martes, 4 de febrero de 2014

CATALUÑA Y LA GUERRA DE SUCESIÓN.




“Verdades a medias y bastantes demagogias están siendo manejadas por el gobierno del Sr. Mas, confundiendo el conocimiento objetivo de la Historia.

Ahora resulta que la Guerra de Sucesión, felizmente acabada con la capitulación de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, en manos de Felipe IV, se quiere manipular ocultando que el verdadero objetivo de esa triste contienda civil , era el enfrentamiento entre las potencias impulsoras de la entrada como rey del archiduque Carlos de Austria – dando continuidad al la monarquía española – y los que preferían a Felipe de Anjou ( borbones ), con la implicación por tanto de austriacos, ingleses y franceses , con una fatal consecuencia cifrada en torno al millón de muertos por la guerra.

Cataluña, por tanto no cayó, por ninguna guerra de independencia de Cataluña, sino por el enfrentamiento de dos dinastías, que llegaron a producir un riesgo secesionista en Aragón y Castilla.

El “héroe” catalán Rafael de Casanova, combatió en defensa del Austria y nunca en defensa de Cataluña.

Como una “cortina de humo” para aportar miedo y patriotería barata, parece que se está utilizando “el caso catalán” ante una Constitución que deja muy clara la imposibilidad de “consultas” unilaterales...

Como tantos españoles, siempre he amado a Cataluña, incluso elegida para un post grado que realicé en su Universidad Politécnica y desde luego jamas sentí ninguna exclusión por ser castellano.

Habrá casos que se sientan agredidos, - quiero creer que son fruto de animadversiones – pero hay muchos Castellanos-Manchegos residiendo en Cataluña, que se sienten catalanes y por tanto españoles.

Espero que 2014 solucione definitivamente tanta incomprensión e intolerancia, volviendo a su cauce la necesaria convivencia en paz de todos .”


Dario Pozo Ruz.

domingo, 19 de enero de 2014

PACTOS CONTRA NATURA


Es cierto que el sistema electoral español no es de tipo mayoritario, sino proporcional. Los escaños no van a parar en exclusiva a aquel partido que dentro de una circunscripción ha obtenido la mayoría de votos, sino que se reparten proporcionalmente entre las distintas formaciones políticas. La finalidad de esta fórmula es que las instituciones democráticas reflejen de un modo más fidedigno la voluntad del plural pueblo soberano. Sin embargo, cuando los partidos que ostentan el poder tratan de pervertirlo y de retorcer los mandatos ciudadanos, el sistema proporcional puede, paradójicamente, conducir a un ataque directo contra esa voluntad popular.

Una de esas perversiones es el famoso Pacto del Tinell; acuerdo por el que todos los partidos decidieron coaligarse para bloquear el acceso del PP a los distintos gobiernos. Es harto dudoso que la voluntad de sus electores fuera que todas estas heterogéneas formaciones se unieran en un frente común contra los populares, pero aun así se formaron gobiernos cojos y contra natura que, posteriormente, han sido revocados en las urnas. En gran medida, tras sus excelentes resultados electorales del 22-M, el Pacto del Tinell ha dejado de ser funcional. No obstante, todavía existen reductos donde la filosofía del Tinell sigue en pie. Dos ejemplos nos valdrán para ilustrarlo.

El caso más claro puede que sea el del Ayuntamiento de Getafe: allí UPyD tiene la llave para la gobernabilidad. Sus concejales se comprometieron a votar a la lista más votada –que ha terminado siendo el PP– y, en todo caso, marcaron considerables distancias con el PSOE de Pedro Castro, quien llegó a incluir a una imputada en las listas. Pese a ello, parece que la posibilidad de tocar poder real con el PSOE les está llevando a desdecirse y a plantearse incumplir el compromiso que asumieron ante sus votantes (quienes a buen seguro deseaban un cambio en el consistorio): un gesto que resultaría lamentable para un partido que pretende colocarse a la vanguardia de la muy necesaria regeneración democrática en nuestro país.

