“No
me importa que esta organización tenga inútiles, lo que me preocupa es
que sean inútiles proactivos”. La frase es de un alto ejecutivo con el
que tuve la suerte de trabajar hace muchos años, y que encapsula el
riesgo más grande con el que se enfrenta ‘la marca España’ tras el
reciente abrazo de optimismo cortesía de la prima de riesgo. Ahora viene
la prueba del algodón.
Cuando me comentan mis compatriotas que es injusta la imagen del país, siempre les digo que no saben la suerte que tenemos de que los escándalos que salen todos los días en la prensa nacional ni se mencionen en los medios internacionales.
Sinceramente, todas estas apabullantes historias que me llegan a diario -y espero que no aparezcan más- crean una oportunidad excelente para que el país lleve a cabo una autentico cambio y aproveche estos periodos de euforia para limpiar esa imagen de “oligarquía sin petróleo” que tenemos, y que nos hemos labrado nosotros solitos, con la aquiescencia o indiferencia de una gran mayoría, en la década perdida del “a trincar que el mundo se va a acabar”, porque de esa corrupción oligárquica siempre caía algo para los demás, y se toleraba.
Lo llaman “cleptocracia”, pero es mucho más que eso porque permea a muchos entes, públicos y privados. Es un modo de entender la responsabilidad de cada uno que reajusta al alza nuestro umbral de lo que “es aceptable” cada día usando nuestra frase favorita. “Pues tú más”. Hasta que explota.
De momento contamos con cierto optimismo inversor y esos son los entornos en los que hay que hacer hachazos al clientelismo y poner las bases de un cambio de mentalidad. No nos demos palmaditas en la espalda diciendo que ya está todo solucionado, que ocurre todos los eneros desde hace años, como muestra el grafico inferior (cortesía de Mirabaud). El propio ministro De Guindos comentaba, con razón, que “ni los mercados ahora están tan bien ahora, ni antes estaban tan mal”.
Si, los mercados. Porque tenemos deuda para repartir hasta en las fiestas, y hay que refinanciarla. Como he dicho muchas veces, si no quieren escrutinio financiero, no nos endeudemos. Pero como todo lo que oigo en España es pedir más crédito…
Tendremos que aceptar las reglas y probar que somos merecedores de la confianza de quien nos presta el dinero. O quebrar y se acaba el modelo “social” –subvencionado- al enfrentarnos al prestamista, la Troika en este caso, y sus “soluciones”, que siempre empeoran la situación.
El precipicio fiscal de 2013… por el lado estatal
Meter el hacha y cercenar la corrupción solo es un paso. El riesgo político afecta a la credibilidad crediticia, a la inversión en el país y a los múltiplos a los que cotizan las empresas porque nadie invierte a largo plazo. Solo a aprovechar los “subidones” de pocos meses.
Para atraer inversión se tiene que percibir un entorno inversor adecuado, fiable y predecible. Pero en esto España, vuelve a caer, desafortunadamente, según el índice de libertad económica Heritage 2012. Un problema institucional que se puede solucionar… Porque se ha hecho antes. Pero no es un problema único. Es parte del coste de la oligarquía sin petróleo. La otra parte es el “a ver si cuela” en los números que tan tristemente famosos nos hizo hace un par de años.
Si es cierto el rumor de que las cifras de ingresos fiscales se han “mejorado”, adelantando el impuesto de sociedades de 2013 de las grandes empresas y retrasando las devoluciones pendientes, es una mala noticia. Desafortunadamente es una práctica muy típica de ciertos países de la Unión Europea.
Si se han cumplido las expectativas de ingresos fiscales de los presupuestos, pero el déficit ronda el 7% o más… El problema son los gastos. A menos que realmente pensemos que este país va a recuperar la senda del ladrillazo y el crédito eterno, cuando todos los indicadores industriales y de consumo siguen mostrando contracción.
Mantener unos gastos que siguen a niveles de pico de burbuja -2007- es una apuesta enorme, e imposible de financiar a golpes de déficits del 5% del PIB anuales.
Pero el riesgo es que a medida que llegamos a la segunda mitad de 2013 se acumule un precipicio fiscal tipo EE.UU., al agotarse los adelantos, confirmarse los gastos, y enfrentarnos a una necesidad de ajuste de entre un 1,5 y un 3% del PIB para cumplir con las exigencias mínimas de déficit de la UE.
