domingo, 20 de enero de 2013

POR UNA REPÚBLICA ESPAÑOLA PRESIDENCIALISTA



 

Por Enrique de Diego.- La República es intelectualmente superior a la monarquía. 


Desde el punto de vista teórico, la República es conveniente, deseable y la fórmula que se identifica de manera más plena con el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La República responde al principio de igualdad de todos ante la Ley. Nadie nace en una posición superior a los demás. No establece discriminación, ni privilegio. Cualquiera puede llegar a ser presidente. No es preciso situar a éste en zona de exclusión respecto al imperio de la Ley, sino que, al contrario, ha de ser ejemplar en cumplirla y hacerla cumplir.


La República no precisa generar una aristocracia, una casta parasitaria, sobre la que sustentar su estabilidad, pues se dirige directamente a la voluntad popular.


En el terreno de lo práctico, es notorio que ha habido repúblicas ineficaces, y algunas –como las comunistas- manifiestamente contrarias a la libertad personal. No vale, ni es viable cualquier república. Aunque la idea republicana sea superior a la monárquica, no es buena en sí, precisa de marcos adecuados y eficaces. Ha de estar relacionada con otra serie de principios, sin los cuales la democracia degenera o es pura ficción. Ha de compaginarse indefectiblemente con la división de poderes. Eso implica que la elección del legislativo, el Parlamento, y el ejecutivo, el presidente, han de ser distintas, y los legisladores han de tener plena representatividad personal, relación directa entre electos y electores, de forma que la cámara parlamentaria ejerza sus funciones de control.


Los parlamentarios han de ser elegidos a través de distritos uninominales. Eso conlleva una apuesta clara por la moderación, pues el candidato ha de esforzarse por conseguir el mayor número de votos y, por tanto, ha de dirigirse hacia las zonas templadas y mayoritarias del electorado. Esa fórmula permite la relación directa entre el representante y el representado, pues el político no depende, de manera decisiva, de las burocracias partidarias, sino directamente de los votantes, que votan a las siglas pero mucho más a las personas. Esos parlamentarios se deberán a los intereses y criterios de sus electores y, por tanto, estarán en condiciones de servir como auténtico contrapoder al ejecutivo.


Ninguna democracia ha sobrevivido a ninguna de las fórmulas partitocráticas devenidas del nefasto sistema proporcional. No lo hizo la República de Weimar, cuyo sistema proporcional permitió el ascenso del nazismo, hasta la toma definitiva del poder en 1933. Ni la IV República francesa, ni el corrompido sistema italiano que pivotó sobre la Democracia Cristiana y que se llevó por delante a ese partido.


El fracaso de la IV República francesa es altamente significativo. Su sistema electoral proporcional impidió la formación de gobiernos estables. El presidente era una figura decorativa y también carecía de poder el primer ministro. Lo que De Gaulle definió como “el ballet de los partidos” hizo que la toma de decisiones se hiciera prácticamente imposible, sobre todo cuando podían resultar impopulares. 


Los partidos tendían a eludir responsabilidades o a endosárselas a los compañeros de coalición; al tiempo, de manera compulsiva, eran proclives a respuestas emocionales que consideraban respaldadas por la opinión pública, como la guerra de Indochina que se resolvió con la derrota francesa en Dien Bien Phu (1954) o los vaivenes, cortoplacistas, de la inoperancia a la extrema dureza en la Argelia francesa, que fue el escollo en el que terminó encallando la IV República.


En 1958, el general Charles de Gaulle, llegado al poder por exigencia de los militares, y con Francia al borde de la guerra civil, sometió a consulta una Constitución –aprobada por 17,5 millones de votos contra 4,5- que Paul Johnson define como “de lejos la más clara, la más consecuente y equilibrada que Francia había tenido jamás”. 

Polarizó la política francesa en dos grandes bloques, izquierda y derecha, “y obligó –explica Paul Johnson- a los votantes, en la segunda vuelta, a adoptar decisiones inequívocas. Reforzó al ejecutivo y le permitió adoptar decisiones con autoridad y aplicar medidas consecuentes. Sobre todo el sistema de elección de presidente de 1962, aprobado por 13,15 millones contra 7,97 millones, otorgó al jefe del Estado, más allá de los partidos, un mandato directo que emanaba del electorado”.


