sábado, 28 de septiembre de 2013

POBRES ALEMANES





Angela Merkel sonríe durante una rueda de prensa (Reuters) 
Angela Merkel sonríe durante una rueda de prensa (Reuters)

Se han celebrado elecciones generales en la República Federal Alemana. Ha ganado la CDU, coalición electoral conservadora que encabeza la actual y futura Canciller Angela Merkel

Si comparamos lo que ha pasado allí con lo que ocurre en nuestro país, no tengo por menos que decir: ¡Pobres alemanes! 

No van a aprender nunca esto de la democracia, ni cómo se profundiza en la misma, ni cómo se acerca el poder a la ciudadanía, ni cómo se modifica una Constitución con la que llevan, desde 1949, sin que la parte oriental la haya votado después de la reunificación de 1990, ni cómo se marcan las diferencias entre los que más pagan y los que más reciben, ni cómo el Estado de Baviera, con 12 millones de habitantes, tiene el mismo nivel de competencias y la misma financiación que el Estado de Bremen, que apenas alcanza la cifra de 600.000 habitantes, ni cómo los Estados más ricos quieren separarse de los más pobres, fundamentalmente de aquellos que durante tantos años 'disfrutaron' de las excelencias del régimen comunista. En fin, un desastre.

Fíjense lo torpes que son y lo poco democrático de su sistema político y electoral:

-Para ocupar un escaño en el Congreso de los diputados, hace falta obtener el 5% de los votos en el conjunto nacional.

¡Qué falta de democracia! Cuando en los años sesenta ellos tenían la cota del 3%, el Parlamento alemán estaba lleno de partidos políticos, hasta que decidieron que se acabó la fiesta y que el que quisiera estar debería superar el 5%. 

De un plumazo, de más de 20 partidos representados en el Bundestag, pasaron a no más de cinco. No sé por qué no aprenden de nosotros, los españoles, los inventores de la democracia, que no solamente tenemos el listón del 3%, sino que además, primamos electoralmente a aquellos que quieren ser diferentes para largarse. 

Estos antidemócratas alemanes han conseguido dejar fuera del Parlamento a los liberales y han impedido la entrada a los antieuropeos. ¡Así les va!

Aquí, los más demócratas, los más modernos, los más progresistas gritan sin parar que ocho años es más que suficiente para culminar un proyecto político. Debe de ser que sólo aspiran a tapar los baches de las carreteras-La señora Merkel va a repetir por tercera vez como canciller, gracias a su amplia mayoría parlamentaria. 

Y la muy descarada ha prometido que va a permanecer toda la legislatura en el cargo y no descarta presentarse por cuarta vez. O sea, que esta señora aspira a estar como mínimo 12 años al frente de la presidencia del Gobierno sin que se le caiga la cara de vergüenza. 

¡12 años! En España sería tachada de pegada al cargo y de torpe, porque aquí, los más demócratas, los más modernos, los más progresistas gritan sin parar que ocho años es más que suficiente para culminar un proyecto político. Debe ser que sólo aspiran a tapar los baches de las carreteras, porque si aspiraran a realizar un proyecto de transformación, el proyecto político no acaba nunca.

-Y, por si fuera poco, no hemos tenido ni una sola noticia de las primarias en la coalición conservadora. ¿Que no ha sido elegida por primarias la Señora Merkel? Entonces, ¿quién la designó candidata? ¿Y los electores alemanes se han tragado a una candidata designada por su partido sin un procedimiento tan democrático como las primarias? Lo que yo te diga… En Alemania no han visto la democracia ni por el forro.

-He seguido la campaña electoral y he echado de menos los auténticos debates políticos, al estilo de lo que se lleva en un país tan democrático como el nuestro. Ni se ha hablado de corrupción, ni del derecho a decidir, ni de la Iglesia, ni del “…y tú más”, ni de territorios ricos y territorios pobres, ni de “no nos quiere Madrid”, ni de aborto, ni de enseñanza pública y enseñanza privada… En fin, un aburrimiento.

 A lo más que han llegado ha sido a discutir sobre empleo, competitividad, el papel de Alemania en la Europa comunitaria, sobre el salario mínimo, sobre el tercer rescate griego, sobre el papel del Banco Central Europeo como actor esencial para la salida de la crisis, sobre las reformas de los sistemas financieros europeos, sobre el espionaje masivo en Internet por parte de las Agencias de EEUU, sobre la entrada o no de las tropas militares alemanas en un posible conflicto con Siria, sobre la austeridad y el sacrificio para salir de la crisis, sobre los millones de trabajadores que cobran sueldos de miseria, sobre el futuro de los pensionistas, sobre la responsabilidad con el futuro del país del 5% de los alemanes con más ingresos. 

