detenido. Sayago fue concejal de El Pedroso. En la Sociedad de Desarrollo Local de este municipio sevillano recibió, junto a José Enrique Rosendo, que fue vicepresidente de esta sociedad, ayudas de 29 millones de euros, según se refleja en uno de los autos de la juez Alaya. Rosendo y Sayago habrían recibido el 39% de las ayudas de empleo y 17 millones para capitalizar empresas sin trabajadores.

Dentro de esta segunda fase de la Operación Heracles, fue detenido Ángel Quesada, director del complejo de hoteles Don Pedro y Don Pablo de Torremolinos. En el Don Pedro hubo en 2004 un ERE gestionado por la aseguradora Vitalia -ahora Generali- por el que se prejubilaron 54 personas. Quesada es además vicepresidente de la patronal hotelera de la Costa del Sol (AEHCOS).

Fuente EL CONFIDENCIAL

martes, 8 de octubre de 2013

EXPERIENCIA ALEMANA EN REDUCIR EL PARO.





Existe un consenso generalizado en considerar la actual tasa de paro como el problema más grave de la economía española. Analizando la evolución del mercado de trabajo español en los últimos veinte años, es fácil concluir que un elevado número de los parados actuales no volverá a reintegrarse en el mercado de trabajo, salvo que cambien sensiblemente las condiciones actuales.

Entre 1984, año de creación del contrato temporal, y 1997, la población activa se incrementó en 2,7 millones de personas, mientras que la población ocupada (con trabajo) aumentó en 2 millones de personas.

En la siguiente década, coincidiendo con el boom inmobiliario, la población ocupada creció en más de 7 millones de trabajadores, hasta superar la cifra máxima de 20,5 millones de personas ocupadas. En ese mismo periodo, la población activa alcanzó los 22,3 millones, 5,6 millones más que en 1997. 

Tal aumento sólo se explica por la llegada masiva de emigrantes, muchos de los cuales acabaron en el sector constructor, que incrementó su nómina directa en más de dos millones de personas.

Una vez pinchada la burbuja inmobiliaria, y con la caída a plomo de la actividad en el sector constructor primero, y en los demás sectores de actividad después, la población ocupada se ha reducido por debajo de los 16,8 millones (3,8 millones de ocupados menos que en el pico de 2007), mientras que la población activa ha seguido aumentando hasta los 22,7 millones de personas.

El menor número de parados en el cénit del crecimiento económico fue de 1,8 millones de personas, frente a los casi 6 millones actuales. Si el número máximo de ocupados de nuestra economía fue de 20,5 millones, incluyendo al menos dos millones de trabajadores directos en el sector constructor que se incorporaron durante los años de la burbuja y que no volverán, difícilmente la economía española será capaz de generar millones de puestos de trabajo para reducir sensiblemente la actual tasa de paro sin cambios radicales en nuestra economía

Es ingenuo plantear que sin reformas estructurales la situación del mercado laboral revertirá. Es imprescindible una mayor flexibilidad en el mercado laboral. La transformación del mercado laboral alemán desde la reunificación es un ejemplo a analizar.


Desde 1991 la economía alemana ha creado cerca de 3 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, el número de horas trabajadas se ha reducido en 1.967 millones, equivalentes a una reducción de 1,16 millones de empleos a tiempo completo.

La explicación es sencilla. El empleo a tiempo parcial se ha duplicado desde el 14% en 1992 hasta el 26,8% en 2012. 

En los primeros años de la década de los años dos mil, cuando la economía alemana se hallaba inmersa en una severa crisis del mercado de trabajo, se pusieron en marcha reformas estructurales cuyo objetivo era incentivar a la población a encontrar trabajo, imponiendo restricciones al cobro de los subsidios al desempleo y liberalizando el trabajo a tiempo parcial, unido a la inexistencia de un salario mínimo

Adicionalmente, se permitió que por causas de situaciones de crisis coyunturales en las empresas se pudiese acordar una reducción de la jornada laboral de los trabajadores a la vez que se realizaba el consiguiente ajuste laboral. El Estado compensaba a los trabajadores por las horas que habían dejado de trabajar.

Fuente: National Accounts (Eurostats) y CEOE

A diferencia lo acontecido en España, Alemania ha sido capaz de incrementar el número de ocupados en 2,6 millones en los últimos siete años, a pesar de la crisis.

 La reforma laboral germana ha permitido un aumento de los trabajadores con empleo, pese a que el número total de horas trabajadas se haya reducido. Alguno de estos empleos son de pocas horas y con salarios bajos, pero al menos el paro no sólo no ha aumentado, sino que se ha reducido.

La realidad es tozuda. O se acometen cambios radicales en el mercado laboral español o seguiremos hablando de millones de parados durante muchos años. Aun siendo economías diferentes, aprendamos de las reformas exitosas de otros países.