Algo similar sucede en el caso del Ayuntamiento de Leganés. Allí, PSOE e IU han perdido la mayoría en favor del PP y de la ULEG, un partido local cuyo votante medio está ideológicamente muy cercano al PP. Los de ULEG firmaron ante notario que se apoyarían a sí mismos en la investidura, y de momento no parece que vayan a traicionar este compromiso con sus electores. 

Cosa distinta sucede con PSOE e IU, quienes llevan más de tres décadas controlando el consistorio y están enormemente preocupados de que el PP los sustituya y comience a levantar alfombras. De ahí que se estén planteando elevar a alcalde al candidato de la ULEG, algo que obviamente se opondría por entero a la voluntad de quienes los votaron para que fueran ellos quienes gobernaran.

En definitiva, las ansias de poder de nuestros políticos o el deseo de conservarlo a cualquier costa bien pueden conducir a la formación de gobiernos inestables y contra natura que, lejos de gobernar de acuerdo a los deseos de la mayoría de los electores, subviertan su voluntad en nombre de minoritarios intereses espurios. Esperemos que, finalmente, el sentido común y democrático termine imponiéndose.

Fuente: LIBERTAD DIGITAL. 


viernes, 17 de enero de 2014

GOBIERNOS ABSOLUTOS





“Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes”.
(Confucio )
Dario Pozo Ruz, para el LANZA de Ciudad Real

“Escuchamos muchas veces: ¡Nada hay nuevo bajo el sol!, mientras seguimos atados al incierto devenir de las cosas que nos suceden en este teatro político, donde todo parece que se compra o se vende tratando de componer el engaño como fórmula del “bálsamo” quijotesco.

En Burgos un alcalde no se apea del burro porque según él, está legitimada su razón en el poder de un voto absoluto emitido en épocas donde no se atisbaba la actual crisis.

Decía Napoleón Bonaparte que solo se puede gobernar a un pueblo ofreciéndole un porvenir y vendiendo esperanzas, en lugar de arbitrarias decisiones impuestas que no se sustentan con el diálogo. 

En Burgos, en Madrid o en Castilla La Mancha hay también mucho hartazgo... y nos sentimos huérfanos ante tanto “mesías” del engaño, que primero dicen que salimos de la crisis ¿ quién la provocó ? Para luego quitarnos ilusión hablándonos de que pasaran mas de veinte años...

El Gobierno y el sistema que lo fundamenta, está acabado ¿ que tendrá que ocurrir todavía para que terminen los “aristócratas” de una política sustentada en el engaño ?

Sabemos que ejercer el gobierno sería mas fácil si no hubiera que ganar constantemente elecciones (Clemenceau) , pero el problema surge cuando gana el que mas roba ilusiones para luego hacer lo que quiera, con la excusa de “ser el elegido” para cuatro años sin dar cuenta a nadie.

Identificamos la política, con el engaño, la mentira y la manipulación de las personas en una sociedad permisiva que alimentamos con mensajes televisivos como “Aida” o “la que se avecina”, donde jóvenes y adultos se divertirán recibiendo mensajes estimulantes de robo, codicia o explotación de inmigrantes, etc.

Corregir el rumbo ha sido mensaje repetido de muchos artículos mios y de otros escritores, ¿ nos empecinamos en seguir este rumbo que conduce al abismo ?

En la antigua Grecia, ya era patente la teoría del bien, de la felicidad, la virtud, la democracia, la amistad y la educación de los jóvenes, pero miles de años después seguimos perdidos sin saber retornar a nuestras fuentes, clave de tantos defectos que impregnan nuestro paso por esos partidos que hemos manchado y que nuestra culpa fue desvirtuar su filosofía ideológica en pro de un pragmatismo usado para el enriquecimiento de unos pocos...
Como dijo muy bien Mempo Giardinelli: “Un pueblo que no lee está condenado a la extinción” y si fomentamos la independencia de juicio que favorece la lectura encontraremos la clave para conseguir nuestra libertad.
Darío Pozo Ruz. Ecologista del CEAM (Valdepeñas)



ESPAÑA, ¿ HACIA UN MODELO DANÉS O VENEZOLANO ?


