miércoles, 11 de diciembre de 2013

PARADOJAS DE LA INCOHERENCIA DE UN DIPUTADO DE UPYD



El actor cobró 134.000 euros en 5 meses

El PP esgrime el sueldo de Cantó y manejos de Puig para defender el cierre de Canal Nou



El cierre del canal de televisión de la Generalitat Valenciana provocó un duro debate en el Congreso en el que el Grupo Popular se ha defendido atacando a los partidos que exigen su mantenimiento (desde el bloque de izquierdas a CiU y UPyD) y lo ha hecho exhibiendo informaciones sobre la relación personal de diputados de la oposición con Canal Nou. 

La más llamativa es la de Toni Cantó, que cobró 134.000 euros por presentar un programa de cámara oculta que duró 5 meses en antena.


La portavoz del PP, Macarena Montesinos, acusó a los socialistas, a los nacionalistas catalanes, a IU y a la formación de Rosa Díez de pretender que el Congreso se entrometa en decisiones de un Gobierno autonómico que lo que pretende con la renuncia a su televisión, según reiteró, es ahorrar para sostener los servicios básicos que debe prestar a los ciudadanos. 

A partir de ahí se ha volcado en denunciar “la desfachatez” de los portavoces que ahora claman a favor de Canal Nou cuando antes pedían cerrarlo por considerar que estaba al servicio del PP y un poco más atrás en el tiempo se beneficiaban directamente de él.


Montesinos ha acusado al diputado del Grupo Socialista Ximo Puig de manejar a su antojo los informativos de la emisora cuando gobernaban los socialistas y él estaba en la consejería de Presidencia. Para ello exhibió un correo para explicar que un dirigente del nacionalismo valenciano, Pere Mayor, sostiene que Puig dirigía los telediarios de Canal Nou cuando estaba en la Generalitat. “Puig recibía todos los días un fax con la escaleta de los informativos y él elegía las noticias”, según el citado líder del Bloc.

Ximo Puig. (EFE)

Además, la diputada del PP recordó que la televisión autonómica fue condenada por manipulación por primera y única vez cuando los socialistas gobernaban la Comunidad y Puig era un alto cargo en el ejecutivo de Joan Lerma. También le imputan haber movido sus influencias para que su hermano se hiciera con un canal de TDT de concesión municipal. 


Contra el PSOE en general, sacó a colación que cuando José Blanco era ministro en el Gobierno de Zapatero recomendaba al PP que cerrara la televisión. Puig pidió la palabra para decir que todo lo que sostenía Montesinos sobre sus manejos desde el poder era falso.


La parlamentaria del Grupo Popular iba documentada para cargar contra el hoy diputado de UPyD Toni Cantó, posible candidato de su partido en las próximas elecciones municipales en Valencia. 

Se refirió primero a la imagen que el actor colgó en su cuenta de Twitter en la que se podía ver la sede de la televisión autonómica atacada con un misil. Lo hizo en plenas negociaciones del ERE. 

Se da la paradoja de que UPyD está oficialmente en contra del despilfarro del dinero público en las autonomías y a favor de la reducción de su aparato político y propagandístico.


La portavoz del Grupo Popular sacó también informaciones de la prensa valenciana sobre los ingresos que proporcionaba Canal Nou al entonces actor hace una década: 134.000 euros por un programa de cámara oculta que hizo durante cinco meses. Cantó no niega que hiciera el programa, pero sí que cobrara tanto. Según fuentes de UPyD, de esa cantidad habría que descontar la comisión del representante, más los impuestos: un 30 por ciento menos.

En la votación sobre la iniciativa suscrita por toda la izquierda de la Cámara más CiU y UPyD, el Congreso rechazó, por la mayoría del PP, entrometerse en la decisión de Alberto Fabra de cerrar una televisión autonómica que ha llegado a acumular un déficit de 1.200 millones de euros.

Fuente: EL CONFIDENCIAL

domingo, 8 de diciembre de 2013

¡NO ES POR CATALUÑA, ESTÚPIDOS!




Como en un interminable deja vu o una reedición a la española de El día de la marmota, este viernes nos volvimos a encontrar políticos y periodistas -y unos cuantos invitados a modo de figurantes- en la celebración del XXXV Aniversario de la Constitución Española. 

