domingo, 19 de enero de 2014

PACTOS CONTRA NATURA


Es cierto que el sistema electoral español no es de tipo mayoritario, sino proporcional. Los escaños no van a parar en exclusiva a aquel partido que dentro de una circunscripción ha obtenido la mayoría de votos, sino que se reparten proporcionalmente entre las distintas formaciones políticas. La finalidad de esta fórmula es que las instituciones democráticas reflejen de un modo más fidedigno la voluntad del plural pueblo soberano. Sin embargo, cuando los partidos que ostentan el poder tratan de pervertirlo y de retorcer los mandatos ciudadanos, el sistema proporcional puede, paradójicamente, conducir a un ataque directo contra esa voluntad popular.

Una de esas perversiones es el famoso Pacto del Tinell; acuerdo por el que todos los partidos decidieron coaligarse para bloquear el acceso del PP a los distintos gobiernos. Es harto dudoso que la voluntad de sus electores fuera que todas estas heterogéneas formaciones se unieran en un frente común contra los populares, pero aun así se formaron gobiernos cojos y contra natura que, posteriormente, han sido revocados en las urnas. En gran medida, tras sus excelentes resultados electorales del 22-M, el Pacto del Tinell ha dejado de ser funcional. No obstante, todavía existen reductos donde la filosofía del Tinell sigue en pie. Dos ejemplos nos valdrán para ilustrarlo.

El caso más claro puede que sea el del Ayuntamiento de Getafe: allí UPyD tiene la llave para la gobernabilidad. Sus concejales se comprometieron a votar a la lista más votada –que ha terminado siendo el PP– y, en todo caso, marcaron considerables distancias con el PSOE de Pedro Castro, quien llegó a incluir a una imputada en las listas. Pese a ello, parece que la posibilidad de tocar poder real con el PSOE les está llevando a desdecirse y a plantearse incumplir el compromiso que asumieron ante sus votantes (quienes a buen seguro deseaban un cambio en el consistorio): un gesto que resultaría lamentable para un partido que pretende colocarse a la vanguardia de la muy necesaria regeneración democrática en nuestro país.

Algo similar sucede en el caso del Ayuntamiento de Leganés. Allí, PSOE e IU han perdido la mayoría en favor del PP y de la ULEG, un partido local cuyo votante medio está ideológicamente muy cercano al PP. Los de ULEG firmaron ante notario que se apoyarían a sí mismos en la investidura, y de momento no parece que vayan a traicionar este compromiso con sus electores. 

Cosa distinta sucede con PSOE e IU, quienes llevan más de tres décadas controlando el consistorio y están enormemente preocupados de que el PP los sustituya y comience a levantar alfombras. De ahí que se estén planteando elevar a alcalde al candidato de la ULEG, algo que obviamente se opondría por entero a la voluntad de quienes los votaron para que fueran ellos quienes gobernaran.

En definitiva, las ansias de poder de nuestros políticos o el deseo de conservarlo a cualquier costa bien pueden conducir a la formación de gobiernos inestables y contra natura que, lejos de gobernar de acuerdo a los deseos de la mayoría de los electores, subviertan su voluntad en nombre de minoritarios intereses espurios. Esperemos que, finalmente, el sentido común y democrático termine imponiéndose.

Fuente: LIBERTAD DIGITAL. 


viernes, 17 de enero de 2014

GOBIERNOS ABSOLUTOS





“Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes”.
(Confucio )
Dario Pozo Ruz, para el LANZA de Ciudad Real

“Escuchamos muchas veces: ¡Nada hay nuevo bajo el sol!, mientras seguimos atados al incierto devenir de las cosas que nos suceden en este teatro político, donde todo parece que se compra o se vende tratando de componer el engaño como fórmula del “bálsamo” quijotesco.

En Burgos un alcalde no se apea del burro porque según él, está legitimada su razón en el poder de un voto absoluto emitido en épocas donde no se atisbaba la actual crisis.

Decía Napoleón Bonaparte que solo se puede gobernar a un pueblo ofreciéndole un porvenir y vendiendo esperanzas, en lugar de arbitrarias decisiones impuestas que no se sustentan con el diálogo. 

En Burgos, en Madrid o en Castilla La Mancha hay también mucho hartazgo... y nos sentimos huérfanos ante tanto “mesías” del engaño, que primero dicen que salimos de la crisis ¿ quién la provocó ? Para luego quitarnos ilusión hablándonos de que pasaran mas de veinte años...