Ya ven, cosas sin emoción, debates aburridos, tonterías. Merkel en España no tendría ni un 10% de los votos, porque aquí si se discuten cosas de gran calado y no las patochadas alemanas.


Encima, la señora Merkel, a la que le faltan cinco diputados para obtener mayoría absoluta, anda llorando por las esquinas para ver cómo forma una amplia mayoría. Que nos mire a nosotros.Así que Merkel de nuevo canciller y consolidación de los dos grandes partidos, representantes de las dos grandes corrientes del pensamiento conservador y progresista: CDU, 41,5% (311 escaños), SPD, 25,7% (192 escaños), Izquierda, 8,4% (64 escaños), Los Verdes, 8,4% (63 escaños).  

¿Qué clase de democracia es esa donde sólo cuatro fuerzas políticas tienen representación parlamentaria?

¿Por qué no aprenden de nosotros, que, con menos habitantes, tenemos siete grupos que representan a 17 formaciones políticas? Y encima, la señora Merkel, a la que le faltan cinco diputados para obtener mayoría absoluta, anda llorando por las esquinas para ver cómo forma una amplia mayoría parlamentaria que le permita gozar de estabilidad para llevar adelante un proyecto político. 

Que nos mire a nosotros.  Ya vieron al candidato socialdemócrata que, nada más conocer los resultados, declaró que nadie cuente con él para formar una alternativa a la CDU. En España, cuna de la democracia, esa misma noche hubieran empezado los escarceos con Foro de Ciudadanos, con Compromís, con Geroa Bai, con Esquerra, con PNV, con CIU, con IU, etc., para ver si se podía gobernar como fuera.

Así que ellos, los alemanes, reduciendo grupos parlamentarios, tratando de unir fuerzas para formar una gran coalición que garantice la estabilidad y la solvencia del gobierno, mientras nosotros, y a tenor de los sondeos, no estamos dispuestos a conceder mayoría a nadie, ni que se aproximen, ni queremos reducir la representación, sino ampliarla; cuantos más grupos parlamentarios, más democracia, más debate, más cerca del ciudadano. ¡Qué sabrán de democracia los alemanes! ¡Los pobres!



Juan Carlos Rodríguez Ibarra
en el CONFIDENCIAL

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿ QUIEN PONE EL CASCABEL AL REY ?





Urge que los monárquicos se abstengan de defender al Rey. Así quedarían marginadas por unos meses las zarandajas con que ocultan su inmovilismo y los diputados podríamos ponernos a realizar los cambios legales que necesitan la institución y el país.

Los huesos envejecen como lo hacen las leyes. Un Rey que va de buen grado al taller cuando su cadera deja de funcionar ha de juzgar razonable que los mecánicos del Congreso revisemos la pieza legislativa clave para el buen funcionamiento de la monarquía: el Título II de la Constitución.

En él los constituyentes previeron distintos supuestos, como la inhabilitación, la regencia o la abdicación del monarca. Podían sentir una enorme devoción por el Rey, pero eso no les impidió darse cuenta de que es humano, un hecho que se presenta brumoso ante los ojos de los más sentidos apologetas de la monarquía. En cuanto el debate ha salido a la palestra, han sentenciado que no es necesario hacer nada. Creerán que con su conservadurismo defienden la institución, cuando lo único que consiguen es paralizarla e impedir una evolución que debiera haberse producido hace tiempo. Se corre el riesgo incluso de que llegue a ser inoperante.

El gran fallo de la Transición reside en lo que ocurrió después. Concebida para transitar, como su propio nombre indica, todo lo que se cambió en aquellos años ha acabado fosilizado, como muchos artículos de la ConstituciónLa Constitución establece (artículo 59), la regencia del príncipe heredero si se inhabilitara al Rey. Sin embargo, nada se dice sobre quién estaría legitimado para iniciar el procedimiento de inhabilitación o cómo debería llevarse a cabo. ¿Mediante una declaración judicial? ¿A través de un acto parlamentario? ¿Con una ley orgánica? Entre las más bonitas paradojas que he visto últimamente se encuentra esta: si la inhabilitación se hiciera por ley, ¿cómo podría el Rey sancionar su propia inhabilitación, estando inhabilitado?

Habrá que darle una vuelta a todo esto porque, más allá de trabalenguas, no cabe duda de que conviene regularlo, al margen de que uno tema o no que el Rey sea incapaz de hacer su trabajo el día menos pensado.

