Enrique
de Diego.- No es que ahora Intereconomía se haya convertido en la
televisión oficial de Mario Conde, lo que le está dando la puntilla y
haciendo huir escaldada a la audiencia, es que lleva siéndolo, cerca de
dos años, aunque de manera oscura, tortuosa, como corresponde a dos
conspiradores compulsivos –Julio Ariza y el propio Mario Conde- que, sin
resortes morales, se creen muy listos y desprecian a la gente, a la que
se consideran legitimados para manipular.
La operación Conde-Ariza-Intereconomía se ha ido planificando al
milímetro para lavar la imagen del corrupto y presentarle como una
víctima del sistema, cuando es puro sistema, pura casta. No es que,
despechado por los desprecios de Rajoy, Ariza se entregue, vengativo, a
Rajoy, es que lleva todo el tiempo jugando a dos barajas y despreciando a
una audiencia a la que debería respetar.
Este par de ególatras fatuos
van hacia el más espantoso ridículo y es hora de desenmascararlos. No
tiene sentido que los gestores de una empresa en destrucción, con ERE
salvaje perpetrado con nauseabundo clasismo, pretendan dar lecciones a
nadie, ni hablar de cómo crear empleo. Cuándo ha creado empleo Mario
Conde. No ha hecho más que destruirlo.
¿Qué une a esta extraña pareja de conspiradores fatuos? Porque
aparentemente están en las antípodas. He contado en mi libro “Dando
caña” (Editorial Rambla) una anécdota curiosa de la aversión que Julio
Ariza siente hacia la masonería a la que pertenece Mario Conde, pero voy
a dar algunos detalles más. En su despacho, Julio Ariza me pasó un
vídeo, grabado con cámara oculta, que decía ser del funeral, en una
Iglesia católica, del Gran Maestre de Francia. La calidad era pésima y
no tenía nada de relevante.
Pregunté si se iba a emitir y Julio Ariza me dijo que no; era para su
disfrute personal. Ariza se empeñó en que identificara como uno de los
asistentes a José Manuel Otero Novas, profesor del CEU, y ex ministro de
la UCD. Es persona a la que conozco bien, respetable, y le dije que no
le reconocía, que era imposible, y luego ya que no era él. Con razón o
sin ella, Julio Ariza está obsesionado con y contra la masonería. Tiene
incluso una especie de asesor para el tema, un como director espiritual,
el sacerdote Manuel Guerra, con el que se comunica habitualmente.
La cuestión es que forma tándem con Mario Conde que es masón,
notoriamente, ahora en la posición que se llama latente, es decir, que
no ha renunciado a serlo, pero que no practica, que no asiste a las
ceremonias con el mandil pero incluso hay declaraciones suyas
respetuosas de que piensa ponerse activo en el futuro.
Extraña pareja de fatuos conspiradores la formada por quien está
obsesionado con el influjo negativo y demoníaco de la masonería y que va
de la mano y apoya a quien pertenece a ella. ¿Qué les une? Lo veremos
más adelante.
Julio Ariza va de católico oficial. En tal calidad, ha pretendido que
la Conferencia Episcopal le regalara la COPE, e incluso que del cepillo
de los católicos se destinara el dinero a enjuagar sus cuantiosas
pérdidas. Más allá, hace gala de continuo de su catolicismo, con uso y
abuso. Mario Conde no es católico. Practica ahora una religión oriental,
más bien una filosofía, el Tao, de Lao Tse, materia sobre la que tiene
publicado un libro “El tao y la palabra”. Intereconomía lo promocionó e
incluso dedico un programa a presentar a Mario Conde como una especie de
místico, cuando habla de la divinidad en un sentido esotérico, difuso,
confuso y panteísta.
Bien, Ariza es un católico muy peculiar que considera que algunos de
los diez mandamientos están abolidos para él y que se los puede saltar a
la torera. De esa guisa, ha defendido a todos los corruptos del PP,
algunos tan rechazables como Carlos Fabra o Jaume Matas. Ha hecho causa
común con los de Gürtel. Hay episodios delirantes en este desfonde moral
de los que he dejado constancia en mi libro “Dando caña” (Editorial
Rambla). Algunos parecen salidos de una película de serie B.
En apariencia, nada establece la posibilidad de una relación fluida
entre Julio Ariza y Mario Conde y menos una firme alianza conspiratoria,
con proyección electoral y, sin embargo, desde hace dos años, Ariza y
Conde están todo el tiempo juntos, no se separan, se les ha visto de
continuo reunidos en “El plató”, el restaurante de los bajos de la sede
de Intereconomía o en el despacho de Ariza o paseando por los pasillos o
a punto de reunirse en la sala de Juntas en el Consejo de
Administración –porque Mario Conde es accionista de Intereconomía aunque
lo niegue- y ambos se han dedicado a transmitir a propios y extraños
que forman tándem; un tándem que va a ser testado en las elecciones
gallegas.
¿Qué les une? El poder y el dinero. Ambos son políticos frustrados.
Ariza en el PP catalán desmantelado por Aznar y luego con la fallida
operación de Libertas que también tenía un trasfondo económico que no se
ha aclarado y que se comenta con ribetes altamente escandalosos. Conde
con su intento de controlar el sistema, de reinar sobre él de la mano de
su amigo Juan Carlos de Borbón, aunque se dice que los borbones nunca
tienen amigos.
Ambos, Ariza y Conde, pertenecen a la cultura del
pelotazo y han chapoteado en ella; un tiempo y una filosofía
relativista, de avaricia codiciosa ilimitada, que está en el trasfondo
del desfonde moral actual y de la crisis económica. Porque Ariza y Conde
no entienden la política, el poder, sin ir acompañada del dinero. Lo
que andan buscando es dinero. Es probable o seguro que Ariza anda
buscando el dinero de Conde, que es un misterio o una leyenda, y que se
verá si es realidad o no, porque entre tramposos anda el juego.
Ambos son clasistas, con una visión periclitada y en sí nefasta de la
sociedad, en la que los fatuos se creen capaces de gestionar bien lo
que corresponde a las personas libres. El mismo ERE de Intereconomía es
una muestra de la podredumbre moral de estos dos personajes, despiadado,
inhumano, casi esclavista, ofensivo y agresivo, en el que se ha optado
por pijos y pijas mediocres, de puro figureo, por encima de los
trabajadores eficaces y laboriosos de clases medias. Este par son
enemigos de las clases medias.
Son dos manipuladores que pretendiendo
engañar a la audiencia y a la nación sólo han conseguido engañarse a sí
mismos. Han planificado una operación que han presentado como espontánea
y eso es una grosera mentira. Gestionan mal lo propio y pretenden
presentarse como gestores de la nación, dan lecciones cuando están para
recibirlas.
Son una pareja de relativistas. Pertenecen a un mismo orden moral o inmoral.
Fuente: Alerta Digital