El catedrático de Filosofía, Política y Social Daniel Innerarity es uno de los coordinadores junto al investigador francés Serge Champeau del libro ‘Internet y el futuro de la democracia’ (Editorial Paidós).
A través de diferentes capítulos escritos por distintos autores
reflexionan sobre los valores de la democracia en la red. Innerarity,
que actualmente se encuentra como profesor invitado en el Instituto Universitario Europeo de Florencia y también dirige el Instituto de Gobernanza Democráctica
en San Sebastián, con este nuevo libro reconoce que han querido
“desmitificar el mundo digital” y centrarse más en “sus peligros y
límites”. Innerarity ha publicado entre otros libros ‘La transformación
de la política’, que fue Premio Nacional de Ensayo, y ‘La democracia del
conocimiento’.
-En el libro ‘Internet y el futuro de la
democracia’ a través de varios autores reflexionan en torno a los
valores de la democracia e internet. ¿Cómo ve usted esta relación entre
la democracia e internet?
- En este libro hemos sido un poco
desmitificadores con internet y hemos puesto más el dedo sobre los
límites, los peligros y los aspectos más negativos de la red frente a
una cierta beatería que se observa muchas veces en relación con este
tipo de fenómenos.
- ¿Hoy en día cuáles serían los principales límites y peligros de internet?-
El principal es no darnos cuenta de que estamos ante una tecnología y
las tecnologías son instrumentos que condicionan el tipo de praxis que
con ellas se puede hacer. Internet puede ser puesto al servicio de la
transparencia y la abundancia de información pero también puede ser una
fuente de ocultación o de desorientación.
- Usted ha
escrito en el libro el capítulo ‘Desenredar una ilusión: notas para una
teoría crítica de la democracia digital’. ¿Cree que hemos sobrevalorado el poder de internet?
- Creo que
sí. Internet tiene el efecto fundamental y muy positivo de formar parte
en el proceso de horizontalización de la sociedad o al menos un
cuestionamiento de cualquier jerarquía y mediación. En este sentido, es
perfecto y no hay nada que objetar a las posibilidades de impulsar una
sociedad más democrática. Pero lo que trato de señalar es que no seamos
tan ingenuos como para pensar que esa dinámica destruye cualquier
relación asimétrica o de poder.
- ¿Por qué no?
- Fundamentalmente porque el
espacio internet, que es uno de los temas que más se discute,
absolutamente no es un espacio neutro. La red tiene sus ‘gatekeepers’,
sus peajes, sus buscadores dominantes y sus estrategias de búsqueda que
favorecen que una cosa sea encontrada frente a otra.
- ¿Internet no es tan democrático?
-
Internet es un gran instrumento de una democracia expresiva, es decir,
una democracia en la que cualquiera puede hacer oír su voz o al menos
expresarla. Luego que la escuchen es otra cuestión pero esta democracia
tiene que venir acompañada de una democracia representativa y no la
sustituye.
- ¿Un ejemplo de democracia expresiva sería el movimiento 15-M?
-
Sin duda, el movimiento del 15-M es uno de los efectos más importantes
que ha tenido, casi diría el principal, de poner sobre la mesa
determinadas cuestiones que generan malestar. Los movimientos sociales
fundamentalmente llaman la atención y movilizan a determinada fuerza
social pero su capacidad transformadora y organizadora es más bien
limitada. Entre otras cuestiones porque no están para eso ya que están
otras instituciones como los parlamentos y los partidos políticos. Creo
que es más un fenómeno expresivo que resolutivo de determinados
problemas sociales y políticos.
- ¿Con Internet la democracia es más democrática o no necesariamente?
-
En principio internet es una extensión de la capacidad individual de
acción y acceso, y eso ya es un vector de democratización. Pero el mundo
de internet también tiene sus asimetrías. Hace poco leí un estudio
sobre los blogs políticos más importantes de Estados Unidos.
- ¿Y qué decía?
- De los más importantes
prácticamente todos eran blancos, anglosajones y varones. Es positivo
este fenómeno de que la gente tenga más acceso y visibilidad pero que no
se corresponde con la realidad de una sociedad. Por otro lado, está la
cuestión tecnológica. Los instrumentos de búsqueda de internet tienden a
favorecer ciertas cosas y a ocultar otras. Y ya hay una discusión en
torno a Google y otros instrumentos de búsqueda precisamente para que
esos algoritmos sean más representativos y transparentes.
- Ahora que estamos en época de periodo electoral en
Catalunya y tras las elecciones de Estados Unidos, ¿cree que los
políticos ven a internet más como un enemigo o un aliado?
-
Todavía el mundo de la política es muy tradicional y la alfabetización
digital ha sido un poco tardía, además de interesada y unilateral. Y
luego hay que tener en cuenta que estas tecnologías están cambiando
continuamente el panorama. Se ha hecho un gran avance en la presencia
política en la red pero más bien en términos de propaganda y ocupación
de espacios para estar presentes y visibles.
- Usted dirige el Instituto de Gobernanza Democrática en San
Sebastián. Ya hay leyes que regulan internet, ¿pero cree que realmente
es un medio que se pueda gobernar?