Los mismos pasillos, las mismas caras con algunas variaciones, las mismas palabras de consabida felicitación por estos treinta y cinco años de convivencia y tal y tal, las mismas chicas monas que se quieren hacer la foto con el presidente del Gobierno, los mismos corrillos de periodistas que vamos saltando de uno a otro como si se tratara del juego de la oca a ver en cual de todos conseguimos el titular que nos de la exclusiva del día –cosa que ya nunca ocurre, claro-, los mismos canapés de sabor indeterminado regados con refrescos que han perdido sus burbujas y copas de cava calentorro…

Alguien debería pensar en darle una vuelta a la celebración de este aniversario al que ya ni siquiera acude un miembro de la Casa Real, y eso que están ahí gracias a una Constitución que consolida su permanencia por los siglos de los siglos. O no, vaya usted a saber, pero eso ya es harina de otro costal. 

Como todos los años, los nacionalistas y los comunistas le dieron un corte de mangas a la Carta Magna que les da cobijo, por lo que allí se juntaron los de siempre, es decir, el Gobierno –y no todo-, el PP –tampoco todo-, el PSOE –muchos menos- y algunos minoritarios como UPyD representado por la compañera Irene Lozano y Rosa Díez.

 De los presidentes autonómicos solo vi a Alberto Fabra, y también estaba la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a la que se le puso un rostro muy áspero cuando me acerqué a menos de un metro. (Ahora sé por qué me pitan los oídos por las noches).

Obviamente el tema estrella, el asunto que acaparaba casi todas las preguntas al jefe de Gobierno y al líder de la oposición, era la reforma constitucional. Rubalcaba se mostró entusiasmado con abrir ese melón y Rajoy, nada.

Quizá lo más novedoso de este año haya sido ver muy recuperada y casi en plena forma a la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes -¡ella sí que sería una alcaldesa como Dios manda!-, y a un teniente coronel de la Guardia Civil acompañando al ministro del Interior que se desgañitó –el ministro, no el teniente coronel- explicando a todo el que quisiera escucharle –un servidor incluido- lo difícil que tiene el Gobierno resolver el asunto de las concertinas de Melilla

Lo dicho, que alguien debería darle un repaso a este acto de homenaje a la Constitución porque de tan rancio y de tan poco éxito acabará dando la razón a quienes afirman que la Carta Magna está para que la ingresen en un geriátrico.

Y no es así. Está obsoleta en algunas cosas, cierto, pero lo retro y lo vintage tiene su encanto si se sabe combinar adecuadamente. Obviamente el tema estrella, el asunto que acaparaba casi todas las preguntas al jefe de Gobierno y al líder de la oposición, era la reforma constitucional.

 Rubalcaba se mostró entusiasmado con abrir ese melón y Rajoy, nada, aunque también dijo que no se iba a cerrar en banda pero “habrá que saber para qué y con quien contamos”. Se lo dije a Rubalcaba… “Cuenta conmigo”, me contestó, pero me temo que para el Gobierno no es suficiente, no sé si porque le parece poco el PSOE o le parece poco Rubalcaba y no las tiene todas consigo respecto del respaldo que tenga el secretario general del PSOE.

La clave está en esa Constitución a la que habrá que darle un repaso para ver, quizás, no tanto qué hay que cambiar como en qué no la estamos cumpliendo. 

No se trata, por tanto, de Cataluña, sino de la propia supervivencia del sistema lo que hace necesario volver a los orígenes.

El caso es que año tras año hablamos de lo mismo y ahí se queda cualquier intento serio o no serio de darle una mano de pintura a una Constitución que la necesita como el comer.

Y no es por Cataluña, no nos equivoquemos. 

Cometeríamos un error si planteamos la respuesta al desafío soberanista catalán en forma de modificación constitucional, pero también lo cometeremos si dejamos las cosas como están y no afrontamos la necesidad de dar cabida en la Carta Magna a las aspiraciones de una sociedad que pide a gritos que se tenga en cuenta su singularidad

 Es evidente, treinta y cinco años después, que el modo en el que se cerró la puerta del modelo autonómico dejó abiertas muchas ventanas y las corrientes de aire han vuelto a abrir la entrada principal.

El problema es que las circunstancias no son las mismas que en 1978, y no creo que nuestra clase política tenga la madurez y la generosidad que tuvo aquella para dejar a un lado las discrepancias partidarias y pensar en el bien común y en el futuro de todos los españoles por igual. 

