El pasado viernes el BOE publicaba una disposición en la que se anuncian subvenciones por valor de 900.000 euros para las actividades de cooperación que realicen fundaciones de partidos políticos. Una convocatoria exclusiva, por la que estas mismas fundaciones se embolsaron el año pasado 2,2 millones de euros.
Para ser más concretos, una convocatoria que en 2011 otorgó 1 millón de euros a la Fundación FAES (del Partido Popular) y 975.000 euros a la Fundación Ideas (del PSOE). El resto de partidos reciben cantidades marginales, entre otras cosas porque la valoración de los proyectos está directamente vinculada al número de escaños en el Congreso y el Senado.
Algunos (como eldiario.es) han visto en esta jugada un mecanismo de financiación directa de los dos grandes partidos políticos con recursos de la cooperación, precisamente ahora que la ayuda está cayendo a plomo. Francamente, encuentro pocas razones para pensar lo contrario.
En primer lugar, existe un importante agravio comparativo. El conjunto de universidades
e instituciones españolas que hacen investigación en el campo de la cooperación
y el desarrollo recibieron en 2011 -a través de la llamada Convocatoria Abierta
y Permanente- un total de 3 millones de euros para financiar 40 proyectos. El
hecho de que dos think tanks hayan recibido de manera exclusiva una cantidad
ligeramente inferior a esta llama mucho la atención. Más aún cuando los fondos que ahora
se publicitan deben estar gastados antes de fin de año.
Pero las alarmas se disparan cuando uno echa un vistazo a
las actividades que justificaron el pasado año estas subvenciones. Junto con
una miríada de iniciativas de “formación, consolidación y difusión del sistema
democrático” en países tan exóticos como Chile y Uruguay, la Fundación Ideas se
gastó en 2011 más de 430.000 euros en jornadas, encuentros, visitas y
coloquios.
Supongo que estos conceptos se refieren al desfile de gurúes del
progreso global (como Stiglitz o Sachs) que Ideas organiza en España de cuando
en cuando para lucimiento de sus directivos. Y ya. Porque, de acuerdo con su Memoria,
la agenda de publicaciones de 2011 en este campo se reduce a un informe sobre
desarrollo en África y a un documento de trabajo sobre política industrial en
este mismo continente. Mucho más ‘tank’ que ‘think’.
Con todo y con eso, Ideas es una verdadera fábrica de
propuestas contra la pobreza cuando se la compara con la Fundación FAES
(recuerden: 1.019.920 euros en 2011). En este caso la intensa actividad de
“Promoción de la libertad y la democracia” en regiones ignotas se compatibiliza
con 255.000 eurejos para –atención- la “Divulgación de los valores de la
cooperación internacional en los países donantes”.
Salvo que esta divulgación
se haya realizado de incógnito, resulta difícil explicar en qué se ha gastado
ese dinero. Además de una visita de un funcionario británico del Ministerio de
Desarrollo, la única actividad destacada en su Memoria es
un seminario sobre “España y la Cooperación Internacional” en febrero del
pasado año. Dos horas para una discusión entre cuadros del Partido Popular y
algún invitado externo.
Eso sí, FAES tiene una publicación relevante sobre la
materia: la traducción al castellano de la diatriba anticooperación de Dambisa
Moyo, “Cuando la ayuda es un problema”. Si esta es la “divulgación”, casi es
preferible no ser divulgados.
Para ser claros, no creo que haya ningún problema con la
participación de las fundaciones políticas en este ámbito, más bien al
contrario. Como ha demostrado de manera trágica el reciente debate
presupuestario, la mayoría de los políticos españoles padece un
desconocimiento alarmante de las políticas de desarrollo y de la importancia de
la cooperación internacional en la estrategia exterior de un país.
Ideas y FAES
han desplegado una iniciativa notable en otros aspectos de las relaciones
internacionales y sería estupendo que pusiesen sus capacidades al servicio de
un debate público de calidad sobre España y el desarrollo.
Lo verdaderamente inquietante es que los gobiernos del PP y
el PSOE apoyen generosamente a sus propios think tanks cuando el resto de
instituciones que hacen investigación y comunicación política en este sector se
encuentran contra las cuerdas. España ha construido con muchas
dificultades una red de centros (think tanks, ONG y universidades) que
investigan, publican y proponen cada año buenas ideas para mejorar el
conocimiento del desarrollo y las políticas públicas y privadas en este ámbito.
El Real Instituto
Elcano, la Fundación Alternativas,
Intermón Oxfam, el ICEI, la Universidad de Cantabria o el CEU
son solo algunos ejemplos de un esfuerzo que ahora se ha agrupado en la Red Española de Estudios del Desarrollo. Un esfuerzo que está sufriendo la caída de la cooperación pública y privada, y que
merece todo el apoyo de la Administración en el nuevo Plan Director de la
Cooperación.
Si quieren trabajar en este ámbito, las
fundaciones políticas deberían competir en igualdad de condiciones con los
demás centros, de acuerdo a sus méritos y a sus proyectos. Todo lo demás es un trato de privilegio y una
financiación encubierta de los grandes partidos.
Por: Gonzalo Fanjul | 04 de octubre de 2012
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