El Gobierno y el sistema que lo fundamenta, está acabado ¿ que tendrá que ocurrir todavía para que terminen los “aristócratas” de una política sustentada en el engaño ?

Sabemos que ejercer el gobierno sería mas fácil si no hubiera que ganar constantemente elecciones (Clemenceau) , pero el problema surge cuando gana el que mas roba ilusiones para luego hacer lo que quiera, con la excusa de “ser el elegido” para cuatro años sin dar cuenta a nadie.

Identificamos la política, con el engaño, la mentira y la manipulación de las personas en una sociedad permisiva que alimentamos con mensajes televisivos como “Aida” o “la que se avecina”, donde jóvenes y adultos se divertirán recibiendo mensajes estimulantes de robo, codicia o explotación de inmigrantes, etc.

Corregir el rumbo ha sido mensaje repetido de muchos artículos mios y de otros escritores, ¿ nos empecinamos en seguir este rumbo que conduce al abismo ?

En la antigua Grecia, ya era patente la teoría del bien, de la felicidad, la virtud, la democracia, la amistad y la educación de los jóvenes, pero miles de años después seguimos perdidos sin saber retornar a nuestras fuentes, clave de tantos defectos que impregnan nuestro paso por esos partidos que hemos manchado y que nuestra culpa fue desvirtuar su filosofía ideológica en pro de un pragmatismo usado para el enriquecimiento de unos pocos...
Como dijo muy bien Mempo Giardinelli: “Un pueblo que no lee está condenado a la extinción” y si fomentamos la independencia de juicio que favorece la lectura encontraremos la clave para conseguir nuestra libertad.
Darío Pozo Ruz. Ecologista del CEAM (Valdepeñas)



ESPAÑA, ¿ HACIA UN MODELO DANÉS O VENEZOLANO ?


En su libro El dilema de España (Península Atalaya), el catedrático de Economía y Estrategia de la London Business School Luis Garicano plantea que España debe decidir si quiere ser la Venezuela de Europa, a la que nos parecemos ahora, o la Dinamarca del sur, a lo que, asegura, deberíamos aspirar. Para ello, explica (a modo de relato ficticio en el que un periodista del año 2034 explica cómo ha logrado España que dos científicos españoles ganen sendos premios Nobel) las medidas que nuestros gobernantes deberían llevar a cabo.

Medidas políticas

1. Un gobierno de coalición
Un proyecto ambicioso requiere de un pacto ambicioso.

2. Expulsar a los políticos de los órganos técnicos

Lo primero que debería hacer el nuevo Gobierno es exigir la dimisión inmediata de todos los nombramientos políticos en órganos que deberían ser técnicos, hechos por el anterior Gobierno, y nombrar en su lugar a personas independientes de reconocido prestigio.

3. Una nueva ley de partidos

Que imponga normas mínimas para las primarias, obligatorias para la confección de listas, las auditorías y la transparencia de las cuentas.
4. Una reforma constitucional

Que elimine el Senado y las diputaciones provinciales, excepto las vascas.

5.  Reducir el número de ayuntamientos

Dinamarca convirtió los 1.389 ayuntamientos con los que contaba en 2007 en 98, y obligó a todos los municipios a contar con, al menos, 20.000 habitantes. España podría convertir sus 8.116 municipios en 600, lo que reduciría el número de concejales de 68.462 a 5.000. Tras esto, se podría transferir un gran número de competencias autonómicas en servicios sociales y educación a los ayuntamientos.

6. Reformar el Estado autonómico

El Gobierno debería introducir un sistema con competencias claramente asimétricas, confederal en la práctica para Cataluña y el País Vasco, y un nuevo modelo de financiación basado en la idea del cupo más una tasa. Esto haría que la mayoría de catalanes se inclinaran a favor de la permanencia en España.

7. Reforma de la ley de enjuiciamiento civil y criminal y de la carrera judicial

La conjunción de ambas reformas eliminaría el exceso de formalismo y garantismo y reduciría drásticamente el número de apelaciones. Mejoraría la seguridad jurídica y el cumplimiento de la ley. Los delincuentes de guante blanco y los políticos corruptos perderían su capacidad para retrasar el sistema indefinidamente y evitar el castigo. Una nueva ley anticorrupción, más dura, modelada en la legislación estadounidense contra la mafia y la corrupción política, supondría un incremento notable de la efectividad de los tribunales en estos casos.

