Poco antes del 25-N, el conseller Andreu Mas-Colell, la racionalidad económica en un Ejecutivo ideologizado, presentó a Artur Mas
en un acto del Foro de la Nueva Economía en Barcelona. Lo definió como
un hombre de carácter y aludió a una felicitación de Navidad que el
mítico director de Aula, el colegio elitista más exigente, pero no el
más caro (como me puntualiza un amable lector), había enviado a su
exalumno y hoy president: “Mas, no pierda nunca la fuerza del carácter”. Y Mas-Colell agregó que un pariente del president, al que se encontró ocasionalmente, le aseguró que, ya desde niño, Artur era muy inteligente… y tozudo. El conseller matizó: “Yo debo decir tenaz”.
Es una buena pregunta. ¿El president es tozudo y por eso ha firmado el pacto con ERC, que da a Junqueras poder
de veto sobre la fecha del referendo, o, por el contrario, es un
pragmático tenaz que sabe que lo primero es conservar el poder y que no
cierra ninguna puerta? ¿Es un dogmático que insiste en la deriva
independentista, pese a haber perdido 12 diputados, o es un
incombustible, como demostró en 2003 y 2006 tras no lograr ser president
pese a buenos resultados electorales? Hoy por hoy, no hay respuesta,
pero el pasado dice que es un corredor de fondo. Capaz de enmendar su
grave error de disolver el Parlament cuando tenía una confortable
mayoría y podía hacer alianzas variables con el PSC, PPC o ERC.
El
primer gesto -el pacto con ERC y el poder de veto de Junqueras respecto
al referendo- indicaría que Mas ha elegido la huida hacia adelante.
Pero quizás, subrayo el quizás, no tenía otra opción. Con
el PPC era imposible recomponer a corto. Y con el PSC, casi lo mismo.
Porque los socialistas están en fase de redefinición (o de declive) y
porque las dos fuerzas juntas han perdido 20 diputados (12 CiU y 8 el
PSC). La que era la mejor solución tras las elecciones de 2010 se antoja
mucho más complicada después de las de 2012. Mas se habría lanzado así al pacto con ERC no tanto para no traicionar su programa del derecho a decidir como por pura necesidad. A corto no tenía otro aliado posible, y por eso Durán -sin entusiasmo- ha tragado.
Así,
el futuro estaría abierto y Mas podría inflexionar. Será difícil,
porque ha ido muy lejos en el mensaje independentista y, aunque CiU ha
sido castigada, la radical ERC se ha comido once de los doce diputados extraviados por la moderada CiU.
Sin embargo, nada es imposible a poco que los dos grandes partidos
españoles se den cuenta de que el choque de trenes sería letal. Para
Cataluña, por supuesto, pero también -y no menos- para España. La deriva
nacionalista del PP bajo Aznar, el oportunismo de Rajoy contra el Estatut y la liviandad de Zapatero al abandonar (a medias) el nuevo marco para Catalunya con el que se comprometió, son errores graves que han engordado lo que el president Montilla -atacado por la derecha catalana y por la española- definió bien como creciente desafección.