Lo mismo puede decirse de la abdicación o la renuncia. Los constitucionalistas debaten sobre si sería exigible una ley orgánica para cada caso o bastaría una regulación general que en el caso específico se resolviera con un acuerdo parlamentario.

Soy de la opinión de dar a la monarquía una mayor impronta parlamentaria, pero sobre todo creo que es urgente debatir estas cuestiones concretas. Los países estables lo son por su capacidad de anticipar situaciones graves que pueden ocurrir. Tenía mucha razón Bertrand Russell cuando aseguraba que "la civilización es la capacidad de prever". Y esto vale para cualquier crisis: desde un relevo en la jefatura del Estado hasta un huracán.

Conviene evitar que el estropicio llegue a la institución sólo porque una pandilla de inmovilistas aferrados al tabú han decidido que siga siendo el Rey quien desarrolle con su práctica diaria el Título II.  No conseguirán más que crearle problemas a él y al país.

Que no se haya desarrollado esta regulación hasta ahora es la demostración cristalina de que el gran fallo de la Transición reside en lo que ocurrió después.

Concebida para transitar, como su propio nombre indica, todo lo que se cambió en aquellos años ha acabado fosilizado, como muchos artículos de la Constitución. Erigir las instituciones correspondientes constituye la parte más sencilla de la construcción de una democracia. Lo complicado es alimentarlas, dejarlas evolucionar, vigilarlas siempre para que, tanto los cambios legales como las pequeñas prácticas cotidianas, se encaminen siempre hacia una profundización democrática.

Como no se ha hecho, todos nos hemos fosilizado un poco y así vivimos: respirando el aire de hoy protegidos por el caparazón de ayer. Si tan sólo en algún aspecto de un único asunto, por un pequeño día, los dinosaurios se echaran a dormir...

 Irene Lozano

CRISIS Y PREFERENTES








“El lugar de Manzanares el jueves 26 , propició el acercamiento de la ciudadanía ante un problema del que se viene hablando desde el inicio de esta terrible crisis que nos azota.

Tuvimos la satisfacción – por primera vez – de escuchar a un político diciendo verdades como puño sobre lo que PP y PSOE, trata de desviar de la atención pública, culpándose mutuamente de un gravísimo problema que afecta a muchos jubilados y modestos ahorradores de nuestro país: LAS PREFERENTES.

Cuando pensamos que mucha gente se autocensura por miedo a “identificarse” con posturas partidistas, a pesar de haberse “equivocado” al confiar en unos productos financieros de “alta rentabilidad” sin pensar en el riesgo que asumía y adoptando ahora actitudes dóciles ante un problema porque piensa que así algo recuperará.

Luis de Velasco Rami (diputado de UcyD y portavoz de ese grupo en la Asamblea de Madrid), no solo criticó los criterios que llevaron a los partidos PP-PSOE a nombrar administradores de las cajas de ahorro (caso Bankia,Caja Madrid, Caja Castilla La Mancha) con criterios extra-profesionales, directivos nombrados “ a dedo” convertidos en agentes promotores de una gran estafa, que al menos un partido nuevo les lleva ante los tribunales de justicia acusándoles como responsables criminales.

Cuando muchos de nuestros conciudadanos quieren convencernos de la dualidad de nuestra existencia de tristes recuerdos: bueno – malo – blanco – negro, culpando a los “otros” de nuestros problemas, y disculpando “mirando hacia otro lado” cuando la culpa “es de los nuestros”...

Verdad es que durante mas de un decenio, los grupos que controlaban CCM y las Cajas de Ahorros, repartieron dinero sin estudios de viabilidad “a espuertas” engordando una perdiz que no era inmortal.

Fueron épocas de grandes obras faraónicas: Aeropuertos, autovías, infraestructuras turísticas rurales, etc y ahora es mas fácil acusar al partido que gobierna, cuando se ha permitido hacer barbaridades al anterior

Estamos de acuerdo en que las cosas se pueden hacer de otra forma, apuntando la necesidad de dignificar y regenerar la participación en otra dirección y si los partidos mayoritarios quieren aplicar sus ideología en la solución de nuestros problemas reales, tendrán que renovar sus cuadros y sus mensajes, relegando a aquellos que han venido usando la política al exclusivo servicio de sus intereses, facilitando el acceso a quienes reclaman la política como servicio.

Como decía Luis de Velasco, en este tema de la crisis “hay responsables directos e indirectos”, se ha engañado a mucha gente y cuando se pretende “echar la culpa a los mercados” no debemos olvidar “que los mercados no deciden nada, los que deciden son las personas”.