En su libro El dilema de España (Península Atalaya), el catedrático de Economía y Estrategia de la London Business School Luis Garicano plantea que España debe decidir si quiere ser la Venezuela de Europa, a la que nos parecemos ahora, o la Dinamarca del sur, a lo que, asegura, deberíamos aspirar. Para ello, explica (a modo de relato ficticio en el que un periodista del año 2034 explica cómo ha logrado España que dos científicos españoles ganen sendos premios Nobel) las medidas que nuestros gobernantes deberían llevar a cabo.

Medidas políticas

1. Un gobierno de coalición
Un proyecto ambicioso requiere de un pacto ambicioso.

2. Expulsar a los políticos de los órganos técnicos

Lo primero que debería hacer el nuevo Gobierno es exigir la dimisión inmediata de todos los nombramientos políticos en órganos que deberían ser técnicos, hechos por el anterior Gobierno, y nombrar en su lugar a personas independientes de reconocido prestigio.

3. Una nueva ley de partidos

Que imponga normas mínimas para las primarias, obligatorias para la confección de listas, las auditorías y la transparencia de las cuentas.
4. Una reforma constitucional

Que elimine el Senado y las diputaciones provinciales, excepto las vascas.

5.  Reducir el número de ayuntamientos

Dinamarca convirtió los 1.389 ayuntamientos con los que contaba en 2007 en 98, y obligó a todos los municipios a contar con, al menos, 20.000 habitantes. España podría convertir sus 8.116 municipios en 600, lo que reduciría el número de concejales de 68.462 a 5.000. Tras esto, se podría transferir un gran número de competencias autonómicas en servicios sociales y educación a los ayuntamientos.

6. Reformar el Estado autonómico

El Gobierno debería introducir un sistema con competencias claramente asimétricas, confederal en la práctica para Cataluña y el País Vasco, y un nuevo modelo de financiación basado en la idea del cupo más una tasa. Esto haría que la mayoría de catalanes se inclinaran a favor de la permanencia en España.

7. Reforma de la ley de enjuiciamiento civil y criminal y de la carrera judicial

La conjunción de ambas reformas eliminaría el exceso de formalismo y garantismo y reduciría drásticamente el número de apelaciones. Mejoraría la seguridad jurídica y el cumplimiento de la ley. Los delincuentes de guante blanco y los políticos corruptos perderían su capacidad para retrasar el sistema indefinidamente y evitar el castigo. Una nueva ley anticorrupción, más dura, modelada en la legislación estadounidense contra la mafia y la corrupción política, supondría un incremento notable de la efectividad de los tribunales en estos casos.

Medidas económicas

8. Eliminar todos los contratos temporales y el Estatuto de los Trabajadores

Se debería implantar, de forma general, un contrato de trabajo a la austriaca. Todos los empresarios contribuirían con 10 días por año a una pensión de despido (el 2,75% de la masa salarial) libre de impuestos, que sea un derecho del trabajador. En caso de despido, el trabajador cobra 10 días por año trabajado por esta pensión, además de un máximo de 10 días adicionales pagados directamente por la empresa, que se convierten en 15 en caso de despido improcedente. Si el trabajador no es despedido, los 10 días por trabajador contribuidos se añaden a la pensión de jubilación.

La reforma reduciría los costes de la Seguridad Social para compensar los costes laborales debido a la nueva pensión por despido. Los costes adicionales de la reforma se financiarían vía la expansión de la base del IVA y la subida de los impuestos especiales (gasolina y tabaco).

9. Movilizar a los parados

Los parados, para recibir su subsidio, tendrán que ser “enseñantes” o “aprendices”. Habrá una lista concreta de materias de las que se podrá impartir o recibir clase y se emparejará a los parados alumnos con los parados profesores, según sus aptitudes. Mientras no se tenga un empleo, los parados tienen que asistir como mínimo a cuatro horas de clase al día, o enseñar dos. Tres faltas de asistencia conllevaría la pérdida del subsidio. Supondría un cambio radical en la percepción de lo que realmente es el paro: ya no se estaría desempleado, sino en proceso de formación.