Mi compañero Carlos Sánchez se pregunta a menudo por qué es tan difícil trasladar a la clase política española eso que es tan normal en el seno de la sociedad, es decir, llegar a acuerdos, pactar, consensuar… 

No lo se, quizá el problema esté en el propio sistema, que ha convertido a los partidos en maquinarias electorales sin alma ni pasión por la política más allá de la obtención de poder para repartirse cargos.

Sea lo que sea, la clave está en esa Constitución a la que habrá que darle un repaso para ver, quizás, no tanto qué hay que cambiar como en qué no la estamos cumpliendo. No se trata, por tanto, de Cataluña, sino de la propia supervivencia del sistema lo que hace necesario volver a los orígenes. 

Debemos recuperar ese espíritu innovador y generoso que hizo posible el consenso de la Transición, para llenar de sentido cualquier proyecto de reforma constitucional que quiera afrontarse; el único sentido que puede tener es el de garantizarnos otros treinta y cinco años más de convivencia en paz y libertad.

Fuente: 

Federico Quevedo
en EL CONFIDENCIAL

viernes, 6 de diciembre de 2013

LA CONSTITUCIÓN ES UN FÓSIL: SE REFORMA O SE MUERE.


35 ANIVERSARIO DE LA CARTA MAGNA


¿Es legítima una Constitución que apenas ha votado el 23% de los actuales españoles? 

La pregunta puede parecer pertinente. Pero no lo es. Ni siquiera contribuye a entender la desafección creciente hacia la cosa pública. Como sostiene con sorna el economista Gabriel Tortella, “tampoco siguen vivos los americanos que votaron la suya [hace 226 años] y no pasa nada”. 

La diferencia, sin embargo, estriba en algo esencial: la Constitución de EEUU lleva sobre sus anchas espaldas multitud de enmiendas y reformas. Y tampoco pasa nada. Sigue fresca como una lechuga.

En España, al contrario, la Carta Magna de 1978 -aprobada con la participación del 67,1% de los españoles- se ha fosilizado. No se ha tocado ni una coma salvo por mandato europeo (dos veces). El resultado es inquietante. Como sostiene el catedrático Muñoz Machado,el inmovilismo comienza a ser el principal enemigo de la Constitución”. 

Y no sólo eso. A modo de premonición sostiene que “la crisis institucional durará más que la económica”.

No es un asunto menor. A los constitucionalistas les gusta recordar que en España, al contrario que en otros países, en vez de reformar la Constitución lo que se ha hecho es tirar el edificio abajo. Y eso explica que desde 1812 (sin contar el Estatuto de Bayona, que para algunos es un texto constitucional), se hayan promulgado ocho constituciones. 

La de 1978 es la más larga tras la del largo periodo de la Restauración. Pero nunca antes se habían producido las transformaciones sociales y demográficas  que ha vivido España en los últimos 35 años.

Algunos datos lo ilustran. En 1981, censo de población más cercano a 1978, residían en España apenas 37,7 millones de españoles; y se puede decir ‘españoles’ con propiedad porque apenas 150.000 eran residentes extranjeros. Hoy la población asciende a 46,7 millones. Es decir, nueve millones más. Es como si la Constitución de 1978 no la hubieran votado ni los andaluces (la región más poblada de España) ni los cántabros. Aunque hay un dato probablemente tan significativo en términos sociales. Casi el 50% de la población (el 48,6%) vivía cuando se aprobó la Carta Magna en ciudades de menos de 50.000 habitantes. Una España, por lo tanto, muy diferente. También en costumbres, renta per cápita, hábitos sociales o relaciones personales.

Media España contra la otra media

¿La solución pasa por reformar la Constitución? Sí y no, responde el filósofo Javier Gomá. Y hace dos reflexiones. La historia de España ha demostrado nuestra incapacidad para tejer consensos. Y en demasiadas ocasiones “media España ha hecho constituciones contra la otra media”. 

Sin duda, por la escasa capacidad de renuncia que han acreditado los ciudadanos y los dirigentes políticos. Aunque en ocasiones, como en 1978, se haya producido “un cierto milagro” y los españoles fueron capaces de renunciar a los intereses particulares para que ganara el interés general. Esa es la clave de bóveda de la actual Carta Magna: que supo armonizar intereses contrapuestos.