Rememoramos las palabras de Machado: Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido... porque necesitamos creer en épocas donde todo se cuestiona.”

 por Dario Pozo Ruz

Mas detalles del acto: 
 
http://amigosupydmanzanares.blogspot.com.es/2013/09/exitosa-e-interesante-charla-sobre-las.html

sábado, 21 de septiembre de 2013

ABDIQUE, MAJESTAD



No pasa nada. No tiene por qué pasar nada. Existe un mal común a toda la clase dirigente, el de creerse imprescindibles. Pero nadie es imprescindible, ni siquiera usted, Majestad, y mucho menos para garantizar la continuidad de lo que usted representa. Es más, permítame que le diga con todo el respeto que su persona me merece que, a día de hoy y dadas las circunstancias que le acompañan, no solo las físicas sino también las de índole político y personal, el Príncipe de Asturias está mucho más preparado de lo que lo está Usted para dar satisfacción a quienes quieren la continuidad de la Monarquía Parlamentaria como sistema de configuración del Estado.

Este humilde ciudadano, que no súbdito, que le escribe, no es monárquico. En mi concepción de lo que debe ser la configuración de un Estado moderno y de un sistema democrático avanzado, no cabe la Monarquía por la simple razón de que se escapa del ámbito de elección de la Soberanía Nacional que reside en el pueblo español en su conjunto. Es verdad que este sistema lo elegimos una vez, cuando quienes pudieron votaron la Constitución de 1978 -no es mi caso-, pero mientras los españoles revalidamos cada cuatro años nuestra confianza en las instituciones que configuran ese sistema, la única institución que se escapa a esa reválida es, precisamente, la suya.


Esa es la razón por la que yo, modestamente, no concibo la Monarquía como forma de configuración del Estado, pero me ocurre lo mismo que le ocurre al gran escritor Arturo Pérez Reverte, que siendo republicano, se me quitan las ganas al ver las caras y los comportamientos de algunos e, incluso, de muchos. 

En España, por desgracia, la idea de la República está asociada a lo que ocurrió en este país en 1936 y, por lo tanto, secuestrada por la izquierda, y eso significa que si tengo que elegir a día de hoy prefiero la estabilidad que me garantiza la continuidad de lo que hay, a la idea peregrina de darle a la izquierda la oportunidad de construir un modelo de Estado basado en unos principios que no comparto en absoluto.

Gracias a Usted hemos superado viejos fantasmas y apartado temores que todavía tuvimos presentes aquel 23 de febrero de 1981. Hoy, nadie piensa que eso pueda ser posible. Pero Usted ya no tiene la energía, la vitalidad, ni la legitimidad suficiente para mantener viva esa instantáneaPor lo tanto, mientras en España no seamos capaces de aceptar la República como una forma de configuración del Estado en lugar de cómo la insignia de una revancha a tomarse casi cien años después de aquellos sucesos que dieron lugar a una Guerra Civil, mejor quedarnos como estamos. Pero en el quedarnos como estamos tampoco cabe seguir manteniendo a un Jefe del Estado que físicamente está muy deteriorado y que anímica y políticamente está muy tocado por los muchos escándalos que han rodeado a su figura, Majestad.

La Monarquía, para empezar a recuperar parte de la buena imagen que ha venido perdiendo a chorros en los últimos tiempos, necesita rejuvenecerse y regenerarse, y eso, Majestad, me temo yo que ya no puede hacerlo Usted, más preocupado por sus problemas de cadera que por el futuro de la institución que representa. Verá, Señor, su papel ha sido fundamental durante muchos años y nadie -o tan solo una minoría- le va a discutir la importancia que ha tenido para hacer de España un país moderno, desarrollado y políticamente comparable al resto de democracias de nuestro entorno.

Gracias a Usted hemos superado viejos fantasmas y apartado temores que todavía tuvimos presentes aquel 23 de febrero de 1981. Hoy, nadie piensa que eso pueda ser posible. Pero Usted ya no tiene la energía, la vitalidad, ni la legitimidad suficiente para mantener viva esa instantánea. ¿Legitimidad? Sí. Verá, alrededor de Usted y de la institución que representa han pasado demasiadas cosas muy poco ejemplares, por decirlo suavemente, y aunque no seré yo quien ponga en duda su propio comportamiento, lo cierto es que de todo eso tiene Usted al menos una responsabilidad in vigilando.