10. Reformar los mercados y organismos reguladores

Con el lema “Incrementar la competencia y la protección del consumidor” se introducirían reguladores independientes de los mercados y se reformaría en profundidad la estructura de los mercados financieros, eléctricos y petrolíferos, de comunicaciones, etc. Todo ello supondría una fuerte caída de los precios, sobre todo eléctricos, y pondría la base para un incremento de la competitividad de las empresas españolas, especialmente las consumidoras intensivas de electricidad y energía.

11. Contundente simplificación administrativa 

El Gobierno debería trazar un ambicioso plan para que España se situara a la altura de Singapur en los indicadores internacionales de facilidad para hacer negocios. Se implementaría un nuevo marco jurídico para la entrada y la creación de empresas y la eliminación de licencias previas y otros trámites.

12. Incrementar la demanda de empleo para los parados sin cualificar

Esto se podría lograr mediante el objetivo Florida. El plan pasaría por introducir una serie de cambios fiscales y en la cobertura sanitaria con el fin de que España fuera el destino más atractivo desde el punto de vista económico para los retirados extranjeros. Esto incluiría la eliminación de los impuestos de sucesión sobre la renta para los mayores de 65 años.

13. Asegurar la sostenibilidad del Estado del Bienestar

Para ello sería necesario conservar la sanidad pública, pero introduciendo criterios de eficiencia bajo el modelo británico y un modelo de cuentas nocionales a la sueca en las pensiones (un modelo por el cual cada trabajador sabe en todo momento cuánto ha acumulado en su cuenta). Finalmente, habría que introducir la eliminación definitiva de la desgravación fiscal por vivienda y fomentar el alquiler hasta que llegue al 40%, lo que favorecería la movilidad interna en el país.

Reformas educativas

14. Reforma del sistema educativo en su conjunto

La educación en España requiere una metamorfosis profunda. El componente clave de la reforma debe ser el cambio en la gobernanza de los centros, así como en la carrera profesional de profesores y directores. Ambos pasarían a cobrar mucho más (los directores el doble que los profesores), y la educación atraería a mejores profesionales. 

El Gobierno debería crear una Agencia Independiente para la Evaluación de las Escuelas, que publicara análisis detallados de su funcionamiento, incluyendo los resultados en los exámenes estandarizados y análisis pormenorizados de la creatividad, la capacidad de expresión oral y escrita, etc. La financiación de los centros quedaría ligada a la demanda de los estudiantes, de forma que aquellos sin alumnos tuvieran que cerrar.

La reforma universitaria se adaptaría a los modelos existentes, sobre tres pilares: autonomía absoluta personal y financiera de la universidad, así como su desfuncionarización; el rector sería nombrado por un patronato externo; toda la financiación se realizaría en función del éxito de investigación y de docencia. Los avances en investigación se medirán por su impacto, no por su número. Algunas universidades caerían, pero el resto mejorarían.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

miércoles, 11 de diciembre de 2013

PARADOJAS DE LA INCOHERENCIA DE UN DIPUTADO DE UPYD



El actor cobró 134.000 euros en 5 meses

El PP esgrime el sueldo de Cantó y manejos de Puig para defender el cierre de Canal Nou



El cierre del canal de televisión de la Generalitat Valenciana provocó un duro debate en el Congreso en el que el Grupo Popular se ha defendido atacando a los partidos que exigen su mantenimiento (desde el bloque de izquierdas a CiU y UPyD) y lo ha hecho exhibiendo informaciones sobre la relación personal de diputados de la oposición con Canal Nou. 

La más llamativa es la de Toni Cantó, que cobró 134.000 euros por presentar un programa de cámara oculta que duró 5 meses en antena.


La portavoz del PP, Macarena Montesinos, acusó a los socialistas, a los nacionalistas catalanes, a IU y a la formación de Rosa Díez de pretender que el Congreso se entrometa en decisiones de un Gobierno autonómico que lo que pretende con la renuncia a su televisión, según reiteró, es ahorrar para sostener los servicios básicos que debe prestar a los ciudadanos. 

A partir de ahí se ha volcado en denunciar “la desfachatez” de los portavoces que ahora claman a favor de Canal Nou cuando antes pedían cerrarlo por considerar que estaba al servicio del PP y un poco más atrás en el tiempo se beneficiaban directamente de él.