Esa medicina, sin embargo, no es eterna. “La gente”, dice el filósofo Gomá, continúa discrepando. Hay acuerdo en que el Gobierno tiene la culpa de casi todo, pero poco más. Y de ahí que, en su opinión, lo relevante sea la actitud de la ciudadanía.
La reforma de la Constitución no es un problema jurídico-formal, sino que, por el contrario, hay que situarla en el ámbito de la moral. Y cita unos versos de Rilke: “Tienes que reformar tu vida”. Gomá juega con las palabras y plantea un viejo debate: “Hay que reformar las leyes, pero también hay que reformar a la ciudadanía”. Es la hora, viene a decir, de una nueva educación sentimental que reivindique el valor de lo ejemplar.

O dicho en otros términos: “Le hemos dado a las leyes un poder taumatúrgico que no tienen, cuando lo importante es la actitud de los ciudadanos”. Y una Constitución lo que debe hacer es precisar los “valores básicos”. Si un país funciona no es por las leyes, “lo importante es la virtud de la ciudadanía, lo importante es que no se mire hacia otro lado cuando hay corrupción, lo importante es tener buen gusto que repugne el incumplimiento de las leyes”.

El catedrático Muñoz Machado pasa de las musas al teatro. La Constitución no es que haya envejecido, es que al no haber puesto al día se ha olvidado de muchos derechos subjetivos que hoy reconocen las leyes, pero no la Carta Magna. Y cita la educación, la sanidad o la lucha contra la pobreza, parcelas “que afectan a la dignidad del hombre”.

¿Qué quiere decir esto? Pues que políticas tan importantes -y que probablemente no fueron suficientemente evaluadas en 1978 por problemas presupuestarios- dependen en última instancia de forma discrecional del Gobierno de turno, que puede recortar a su antojo prestaciones esenciales. 

Continúan sin ser derechos subjetivos que los ciudadanos puedan reclamar ante los tribunales en aplicación del mandato constitucional. Lo curioso es que esa misma Constitución garantiza a los españoles cosas que no puede cumplir: una vivienda o un empleo. "Es”, dice Tortella, “como si el Estado garantizara a los españoles un matrimonio feliz. Por eso, no se toma en serio la Constitución”.

Cataluña y la Constitución

No sólo por eso ha envejecido la Carta Magna. Su aplicación ha demostrado, sugiere Muñoz Machado, que no hay realmente separación de poderes. Y lo que es igualmente preocupante. En ocasiones se ha intentado reformar la Constitución “por la puerta de atrás”, como ha sucedido en el caso del Estatut de Cataluña hasta que el propio TC puso pie en pared.

El historiador económico Gabriel Tortella  insiste en esa idea, y asegura que “si así se quería”, habría que haber reformado la Constitución, toda vez que “la soberanía de Cataluña es incompatible con la España”. No es posible, insiste, salvo que España fuera un Estado confederal. Y no lo es.

De nuevo, la España posible frente a la España de la quimera. Olvidando, como dice Tortella, que en 1978 hubo una gran voluntad de superar las dos Españas. Algo que ha hecho posible un indudable avance social.

El nivel de renta per cápita de 1978 era tres o cuatro veces el de 1936, y eso atemperó los enfrentamientos  entre españoles. Una amplia clase media quería evitar a toda costa el enfrentamiento. Algo que explica la gran estabilidad que ha habido en España en los últimos 35 años.

Ejemplar de la Constitución conservado en el Congreso de los Diputados.Como dice Muñoz Machado, es verdad que el sistema autonómico tiene agujeros, tiene deficiencias, pero “habría que huir de los extremos para reformarlo”. Ni una confederación, como reclaman algunos, ni un nuevo Estado centralista. Pero, en cualquier caso lo importante es que se cumpla. Y eso no siempre ocurre.

El profesor Tortella habla claro. “Yo no la voté”, reconoce, pero “el problema es que no se cumple, tan sólo se acata”. Y pone varios ejemplos: “Las banderas siguen sin ondear en muchísimos lugares del País Vasco y Cataluña y nadie dice nada”. Tampoco hay cooficialidad en el uso de la lengua: “El castellano es cada vez más residual y ni siquiera la palabra ‘calle’ está rotulada en castellano; ni se pueden presentar documentos oficiales en una lengua que es cooficial”.