Durante estos años atrás, Usted ha propiciado ese pacto político-mediático que le permitía mantener un estado de opacidad que ahora se antoja un enorme error a la vista de las circunstancias. Es necesario dotar a la Monarquía de mayor transparencia, y no solo eso, sino incluso someterla a controles parlamentarios y que al menos los ciudadanos tengan la sensación de que también sobre el Rey gobiernan ellos, porque en eso consiste la democracia. ¿Puede Usted hacerlo? Creo que no, me temo que hace falta alguien que de verdad se crea que eso es así, y ese alguien no es otro que el Príncipe Felipe en cuyas manos debería caer la responsabilidad de regenerar la institución y recuperar su credibilidad.

No le digo que lo haga ya. Quizá sea necesario despejar definitivamente las dudas y las incógnitas que todavía generan asuntos como el de su yerno Iñaki Urdangarín, pero una vez completado ese círculo y alejado el cáliz de las manos del Príncipe, éste debería asumir la Corona como ha ocurrido con absoluta normalidad en otros dos países de nuestro entorno y propiciar los grandes cambios que requiere la institución. Y no pasará nada, Majestad. Nada.

Fuente:  en EL CONFIDENCIAL.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

LA CASTA POLÍTICA SENTADA EN EL BANQUILLO

AA



La juez Alaya abrió ayer el procedimiento para la imputación de los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, así como la de otros cinco ex altos cargos de la Junta, todos ellos del Partido Socialista. No por esperado, el asunto deja de ser menos grave y en una primera valoración del mismo cabe concluir que pone en entredicho todo el discurso que sobre la corrupción ha venido manteniendo el Partido Socialista a cuenta del caso Bárcenas, y pone ahora la pelota en el tejado de Ferraz. Eso es así, sin duda: la 'imputación' de Chaves y Griñán sitúa al PSOE en plano de igualdad con el PP a los ojos de una opinión pública que, a medida que pasa el tiempo sin que los dos grandes partidos se pongan manos a la obra para atajar la corrupción, se distancia cada día más de ellos.

La parte positiva -si puede decirse así- de todo esto es que por fin parece que se ha acabado la impunidad para esa casta política que lleva viviendo de la sopa boba toda su vida y que se ha creído con derecho de pernada sobre los dineros que obtienen de nuestros impuestos. En el epílogo del libro El negocio del poder que escribimos en su día Daniel Forcada y yo decíamos lo siguiente: “Es verdad que la mayoría de los políticos son honrados, pero existe una casta que se ha instalado en el poder como si fuera algo que les perteneciera y no una delegación de la soberanía popular, y eso es lo que les lleva a manejar la res publica como algo privado. Alrededor de esa ‘casta’ se generaliza una verdadera red clientelar de cargos que dependen del político de turno, y a su vez de estos depende toda una telaraña de personas y entidades que contratan con la administración correspondiente, hasta el punto de que pueden ser cientos, incluso miles, las personas cuyo futuro depende de que en una elecciones gane tal o cual partido, y en definitiva eso puede suponer un cierto peligro para la propia supervivencia de la democracia”.


Eso es, exactamente, lo que ha pasado en Andalucía, donde el poder político ha llegado a consolidarse en manos de un solo partido como si se tratara de un régimen, y eso es lo que, por fin, una juez muy valiente ha puesto contra las cuerdas al querer sentar en el banquillo a los principales responsables de todo lo ocurrido, sea por acción o sea por omisión. Obviamente, no sólo ocurre en Andalucía, pero allí se ha generalizado la corrupción como algo consustancial al ejercicio de la política, hasta el extremo de que sin ella es imposible comprender la extraordinaria red de intereses que ha impedido durante décadas que en esa región se produjera algo tan necesario en democracia como es la alternancia en el poder.

Pero llámese Bárcenas y todo lo que conlleva el caso que ocupa al extesorero del PP preso en Soto del real, o llámese Griñán, Chaves y los ERE en general, el caso es que ese clima de corrupción empieza a ser demasiado asfixiante. El país necesita que todo eso pase a un segundo plano para recuperar la confianza en nosotros mismos, factor esencial para consolidar la incipiente recuperación económica. ¿Cómo se consigue esta? Regeneración, y eso es lo que está en manos de nuestros políticos. El primer paso para su consecución debe darse en el sentido de acabar con la profesionalización de la política, que tiene mucho que ver con que se haya constituido durante años una casta.