Medidas económicas

8. Eliminar todos los contratos temporales y el Estatuto de los Trabajadores

Se debería implantar, de forma general, un contrato de trabajo a la austriaca. Todos los empresarios contribuirían con 10 días por año a una pensión de despido (el 2,75% de la masa salarial) libre de impuestos, que sea un derecho del trabajador. En caso de despido, el trabajador cobra 10 días por año trabajado por esta pensión, además de un máximo de 10 días adicionales pagados directamente por la empresa, que se convierten en 15 en caso de despido improcedente. Si el trabajador no es despedido, los 10 días por trabajador contribuidos se añaden a la pensión de jubilación.

La reforma reduciría los costes de la Seguridad Social para compensar los costes laborales debido a la nueva pensión por despido. Los costes adicionales de la reforma se financiarían vía la expansión de la base del IVA y la subida de los impuestos especiales (gasolina y tabaco).

9. Movilizar a los parados

Los parados, para recibir su subsidio, tendrán que ser “enseñantes” o “aprendices”. Habrá una lista concreta de materias de las que se podrá impartir o recibir clase y se emparejará a los parados alumnos con los parados profesores, según sus aptitudes. Mientras no se tenga un empleo, los parados tienen que asistir como mínimo a cuatro horas de clase al día, o enseñar dos. Tres faltas de asistencia conllevaría la pérdida del subsidio. Supondría un cambio radical en la percepción de lo que realmente es el paro: ya no se estaría desempleado, sino en proceso de formación.

10. Reformar los mercados y organismos reguladores

Con el lema “Incrementar la competencia y la protección del consumidor” se introducirían reguladores independientes de los mercados y se reformaría en profundidad la estructura de los mercados financieros, eléctricos y petrolíferos, de comunicaciones, etc. Todo ello supondría una fuerte caída de los precios, sobre todo eléctricos, y pondría la base para un incremento de la competitividad de las empresas españolas, especialmente las consumidoras intensivas de electricidad y energía.

11. Contundente simplificación administrativa 

El Gobierno debería trazar un ambicioso plan para que España se situara a la altura de Singapur en los indicadores internacionales de facilidad para hacer negocios. Se implementaría un nuevo marco jurídico para la entrada y la creación de empresas y la eliminación de licencias previas y otros trámites.

12. Incrementar la demanda de empleo para los parados sin cualificar

Esto se podría lograr mediante el objetivo Florida. El plan pasaría por introducir una serie de cambios fiscales y en la cobertura sanitaria con el fin de que España fuera el destino más atractivo desde el punto de vista económico para los retirados extranjeros. Esto incluiría la eliminación de los impuestos de sucesión sobre la renta para los mayores de 65 años.

13. Asegurar la sostenibilidad del Estado del Bienestar

Para ello sería necesario conservar la sanidad pública, pero introduciendo criterios de eficiencia bajo el modelo británico y un modelo de cuentas nocionales a la sueca en las pensiones (un modelo por el cual cada trabajador sabe en todo momento cuánto ha acumulado en su cuenta). Finalmente, habría que introducir la eliminación definitiva de la desgravación fiscal por vivienda y fomentar el alquiler hasta que llegue al 40%, lo que favorecería la movilidad interna en el país.

Reformas educativas

14. Reforma del sistema educativo en su conjunto

La educación en España requiere una metamorfosis profunda. El componente clave de la reforma debe ser el cambio en la gobernanza de los centros, así como en la carrera profesional de profesores y directores. Ambos pasarían a cobrar mucho más (los directores el doble que los profesores), y la educación atraería a mejores profesionales. 

El Gobierno debería crear una Agencia Independiente para la Evaluación de las Escuelas, que publicara análisis detallados de su funcionamiento, incluyendo los resultados en los exámenes estandarizados y análisis pormenorizados de la creatividad, la capacidad de expresión oral y escrita, etc. La financiación de los centros quedaría ligada a la demanda de los estudiantes, de forma que aquellos sin alumnos tuvieran que cerrar.

La reforma universitaria se adaptaría a los modelos existentes, sobre tres pilares: autonomía absoluta personal y financiera de la universidad, así como su desfuncionarización; el rector sería nombrado por un patronato externo; toda la financiación se realizaría en función del éxito de investigación y de docencia. Los avances en investigación se medirán por su impacto, no por su número. Algunas universidades caerían, pero el resto mejorarían.

Fuente: EL CONFIDENCIAL