Montesinos ha acusado al diputado del Grupo Socialista Ximo Puig de manejar a su antojo los informativos de la emisora cuando gobernaban los socialistas y él estaba en la consejería de Presidencia. Para ello exhibió un correo para explicar que un dirigente del nacionalismo valenciano, Pere Mayor, sostiene que Puig dirigía los telediarios de Canal Nou cuando estaba en la Generalitat. “Puig recibía todos los días un fax con la escaleta de los informativos y él elegía las noticias”, según el citado líder del Bloc.

Ximo Puig. (EFE)

Además, la diputada del PP recordó que la televisión autonómica fue condenada por manipulación por primera y única vez cuando los socialistas gobernaban la Comunidad y Puig era un alto cargo en el ejecutivo de Joan Lerma. También le imputan haber movido sus influencias para que su hermano se hiciera con un canal de TDT de concesión municipal. 


Contra el PSOE en general, sacó a colación que cuando José Blanco era ministro en el Gobierno de Zapatero recomendaba al PP que cerrara la televisión. Puig pidió la palabra para decir que todo lo que sostenía Montesinos sobre sus manejos desde el poder era falso.


La parlamentaria del Grupo Popular iba documentada para cargar contra el hoy diputado de UPyD Toni Cantó, posible candidato de su partido en las próximas elecciones municipales en Valencia. 

Se refirió primero a la imagen que el actor colgó en su cuenta de Twitter en la que se podía ver la sede de la televisión autonómica atacada con un misil. Lo hizo en plenas negociaciones del ERE. 

Se da la paradoja de que UPyD está oficialmente en contra del despilfarro del dinero público en las autonomías y a favor de la reducción de su aparato político y propagandístico.


La portavoz del Grupo Popular sacó también informaciones de la prensa valenciana sobre los ingresos que proporcionaba Canal Nou al entonces actor hace una década: 134.000 euros por un programa de cámara oculta que hizo durante cinco meses. Cantó no niega que hiciera el programa, pero sí que cobrara tanto. Según fuentes de UPyD, de esa cantidad habría que descontar la comisión del representante, más los impuestos: un 30 por ciento menos.

En la votación sobre la iniciativa suscrita por toda la izquierda de la Cámara más CiU y UPyD, el Congreso rechazó, por la mayoría del PP, entrometerse en la decisión de Alberto Fabra de cerrar una televisión autonómica que ha llegado a acumular un déficit de 1.200 millones de euros.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

domingo, 8 de diciembre de 2013

¡NO ES POR CATALUÑA, ESTÚPIDOS!




Como en un interminable deja vu o una reedición a la española de El día de la marmota, este viernes nos volvimos a encontrar políticos y periodistas -y unos cuantos invitados a modo de figurantes- en la celebración del XXXV Aniversario de la Constitución Española. 

Los mismos pasillos, las mismas caras con algunas variaciones, las mismas palabras de consabida felicitación por estos treinta y cinco años de convivencia y tal y tal, las mismas chicas monas que se quieren hacer la foto con el presidente del Gobierno, los mismos corrillos de periodistas que vamos saltando de uno a otro como si se tratara del juego de la oca a ver en cual de todos conseguimos el titular que nos de la exclusiva del día –cosa que ya nunca ocurre, claro-, los mismos canapés de sabor indeterminado regados con refrescos que han perdido sus burbujas y copas de cava calentorro…

Alguien debería pensar en darle una vuelta a la celebración de este aniversario al que ya ni siquiera acude un miembro de la Casa Real, y eso que están ahí gracias a una Constitución que consolida su permanencia por los siglos de los siglos. O no, vaya usted a saber, pero eso ya es harina de otro costal. 

Como todos los años, los nacionalistas y los comunistas le dieron un corte de mangas a la Carta Magna que les da cobijo, por lo que allí se juntaron los de siempre, es decir, el Gobierno –y no todo-, el PP –tampoco todo-, el PSOE –muchos menos- y algunos minoritarios como UPyD representado por la compañera Irene Lozano y Rosa Díez.

 De los presidentes autonómicos solo vi a Alberto Fabra, y también estaba la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a la que se le puso un rostro muy áspero cuando me acerqué a menos de un metro. (Ahora sé por qué me pitan los oídos por las noches).