Es bien sencillo de entender y no hay que perder mucho tiempo en explicarlo: el sistema proporcional fragmenta la representación y favorece a los grupos minoritarios, dificultando la formación de gobierno, salvo mediante arduas y gravosas negociaciones con grupos muy escasamente representativos, que pasan a ser decisivos.


De esa manera, se prima al minoritario y al radical. Los grupos mayoritarios tenderán necesariamente a intentar competir por el mercado electoral de esos grupos y, por supuesto, a modificar sus criterios de forma que esos pactos sean posibles, con lo que todo el sistema se va corrompiendo y radicalizando. 


El sistema electoral español, con la nefasta coyunda del sistema proporcional corregido de asignación de escaños, más la provincia como circunscripción electoral, impide, de hecho, la consolidación de un tercer partido nacional, mientras permite que los partidos separatistas eludan el castigo al tercer partido concentrando el voto en unas pocas circunscripciones, con lo que se convierten en la bisagra de la estabilidad de una nación a la que pretenden destruir y de la que aspiran a secesionarse. Se puede pensar un absurdo mayor, pero resulta difícil.




La clave de la República es que el presidente no dependa de la voluntad de los partidos, sino que su representatividad sea obtenida de todo el cuerpo electoral nacional; que la República sea presidencialista. Un presidente de la República elegido en votación directa por toda la nación no dependerá de los grupos minoritarios radicalizados, ni mucho menos de los separatistas. No es chantajeable por ninguno de ellos, su legitimidad de origen y su potestad es plena (mientras el monarca siempre está al albur de que se cuestione su difusa legitimidad).


Durante cuatro décadas, los españoles han sido sometidos a una pertinaz propaganda monárquico-juancarlista, en la que no se ha establecido límites para la decencia. El reinado juancarlista ha sido presentado, sin rebozo, como una concatenación de proezas y milagros, elevando el oportunismo a la categoría de épica hazaña. Para perpetrar esta singular impostura han tenido que coincidir dos líneas estratégicas: el silencio informativo, con todos los registros, desde la autocensura a la oscura coacción, y la complicidad interesada de la nueva aristocracia, de la casta parasitaria.


Lo que se conoce por izquierda, residuos y detritus del socialismo real, se vendió, al comienzo de la malhadada transición, por mucho más que un plato de lentejas, por un extenso botín y la patente de corso para expoliar a modo a las clases medias. Su exhibición, de tanto en tanto, de la bandera tricolor de la segunda república bolchevique no supera los tonos de la mascarada.


 Lo que se conoce por derecha se ha vendido por mucho menos. A pesar de ser el juancarlismo una monarquía instaurada que propende a cortejar a la izquierda, la derecha, si por tal entendemos al PP, que en muchos aspectos es básicamente un partido socialista que no se reconoce, ha hecho del monarquismo una de sus señas de identidad. Los congresos del Partido Popular se inician con una proclamación de adhesión y fe monárquica que recuerda, en su sumisión, a las épocas de las pelucas empolvadas.


Este consenso no es otra cosa que la defensa a ultranza del esquema depredador y prebendario en que se basa un sistema sistemáticamente expansivo que ha superado ampliamente los límites de sus últimas contradicciones. Las gentes, llevadas a la ruina, han caído en la trampa mediática. Conozco a no pocas que, ante las incertidumbres, han mirado hacia la familia real y han percibido en su aparente plácida tranquilidad un facto de estabilidad. Puesto en el timón del mando, en la Jefatura del Estado, no se han detectado signos de inquietud en su dolce far niente, han considerado que nada pasaba, que no se justificaba la alarma o la rebeldía.


Mientras el barco de la Patria iba a la deriva, mientras se abrían de continuo vías de agua en su casco, el ‘Bribón’ surcaba los mares de la molicie. Y el ‘CAM’, pues para satisfacer las ansias marineras de Felipe de Borbón, los impositores de la Caja de Ahorros del Mediterráneo fueron expoliados.