El ejemplo de la heredera del hoy en proceso de imputación José Antonio Griñán, Susana Díaz, es demoledor: no ha conocido otra cosa en su vida que la política. Pero no es la única, aunque sí muy destacada; y ahí está Elena Valenciano, que empezó de telefonista en Ferraz… Con eso es con lo que hay que acabar, y en ese sentido son muy oportunas las reflexiones que el pasado fin de semana hicieron los jóvenes de las Nuevas Generaciones del PP sobre la necesidad de democratizar los sistemas de elección internos y externos, así como las que también ha expresado la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a la que habría que pedir que tuviera el coraje de hacer eso mismo ante los órganos de dirección de su partido y entonar un mea culpa por la de veces que ha sido ella la que ha hecho las listas de su partido generando muchas deudas a su favor.


Pero es cierto que hay que empezar por ahí, y por limitar los mandatos de representación a ocho años, y por imponer la elección directa de alcaldes… Y por endurecer las penas y las sanciones a la corrupción porque, como ya he dicho más de una vez, el problema no está en que haya políticos corruptos, que los habrá siempre, aquí y en Berlín: el problema está en cómo se los castiga. En este país, hasta que algunos jueces han decidido sentar a la casta en el banquillo, esta gozaba de una impunidad sin límites

Fuente:  DEL CONFIDENCIAL.

lunes, 9 de septiembre de 2013

EDUCACIÓN | Encuentro en la Universidad Menéndez Pelayo El director de PISA cree que en España hay 'muchos' profesores en relación al número de alumnos.



El director del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Andreas Schleicher, opina que en España hay "muchos" profesores en relación al número de alumnos y considera que no se debe pagar a todos lo mismo, sino "atraer a los mejores" con incentivos.

Durante su participación en un Encuentro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), ha opinado que se debe de "reconocer y recompensar" el talento y ha opinado que los profesores deben de asumir un papel "más activo" en los centros y "tiene que haber incentivos".
En este sentido, ha señalado que en España hay, a su juicio, un "gran nivel de aislamiento" y el grado de autonomía del docente "es muy reducido", por lo que es un ámbito que "tiene que mejorar".
En su exposición, ha subrayado que en otros países con mejores resultados en PISA, como Corea, se aboga por tener menos profesores, mejor pagados y mejor preparados, priorizando su calidad sobre el número.
"No puede haber mejor sistema educativo que sus docentes", ha afirmado Schleicher en el Encuentro de la UIMP 'Educar en el siglo XXI: buenas prácticas en el sistema educativo español', durante el que ha definido a los profesores como "el corazón" del mismo.

Seguir el ejemplo de finlandia o Canadá

Así, y a partir de los datos que obtienen los distintos países en el informe PISA, ha abogado por seguir también el ejemplo de Finlandia, Canadá o Singapur, donde los profesores se sienten "parte del sistema", se dedican a "desarrollarlo" y tienen un "papel" en el "diseño" de lo que enseñan y no sólo imparten "conocimientos prefabricados", algo que, a su juicio, contribuye a aprovechar su talento.
Además, ha opinado que, a diferencia de algunos de estos países, en España hay "mucho aislamiento entre centros", que desconocen cómo se enseña en otros de su entorno, lo mismo que ocurre con los profesores.
Ha citado que países como Canadá han dedicado "esfuerzos" a que los profesores trabajen juntos, destinan una serie de horas a reciclarse y a conocer qué hacen otros docentes.
Además, ha citado otros ejemplos como China, un país en el que hay cuatro niveles en la carrera profesional y si quieren avanzar en ella tiene que demostrar "que pueden cambiar las cosas" y "dar la vuelta" a centros que rinden mal o que pueden desenvolverse en entornos educativos difíciles.
"De lo que se trata es que el sistema educativo evolucione", ha afirmado el director de PISA, quien, por otra parte, ha asegurado que el "éxito" de los mismos "no sólo" depende de los recursos económicos que se destinen sino también del "tipo de políticas" que se apliquen y en qué se elige gastar el dinero.

España gasta 'bastante'

En este sentido, ha asegurado que España gasta "bastante" en Educación en relación con su Producto Interior Bruto (PIB), si bien ha apuntado que uno de sus factores de coste es lo que dirige a pagar a sus profesores.
También ha señalado que, a la hora de gastar sus recursos, España lo encamina a reducir el número de alumnos por aula mientras que otros países con mejores resultados en PISA, como Corea, con 40 o 50 alumnos en cada aula, "priorizan la calidad de la enseñanza" sobre el número de estudiantes por clase.
En su conferencia, seguida, entre otros, por la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, Schleicher ha opinado que en España los centros tienen "muy poca capacidad de maniobra" y "no configuran su propio entorno de aprendizaje".
En este sentido, ha señalado que, según PISA, "el rendimiento más alto" se consigue en aquellos sistemas donde se combina esta autonomía de los centros con una cultura de la transparencia en la rendición de resultados.
Sin embargo, el director de PISA también ha resaltado algunos puntos positivos del sistema educativo español, como el de la equidad, en las posibilidades que sus alumnos tengan la posibilidad de tener "éxito" vengan de donde vengan.
Según ha señalado, éste es un ámbito en el que España y su sistema educativo va "bastante bien" y ha abogado por mantenerlo, pero mejorando su calidad y su "excelencia", haciendo que sus alumnos desarrollen su capacidad "al máximo"