- Con internet pasa algo
muy similar a lo que pasa en los mercados. Claro que se puede gobernar y
hay experiencias de ello. Pero la experiencia indica que no sirve para
este tipo de ámbito los esquemas tradicionales del gobierno que están
pensados desde la jerarquía o desde la verticalidad. La gobernanza de
internet, como la gobernanza de los mercados, tiene que ser una
gobernanza más horizontal, cooperativa y colaborativa.
- En otro libro suyo, en ‘La democracia del conocimiento’,
abarca cuestiones más globales sobre la democracia. Algunos expertos
defienden que para salir de esta situación de crisis económica es
necesario un gobierno de tecnócratas. ¿Cree que así nos irían mejor las
cosas?
- Internet refleja muy bien la inteligencia social,
lo que algunos llaman inteligencia distribuida, es decir, la
inteligencia está en la sociedad de manera muy repartida y no
concentrada en los órganos del gobierno. Generalizando, las sociedades
tradicionales eran sociedades en las que el que estaba en el poder tenía
la máxima información. Hoy en día eso ya no pasa. Se han igualado mucho
todos los subsistemas sociales de tal manera que ahora mismo el poder
político está tremendamente necesitado del saber experto del que no
dispone y para el que tiene que acudir a otras instancias.
-El Barómetro del CIS decía
que uno de cada cuatro españoles considera a los políticos como “un
problema”. ¿A qué cree que se debe que esta percepción de los políticos
se haya deteriorado tanto?
- Hay varios factores que
contribuyen a esa percepción. Sin duda, la crisis económica ha acentuado
todos los malestares, y el sistema político y los representantes
políticos son en ocasiones un buen destinatario de nuestro malestar.
Otro factor es el proceso de desintermediación social, es decir,
cualquier mediación que no aporte valor es considerada como innecesaria o
ilegítima. Y en estos momentos en los que el sistema político tiene
tantas dificultades para gobernar asuntos muy complejos da la impresión
de que la política no sirve para nada. Precisamente por sus dificultades
de gobernabilidad pero yo me haría una pregunta más.
- ¿Cuál?
-¿Qué le pasa a una sociedad que se
revuelve contra sus representantes? A lo mejor no estamos siendo muy
sinceros con nosotros mismos. Es indudable que el sistema político
necesita reformas y mejoras, y la lista de los defectos del sistema
político y de nuestros políticos es difícil de llevarla hasta las
últimas consecuencias. Esta lista es bastante larga. Pero deberíamos
mirar el dedo que señala la luna y reflexionar sobre qué nos pasa y por
qué no hemos conseguido como sociedad entender que estamos en un momento
histórico de enorme dificultad en el que el sistema político tiene
enormes dificultades de hacerse con el control de la situación.
-Hablando de este contexto social, político y económico
actual también me gustaría preguntarle sobre el proceso soberanista en
Catalunya. Usted ya ha escrito artículos que reflexiona sobre esta
cuestión. ¿Qué le parece esta situación y cómo se debate en clave
europea desde el Instituto Universitario de Florencia?
- En
España hay un proceso de debilitamiento del entramado institucional que
alcanza desde la monarquía hastala Iglesiacatólica y la estructura del
Estado de ciertas autonomías. Estamos en un momento de desgaste del
modelo constitucional de finales de los años 70 que o bien ha sido
interpretado de una manera muy poco independiente del sistema político o
bien el órgano encargado de su interpretación no se actualiza. Y era un
órgano surgido directamente de los dos partidos políticos y, por tanto,
eso ha ido erosionando su legitimidad. Además, la capacidad de revisión
que tiene el sistema político español es prácticamente nula y la vida
política se hace muy rígida.
- ¿Cree que esto cambiará?
- En Catalunya con el
Estatut hubo un cierre de puertas y creo que España es un Estado con una
cultura política pobre lo que repercute fundamentalmente en que no haya
un debate habitual, reflexivo y crítico sobre los propios fundamentos
porque parece que eso da miedo a la estabilidad institucional. Esto
podía ocurrir en época de ruido de sables y la democracia naciente pero
en estos momentos la democracia española solamente se mejorará en la
medida que sea más crítica de sí misma y más abierta a cuestionamientos
no superficiales.
- ¿Cree que se puede gobernar a base de referéndums?-
Una democracia es un equilibrio complejo e inestable entre la
legitimidad que viene de la base, del apoyo popular, y la legitimidad en
términos de eficacia del gobierno. Y este dilema no está resuelto.
Ahora mismo en Europa más bien lo que se aprecia es que hay un dominio
de lo técnico y el referéndum se considera como algo peligroso. En estos
momentos, el problema de gobernanza en Europa se puede sintetizar en
que sabemos lo que hay que hacer para que el euro salga adelante pero un
Estado, la soberanía popular alemana, no permite hacerlo.
- ¿El problema sería Alemania?
- Angela Merkel
está utilizando una lógica tradicional de legitimación popular y Mario
Monti o José Manuel Durão Barroso, por comentar otros casos, están
apelando más bien a una situación de emergencia y a que seamos capaces
de descubrir que la soberanía del pueblo alemán ya no puede ser
entendida al margen o sin considerar los efectos que esa soberanía tiene
en el desarrollo de las otras sociedades europeas. ¿Cómo construimos eso? Es el gran enigma.