Es cierto que en muchos foros se entiende y justifica 2012 como un año de transición donde el país no pudo aún mostrar los verdaderos efectos de las medidas implementadas. Pero 2013 no ofrece excusas. No podremos achacarlo al coste de deuda, a Alemania, a los Hedge Funds o a la prensa anglosajona, porque el beneficio de la duda nos lo han dado. Lo que el estado y las administraciones públicas consigan en 2013 es mérito o culpa solo suya.
Desde las empresas: cumplimiento, creación de valor y gobierno corporativo
El primer paso ha sido relativamente fácil. Las empresas cotizadas han visto sus acciones subir mientras caía la prima de riesgo. Es como el efecto de tirar una piedra al agua, da la impresión de mucho cambio pero el líquido contenido es el mismo.
Cuando me comentan mis compatriotas que es injusta la imagen del país, siempre les digo que no saben la suerte que tenemos de que los escándalos que salen todos los días en la prensa nacional ni se mencionen en los medios internacionales.
Sinceramente, todas estas apabullantes historias que me llegan a diario -y espero que no aparezcan más- crean una oportunidad excelente para que el país lleve a cabo una autentico cambio y aproveche estos periodos de euforia para limpiar esa imagen de “oligarquía sin petróleo” que tenemos, y que nos hemos labrado nosotros solitos, con la aquiescencia o indiferencia de una gran mayoría, en la década perdida del “a trincar que el mundo se va a acabar”, porque de esa corrupción oligárquica siempre caía algo para los demás, y se toleraba.
Lo llaman “cleptocracia”, pero es mucho más que eso porque permea a muchos entes, públicos y privados. Es un modo de entender la responsabilidad de cada uno que reajusta al alza nuestro umbral de lo que “es aceptable” cada día usando nuestra frase favorita. “Pues tú más”. Hasta que explota.
De momento contamos con cierto optimismo inversor y esos son los entornos en los que hay que hacer hachazos al clientelismo y poner las bases de un cambio de mentalidad. No nos demos palmaditas en la espalda diciendo que ya está todo solucionado, que ocurre todos los eneros desde hace años, como muestra el grafico inferior (cortesía de Mirabaud). El propio ministro De Guindos comentaba, con razón, que “ni los mercados ahora están tan bien ahora, ni antes estaban tan mal”.
Si, los mercados. Porque tenemos deuda para repartir hasta en las fiestas, y hay que refinanciarla. Como he dicho muchas veces, si no quieren escrutinio financiero, no nos endeudemos. Pero como todo lo que oigo en España es pedir más crédito…
Tendremos que aceptar las reglas y probar que somos merecedores de la confianza de quien nos presta el dinero. O quebrar y se acaba el modelo “social” –subvencionado- al enfrentarnos al prestamista, la Troika en este caso, y sus “soluciones”, que siempre empeoran la situación.
El precipicio fiscal de 2013… por el lado estatal
Meter el hacha y cercenar la corrupción solo es un paso. El riesgo político afecta a la credibilidad crediticia, a la inversión en el país y a los múltiplos a los que cotizan las empresas porque nadie invierte a largo plazo. Solo a aprovechar los “subidones” de pocos meses.
Para atraer inversión se tiene que percibir un entorno inversor adecuado, fiable y predecible. Pero en esto España, vuelve a caer, desafortunadamente, según el índice de libertad económica Heritage 2012. Un problema institucional que se puede solucionar… Porque se ha hecho antes. Pero no es un problema único. Es parte del coste de la oligarquía sin petróleo. La otra parte es el “a ver si cuela” en los números que tan tristemente famosos nos hizo hace un par de años.
Si es cierto el rumor de que las cifras de ingresos fiscales se han “mejorado”, adelantando el impuesto de sociedades de 2013 de las grandes empresas y retrasando las devoluciones pendientes, es una mala noticia. Desafortunadamente es una práctica muy típica de ciertos países de la Unión Europea.
Si se han cumplido las expectativas de ingresos fiscales de los presupuestos, pero el déficit ronda el 7% o más… El problema son los gastos. A menos que realmente pensemos que este país va a recuperar la senda del ladrillazo y el crédito eterno, cuando todos los indicadores industriales y de consumo siguen mostrando contracción.
Mantener unos gastos que siguen a niveles de pico de burbuja -2007- es una apuesta enorme, e imposible de financiar a golpes de déficits del 5% del PIB anuales.