domingo, 8 de septiembre de 2013

POR QUÉ PERDIÓ MADRID Y GANÓ ESPAÑA

A
Paul Volcker, el proverbial expresidente de la Reserva Federal, publicó en 2005 -antes de que estallara la crisis financiera- un artículo en The Washington Post titulado: "La economía, sobre hielo delgado". Volcker advertía de que debajo de la superficie tranquila del lago sobre la que se deslizaban los patinadores se escondían, en realidad, tendencias preocupantes: desequilibrios enormes y riesgos derivados de una política monetaria tan expansiva que había creado una gran burbuja de crédito. En particular, por la falta de ahorro de EEUU, que cada año estaba en la obligación de pedir prestado al mundo decenas de miles de millones de dólares para mantener elevado su nivel de vida (un 50% de renta mayor que España).
Alan Greenspan era, por aquel tiempo, lo más parecido al mesías monetario, y pocos repararon en las heterodoxas ideas (en realidad eran pura ortodoxia) del economista que dirigió la Reserva Federal entre 1979 y 1987, y que con más de 80 años vio lo que otros apenas intuían.
Volcker ganó la partida de la credibilidad frente a la marea de analistas y crédulos que se derretían cada vez que Greenspan decía a los mercados lo que querían oír (como ahora han hecho las autoridades y los medios de comunicación españoles a propósito de los Juegos Olímpicos). Y ganó la batalla de la credibilidad no sólo por sus profundos conocimientos del sistema económico norteamericano, sino, sobre todo, porque estaba ya fuera de la Reserva Federal, lo que le permitía analizar los fenómenos económicos con mayor objetividad y rigor económico.
Es decir, justo al revés de lo que suele suceder a los políticos y altos funcionarios del Gobierno de turno, cuya mirada está contaminada por lasurgencias electorales. Sólo eso explica, mejor que ninguna otra cosa, el empeño de Madrid por organizar (por cuarta vez) unos Juegos Olímpicos.

Se ha tratado de un empecinamiento político -sólo político- que desafiaba algunos de los más elementales principios de la economía, como es larentabilidad de las inversiones, tanto públicas como y privadas. Y el hecho de que no se hayan concedido los Juegos Olímpicos -con una derrota clamorosa (la tercera consecutiva)-, no impide hacer un análisis crítico de su utilidad. Si Madrid hubiera ganado, también habría que haberlo hecho igualmente. Los argumentos no cambian en función de quién sea el ganador.

Organizar los Juegos en la España actual y con lamentable arquitectura institucional del país, hubiese sido una mala idea económica. Aunque, evidentemente, a corto plazo hubiera inyectado toneladas de optimismo. Sin duda merecidas por la ciudadanía.
Cohesión territorial
Básicamente, por una razón. Uno de los problemas específicos de España -al margen de algunos desequilibrios macroeconómicos que todavía subsisten- tiene que ver con la cohesión territorial. Junto a regiones competitivas y de alto nivel de renta en relación con Europa (Madrid, Cataluña o País Vasco) permanecen territorios con buenas infraestructuras, pero inviables por ausencia de actividad económica. Lo cual es todavía más preocupante en un Estado ampliamente descentralizado en el que cada autonomía se ha convertido en un 'miniestado', pero sin la masa crítica suficiente para asumir el gasto sanitario o en educación (las dos terceras parte del presupuesto).
Éste es el caso de la España interior o de Extremadura (más de la mitad de territorio), cuyo futuro es algo más que oscuro. Fundamentalmente, como consecuencia del polo de atracción que suponen las dos grandes urbes del país (Madrid y Barcelona), que no solamente consumen la mayor parte de la inversión pública, sino que arrebatan la inmensa mayoría de la inversión extranjera.
Hay un dato que a menudo pasa inadvertido, pero nada menos que el 84% de la inversión extranjera directa (la que realmente importa) llega a Madrid y Cataluña. O dicho en otros términos, tan sólo el 16% de los 13.000 millones de euros que llegaron a España del extranjero el año pasado para invertir en elsistema productivo (no se trata de inversión en cartera) se lo tuvieron que repartir las quince comunidades autónomas restantes, algo que explica las crecientes diferencias interregionales en términos de capital humano y físico. Sólo con ver el ránking de las mejores universidades del país, se observa dónde se corta el bacalao del conocimiento en España (salvo algunas excepciones).
Lo curioso del caso es que ambas comunidades representan el 36,8% del PIB de España, lo que significa una evidente sobrerrepresentación en cuanto a captación de inversión extranjera. Lo peor, sin embargo, es que la distancia tenderá a ensancharse en los próximos años.
La organización de unos Juegos Olímpicos, a priori, no es ni buena ni mala (al margen del aspecto puramente deportivo). Su virtud dependerá de tres factores: la oportunidad histórica, la gestión económica de los recursos públicos disponibles, y, por último, su contribución a la cohesión territorial.