Hay más. El artículo 155 no se aplica pese a que el Gobierno autonómico se niega a cumplir algunas leyes o sentencias judiciales, y ni siquiera se les apercibe. Se llega al extremo, dice desde la amargura, que se afirma en público que “la ley Wert no se va a cumplir en Cataluña" y “nadie” dice nada. “Me asombra”, concluye, “el grado de pasividad ante tanto incumplimiento”.

El filósofo Gomá no entra en cuestiones concretas. Pero sí tiene clara una cosa. “El patriotismo constitucional pasa hoy por renunciar de forma expresa a los intereses particulares para que salgan adelante los intereses generales”. A lo mejor es el primer paso para reformar una Constitución fosilizada.

 Fuente: EL CONFIDENCIAL.

 

lunes, 2 de diciembre de 2013

A LOS 35 AÑOS DEL MAYOR ENGAÑO SUFRIDO POR EL PUEBLO ESPAÑOL EN TODA SU HISTORIA...




Una Constitución para oligarcas

El próximo viernes se cumplirán 35 años del mayor engaño sufrido por el pueblo español en toda su historia. Nos referimos a la llamada Constitución, que no es tal, sino en realidad la Ley Fundamental de la Monarquía de Partidos.

En ella se establecen las directrices para vaciar de competencias al Estado central a través del reparto autonómico.

Para que ese reparto y el del inmenso botín económico que suponía se hicieran con normalidad, se necesitaba una ley electoral que, en lugar de ser representativa de la sociedad civil, lo fuera de los jefes de partido que hacen las listas. 

Y para no dejar ningún cabo suelto, impusieron en la Constitución la no separación de poderes estatales, poniéndolos en manos del ejecutivo

El poder legislativo y el judicial quedaban así sometidos al poder ejecutivo, lo que garantiza a este la total impunidad ante la corrupción, la malversación de fondos públicos, el nepotismo más absoluto y la prevaricación.

El primer agente de esta oligarquía, el rey Juan Carlos, traicionó a su padre y a Franco. La clase franquista traicionó a Franco para sobrevivir y participar en el reparto del botín con los nuevos allegados. Estos, la nueva clase política procedente de la ilegalidad, descubrirían de pronto que si también ella traicionaba a sus principios ideológicos, con los que había tenido que vivir pobremente en la sombra, también podrían participar del botín y enriquecerse sin riesgo alguno a costa de los demás.

La Carta Magna fue el resultado de un simple reparto de poderes entre traidores: a sí mismos, a la libertad política constituyente y a la unidad de España.

El segundo agente, el presidente Suárez, fue tres veces traidor: traicionó los principios del Movimiento Nacional, a los españoles no permitiendo que alcanzaran la libertad política y a España, dividiéndola en diecisiete trozos, contrarios todos ellos a la realidad histórica y objetiva de la Nación. 

En el caso del PSOE de Felipe González, un diseño de partido de 'izquierdas' realizado por la CIA a través de Willy Brandt para frenar al comunismo, renegó de sus principios marxistas y desde el poder traicionó a la clase obrera en favor de las elites financiera y mediática. Miguel Boyer les entregó los monopolios públicos por la décima parte de su valor.

Con estos mimbres, la Carta Magna fue el resultado de un simple reparto de poderes entre traidores: a sí mismos, a la libertad política constituyente y a la unidad de España. La Constitución de 1978 ha destruido la unidad administrativa del Estado, la unidad de mercado, todas las referencias éticas en lo público y las morales en lo privado, ha aniquilado el sentimiento patriótico de España y suprimido la representación política de los ciudadanos.

Asesinos de la libertad

Los autores de este engendro son auténticos criminales de la paz, porque no hay mayor delito que el de matar las esperanzas de libertad de un pueblo que llevaba casi 40 años sin conocerla. Fue el asesinato de la libertad colectiva y el abuso sin medida de las libertades individuales por parte de los oligarcas. Los culpables visibles de esta traición a todo un pueblo fueron siete, queden sus nombres en la historia negra para vergüenza de sus descendientes y desprecio de las generaciones futuras, porque aunque eran sólo los 'chicos de los recados', ya que la Constitución les fue dictada, se prestaron a representar y avalar la farsa infame que supuso todo el proceso.