Que una institución nacida para democratizar el crédito haya terminado de mamporrera del Borbón es tanto una metáfora como un paradigma, porque el ‘CAM’ es también el simbolismo de una casta que ha hundido las cajas. Obligada por la acumulación de nefastas gestiones, de rapiña político-económica, la institución financiera a fusionarse con CajaAstur o de ser intervenida, aún en el verano de 2010, el denominado príncipe regateaba a costa del empobrecido impositor alicantino.


La República presidencialista no surgirá de la casta parasitaria, pues es la gravosa corte del presente, la legión plebeya que nos asfixia, sino de una sociedad civil rearmada intelectualmente y regenerada moralmente, que salga airosa y decidida de la trampa monárquica.

Ser hoy y aquí republicano es, más allá de la convicción racional, puro instinto de supervivencia. La República es un ideal, también una necesidad. O España será republicana o no será.


Del libro “La monarquía inútil” (editorial Rambla)

Franco está en el origen de la corrupción


"El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero. Por eso, el régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. Jordi Pujol. 'Us presentem' al general Franco".

La frase que precede a este artículo forma parte de un conocido panfleto que Jordi Pujol elaboró hace medio siglo. Su objetivo era chafar la llegada del general Franco a Barcelona forzado por las circunstancias. Pujol había pasado por la cárcel tras liderar una revuelta contra un viejo franquista, Luis de Galinsoga, director de La Vanguardia Española (que así se llamaba el rotativo). Éste, en un arranque de sutileza política, había dicho tras asistir a una misa en catalán que los catalanes eran una “mierda” (sic). 



Unas mugrientas declaraciones que levantaron un profundo malestar en ese cuerpo extraño que se conoce como burguesía catalana, lo que explica el viaje posterior del dictador que, como gesto amistoso, devolvió el castillo de Montjuic a Barcelona. Ni que decir tiene que Galinsoga fue destituido y le sucedió Manuel Aznar, el abuelo del expresidente.

Se cuenta que quien mecanografió la octavilla fue su mujer, Marta Ferrusola (hoy una rica y ejemplar empresaria, como todo el mundo sabe). La cita la recoge, a modo de introducción, el periodista Manuel Trallero en un libro* iniciático sobre el saqueo del Palau de la Música, precisamente el epicentro de las primeras revueltas políticas contra el franquismo en Barcelona.
La corrupción se sigue abordando como si se tratara de la suma de comportamientos individuales aislados -esos golfos descarriados que hay en cada casa-, en lugar de relacionarla con la existencia de un entramado institucional que favorece, precisamente, las conductas ilícitas. ¡Es el sistema, estúpidos; es el sistema!, parafraseando la célebre citaEl libro, sin embargo, va mucho más allá. Es el fiel reflejo de una sociedad adormecida ante la corrupción de sus élites (no sólo la intelectual, sino también la económica), que miran hacia otro lado cuando se trata de uno de los nuestros.

El gesto complaciente hacia la corrupción no es, sin embargo, patrimonio de la sociedad catalana, sino de buena parte de la sociedad española, donde la corrupción económica se ha visto hasta ahora como consustancial al sistema político (Baleares, Comunidad Valenciana, Galicia, Andalucía…). Ya resulta hasta ocioso recordar cómo el latrocinio público no pasa factura en términos electorales en la mayoría de los casos.

Este statu quo es el que ha triunfado en la vida política española a modo del periodo de la Restauración, pero algo está cambiando a consecuencia de la crisis económica. Lo que antes apenas importaba -al fin y al cabo el país crecía y se creaban puestos de trabajo- ahora no sólo repugna, sino que la frecuencia de los casos de corrupción ha revelado un país lleno de miserias por culpa de una clase política (unos más y otros menos) incapaz de entender el curso de la historia. Y que, en lugar de enfrentarse a los problemas de frente, los esquiva, esperando a que escampe.
De caso a caso