Pero el riesgo es que a medida que llegamos a la segunda mitad de 2013 se acumule un precipicio fiscal tipo EE.UU., al agotarse los adelantos, confirmarse los gastos, y enfrentarnos a una necesidad de ajuste de entre un 1,5 y un 3% del PIB para cumplir con las exigencias mínimas de déficit de la UE.
Es cierto que en muchos foros se entiende y justifica 2012 como un año de transición donde el país no pudo aún mostrar los verdaderos efectos de las medidas implementadas. Pero 2013 no ofrece excusas. No podremos achacarlo al coste de deuda, a Alemania, a los Hedge Funds o a la prensa anglosajona, porque el beneficio de la duda nos lo han dado. Lo que el estado y las administraciones públicas consigan en 2013 es mérito o culpa solo suya.
Desde las empresas: cumplimiento, creación de valor y gobierno corporativo
El primer paso ha sido relativamente fácil. Las empresas cotizadas han visto sus acciones subir mientras caía la prima de riesgo. Es como el efecto de tirar una piedra al agua, da la impresión de mucho cambio pero el líquido contenido es el mismo.
Por
lo menos ahora, no como en 2009-2011, las empresas son conscientes del
riesgo de que el cambio sea coyuntural y lo están aprovechando para
emitir bonos (BBVA… ¡emitiendo cedulas hipotecarias a diez años!) con
excelente demanda. Hay señales de confianza porque, por primera vez
desde hace cinco años, la gran mayoría de las cotizadas pueden
presentarse ante el mercado con un historial de haber cumplido con sus compromisos de desinversión, y rebajar los dividendos imposibles de pagar, y no con justificaciones de sus incumplimientos. Importante diferencia.
Por otro lado, pueden presentarse ante sus inversores con unas estimaciones de resultados que ya no parecen más falsas que una película de Walt Disney.
Desafortunadamente, las estimaciones de consensos siguen altas –un
12-15%-, y al menos los equipos de comunicación deben saberlo. No nos
encontremos con una “fiesta de profit warnings” –rebaja de estimaciones -
en el tercer trimestre.
Hasta el día de hoy, la reducción de
endeudamiento de las empresas españolas ha sido importante. La del
Estado aun esta por darse. Pero dicha reducción se ha hecho
fundamentalmente a través de desinversiones en activos “estrella” y
recortando inversiones -por fin, después de años “preparándose para el
retorno de la demanda”-. Ahora viene lo difícil. Reducir deuda con caja libre, generada por las operaciones corrientes. Y no descuidar el hecho de que nuestro querido índice sigue siendo el más endeudado de Europa.
El
gobierno corporativo es esencial para afianzar la recuperación de los
valores. El clientelismo, la inversión por comité, el endeudamiento y la
falta de meritocracia hacen que los valores de cualquier país coticen a
múltiplos bajos –siempre injustificados, claro-. Se llama “descuento de
caja negra”. Las grandes empresas deberían acometer una
reestructuración profunda y dejar de tener reinos de taifas donde los directivos son consumidores de presupuesto, no generadores de valor. Aumentar dramáticamente la proporción de remuneración en acciones comparada con el fijo sería un elemento diferenciador.
La
alineación entre los intereses de los gestores y los accionistas
minoritarios volverá a dictar quién se comporta mejor o peor. No vale con tener informes de responsabilidad empresarial huecos,
con 200 páginas de obviedades que no se cumplen. La primera regla es
no convertirse en agencias estatales de oligarquía sin petróleo. Hace
ya varios años que muchas empresas han olvidado su obligación de crear
valor -EVA, economic added value- para esconderse y justificarse bajo
“la coyuntura”. Eso se lo puede permitir Gazprom, no nosotros.
Estamos
en el periodo que en Citadel llamábamos un “canal de corredor de la
muerte” (death row channel). Si las empresas y el país -todos- baten sus
objetivos, cortan drásticamente el clientelismo, y crean valor,
saldremos de esta espiral empobrecedora. Si no, ya verán como le echamos
la culpa a alguien –extranjero, por supuesto.
Justificar los
errores e incumplimientos como “pequeños”, “ya descontados” o “no nos
entienden” no vale. Toca cumplir. Lo hicimos tras el destrozo
latinoamericano. No sé por qué no lo íbamos a hacer ahora.
PD: El nuevo álbum de Bowie. Eso sí que es un ‘brote verde’ que celebrar.
Fuente: http://blogs.elconfidencial.com