Gabriel Cisneros (UCD)
Miguel Herrero de Miñón (UCD)
José Pedro Pérez Llorca (UCD)
Gregorio Peces Barba (PSOE)
Miguel Roca (Pacto Democrático por Cataluña)
Jordi Solé Tura (Partido Comunista de España)
Manual Fraga (AP)

En los artículos de contenido social, la Constitución trata cínicamente de convertir en norma obligatoria los simples deseos de bienestarLos verdaderos artífices fueron sus jefes políticos, Adolfo Suárez por un lado, y Felipe González por otro, y más directamente sus respectivas manos derechas, Fernando Abril y Alfonso Guerra, que discutían y pactaban en secreto todo lo esencial, completamente al margen de los ciudadanos, a los que no se consideraba dignos de conocer cómo se estaba decidiendo su destino. En particular, pactaron  la monarquía de partidos estatales, donde todo el poder se reparte en exclusiva entre las agrupaciones políticas, aunque el Rey siempre conservó el derecho de designar ministros por vía de pasillo.

En los artículos de contenido social, la Constitución trata cínicamente de convertir en norma obligatoria los simples deseos de bienestar. Los partidos estatales basaron su propaganda demagógica en estas simplezas utópicas que ninguna constitución seria puede albergar, pues son engaños siniestros. “Los españoles son iguales ante la ley”, mentira: el Rey, los partidos, y los jueces demuestran a diario este colosal engaño. “Todos los españoles tienen el derecho al trabajo y una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”, mentira: las estadísticas millonarias de paro y pobreza evidencian tan escandaloso embuste.

“El derecho a una vivienda digna y adecuada”, mentira. Familias hacinadas en una sola habitación, sin agua ni electricidad, dos millones de ellas que viven en infraviviendas, según Cáritas, y más de 400.000 desahuciadas prueban no sólo la falsedad, sino la maldad de esta norma contraria a la normativa  europea. “La independencia de la Justicia respecto a los órganos políticos”, mentira. PP y PSOE, sin recato ni vergüenza alguna, nombraron a los rectores de la judicatura para que los jueces no persigan la corrupción política. Somos un país arbitrario sin seguridad ni ordenamiento jurídico.

PP y PSOE, sin recato ni vergüenza alguna, nombraron a los rectores de la judicatura para que los jueces no persigan la corrupción política. Somos un país arbitrario sin seguridad ni ordenamiento jurídico.Al menos, el régimen de Franco cumplía las normas administrativas y civiles. Hay infinidad de pruebas, entre ellas, por ejemplo, la sentencia del Supremo que el abogado Trevijano ganó al Estado franquista y a la presión de Carrero Blanco logrando una fuerte indemnización (11.000 millones de euros en valor actual) por el cierre ilegal del diario Madrid. Hoy eso sería inconcebible, ¿imaginan Uds. al actual Tribunal Supremo obligando a indemnizar al Estado con 11.000 millones de euros por el cierre ilegal de un periódico?

Los españoles ni siquiera pueden concebir el daño que está causando a nuestra economía la falta de seguridad jurídica

Otras mentiras escandalosas de la Constitución se comentan por sí mismas: “El Estado debe garantizar una redistribución de la renta más justa”, pero tenemos la más injusta de Europa; “ninguna autoridad podrá adoptar legislaciones para obstaculizar la libertad de circulación y establecimiento”, cuando todos los caciques locales lo hacen; “todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del Estado”, un rimero de mentiras y así todo lo demás.

“Los españoles estuvieron a la altura de las circunstancias”, afirmó cínicamente el Rey después de la aprobación de este engendro. Los españoles no estuvieron a la altura de nada, se comportaron como un rebaño de borregos que fueron a votar su propia ruina y la de sus hijos, haciendo lo que les dijeron los capos de la nueva mafia política oligárquica, un nuevo “vivan la caenas” en versión moderna.

La opereta de Tejero aborta el “golpe de timón”

A pesar de que esta nueva Ley Fundamental del Reino llamada Constitución estaba concebida, única y exclusivamente, para satisfacer las ambiciones siempre desaforadas de la oligarquía política, financiera y mediática, la convicción de que sólo el Ejercito podía acabar con ETA, que se estaba saciando a asesinar y  secuestrar, junto a la idea transmitida por Alfonso XIII a sus descendientes de que la monarquía no podría asentarse en España hasta que gobernara con el partido socialista, determinaron la decisión del Rey de “dar un golpe de timón”.