O esperando a que los jueces o la prensa desvelen otro caso de corrupción en la acera de enfrente para tapar sus propias vergüenzas. Y así es como el país pasa del ‘caso de los Eres al caso ITV. Del caso Gürtel al caso Bárcenas. Del caso Marbella al caso Pallerols’ sin que los delitos sirvan de escarnio público. Entre otras cosas porque quienes pagan -las empresas- no sufren casi nunca el consiguiente reproche penal, lo cual es un sinsentido. Ni siquiera administrativo. Muchas empresas -o sus filiales- que han sobornado a empleados públicos siguen haciendo negocios con la propia Administración.
Así es como la corrupción se ha metido en nuestras vidas, aunque probablemente habría que decir que nunca ha salido. Forma parte de nuestra imagen exterior, como el Museo del Prado o Almodóvar, lo cual es una auténtica catástrofe en un país con seis millones de parados que ha visto como en el último año han salido más de 250.000 millones en inversión extranjera. La corrupción cuesta más en términos de prima de riesgo que muchos recortes socialmente injustos.

Hay, en este sentido, un reciente informe de la OCDE en el que pone de relieve las desgracias en la lucha contra la corrupción. Sostiene la OCDE que el nivel de cumplimiento de España respecto de las leyes contra el cohecho internacional -cuando las empresas sobornan a funcionarios extranjeros a cambio de favores- es “extremadamente bajo”. Hasta el punto de que no se ha celebrado ni un solo juicio por este motivo. Aunque no es menos lacerante que en los últimos trece años apenas se hayan realizado siete investigaciones. Ningún cargo público está en la cárcel por meter mano en la caja.

Una auténtica vergüenza que refleja la desidia y hasta la impunidad que rodea a la corrupción. Sólo se descubre una muy pequeña parte de la que en realidad existe, como sostiene alguien que conoce bien los mecanismos de represión del fraude.


Lo curioso del caso es que la corrupción se sigue abordando como si se tratara de la suma de comportamientos individuales aislados -esos golfos descarriados que hay en cada casa-, en lugar de relacionarla con la existencia de un entramado institucional que favorece, precisamente, las conductas ilícitas. ¡Es el sistema, estúpidos; es el sistema!, parafraseando la célebre cita.

Cuando en un país no existe responsabilidad individual de los políticos por el hecho de que éstos se pueden cobijar bajo el manto protector de sus partidos, se llega, necesariamente, a esta situación. Bárcenas nunca hubiera sido senador si tuviera que haber concurrido a unas elecciones con su propio discurso político. Lo mismo que otros muchos corruptos, que siguen en las listas por temor a que canten.
Listas cerradas y corrupción

El sistema de listas cerradas contribuye a ese estado cosas, toda vez que si algún militante honrado pide explicaciones a la dirección por algo que ve o por una sospecha fundada, es probable que haya cavado su tumba política. Nunca más podrá presentarse a unas elecciones. Y así es como surgen las camarillas en los propios partidos políticos, origen de muchas filtraciones interesadas.

No se busca la verdad, sino dañar al adversario político, aunque sea del mismo partido. Y todo lo que rodea al caso Bárcenas en el PP apunta en esa dirección. Lo que se ventila en la calle Génova es quién mandará en el partido. Y la detestable posición de Esperanza Aguirre -que ahora aparece ante la opinión pública como si ella no tuviera nada que ver con el PP- apunta en esa dirección. 



Aguirre, aunque ahora en estos  le disguste, forma parte de eso que ahora critica. Es parte del problema, no de la solución. Aguirre es la que ha amamantado durante años a muchos dirigentes de su partido sin oficio ni beneficio (origen del caso Gürtel) que han hecho toda su carrera profesional en el PP. Es un sarcasmo que quiera aparecer ahora como la renovación dentro del PP. Es el pasado.

Lo que se ventila en la calle Génova es quién mandará en el partido. Y la detestable posición de Esperanza Aguirre -que ahora aparece ante la opinión pública como si ella no tuviera nada que ver con el PP- apunta en esa dirección. Aguirre, aunque ahora le disguste, forma parte de eso que ahora critica. Es parte del problema, no de la soluciónLas listas cerradas son, obviamente, un incentivo inverso y hasta perverso que degrada la democracia. 