El nuevo Govern, primer indicio de inflexión
El primer indicio de inflexión fue la formación del nuevo Govern. Cierto que Francesc Homs, el ideólogo del soberanismo, ha ascendido a conseller de Presidencia. Y que Germá Gordó, de la misma tendencia, es el nuevo conseller
de Empresa y Ocupación. Pero Mas ha intentado un reequilibrio. Primero,
con el mantenimiento de Mas-Colell, garantía de solvencia, e incluso
con el de Boi Ruiz, la bestia negra de la izquierda (incluida
ERC) por los recortes -mal planificados y peor explicados, pero quizás
inevitables- en la sanidad pública. Segundo, porque el peso democristiano en el Ejecutivo se incrementa. La vicepresidenta Joana Ortega y Pelegrí (secretario general de Unió) mantienen sus cargos y además Espadaler, muy próximo a Duran, se hace cargo de Interior, departamento clave.El
nombramiento de Jordi Vilajoana, catalanista pragmático y amigo
personal del ‘president’, como secretario general de Presidencia es otro
signo de que Artur Mas –pese al pacto con ERC- no quiere cerrar la
puerta a la negociación con Madrid
A
este intento de reequilibrio -por otra parte obligado por la situación
financiera y por los trece diputados de Unió, cuya fuga dejaría a Mas en
la indigencia- hay que añadir ahora el nombramiento de Jordi Vilajoana como secretario general de Presidencia (en la conselleria
de Homs). Vilajoana, al contrario que Homs, no es un ideólogo, sino un
catalanista pragmático, procedente del mundo de la publicidad, que
militó en el partido liberal de Trias Fargas (rival de Pujol,
pese a que acabó presidiendo CDC) y que supo conquistar a este último
como presidente de la sectorial de CDC en Sarrià (el distrito acomodado
de Barcelona), como director de TV3 y finalmente como conseller de Cultura.
Evitar la confrontación directa con Madrid
Vilajoana
es más hombre de relaciones que de ideas. Y, en los últimos años
(primero como vicepresidente del Congreso y luego como jefe del grupo de
CiU en el Senado), ha sabido mantener fluidas relaciones tanto con Rajoy y
dirigentes del PP (dicen que fue él quien sugirió a Aznar una versión
sensata de aquello de que hablaba catalán en la intimidad) como con Zapatero. Su relación con la llamada sociedad civil catalana (empresariado, banca, profesionales) es de cierta complicidad y no desconoce que, en ese mundo, la deriva de CDC genera alarmas.
Vilajoana tiene una praxis componedora y algunos sostienen que su norte
es la diplomacia y evitar la confrontación, sobre todo (lo decía Salvador Sostres el domingo en El Mundo) si sabe que no puede imponerse.
Pero
la clave no es tanto su personalidad, poco dada a dirigir un
enfrentamiento brutal con Madrid y un choque con la sociedad civil, como
su proximidad al president. Mas es un hombre reservado, algo solitario y sin amigos personales en CDC. Con dos excepciones, Sixte Cambra,
hoy presidente del Puerto de Barcelona, y Jordi Vilajoana, con el que
incluso comparte fines de semana.
Su elección indica que Mas no desea
quedar aprisionado por el soberanismo (de Homs en el Govern y de Oriol Pujol en el partido) y que quiere un jefe de Estado Mayor de total confianza que haga prioridad de la lealtad personal. Es otro signo de que Mas preferiría esquivar la confrontación total. E incluso es lícito preguntarse por el peso real de un conseller de Presidencia (Homs) cuyo secretario general (Vilajoana) tiene una relación personal más fluida con el president.
¿Ha castigado Mas a Homs por la debacle electoral con una patada hacia
arriba? Lo cierto es que ahora ha perdido la exclusividad de la llave de
acceso al despacho del president.
Aunque quizás las cosas
sean menos elaboradas. Mas purga sus contradicciones y errores y hace
movimientos diversos para evitar la asfixia. Un trozo de pacto con
Junqueras para el Parlament, la reafirmación de Mas-Colell para
evitar la quiebra financiera, el discurso independentista de Homs y
Pujol para el partido y la apuesta por un incondicional (Vilajoana) para
actuar sin cortapisas.
Y para limar contradicciones, la
privatización de ATLL (Aguas del Ter y Llobregat) con dos empresas
competidoras de primer orden (Acciona y Aguas de Barcelona) apoyándose
en dos sectores de CDC (Recoder y Gordó) ha acabado mal, ya que un
órgano de la Generalitat ha anulado la concesión a Acciona decidida por
la propia Genealitat. ¿Revancha de Gordó contra Recoder, que ha salido
del Govern? Aunque lo sustancial -más allá del espectáculo- es
que Mas-Colell ha cobrado 300 millones de Acciona que ayudarán a
incumplir menos el objetivo de déficit de 2012.