Para ello exigió la dimisión a un presidente del Gobierno, Suárez, que nunca dio la talla, pero se mantuvo en el poder político mientras le quedaba algo que regalar (legalizaciones y autonomías). El Rey quería un Gobierno de militares y socialistas presidido por el general Armada, quien ya había pactado las bases del mismo en la reunión de Jaca con el socialista Enrique Múgica, supuestamente autorizado por Felipe González.

El hecho de que la radio y la televisión continuaran transmitiendo, con un energúmeno pegando tiros al aire y el mundo entero viéndolo en directo, hacía el “golpe de timón” absolutamente infumable a nivel internacional 

Pero los golpistas del 23-F fueron víctimas de la fatalidad: el teniente coronel Tejero, encargado de la toma de las Cortes, se negó a obedecer a Armada cuando supo que iba a formarse un Gobierno con socialistas y otras izquierdas de nombre. En una entrevista radiada la pasada semana con el señor Trevijano, el coronel Diego Camacho, del CESID, relató cómo sus jefes estaban dentro del golpe y cómo lo apartaron cuando lo denunció ante su superior el general Calderón, sin saber que formaba parte de la trama. Según este coronel, el Rey dio marcha atrás cuando Armada le comunicó por teléfono que Tejero iba por libre y no le obedecía.

Además, el hecho de que la radio y la televisión continuaron transmitiendo, con un energúmeno pegando tiros al aire y el mundo entero viéndolo en directo, hacía el “golpe de timón” absolutamente infumable a nivel internacional. En otra entrevista realizada en la COPE por César Vidal al coronel Perote del CESID, que vivió en directo todo el asunto, al preguntarle qué habría pasado si Tejero hubiera obedecido y las cámaras hubieran sido desconectadas, su respuesta fue rotunda: “Armada habría salido del Congreso investido como presidente del Gobierno”.

Milán del Bosch, que ya había sacado los tanques a la calle, no obedece al Rey al instante, por eso el mensaje del monarca en la televisión no puede emitirse hasta la madrugada 

El jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campos, cuando fue expulsado de su cargo por el Rey, le contó a Trevijano cómo en el libro de visitas al monarca del día 11-F aparecía borrado el nombre de D. Alfonso de Borbón y en su lugar se había puesto el del general Armada, que se presentó de improviso en la Zarzuela, sin conocimiento de su capitán general. 

Y -continúa el general Fernández Campos- “tratándome como si fuera un soldado”, ante mi sorpresa me exigió “dígale que estoy aquí y vera cómo me recibe (el Rey) en el acto”, lo que efectivamente sucedió.

Fernández Campos le contó también a Trevijano que, a las tres de la mañana del 24-F, ordenó a un capitán de servicio en la Zarzuela que se presentara en la agencia EFE y retirara el cable enviado por el Rey a Milán del Bosch en el que le decía “que ya no podía dar marcha atrás”. Se refería a la suspensión de la operación político-militar promovida por la Corona. Milán del Bosch, que ya había sacado los tanques a la calle, no obedece al Rey al instante, por eso el mensaje del Rey en la televisión no puede emitirse hasta la madrugada.

En el 23-F los militares pagaron el pato, todos los condenados menos uno eran militares, aunque en el golpe había mas civiles que militares. Y con una dignidad y una lealtad digna de mejor causa todos mantuvieron la boca cerrada.

A día de hoy, el Estado de las autonomías ha destruido la unidad de la conciencia de España; arruinado la economía nacional, destruido la clase media, que lo tiene más que merecido por ser el principal sostén de estos miserables; convertido en mileuristas o menos al 60% de los trabajadores ocupados y llevado a la pobreza y al hambre a mas de tres millones de españoles. 

Y lo único seguro para 2014 son nuevos recortes - pensiones, salarios y desempleo - y más injusticia social, mientras Gallardón y el ministro del Interior siembran las semillas de un regreso al autoritarismo y de un recorte, esta vez, de las libertades personales.

Fuente: Antonio García Trevijano es abogado y escritor. EN EL CONFIDENCIAL.