Máxime cuando todo el sistema institucional -el nombramiento de los jueces o de los altos cargos de la administración y hasta de los chóferes del parque móvil- se canaliza a través de unos omnipotentes partidos políticos que dictan la vida y obra de millones de personas, sin que ellos, en su esencia, funcionen de forma democrática, que es, al fin y al cabo, lo que podría garantizar la objetividad y la imparcialidad en la toma de decisiones.


 O dicho de forma castiza en célebres palabras de Alfonso Guerra: "el que se mueva no sale en la foto". Imposible resumir mejor en una sola frase el origen de la corrupción.


De manera mucho más inteligente lo describía Dionisio Ridruejo en Escrito en España refiriéndose a la corrupción durante el franquismo. "El hecho de los incompetentes leales", decía, "tuvieran ventaja segura en toda competición sobre los competentes sospechosos (algún día se escribirá la historia de las oposiciones, concursos y provisiones de toda suerte de plazas e incluso de la concesión de toda suerte de negocios en estos años), constituía ya un principio de tan grave inmoralidad que, por fuerza, los benficiarios tendrían que sentirse implicados en ella, quedando ligados por un vínculo turbio, como clientes, a un sistema cuya duración era la garantía de que la injusticia no podría ser revisada en su perjuicio". Como se ve, nada nuevo. Ni mucho menos original.


Los partidos políticos son hoy cuerpos cerrados -necesariamente endogámicos- que tienden a protegerse ante el exterior tapando sus miserias, lo que explica que cuando algún dirigente roba, la tendencia natural de la dirección sea tratar de amortiguar el golpe para no dañar al conjunto de la organización. 




Los propios dirigentes corruptos saben eso, lo que les convierte en extremadamente poderosos porque están seguros de que el partido tenderá a protegerlos para evitar un escándalo mayor. Se hace bueno, de este esta manera, aquello que decía Michels: cada militante de un partido político lleva dentro de su mochila el bastón de mariscal. Unos lo utilizan y otros, no. Y alguno lo hace de forma magistral.

*Música Celestial. Del mal llamado caso Millet o caso Palau. Manuel Trallero. Editorial Debate. 2012.

EL CONFIDENCIAL.

sábado, 19 de enero de 2013




La palabra mágica de estos tiempos, parece que es "crisis"...

Se habla de crisis de valores, crisis de autoridad, crisis de confianza en una clase política "que hace aguas" ¿ Por dónde vamos a salir de tal estado de cosas, cuando nuestra perdida de prestigio y respeto internacional se nota cuando vemos que nadie entiende lo que está pasando en este pueblo que parece insensible y solo el fatalismo parece el recurso de una esperanza truncada.

A mi juicio lo que mas falla, ya no es tan solo la pérdida de valores en quien debiera ser testimonio y ejemplo de un liderazgo perdido. Vemos en el artículo de http://www.votoenblanco.com que ni siquiera la Iglesia Católica está prestigiada y bastante parece que tiene en tapar sus propios "agujeros".

Lo que es difícil de entender es a mi juicio la causa principal del problema: la sociedad no tiene ningún tipo de reacción ante todo lo que ocurre.

Parece como si la conducta estuviera fundamentada en raíces de complicidad con todo lo que nos está sucediendo.

La Sociedad Española necesita una verdadera regeneración y una vuelta a sus fundamentos.

Dario Pozo Ruz.

 


 

La iglesia española, acobardada y sin empuje, pierde influencia y retrocede







La iglesia española, acobardada y sin empuje, pierde influencia y retrocede 
 
La Iglesia Católica española, acobardada, desorganizada y sin empuje, está desaprovechando una de sus mejores oportunidades históricas al mostrarse incapaz de liderar la recuperación de los valores y de la ética que la sociedad española ansía, tras haberlos perdido en las últimas décadas como consecuencia del mal gobierno, la degeneración de la democracia y la corrupción generalizada del poder político.


Ante el mal gobierno, la degeneración de la política, la caída de los valores y la corrupción, muchos ciudadanos miran a la Iglesia con la esperanza de que, desde los púlpitos y las diócesis, se lance el esperado movimiento de resurrección de España, pero la Iglesia española, acomodada, acobardada y sin empuje, continua manteniéndose en la somnolencia, lejos del activismo regenerador que encarna la doctrina del Maestro Jesús.