Obviamente el tema estrella, el asunto que acaparaba casi todas las preguntas al jefe de Gobierno y al líder de la oposición, era la reforma constitucional. Rubalcaba se mostró entusiasmado con abrir ese melón y Rajoy, nada.

Quizá lo más novedoso de este año haya sido ver muy recuperada y casi en plena forma a la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes -¡ella sí que sería una alcaldesa como Dios manda!-, y a un teniente coronel de la Guardia Civil acompañando al ministro del Interior que se desgañitó –el ministro, no el teniente coronel- explicando a todo el que quisiera escucharle –un servidor incluido- lo difícil que tiene el Gobierno resolver el asunto de las concertinas de Melilla

Lo dicho, que alguien debería darle un repaso a este acto de homenaje a la Constitución porque de tan rancio y de tan poco éxito acabará dando la razón a quienes afirman que la Carta Magna está para que la ingresen en un geriátrico.

Y no es así. Está obsoleta en algunas cosas, cierto, pero lo retro y lo vintage tiene su encanto si se sabe combinar adecuadamente. Obviamente el tema estrella, el asunto que acaparaba casi todas las preguntas al jefe de Gobierno y al líder de la oposición, era la reforma constitucional.

 Rubalcaba se mostró entusiasmado con abrir ese melón y Rajoy, nada, aunque también dijo que no se iba a cerrar en banda pero “habrá que saber para qué y con quien contamos”. Se lo dije a Rubalcaba… “Cuenta conmigo”, me contestó, pero me temo que para el Gobierno no es suficiente, no sé si porque le parece poco el PSOE o le parece poco Rubalcaba y no las tiene todas consigo respecto del respaldo que tenga el secretario general del PSOE.

La clave está en esa Constitución a la que habrá que darle un repaso para ver, quizás, no tanto qué hay que cambiar como en qué no la estamos cumpliendo. 

No se trata, por tanto, de Cataluña, sino de la propia supervivencia del sistema lo que hace necesario volver a los orígenes.

El caso es que año tras año hablamos de lo mismo y ahí se queda cualquier intento serio o no serio de darle una mano de pintura a una Constitución que la necesita como el comer.

Y no es por Cataluña, no nos equivoquemos. 

Cometeríamos un error si planteamos la respuesta al desafío soberanista catalán en forma de modificación constitucional, pero también lo cometeremos si dejamos las cosas como están y no afrontamos la necesidad de dar cabida en la Carta Magna a las aspiraciones de una sociedad que pide a gritos que se tenga en cuenta su singularidad

 Es evidente, treinta y cinco años después, que el modo en el que se cerró la puerta del modelo autonómico dejó abiertas muchas ventanas y las corrientes de aire han vuelto a abrir la entrada principal.

El problema es que las circunstancias no son las mismas que en 1978, y no creo que nuestra clase política tenga la madurez y la generosidad que tuvo aquella para dejar a un lado las discrepancias partidarias y pensar en el bien común y en el futuro de todos los españoles por igual. 

Mi compañero Carlos Sánchez se pregunta a menudo por qué es tan difícil trasladar a la clase política española eso que es tan normal en el seno de la sociedad, es decir, llegar a acuerdos, pactar, consensuar… 

No lo se, quizá el problema esté en el propio sistema, que ha convertido a los partidos en maquinarias electorales sin alma ni pasión por la política más allá de la obtención de poder para repartirse cargos.

Sea lo que sea, la clave está en esa Constitución a la que habrá que darle un repaso para ver, quizás, no tanto qué hay que cambiar como en qué no la estamos cumpliendo. No se trata, por tanto, de Cataluña, sino de la propia supervivencia del sistema lo que hace necesario volver a los orígenes. 

Debemos recuperar ese espíritu innovador y generoso que hizo posible el consenso de la Transición, para llenar de sentido cualquier proyecto de reforma constitucional que quiera afrontarse; el único sentido que puede tener es el de garantizarnos otros treinta y cinco años más de convivencia en paz y libertad.