Parece evidente que España cumplía la primera de las tres condiciones. El país necesitaba -necesita- un golpe de optimismo tras un quinquenio en crisis que se ha llevado por delante casi cuatro millones de puestos de trabajo. Pero no es el caso del resto de condiciones. Hay fundadas razones para sospechar (ahí está el fortísimo endeudamiento generado en los últimos años) que si España no cambia su sistema de representación institucional (la baja calidad de nuestra democracia), el resultado económico hubiera sido un fiasco.

Unos Juegos Olímpicos organizados por políticos mediocres  conducen inevitablemente al fracaso económico, y no hay razones para pensar que las cosas iban a ser distintas. Al menos hasta que no se solucione el marco institucional en el que se desenvuelve la política madrileña y española. Sólo hay que ver el dossier que presentó Madrid 2020 al COI para observar quién se beneficiaría de las infraestructuras. No un territorio degradado social y económicamente, como sucedió en Barcelona que abrió la ciudad al mar, sino algunos de los nuevos planeamientos urbanísticos vinculados a los reyes del ladrillo.
El mito del efecto frontera
El tercer factor que puede aconsejar las organización de unos Juegos Olímpicos es el equilibrio territorial, y el hecho de que se fueran a celebrar en Madrid (la comunidad con mejores infraestructuras del país) sólo hubiera ayudado a desequilibrar un poco más la balanza a favor de la capital, ya suficientemente dotada de infraestructuras. El llamado ‘efecto frontera’, en contra de lo que suele decirse, tiene un impacto muy limitado sobre los territorios contiguos, como se demuestra en las dos castillas.

Hay otra razón que hubiera desaconsejado la organización de los Juegos Olímpicos. La economía de un país no puede funcionar a golpe de la feliz idea del político de turno. Ahora, una Expo (Sevilla y Zaragoza); ahora, unos Juegos Olímpicos (Barcelona y Madrid); ahora, un aeropuerto (medio centenar en todo el país); ahora, un parque temático (Terra Mítica); ahora, unos casinos (Eurovegas) o ahora, unos trenes de alta velocidad (la segunda potencia mundial) que han endeudado al país hasta niveles insoportables, y que han obligado a subir los impuestos para poder financiar gasto corriente, no nuevas inversiones que multipliquen la actividad económica.

Esta política económica espasmódica (con escasos proyectos a largo plazo capaces de identificar los nuevos yacimientos de empleo y fijar las vías por las que debe circular un nuevo modelo productivo) es consecuencia, sin lugar a dudas, del cortoplacismo con el que se hacen las cosas. Y Madrid 2020 no es más que el reflejo de esa forma de hacer política. Sin duda, respaldada por una opinión pública demasiado complaciente. A la que de vez en cuando se le embarca en proyectos suicidas de la mano de medios de comunicación dóciles con el poder que en la mayoría de los casos se han ganado a pulso su crisis. Y el hecho de que se eligiera a una empresa de márketing (no a un gabinete de análisis demoscópico creíble) para que dijera que el 91% de los ciudadanos estaba encantado con los Juegos, no es más que la prueba del nueve de la chapuza.
Un país no puede crecer a golpe de ocurrencia o evento deportivo, y sí lo hace está condenado al fracaso. Probablemente, la mejor lección que deben aprender las autoridades de lo sucedido en Buenos Aires es que una tasa de paro del 26% dice muy bien lo que somos. O incluso, los 7.455 millones de euros que debe el ayuntamiento de Madrid. Ésta es la realidad.

Fuente: EL CONFIDENCIAL