 
El cardenal Rouco Varela, líder de la Conferencia Episcopal, es capaz de decir frases tan interesantes como "o colocamos el poder bajo el imperio de la moral y la ética o vamos al desastre", pero todo queda ahí, sin que las desordenadas y divididas fuerzas católicas sean capaces de liderar el movimiento de recuperación de los valores perdidos que la parte más libre y sana de la sociedad española ansía.
 
Recientemente me decía un católico practicante y socialmente activo, miembro de Cáritas, que en España existen condiciones similares a las que existían en la Polonía de los años setenta y ochenta para que la Iglesia encabece o, por lo menos, impulse la lucha del pueblo contra el mal gobierno y la recuperación de la decencia, pero se lamentaba de que los curas son incapaces de hacer nada a pesar de que basta entrar en una Iglesia para ver que casi únicamente los viejos que se acercan a la muerte se acuerdan de Dios.
 
El mayor problema de España ni siquiera es la corrupción, la degeneración de la democracia o la sociedad injusta y desigual que han creado los políticos, sino la caída de los grandes valores y principios, vigentes en la sociedad hace tres décadas y hoy aniquilados por una cultura vulgar y decadente, alimentada desde el poder. El gran problema de España es que ha sido erradicada la decencia y con ella valores como el esfuerzo, la iniciativa individual, la honradez, la austeridad, el apoyo mutuo, el respeto, la lealtad y otros muchos, sin los cuales la sociedad es un caldo maloliente en el que crecen los esclavos, la incultura, la corrupción, el sometimiento al poder, el fracaso escolar, la envidia, el absentismo laboral, la pillería, la delincuencia y la indecencia generalizada.
 
Frente a una España en la que los poderosos han olvidado su deber de ser ejemplares, que gobiernan utilizando la mentira, que se suben los sueldos incesantemente y que únicamente son sensibles al acaparamiento de poder y a los privilegios, existe otra España que se siente incómoda ante el avance de la desigualdad y la pobreza, que rechaza la decadencia de los valores y principios y que recibiría con los brazos abiertos una luz que procediera de la Iglesia Católica (quizás también de otras religiones), cuya misión principal en la tierra es, precisamente, implantar esos valores que en España se están arrojando a las alcantarillas.
 
Pero la realidad religiosa es más triste y desesperante en España porque la Iglesia, que parece haber renunciado a la lucha, está perdiendo su batalla frente al laicismo militante del poder político y al derrumbe de la sociedad de valores, con lo que perderá todavía más influencia y liderazgo en la cada día más frustrada y desengañada sociedad española. 

Fuente:  http://www.votoenblanco.com

viernes, 18 de enero de 2013

Javier Botín se carga a su gestor estrella por su vinculación con Bárcenas

EL GRUPO JB CAPITAL MARKETS LE HA SUSPENDIDO DE EMPLEO Y SUELDO

Javier Botín se carga a su gestor estrella por su vinculación con Bárcenas

El Grupo JB Capital Markets, propiedad de Javier Botín (hijo de Emilio Botín), ha suspedido de empleo y sueldo de forma cautelar a su gestor estrella, Iván Yáñez Velasco, tras conocer que actuó como apoderado del extesorero del PP Luis Bárcenas ante el Dresdner Bank de Ginebra (Suiza), en el que llegó a acumular 22 millones de euros. Yáñez es un peso pesado del mundo de la gestión de fondos en España, donde ha pasado por La Caixa y Valorica antes de recalar en la firma de Botín.


En un comunicado, la compañía señala que ha tomado esta decisión ante "las noticias aparecidas en los medios de comunicación" en relación con su empleado, que trabaja en el área de tesorería del grupo. "Hasta el día de ayer, JB Capital Markets desconocía el trabajo desarrollado por Iván Yáñez para firmas distintas del grupo", apunta, antes de añadir que la decisión se toma con independencia de que los hechos que la motivan se produjeran "con fecha anterior" a su incorporación en enero de 2011.