Fuente: 

Federico Quevedo
en EL CONFIDENCIAL

viernes, 6 de diciembre de 2013

LA CONSTITUCIÓN ES UN FÓSIL: SE REFORMA O SE MUERE.


35 ANIVERSARIO DE LA CARTA MAGNA


¿Es legítima una Constitución que apenas ha votado el 23% de los actuales españoles? 

La pregunta puede parecer pertinente. Pero no lo es. Ni siquiera contribuye a entender la desafección creciente hacia la cosa pública. Como sostiene con sorna el economista Gabriel Tortella, “tampoco siguen vivos los americanos que votaron la suya [hace 226 años] y no pasa nada”. 

La diferencia, sin embargo, estriba en algo esencial: la Constitución de EEUU lleva sobre sus anchas espaldas multitud de enmiendas y reformas. Y tampoco pasa nada. Sigue fresca como una lechuga.

En España, al contrario, la Carta Magna de 1978 -aprobada con la participación del 67,1% de los españoles- se ha fosilizado. No se ha tocado ni una coma salvo por mandato europeo (dos veces). El resultado es inquietante. Como sostiene el catedrático Muñoz Machado,el inmovilismo comienza a ser el principal enemigo de la Constitución”. 

Y no sólo eso. A modo de premonición sostiene que “la crisis institucional durará más que la económica”.

No es un asunto menor. A los constitucionalistas les gusta recordar que en España, al contrario que en otros países, en vez de reformar la Constitución lo que se ha hecho es tirar el edificio abajo. Y eso explica que desde 1812 (sin contar el Estatuto de Bayona, que para algunos es un texto constitucional), se hayan promulgado ocho constituciones. 

La de 1978 es la más larga tras la del largo periodo de la Restauración. Pero nunca antes se habían producido las transformaciones sociales y demográficas  que ha vivido España en los últimos 35 años.

Algunos datos lo ilustran. En 1981, censo de población más cercano a 1978, residían en España apenas 37,7 millones de españoles; y se puede decir ‘españoles’ con propiedad porque apenas 150.000 eran residentes extranjeros. Hoy la población asciende a 46,7 millones. Es decir, nueve millones más. Es como si la Constitución de 1978 no la hubieran votado ni los andaluces (la región más poblada de España) ni los cántabros. Aunque hay un dato probablemente tan significativo en términos sociales. Casi el 50% de la población (el 48,6%) vivía cuando se aprobó la Carta Magna en ciudades de menos de 50.000 habitantes. Una España, por lo tanto, muy diferente. También en costumbres, renta per cápita, hábitos sociales o relaciones personales.

Media España contra la otra media

¿La solución pasa por reformar la Constitución? Sí y no, responde el filósofo Javier Gomá. Y hace dos reflexiones. La historia de España ha demostrado nuestra incapacidad para tejer consensos. Y en demasiadas ocasiones “media España ha hecho constituciones contra la otra media”. 

Sin duda, por la escasa capacidad de renuncia que han acreditado los ciudadanos y los dirigentes políticos. Aunque en ocasiones, como en 1978, se haya producido “un cierto milagro” y los españoles fueron capaces de renunciar a los intereses particulares para que ganara el interés general. Esa es la clave de bóveda de la actual Carta Magna: que supo armonizar intereses contrapuestos.

Esa medicina, sin embargo, no es eterna. “La gente”, dice el filósofo Gomá, continúa discrepando. Hay acuerdo en que el Gobierno tiene la culpa de casi todo, pero poco más. Y de ahí que, en su opinión, lo relevante sea la actitud de la ciudadanía.
La reforma de la Constitución no es un problema jurídico-formal, sino que, por el contrario, hay que situarla en el ámbito de la moral. Y cita unos versos de Rilke: “Tienes que reformar tu vida”. Gomá juega con las palabras y plantea un viejo debate: “Hay que reformar las leyes, pero también hay que reformar a la ciudadanía”. Es la hora, viene a decir, de una nueva educación sentimental que reivindique el valor de lo ejemplar.

O dicho en otros términos: “Le hemos dado a las leyes un poder taumatúrgico que no tienen, cuando lo importante es la actitud de los ciudadanos”. Y una Constitución lo que debe hacer es precisar los “valores básicos”. Si un país funciona no es por las leyes, “lo importante es la virtud de la ciudadanía, lo importante es que no se mire hacia otro lado cuando hay corrupción, lo importante es tener buen gusto que repugne el incumplimiento de las leyes”.

El catedrático Muñoz Machado pasa de las musas al teatro. La Constitución no es que haya envejecido, es que al no haber puesto al día se ha olvidado de muchos derechos subjetivos que hoy reconocen las leyes, pero no la Carta Magna. Y cita la educación, la sanidad o la lucha contra la pobreza, parcelas “que afectan a la dignidad del hombre”.

¿Qué quiere decir esto? Pues que políticas tan importantes -y que probablemente no fueron suficientemente evaluadas en 1978 por problemas presupuestarios- dependen en última instancia de forma discrecional del Gobierno de turno, que puede recortar a su antojo prestaciones esenciales. 

Continúan sin ser derechos subjetivos que los ciudadanos puedan reclamar ante los tribunales en aplicación del mandato constitucional. Lo curioso es que esa misma Constitución garantiza a los españoles cosas que no puede cumplir: una vivienda o un empleo. "Es”, dice Tortella, “como si el Estado garantizara a los españoles un matrimonio feliz. Por eso, no se toma en serio la Constitución”.

Cataluña y la Constitución

No sólo por eso ha envejecido la Carta Magna. Su aplicación ha demostrado, sugiere Muñoz Machado, que no hay realmente separación de poderes. Y lo que es igualmente preocupante. En ocasiones se ha intentado reformar la Constitución “por la puerta de atrás”, como ha sucedido en el caso del Estatut de Cataluña hasta que el propio TC puso pie en pared.

El historiador económico Gabriel Tortella  insiste en esa idea, y asegura que “si así se quería”, habría que haber reformado la Constitución, toda vez que “la soberanía de Cataluña es incompatible con la España”. No es posible, insiste, salvo que España fuera un Estado confederal. Y no lo es.

De nuevo, la España posible frente a la España de la quimera. Olvidando, como dice Tortella, que en 1978 hubo una gran voluntad de superar las dos Españas. Algo que ha hecho posible un indudable avance social.

El nivel de renta per cápita de 1978 era tres o cuatro veces el de 1936, y eso atemperó los enfrentamientos  entre españoles. Una amplia clase media quería evitar a toda costa el enfrentamiento. Algo que explica la gran estabilidad que ha habido en España en los últimos 35 años.

Ejemplar de la Constitución conservado en el Congreso de los Diputados.Como dice Muñoz Machado, es verdad que el sistema autonómico tiene agujeros, tiene deficiencias, pero “habría que huir de los extremos para reformarlo”. Ni una confederación, como reclaman algunos, ni un nuevo Estado centralista. Pero, en cualquier caso lo importante es que se cumpla. Y eso no siempre ocurre.

El profesor Tortella habla claro. “Yo no la voté”, reconoce, pero “el problema es que no se cumple, tan sólo se acata”. Y pone varios ejemplos: “Las banderas siguen sin ondear en muchísimos lugares del País Vasco y Cataluña y nadie dice nada”. Tampoco hay cooficialidad en el uso de la lengua: “El castellano es cada vez más residual y ni siquiera la palabra ‘calle’ está rotulada en castellano; ni se pueden presentar documentos oficiales en una lengua que es cooficial”.

Hay más. El artículo 155 no se aplica pese a que el Gobierno autonómico se niega a cumplir algunas leyes o sentencias judiciales, y ni siquiera se les apercibe. Se llega al extremo, dice desde la amargura, que se afirma en público que “la ley Wert no se va a cumplir en Cataluña" y “nadie” dice nada. “Me asombra”, concluye, “el grado de pasividad ante tanto incumplimiento”.

El filósofo Gomá no entra en cuestiones concretas. Pero sí tiene clara una cosa. “El patriotismo constitucional pasa hoy por renunciar de forma expresa a los intereses particulares para que salgan adelante los intereses generales”. A lo mejor es el primer paso para reformar una Constitución fosilizada.

 Fuente: EL CONFIDENCIAL.