Concretamente, su relación con Bárcenas viene de 2009, cuando Yáñez dirigía Valorica, una firma española independiente de gestión alternativa que lanzó varios hedge funds, pero que sucumbió ante el hundimiento de los mercados mundiales por la crisis financiera internacional. Anteriormente, había sido director general de Invercaixa, la gestora de fondos de la caja catalana.


Desvió dinero a Estados Unidos


Yáñez Velasco era el apoderado de Bárcenas cuando éste ordenó en marzo de 2009 que sacara dos millones de euros que tenía en Ginebra con destino a una cuenta en el banco UBS AG de Stanford (Estados Unidos) que estaba a nombre de la sociedad bursátil PT Bex, según consta en la comisión rogatoria que las autoridades suizas enviaron al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz.


Así consta en una carta, en la que el Yáñez trasladaba a los responsables del Dresdner Bank la orden de "transferir de la cuenta de la Fundación" Sinequanon "la cantidad de 1 millón de euros de forma inmediata y 1 millón de euros cuando le sea confirmado telefónicamente por el Sr. Bárcenas".


Este dinero se une a los 2,5 millones de euros que Bárcenas, que llegó a acumular 22.144.832 en este banco al final del año 2007 a través de una fundación panameña llamada Sinequanon, sacó en 2009 para ingresarlos en otras dos cuentas del banco HSBC de Nueva York.


"Diversificar los riesgos"

En otra carta manuscrita que obra en la comisión rogatoria, fechada el 9 de marzo de 2009, cuatro días después de que Bárcenas fuera imputado por el juez Baltasar Garzón, Iván Yáñez se dirige a una de las responsables del banco para señalarle que "varios amigos" y él mismo habían decidido unir "parte" de sus "respectivos activos" para "diversificar" sus riesgos y "actuar en distintos campos de la actividad económica, industrial y bursátil".


"Hemos decidido mantener con vuestra entidad inversiones bursátiles por valor de unos 10 millones de euros y estimamos que dicha cifra se mantendrá en el medio y largo plazo", afirma. "Mis socios te informarán más ampliamente de los detalles de esta nueva actividad que estamos emprendiendo y de las transferencias que vamos a ordenar", dice.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

lunes, 14 de enero de 2013

El Rey pidió a Urdangarín que invitase a Corinna a un foro de Nóos para hacer contactos

No hay peores ciegos que los que no quieren ver...

El Rey pidió a Urdangarín que invitase a Corinna a un foro de Nóos para hacer contactos
 
 
Favor por favor. El Rey pidió a Iñaki Urdangarín que invitase a gastos pagados a su amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein a la primera edición del Valencia Summit, un foro internacional sobre turismo y deporte organizado en 2004 por el Instituto Nóos. 
 
El yerno de don Juan Carlos no se pudo negar: el monarca había conseguido que el magnate Bernard Arnault, dueño del imperio Louis Vuitton, fuera el principal sponsor del evento, y además la factura del viaje y la estancia de la princesa alemana corrían por cuenta de la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de la capital.

​La presencia de Corina Larsen -su apellido de soltera- en el Valencia Summit de 2004 sacudió la semana pasada a la Casa del Rey, después de que Diego Torres, el exsocio de Urdangarín en el Instituto Nóos, entregase al juez unos correos electrónicos intercambiados aquel año entre la amiga del monarca y un empleado de la entidad supuestamente sin ánimo de lucro. Los emails no tienen ninguna relevancia desde el punto de vista penal, pero con ellos Torres ha dejado claro su intento de chantaje al jefe del Estado y a su antiguo socio con la amenaza de revelar nuevos y más comprometedores documentos si entra en prisión.

​El Rey, según fuentes muy cercanas a la Zarzuela consultadas por El Confidencial, pidió a su yerno que incluyera a Corinna, que el próximo día 28 cumplirá 48 años, en la lista de invitados de aquel congreso internacional "para ayudarla a ampliar sus contactos". La amiga del monarca, gran aficionada como él a la caza y la vela, era entonces la responsable de una agencia británica especializada en organizar safaris para clientes exclusivos. Y, sobre todo, colaboraba muy activamente con la Fundacion Laureus, una organización que aúna filantropía y deporte.  

Fue precisamente esa ​afición común a la caza el detonante de la amistad entre el Rey y Corinna. Según las fuentes consultadas, el jefe del Estado era cliente habitual de Boss Sporting Agency (BSA), una agencia londinense promovida por la prestigiosa armería Boss&Co especializada en organizar exóticos y exclusivos safaris para aristócratas y millonarios europeos. Corinna era la responsable de BSA, y a comienzos de 2004 conoció a don Juan Carlos en una expedición de caza a Mozambique.

Comisionista e intermediaria

​Corinna estaba entonces casada con el príncipe alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, de quien se divorció un año después. Tras su separación siguió utilizando por su cuenta el apellido de su exmarido y el tratamiento de princesa, y en 2005 montó su propia empresa: Apollonia Associates. La princesa Corinna se convirtió entonces, gracias a los contactos de altísimo nivel labrados durante su etapa en la agencia de safaris, en una comisionista de lujo que cobraba por intermediar en grandes contratos internacionales, principalmente entre empresas europeas y gobiernos árabes.

​Según fuentes próximas a la investigación del caso Urdangarín, Corinna viajó a Valencia desde Londres el 26 de octubre de 2004, la víspera de la inauguración de la primera edición del Valencia Summit -hubo dos más en 2005 y 2006-, por la que la Generalitat de Francisco Camps y el Ayuntamiento de Rita Barberá pagaron al Instituto Nóos un cánon de 1,1 millones de euros. La princesa alemana se alojó en el mismo hotel que Urdangarín y Torres, el Eurostars Gran Valencia, cercano al Palacio de Congresos donde se celebró el evento.

El pasaje de avión de ida y vuelta de la amiga del Rey y su estancia en la capital valenciana fueron reservadas a través de la agencia Europa Travel, según las mismas fuentes. El coste del viaje, alojamiento y manutención del centenar de ponentes, observadores e invitados -Corinna entre ellos- asistentes al foro sumó otros 310.000 euros, que también fueron abonados con fondos públicos. De esta forma, el margen de beneficio de Urdangarín y Torres no se redujo, y ambos socios se embolsaron prácticamente limpios los 1,1 millones del cánon.

Viajes privados y oficiales

​ Tras su visita a Valencia, el contacto entre Corinna y el Rey fue mucho más frecuente. La comisionista alemana acompañó a don Juan Carlos en muchos viajes privados e incluso oficiales, y actuó en numerosas ocasiones como representante del monarca ante gobernantes y grandes empresarios de países árabes. Entre 2011 y 2012, el jefe del Estado llegó a viajar al menos en tres ocasiones con Corinna en contra del criterio de sus médicos. El monarca ignoró la recomendación de los facultativos y se trasladó, primero, a Mónaco; más tarde a Kuwait y los Emiratos Árabes, y por último al polémico safari en Botsuana.

Los emails que Torres asegura guardar aún en su poder, y que su abogado ha amenazado con desvelar, demostrarían que el Rey estuvo siempre al corriente de los negocios de su yerno e incluso llegó a impulsarlos, y que si en la primavera de 2006 forzó su aparente marcha del Instituto Nóos fue porque salieron a relucir públicamente los primeros trapos sucios de aquél. En febrero de aquel año, en efecto, el PSOE de Baleares cuestionó por primera vez en el Parlamento autonómico los pagos que el entonces presidente regional, Jaume Matas, hizo a la entidad sin ánimo de lucro por la organización de un foro sobre deporte y turismo similar al Valencia Summit.
 
Fuente:  http://www.elconfidencial.com

domingo, 13 de enero de 2013

APOYAMOS UN ¡BASTA A LA CORRUPCIÓN!








Está todo dicho y es hora de demostrar que somos mas los que rechazamos este estado de cosas y hay que hacer algo ya mismo.   

COMPROMÉTETE PROPAGAR 
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NOS VA EN ELLO NUESTRA
 SUPERVIVENCIA COMO NACIÓN LIBRE Y DEMOCRÁTICA.  

Hay otras formas de hacer llegar tu voz...pero antes hay que limpiar este parlamento.

Necesitamos una auténtica marea de revulsivo...